“PEQUE—A GRANDEZA.”
“No se puede confiar en nadie más cuando se es de las más baja sociedad.”
Lo he aprendido como si del más magnánimo de los proverbios se tratase, mientras aquellos amenazantes rubíes se fijan desinhibidamente en mí ser, que abatido por la melancolía le seguía desde ya hacia un largo lapso de tiempo, persiguiendo patéticamente la imponente silueta del ninja legendario que cada vez más iba adentrándose a las tinieblas de la oscuridad.
Lo se, más que bien, que he llegado a pecar de más, pero… ¿a quien puede importarle que me mezcle con aquellas personas cuando soy victima de la soledad encarnada debido a la fobia guerrillera que me obliga a matar?
— ¿Por qué me sigues? — escuche su fría voz de hiel que calo en el fondo de mí corazón, rasgando con la severidad de sus palabras la poca decencia humana que fortalecía mí ser, del mismo modo que fui atajado por la inexistente amabilidad de la que abogaba aquel, y así, de la manera más vil y humillante desvíe mi mirada para tener que evitar ser espectador de la predecible reacción de indiferencia que se haría presente en él cuando escuchase mí voz.
— No tengo a donde ir…— fue lo único que apenas y alcance a decir sin mucha accesibilidad a penetrar en su nula sensibilidad, por que había depositado toda la esencia de la que era portador a las sucias manos de mi maestro, aquel hombre que me tendió la mano cuando nadie más aceptaría tan estremecedora propuesta como la de exterminar a nuestra propia extirpe. Sin embargo, él era diferente, no conocía los límites por los cuales estábamos confinados a perecer bajo la mirada discriminatoria del resto de nuestros allegados.
Era temerario, era un hombre con el poder de los dioses a cuestas, y ahora mismo era mi única alternativa para escapar a un futuro lleno de deshonra y quizás noticias no gratas, pero eso era sin duda lo que menos me interesaba en aquellos instantes en los cuales me encontraba ataviado por la tempestad, cuando claramente era merecedor de un enorme racimo de penurias que resquebrajarían mi temple hasta reducir este desdichado cuerpo mortal a la nada.
— ¿eso quiere decir que has decidido venir conmigo? — su impetuosa voz colapso mis sentidos de sólo escuchar como rompía con el silencio de la atmosfera con tan comprometedora cuestión, y en un acto simple de vanidad me contemplo con una maquiavélica sonrisa que me indicaba la dicha que le causaba que decidiera seguir sus pasos, aferrándome a él más que a la vida, como un minusválido que no era capaz de escapar de la inmundicia que le invadía, por la fuerza abrupta de sus propios medios. No me costaba en lo absoluto aceptarlo, pero tan penosa propuesta era lo que mis oídos estaban esperando por escuchar desde que ambos habíamos escapado hacia las afueras de Konoha, por que estaba deseando en lo más profundo de mí ir con él hasta los confines del mundo, no por amor a su figura, ni por deseos factibles de codiciar grandes poderes gracias a sus hacendosas enseñanzas, si no más bien por que ambos éramos lo más bajo de la alta suciedad en esta tierra.
— Si
Quiero pensar que el camino de la redención existe en este mundo, que si mis huesos han de ser roídos por las demandas de mis némesis pueden volver a calcificarse hasta restablecer creación humana- error existencial.
Que ese hermoso y claro cielo azul que se levanta sobre mi cabeza ha de llenar todos los recovecos de oscuridad que me devoran y no me permiten avanzar con rumbo fijo, uno que mis pies heridos han de elegir, para no tener que pertenecerle a Madara- sama en su totalidad.
Que la sangre que derrame de sus cuerpos inertes e inocentes pueden apartarse de mis manos, la cual alucino aun cuando les haya lavado ya, y que me permitan buscar un perdón que nunca llegare a escuchar haciendo justicia por mi propia mano como lo haría un gentil Battousai, por que como él, me he convertido en la maldad hecha carne, en la alegría vuelta llanto y la felicidad vuelta tristeza…
No he aprendido de mi mismo el verdadero sentido de mi caminar, y de alguna forma, quizás incierta se ha de convertir en mí Dios, el que me da las fuerzas y el soporte para continuar, el que me refugia y resguarda de posibles atentados conllevados por la venganza, y aquel que me ha guiado como un posible profeta hasta el lugar donde se difuminara mí veredicto final, para algún día retornar con mis amigos al Valhalla y estar infinitamente dichoso de morir en casa.
Ambos caminamos largo tiempo en silencio, escuchando mutuamente el sonido de nuestros pasos doblegando la hierva húmeda con el peso de nuestros cuerpos posándose autoritariamente sobre de ella, tan distantes que por varios momentos llegue a pensar que me encontraba solo, debido a que él no se dignaba a esperarme, ni mucho menos a mandatarme, de hecho, nunca en mí vida le había escuchado dirigirse a mí con soltura… por que había sido siempre yo el que iba en su búsqueda, yendo donde él sin temor a estar equivocado, siempre yo… buscando su calor… hasta el momento aquel en el que he comprendido que he sido una pieza más en su sucio juego, ese que le ha convertido en él ninja que es, y en el desprecio de aquellos que alguna vez fuimos parte de su mundo, su familia… cuyos cuales le dieron la espalda pagando con ello el precio de su ignorancia en esta triste noche de venganza.
Siento tener que convertirme en la deshonra de mí clan, tener que ser recordado como él hombre que extermino a todos sus familiares en lugar de ser llevado por el paso de la historia como un verdadero héroe, un shinobi de respeto y admiración para todos los demás, pero… ya he aceptado mí pago, he decidido convertirme en la sombra que persigue su ser, como un sucio perro que será mal pagado por su fidelidad.
Por que el mezclarse con este tipo de personas es un calvarió, un purgatorio vuelto organización… por que en sus ojos puedo ver que pequeña es la grandeza que le difiere del resto… por que de ambiciones esta enfermo, de deseos que ni el más grande de los ninjas estaría tentado a convertir en realidad, cuando todos somos simples humanos que con nuestras manos que convierten en vino al agua pretendemos y pecamos de omnipotentes…
Es verdad que has llegado al poder por tus propios medios, sin necesidad de depender de las personas, pero habrá de llegar el momento en el que te consumas como todo el resto, por que estas vacío por dentro… y yo caminare mientras tanto, así, al igual que esta noche tras tu estela, para poder llegar a ver el día en el que caigas como el adefesio que eres, ese que corrompe, ese que fue el génesis de mis pesares, por que si no hubiese sido por tú sola existencia yo no tendría por que haberme dejado llevar… y odiarte y amarte al mismo tiempo, enteramente confundido, sin poder comprender que es esta seducción que me encadena a tú cuerpo.
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