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Cobardía. por Elsasasusaku

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Notas del fanfic:

Bueeeno, os dejo las notas.

Los personajes son de mi invención, creación y diseño. 

Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. 

La Universidad de Harvard está ubicada en EE.UU y solo la uso de referencia. 

Notas del capitulo:

¡Ya!

Comenzamos. Aquí el primer episodio del FF. 

Les daré una pequeña descripción de los personajes:

Derek: muchacho de cabello castaño, y ojos azules. Alto (1.75) de contextura delgada pero musculosa. Piel blanca, y facciones finas. Pómulos marcados y mandíbula suave. El cabello lo trae siempre despeinado. Serio, despectivo, y pesimista. Cariñoso y protector con aquellos que aprecia

Lewis: Un muchacho delgado, de cabello rubio y ojso verdes.Facciones finas, ojos almendrdos y grandes. Suspicaz, inteligente y frontal. Odia la actitud despreocupada de su hermana por sobre todas las cosas, ya que él es responsable. Inocente y travieso.

Marie: Esbelta, alta de cabello rubio y liso y ojos verdes. Cejas perfiladas y labios delgados. Facciones finas, piernas torneadas... figura muy bien formada. Media tontia, es inteligente solo apra aquellas coas que le convienen. Floja y adicta a las relaciones fuera de la pareja. Trabaja como acompañante. 

Te odio.

 

 

—La fiesta será mañana en mi casa…

¿Cómo saber cuando esa persona que tú creías amar, deja de parecerte tan linda como antes? Simple y sencillo. Si solo con verla te causa repulso, aléjate. Déjala, vete de ese sitio, a donde esa persona no te pueda encontrar. Deja que tu recuerdo se lo lleve el viento. Como yo debería hacerlo ahora, ya.

Pero no tengo autoridad ninguna para decirte algo. Solo decirte, pero por mí, no es obligación que lo hagas. Puedes responderme: Y tú, ¿Qué diablos haces con ella? Vete al diablo.

Y será totalmente válido, en un cien porciento.  Por eso es que, hoy, me he decidido a cerrar mi boca, y no mirar a la gente con una sonrisa cuando veo que no soportan a su pareja. No hay nada peor.

Me llamo Derek Edwards, estoy estudiando en la universidad para ser Médico, y mi familia paga holgadamente mi presupuesto en Harvard. Tengo excelentes notas, pero mi vida personal es un total desastre. Odio a mi novia, no tengo amigos reales… toda mi vida está hecha un total chasco. ¿Qué más puedo hacer? Solo fingir que me gusta, y decir Amén a toda esta mugre.

Quizás ese sea el problema de todo.

Pero en fin, la vida es así, hay que calarse lo que suceda. Es como un juego de ajedrez: si pierdes, pierdes. No hay más remedio. Si diste tu movimiento mal y no sabes arreglarlo, perderás la partida. La vida es un juego de Ajedrez, y tú, eres el peón esperando a ser comido por el alfil. En este caso, Marie. Mi novia.

Una muchacha popular, porrista… una estúpida creída, para serte sincero. Llegados a este punto, siempre me digo que la dejaré. Pero la fuerza del Qué dirán es mayor. Además las hormonas no tienen poca fuerza.

—Derek, presta atención a lo que te digo…

Pero, cuando llego a ese punto, y me veo rodeado de caras que no me miran bien, admito, me acobardo. Pierdo toda esa fuerza interna que me da el pensar que no la amo ni mucho menos, y sigo con ella, en contra de lo que deseo.

Por que siempre es así. Me preocupa la opinión de los demás. Me preocupa y me molesta, que no sepan nada sobre mí. No saben que no la amo, no saben que ni siquiera sé si me gustan las mujeres. No saben ni siquiera que la virginidad me importa un comino. Para mí, mi vida es un asco. Me importa poco lo que me pase. So solo, nací, viviré y moriré solo. Como siempre.

— ¡Derek, escucha con un demonio! ¡Te estoy hablando!—gritó Marie, mientras se erguía en la silla.

