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LA VENGANZA por Yuri

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Notas del capitulo: William ya no lloraba, seguía latiendo en sus oídos esa promesa... esa palabra dada, acabaría con aquellos que mataron a su padre, había aceptado esa misión, no descansaría hasta que los descendientes de ese hombre terminaran en la calle, como alguna vez ellos lo estuvieron.
LA VENGANZA
Por: Yuri

Capítulo I: William Therence


El cielo parece triste... llora desgarradoramente, como si cada gota de lluvia fuera un trozo de alma que se desprende... como la sangre incolora que corre aun tibia y cae sobre todos sin notarlo, nos hemos vuelto ciegos... nos hemos vuelto fríos... insensibles, porque mientras el firmamento muere, nuestros labios se curvan en una sonrisa tan falsa cual si fuéramos marionetas de trapo...
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La tormenta no había cesado aun después de varias horas, parecía como si el cielo llorara... llorara por El... o al menos eso pensaba ese joven, el que recostado medio cuerpo sobre el lujoso ataúd negro, lloraba desconsoladamente, abrazando a la inmensa caja, como si poseyera un tesoro dentro, el mas preciado tesoro y así era, la muerte se había apropiado de una vida... ahí descansaba lo que quedó de un hombre, que vivió durante 60 años, que fue acostumbrado al lujo y a la riqueza, el cual se había perdido en esos últimos años, cuando un hombre se ensaño arrebatándole todo, en ese ataud ya no hay un alma, solo esta lo poco que quedo del odio y el resentimiento acumulado desde hace tanto tiempo, el tiempo que recordaba ese joven, ahora todo ese rencor pasó a su propio corazón, como una herencia maldita, como un legado transmitido de padre a hijo.
Sus ojos verdes tenían un brillo distinto, su rostro fuerte y juvenil un gesto de maldad, la venganza estaba consumiendo su interior, se había apropiado de su conciencia y voluntad como un cáncer que pronto, mas pronto de lo pensado extirparía de raíz, pero nadie lo sabia, solo El y ese viejo que antes de morir lo obligo a prometer una revancha... un ajuste de cuentas con aquellos que lo llevaron a morir en la miseria... y El sin pensarlo acepto.
Repasó con sus dedos el fino borde, enmarcando con ellos la vieja insignia familiar, esa que diferencio y aun lo hacia a todo aquel que distó de ser un Therence... un majestuoso león dorado.
Su padre Joseph Therence, haba sido un hombre respetable, dueño de una compañía muy importe en Londres, El un niño feliz, lo tenia todo, estudiaba en los mejores colegios londinenses, jamás le había faltado nada, pero el terrible día llego, su padre había llegado a casa mas temprano que de costumbre, se le veía desesperado y triste, con gritos corrió a los sirvientes, con gritos lo buscó por la casa, con gritos le confesó que lo había perdido todo, que nada de lo que había en esa casona les pertenecía ya, un socio suyo le había robado todo, lo había engañado fingiéndose su amigo y lo había despojado de toda su fortuna, hasta esa casa le pertenecía.
En ese entonces solo era un niño, contaba con solo 10 años, pero lo recordó como si fuera ayer, por que ese día todo cambio, habían ido a vivir con un Tío lejano, al que había visto solo una vez, su nombre era Sydney, era menor que su padre y vivía solo, pero aun así les ofreció su casa, nadie les tendió la mano mas que ese casi desconocido pariente, ni todos esos que se decían amigos, El dejó el colegio, los amigos y se cambió a una escuela publica donde todos lo miraban mal, no quería ir ahí, pero se veía obligado a hacerlo, así comenzó a odiar, a ese hombre sin conocerlo, porque le había cambiado su mundo mágico por uno cruel y horrible.
Los años habían transcurrido, su padre jamás se recupero del duro golpe, jamás pudo reunir una nueva fortuna para salir del hoyo, siempre de arrimados, aunque su Tío jamás se los reclamó, …l era bueno.
Ahora ese niño había crecido y era todo un hombre ya, tenia 25 y recién egresado de la carrera leyes, cuando por fin creyó que todo estaría bien, su padre enfermo gravemente, ningún medico le dio esperanzas, todo el daño ocasionado por ese hombre del pasado lo había ido consumiendo poco a poco, extinguiendo a ese hombre luchador y entusiasta que recordaba con nostalgia, Su padre que ahora estaba bajo esa capa de madera, durmiendo y descansando al fin.
Sus ultimas palabras habían sido para ese traidor, le hizo prometer que se vengaría, buscaría a ese hombre y a sus descendientes para destruirlos, sentía su corazón acelerarse a recordar ese nombre, nunca en su corta vida lo había sabido, siempre lo conoció como “…l" o como "el traidor", ahora sabia que había sido un famoso empresario, muerto hacia pocos meses, pero tenia un hijo, ese bastardo pagaría los pecados del padre, así como el tuvo que cargar con la suerte del suyo, desde que escucho ese nombre lo planeo todo.
Secó ese río que habían dejado las lagrimas derramadas, debía ser fuerte, ya no tenia edad para mostrarse débil, esa época había pasado, ahora toda su vida giraba en torno a algo... la dulce y pronta venganza.
Ese chico de mirada esmeralda, cabello azabache y piel blanca, era el único de descendiente de una familia que alguna vez fue ilustre... William Therence.

