Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The playboy mansion por rina_jaganshi

[Reviews - 64]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

—Sasuke-kun, yo puedo dormir en el suelo —sin hacer caso, continúo mi faena de acomodar una cobija en la dura superficie, él suspira—: al menos podrías acercarte más —ahora si me detengo. Sin querer elegí el punto del cuarto más alejado a la cama, seguramente el mayor interpreta esto como si su presencia fuera desagradable para mí.

 

Todavía no entiendo cómo llegué a esta situación. Se suponía que todo volvería a la normalidad una vez que me viera con mi zorrito, sin embargo, él ni siquiera se ha dignado a verme, sospecho principalmente de la comadreja ante el cambio de actitud pero sería estúpido descartar a los demás animales. Con parsimonia y resignación arrastro la tela acolchonada hasta quedar cerca de una esquina de la cama, para tirarme encima del espacio donde voy a pasar la noche. De reojo veo al rubio sonreír al tiempo en que se recuesta en dirección de la misma esquina que he escogido.

 

—¿Se te ha ocurrido el por qué Naruto actúa así? —pregunta antes de bostezar. Bacilo un poco al no saber qué reacción tendría si le digo que hay una lucha por el amor de su hijo, sería evidenciar la obsesión que tengo por el zorrito desde años y que, supongo, su padre ignora por completo.

 

En realidad, sería estúpido de mi parte confesarle lo que siento cuando ni el mismo Naruto lo sabe, no obstante, en los pocos días que he pasado con Minato-san parece comprender el sufrimiento que me causa el rechazo del más chico. Sólo pensar en eso comienzo a irritarme por lo que me veo en la necesidad de concentrar toda mi atención en regular mi respiración en un intento por regresar a mi estado calmado. Por cierto, una vez que estoy tranquilo escuchó el llamado desesperado del ojiazul.

 

Me incorporo de un salto al ver como el lobo mantiene acorralado al Uzumaki en la puerta, desde donde éste grita mi nombre. Con decisión y sin miramientos pateo al peliplateado en el costado sacándolo en el acto del cuarto, al mismo tiempo tomo de la muñeca al mayor y lo acerco a mí, lo suficiente para permitirme cerrar la puerta con seguro. ¡Qué demonios pasa por la cabeza de ese pervertido? Pensar en que mi rubio pasó por lo mismo hace que me hierva la sangre, sin embargo, la calidez de los brazos que, últimamente, me rodean, provoca que recobre la sensatez, sobre todo para separarlo de mi cuerpo.

 

Lentamente giro en mis tobillos para regresar a mi manta pero no logro alcanzarla puesto que me voy de rostro en el mullido mueble debido al cuerpo del ojiazul. Sus brazos se aferran a mi cuello.

 

—Sasuke-kun, tienes que ayudarme —con dificultad, una vez más, me suelto del agarre y a pesar de que mis instintos me dicen que no lo haga, me doy la vuelta dejando que él se siente sobre mi abdomen. Me mira sonrojado— yo —titubea—: después de que mi esposa se fue no he vuelto a salir con alguien, algunas mujeres declararon abiertamente sus sentimientos por mí pero… —hace una pausa, revuelve sus dorados cabellos can ambas manos y grita—: ¡no tenía idea de que los hombres fueran tan insistentes! ¿Qué debo hacer? ¿Cómo es posible que me encuentren atractivo? —Me mira asustado, ahora sus dedos se aferrar a mi camisa— y tu hermano, tu hermano es más chico que yo y aún así parece que sus intenciones son… —el color rojo cubre por completo su rostro, mientras que yo suspiro cansado. ¿Cómo demonios voy a lidiar con esto?

 

—Minato-san, si usted quiere puedo golpear a esos dos hasta que juren no volver a ponerle una mano encima —niega con la cabeza.

 

—No quiero causar tantos problemas —por fin parece darse cuenta de la situación en la que se encuentra y se acomoda en el colchón. Yo permanezco inmóvil, mirando al techo—. Definitivamente voy a ayudarte con mi hijo pero me ayudarías a mí no dejándome solo con alguno de ellos dos —junta sus manos en señal de súplica. Asiento ligeramente, él suspira aliviado y se recuesta—: no sé por qué pero me siento seguro con Sasuke-kun —al instante me incorporo, aún incómodo con la cercanía del mayor.