Metro sesenta, esbelta, de cintura pequeña y senos formados. Ojos almendrados color verde y cabello rubio dorado, liso y largo. Piel blanca, piernas torneadas, labios delgados, cejas perfiladas… todo eso gracias a la ciencia, la tecnología que ella tanto odiaba. Sonreí para mis adentros. Los gimnasios hacían maravillas.

—Sí, sí, te oigo perfectamente Marie. Pero no me grites—susurré, mientras me sobaba la sien, con los ojos cerrados—. Pero la fiesta me importa un comino.

—Pero, Derek, ¡Es mi cumpleaños! ¡Tienes que ir eres mi novio!

Refunfuñé un par de palabras inentendibles, y me erguí en la silla.

Marie era de mi misma edad, pero no iba a la universidad. Estábamos en una cafetería cercana a su casa (Mansión, mejor dicho), y sus padres la atendían en todo y le daban todo. Ella no era de esa gente que tiene que trabajar para sobrevivir.

Tomé mi bolso, y salí de ahí, sin mirarle. La típica discusión que no quería tener. Con esa frasecita de: ¡Si me quisieras irías! O ¡No me amas! Por eso no estás conmigo siempre, ¿Verdad?

Fruncí el ceño, asqueado. Detrás de mí corría ella, intentando alcanzarme. Como siempre, la dejé hacer.

En silencio, como diciéndonos todo en silencio, llegamos a su casa. Me dejó en su habitación, y se largó a quién sabe donde.

Estoy seguro de una cosa. Piensan que soy un tarado. ¡Mira que aguantar tanto! Pues bien, les demito que soy un imbécil en lo que a la vida personal respecta.

Era una habitación enorme, que no me daré la lata de describir. Solo diré dos cosas: pomposidad y cursilerías. Como si fuera una niña, casi todo era rosita pastel. Si la chica aquella no era prostituta era por que no le pagaban.

Suspiré, mientras me tiraba en la cama. De dos plazas, genial. Esperaba que no me pidiera nada en aquel momento.

En ese instante, en ese preciso instante, tocaron la puerta blanca de la habitación.

Me levanté desganado, refunfuñando cosas a diestro y siniestro, y abrí la puerta, molesto, cabreado. Con el humor hasta las narices.

La mirada que ese “ente” me devolvió me dejó atónito. Era un muchacho de ojos verdes e impactantes, almendrados y enormes. Labios delgados, y cabello rubio dorado. Menudo, delgado, y vestía de vaqueros. Una camisa blanca era su complemento, y llevaba un Macbook en las manos.

—Herma…

Se cortó a mitad de la frase. No sé que le sucedió, pero entornó los ojos sorprendidos.

—Húh… esto, hola—dijo, aturdido, mientras meneaba la cabeza—. ¿Tú eres?

—Hum… el novio—fruncí el ceño—… de Marianne.

—Ah, ¿Derek?—asentí. Me sonrió—. Hola. Soy Lewis, el hermano menor de Marie. Es un gusto conocerte.

Le miré bien. Era dos cabezas más bajo que yo, con rostro aniñado. De piel blanca igual que su hermana… de hecho, se parecían mucho. Como si fuesen mellizos o algo así. Pero en fin, la cosa es que me hice a un lado para que pasara, solté la manija de la puerta, y fui a sentarme de nuevo a la cama de Marie. Al parecer ella no volvería en un rato.

— ¿Marie y tú son novios desde hace poco, Derek?—dijo, mientras pasaba y dejaba el Macbook sobe el escritorio de Marie.

Le miré, enarcando una ceja. Vaya muchacho, pero en fin. Se veía que era amable, y hasta algo tímido. Pero en fin, eso a mí no me importaba.

—No—respondí con sequedad—. Ella y yo estamos saliendo desde hace unos meses. Casi un año—dije con indiferencia, mirando como el gato que estaba acostado en un cojín se estiraba perezosamente—. ¿Por qué?

Me miró sorprendido, tal vez por el tono indiferente o hiriente que usé. En fin, miré el techo con aire taciturno, pero sin dejar de oírle.