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La noche caía oscura sobre la inmensa ciudad, las nubes cargadas seguían escondiendo las estrellas lejanas, las contemplo un momento mientras veía por la ventanilla de su auto, se dirigía hacia la ultima casa de su padre.
La marcha fúnebre se alzó para despedir aquel que fue un buen hombre, el cielo solo sollozaba ahora... William ya no lloraba, seguía latiendo en sus oídos esa promesa... esa palabra dada, acabaría con aquellos que mataron a su padre, había aceptado esa misión, no descansaría hasta que los descendientes de ese hombre terminaran en la calle, como alguna vez ellos lo estuvieron.
Se agachó con pesadez mientras tomaba un puñado de tierra mojada y lo arrojaba sobre el féretro que descendía... que se sumergía en la tierra, era la despedida y lo sabia... una mano en su hombro le dio un poco de consuelo, era su tío Sydney, un hombre ya mayor, tan parecido a su padre y un poco a El mismo, que se había hecho cargo de ellos, desde niño, desde que cayeron en la ruina, que le había proporcionado educación, no la mejor, pero siempre estuvo ahí para ayudarlos, ese hombre también le había envenenado el corazón, tomando la venganza como ley.
- Vamos William, debemos volver a casa... se avecina una tormenta mayor- dijo el hombre clavando sus ojos en el joven.
- Esta bien... - se incorporó para emprender la salida del cementerio- Tío tienes que ayudarme- mas que una suplica parecía una orden, ese tono frío en su voz lo delataba y ese hombre comprendió lo que significaban esas palabras.

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Estaba sentado cambiando el control remoto sin ver nada en especial por el televisor, simplemente estaba perdiendo el tiempo, cuando llegó su Tío ¿Sonriendo? Volvió sorprendido y un tanto molesto.
- ¿Qué pasa?- reclamó mientras apagaba el aparato electrónico.
- Mira lo que tengo- un sobre elegantemente decorado se extendió ante su vista, era una invitación.
- Habrá una recepción esta noche, Adam Richter asistirá seguramente, pensé que tu... - se detuvo, tal vez no era el momento, ese mismo día habían enterrado a Joseph, su sobrino debía estar destrozado y el solo podía apresurar las cosas.- Mejor esperamos otra ocasión- tiró el sobre una pequeña mesa de centro hecha de madera que hacia juego con la sala del mismo color.
- No, asistiré... - dijo fríamente- No perderé esta oportunidad.
- Bien.- respondió Sydney en tono triunfante.

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Continuara...

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