El ruido del ventilador resonaba suave y constante. El azabache se removió incómodo sobre el colchón.
Ese maldito calor simplemente insoportable no lo dejaba dormir su siesta de la tarde. ¿Acaso era mucho pedir unas cuantas horas de buen sueño? Estaba realmente cansado tras ordenarle un sin fin de cosas a Pain.
Se puso de pie y miró con fijeza el aparatejo. Las tiritas de papel ondeaban divertidas y temblorosas. Bufó molesto y caminó hasta silla del pequeño escritorio para luego colocarla frente al ventilador y sentarse en la misma. Con todo el calor que se sentía, resultaba inevitable no portar la máscara… no adecuadamente. La temperatura dentro de la guarida se sentía peor que en Suna.
El aire le daba justo en la cara, aire tibio. Bueno, era mejor que nada. Oyó como el cerrojo de la puerta era retirado y la perilla giraba con lentitud. Consideró la idea de colocarse la máscara pero entonces eso significaría sofocarse y morir de calor. Pero corría el riesgo de ser descubierto de no hacerlo.
— Mmm…
Bien, correría el riesgo.
Vio de reojo al rubio parado en el marco de la puerta, mirándolo con sorpresa. Quiso reír, pero tenía tanto calor que decidió no decir nada.
— ¿Qué estás haciendo, uhn?—preguntó entrando con rapidez y luego cerró.
— Calor…—respondió sin mucho interés.
— ¿Qué si hubiera sido otra persona, eh? ¡Si te hubieran visto sin la…!
— Nadie más que tú tiene la llave de ‘nuestra’ habitación.
Deidara no pudo evitar ruborizarse e hizo un mohín desdeñoso con la boca. Cuando él hablaba en plural reafirmaba la relación que llevaban desde tiempo atrás. Un fuerte recordatorio que usaba cuando la ocasión lo ameritaba. Nuestro, nosotros… palabras que dejaron de carecer de significado desde que respondió con una afirmativa a la propuesta.
— Ve a ducharte y deja de acaparar el ventilador. También tengo calor, ¿sabes?
— Bañémonos juntos.
— ¡Ni hablar, uhn!
Madara sonrió lascivo.
—Bueno en ese caso, ya que estoy tan caliente podríamos…
— ¡¿Es qué nunca puedes parar de ser pervertido, uhn?!
— Tú eres la tentación andante, yo sólo soy un pobre inocente que cede ante tus encantos— se defendió— . Llegado a este punto no se puede remediar de otra forma.
— ¿Tienes dos manos no?
— Prefiero las tuyas— el ojiazul enrojeció hasta las orejas— . Oh vamos, Deidara. Hace mucho que no lo hacemos.
— Fue hace apenas tres días, uhn…—murmuró aun avergonzado.
— Exacto. Eso es mucho tiempo, deberíamos hacerlo cuatro veces por semana… como mínimo claro esta.
— …
— ¿Si?
— …
— Consiénteme~
— ¡Dejaré la organización! ¡Definitivamente la dejaré, uhn!
Deidara tiene diecinueve años. A su corta edad es un criminal de rango S, especialista en explosivos e inmune a genjutsus. Sin embargo nada de eso le es de mucha utilidad a la hora de huir de las garras de su experimentado amante.
Fin.
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español