—No sabía que ella tenía un novio hace tanto tiempo—dijo, volteando la mirada. 

—Nadie suele saber—dije por impulso. Fruncí el ceño, y me recosté de lado en la cama, dándole la espalda—. Húh… Bien, creo que tu hermana no volverá dentro de un rato.

—No, no creo que vuelva pronto—dijo, tranquilamente, mientras comenzaba a caminar. Cerré los ojos—. Ella se ha ido a la casa de un “amigo”.

Enarqué una ceja, con una sonrisa sarcástica. Si era un “amigo”, ya sabía que era lo que debía estar haciendo. Abrí los ojos, justo para ver como tomaba una silla, y se sentaba al lado de la cama. Me miró con una sonrisa algo infantil.

—Dime algo. ¿Tú la amas?

Le miré sorprendido. Era un muchacho suspicaz, pero… había algo en él que me sonaba ilógico. ¿Cómo no saber del novio de su hermana? Es cierto que cada vez que iba a tener una “conversación” con ella, estaba sola la casa, pero de ahí a que no supieran que tenía novio…

—N…—inspiré—. Sí.

Me miró sorprendido. Tal vez había adivinado la respuesta por el tono que había usado. Pero al final, eso a mí me importaba poco. Por que realmente no la amaba. Estaba mintiendo, como siempre. Por cobarde, por miedoso a las miradas que me podrían lanzar si el “chico lindo” no tenía una “chica linda” como novia. Que soberana estupidez.

—Disculpa que te lo diga, pero… no te creo nada de lo que me dices—dijo al final, cruzándose de piernas y de brazos, mirándome con los ojos verdes entornados. Su mirada denotaba algo de curiosidad—. Si hablas así de ella…

Me senté en la cama, mirándolo de frente. Era un chico muy inteligente, lo suficientemente analítico como para deducir que yo no quería nada más con ella. Pero, ¿Eso no me convertía en la persona que él debía odiar? Estaba hablando mal de su hermana.

Fruncí el entrecejo, mientras apretaba la colcha con los dedos. Bien. Me había pillado, ¿Y? ¿Alguien tenía un problema? Sé lo que piensan. Este tarado es un cobarde. Pero si estuviesen en la situación de tener que mantener una reputación como la mía, y la posibilidad de trabajar en una de las empresas más grandes en todo el mundo, no pensarían en dejarlo todo botado.

Mi carrera luego de la universidad dependía de es putilla que tenía como novia. Dependía de todo su dinero, y todo el poder financiero de su padre, dueño de una de las clínicas más grandes en todo el mundo. Tenía sucursales en todo el mundo, donde podía llegar a trabajar yo. Era una oportunidad innegable. Después de que egresara, de seguro terminaría en una de esas clínicas.

—Pero es tú opinión—susurró, con sus ojos verdes clavados en los míos—. Es cosa tuya lo que pienses de ella.

Se levantó, y mi mirada lo recorrió como si de unos rayos X se trataran. Era delgado, pero la camisa blanca se le ajustaba al cuerpo, dejando ver unos músculos suaves. El cabello rubio estaba desordenado, pero aún así cuidado, brillante. La piel blanca no parecía tener una sola imperfección.

Cerré los ojos, y los volví a abrir, justo para verlo salir de ahí, y justo para ver una figura escultural chocarse con él.

— ¡Ah, Lewis!—dijo la voz de Marie—. ¿Has venido a dejarme el Macbook?—preguntó con una sonrisa falsa. Los ojos verdes y fríos eran dos cubos de hielo clavados en los de él, mientras que los de él se clavaron fríamente en los suyos, pero más disimuladamente.

—Sí—dio, con una sonrisa fingida, pero bien actuada. Fruncí el ceño—. Está sobre el escritorio.

Dicho aquello, se volteó, y con una sonrisa algo cínica, se fue de aquel lugar.

—Así que, ¿Has conocido a mi hermanito?—dijo con asco, mientras se acercaba y se sentaba en mis piernas.

