Pues… No sé como empezar a explicar todo lo que siento…
Pues, por decir algo para comenzar, me encanta abrazar. Pero qué digo, si es obvio que debes saberlo, todo el día me ves abrazando a la gente.
Parece que me estoy saliendo del tema. Me gusta abrazar, pero cuando te abrazo a ti, es distinto.
No sé la razón, pero me siento diferente. Puede que a todos los abrace, pero contigo es algo completamente extraño.
Será porque tu respiración se acelera, o porque tu corazón late más rápido, o porque te quedas parado sin mover un músculo cuando mis brazos te invaden.
Cualquiera sea la causa de esas reacciones tuyas, me las has contagiado. Ahora que me acerco a ti siento esos mismos síntomas.
Me dirás “No sé de lo que hablas”, o “Entonces no lo hagas”, pero no es tan fácil. Ahora necesito abrazarte la mayor cantidad de veces.
Me he vuelto adicto a abrazarte, y para suplir esa ansiedad he buscado otras formas de estar conmigo.
No me importa beber un jugo de Inui y caer inconciente al piso al segundo después, con tal de tomarlo luego de que me hagas pedazos en un juego.
No me importó el haber alargado el trecho a casa si así te puedo acompañar hasta que llegues a la tuya.
Ya no me importa ir con los chicos a comer, aún si me dejan la billetera vacía, mientras tú vayas con ellos también.
Pero hay cosas que haces que me duelen.
Me duele que dejes que Akutsu sea malo contigo. Me duele que te emparejen con Momo y Fuji. Siento que me piden algo sin permiso, lo cual es raro ya que tú no me perteneces, pero así lo siento y debo ser honesto contigo diciéndotelo.
Sin embargo, hay cosas que me llenan de alegría y orgullo sobre ti: Todos tus lanzamientos poderosos, las muchas veces que expusiste tu integridad a cambio de que ganáramos, sobretodo en aquella lucha en las nacionales. Me sorprendiste realmente en esos momentos y en tantos otros, que ponerse a recordarlos me tomaría toda una vida.
Pues, si aún no he sido claro, te lo digo ahora.
Me gustas.
Eso, me gustas. Y mucho.
Ahora debes estar muy confundido, ¿No?
Intentaré decir por qué me gustas.
Pues… No es fácil…
Veamos…
Tu fuerza. Me impresiona lo fuerte que eres.
Tu cuerpo es otra razón. Eres fuerte y musculoso, pero a la vez eres muy suave y siempre te dejas abrazar con una sonrisa. Eres como mi osito, pero mucho más grande y adorable.
Tu alegría. Como yo, siempre sonríes. Bueno, no como yo, que grito todo el día, pero quizás en estar siempre de buen humor, ahí congeniamos.
Pues no sé que más decirte, pero creo que ha sido suficiente.
Espero, al menos espero, que entiendas lo que siento, si no puedes compartirlo.
Eiji Kikumaru.
- ¡Nya! Al fin- Cerró su cuaderno- No creo que pueda escribir algo mejor que esto.
- ¿Qué era lo que escribías?- Fuji se acercó al neko, quien estaba sentado bajo las rejas de la azotea.
- Una carta.
- ¿La que le ibas a escribir?- Abrió sus bellos ojos celestes- Me alegra ver que te has animado a escribirle.
- Comencé hace algunos días- Se rascó la nariz- Pero creo que ya está terminada.
- Sólo falta que se la entregues, estoy seguro que le gustará.
- ¿Y si no es así?- Hizo un leve puchero- Quizás sólo haga el ridículo…
- El no es de la clase de personas que se burla. Además, nunca sabrás qué piensa si no se lo dices.
Su ropa está ahí, es cosa de poner la carta y la verá. Sencillo, ¿O no? Si no la pone jamás lo sabrá, pero si la pone ¿Lo tomará bien, o se alejará de él para siempre?
- Perdóname por ser tan cobarde- Lágrimas comenzaron a brotar- No fui capaz de decirte cuánto te quería- Arrugó la carta y la lanzó al tacho de la basura- Será mejor así, Taka-san. Lo mejor es que nunca lo sepas…