Escondí el repulso, y la miré a los ojos.

—Sí.

Dicho aquello, ella sonrió con sensualidad, y me besó en la boca. El resto era obvio.

 

Era día viernes. El cielo estaba encapotado, y llovía. Estábamos en invierno, y yo, por cuarta vez en la semana, me dirigía a casa de Marie a “verla”. Claro que verla solo era tener sexo con ella. Un buen desahogo.

Llegué a la puerta, e hice el mismo proceso de que me recibieran, esperar, y luego subir con ella a la habitación, donde como siempre, me dejó solo entre sus cosas.

Me senté en la silla del escritorio, y miré el Macbook abierto, con el MSN maximizado. No aguanté las ganas, y chequé las conversaciones. Todas con hombres, todas del mismo tema: ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿En tú casa o en la mía? ¿Con o sin?

Sonreí de medio lado. Así que eso era lo que hacía cuando yo no iba. Por eso me pedía un aviso. Cerré el pequeño computador con suavidad, y me levanté.

Durante el mes que había estado yendo desde que conocí a Lewis, me hice muy amigo de él. Era un chico bastante fácil de conocer, muy amigable, pero tímido.

Me dirigí hacia la pieza de Lewis, que hablaba por celular. Esperé al lado de la puerta abierta, a que se despidiera, y toqué suavemente.

Me miró con ojos escrutadores, y luego su expresión se contorsionó rápidamente en una sonrisa cálida. Sonreí para mis adentros.

—Derek. ¿Qué tal?

—Ah, como siempre. ¿Marie?—dije con sarcasmo.

Rió la broma.

—Abajo, trabajando.

Se me fue el cielo a los pies.

— ¿Trabajando? ¿Marie? ¿Desde cuando?—dije sorprendido.

—Desde que dejó de ser virgen—dijo con sarcasmo. Se notaba a la legua que odiaba a su hermana tanto como yo a ella—. Es una… “Acompañante”. Técnicamente, una prostituta.

Sonreí para mis adentros, y le miré. Estaba sentado en la silla de escritorio, con una taza de chocolate caliente en una mano, y un pack de galletas de chocolate con chips en la otra.

Aquel día vestía pantalones de tela negros, con una camiseta blanca con letras plomas, y una firma en rojo en el torso. Iba con el cabello rubio más peinado que otros días, y llevaba colgando en el cuello una medalla de plata, pequeña, no más grande que un guisante.

— ¿Puedo entrar?—susurré, mirándolo con atención. Me imaginé yendo hacia él y comiéndomelo a besos.

— ¡Vaya pregunta, Derek! Claro, entra.

Allí comenzaron mis problemas.

Entré, me senté en su cama, y miré la pantalla del ordenador. Tenía la página de Facebook abierta, y en el muro decía:

¡Amelia y yo somos novios! ¡Que vivan las fiestas nocturnas! :D

Fruncí el ceño, y desvié la mirada.

— ¿Derek? ¿Te pasa algo?

Pero no le respondí, solo le miré, con los ojos ausentes, como si mi alma se me hubiese ido a otro sitio. Ese rostro siempre amable, esa sonrisa y esos ojos…

Notas finales:

Holita~~

Eso fué el primer capítulo de mi locura. Actualizaré los sábados, y puede que los domingos, si me atraso.

Por lo general, el primer capítulo de mis FF son siempre bastante cortos. Los demás son largos (Diez páginas mínimo), así que no se desespere. La historia avanzará rápido, y creo qeu serán como diez capítulos. Así que deen sus Reviews. 

Apartados a esto, quiero informar. 

Este fic, tiene contenido explícito de Lemon, así que pondré un aviso  para cuando lo coloque. Puede que haya personas que no gusten del lemon (Del hétero o el yaoi) así que pretenderé dejarles el aviso en cuanto salga. Así que pasan de ese aviso hasta que salga de nuevo y siguen leyendo, ¿va?

Gracias por su tiempo, y dejen sus Reviews. Los espero ^^


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