 

—Será mejor dormir —le veo sonreírme antes de rodar por la cama y ocupar su lugar debajo de las sábanas. Apago las luces antes de dejarme caer en el lugar donde voy a pasar la noche. Sigo sin creer lo mucho que se están complicando las cosas, no puedo evitar pensar que jamás debí aceptar este estúpido trabajo. Intento olvidar todo. Realmente estoy muy cansado, sólo quiero dormir. Cierro los ojos. No pasan ni quince minutos cuando escucho dos ligeros golpes en la puerta. Bufo molesto. El cuerpo en la cama se revuelve—. No —ante la negativa, el rubio mayor deja de moverse.

 

Los golpeteos continúan al mismo tiempo en que el idiota de mi hermano me llama. ¿Cuál es su maldito problema? ¿Sus estúpidos instintos de conquistador no pueden esperar a que amanezca? Gruño al mismo tiempo en que me cubro la cara con las cobijas. Estoy consciente de que no se va a dar por vencido pero estoy tan cansado de todo esto que no pienso levantarme.

 

—¿Y si es algo importante? —como leyendo mis pensamientos, el otro cuestiona preocupado. Resoplo con fastidio y me pongo en pie. Camino hasta abrir la puerta encontrándome no sólo con mi hermano, el lobo plateado sostiene una bandeja con un vaso de leche y unas galletas. Al principio se lanzan entre ellos miradas molestas, luego, se limitan a sonreír.

 

—Creí que podríamos continuar con nuestra conversación —Itachi, da un paso hacia adelante, sin embargo, sus intentos se ven frustrados por mi brazo que uso de barrera.

 

—Yo traje algo para que comas, no te vi cenar —ahora fulmino con la mirada al pervertido lobo que se relame los labios al notar el cuerpo del rubio mayor en la cama.

 

—Largo —mi voz suena lo suficientemente lúgubre como para provocar que retrocedan. No voy a negar que me gustaría seguir averiguando lo que mi aniki sabe pero es obvio que su cerebro no está concentrado en absoluto.

 

Sin consideración cierro la puerta, nuevamente le pongo el seguro. Regreso a mi espacio en el suelo. Escucho a Minato-san suspirar. Me cuesta trabajo creer que con la actitud que tiene sea la primera vez que se ve siendo acosado. Es decir, a mi zorrito no había lugar al que fuéramos sin que llamara la atención de chicas y chicos por igual. La sonrisa combinada con las muecas que hace, lograba que la gente a su alrededor se sonrojara. Tal vez al estar tan ocupado con el trabajo no nota cuando las personas se ponen en plan de conquista, aunque él mencionó que varias mujeres se le declararon. Lo mejor será restarle importancia, después de todo, nada puedo hacer.

 

Cierro los ojos, esta vez dispuesto a dormirme. Gracias al cielo, los golpeteos en la puerta han cesado, así que, me acomodo en las cobijas para permitirle al cansancio tomar terreno. Aún así, mi mente comienza a recordar a mi amigo. Tiras de imágenes pasan por mi cabeza, casi como un repertorio del cual me permiten escoger una, así lo hago. Elijo aquella en donde mi rubio sonríe abiertamente. Era su octavo cumpleaños, mi madre, que siempre se ha llevado bien con él, decidió rentar toda clase de juegos para instalarlos en el patio trasero de la mansión Uchiha. El rubio simplemente no podía contener la felicidad que le embriagaba. Corría de un lado a otro para probar cada atracción, asimismo, me arrastraba para hacerle compañía.

 

Después de completar el recorrido, quedó fascinado con la cama elástica, de la cual, no tenía intenciones de bajar. Yo le observaba atentamente, estaba seguro que en cualquier momento se lastimaría, por lo que, anticipándome, le pedí a mi madre que preparara un botiquín de primeros auxilios. Un año había pasado desde la primera vez que lo vi, un año repleto de accidentes, ya sea por los estúpidos compañeros que se creían con el derecho de golpearlo o con las situaciones peligrosas en las que él mismo se ponía. Suspiré al notar que una chica se ubicó a mi lado. Insistía en que fuera a la mesa de postres con ella. Mi padre, que siempre ha sido un hombre de negocios, quería comprometerme desde temprana edad, gracias a que mi madre interfería nunca lo logró. No obstante, eso no le impedía tratar de hacer que alguna de las hijas de sus amigos me conquistara.

 

La chica era bastante persistente, al punto de que se atrevió a jalarme del brazo para llamar mi atención. La miré molesto. Ella no parecía entender. Estaba dispuesto a alejarla cuando escuché el grito de mi amigo. Corrí al verlo tirado en el pasto. Me maldije mentalmente, sólo fueron unos segundos, sólo le quité la vista unos segundos y él ya tenía una inflamación en la frente producto del golpe con el metal del trampolín. Los ojos se le llenaron de lágrimas. Lo tranquilicé e inmediatamente fui por una pastilla para el dolor. La chica seguía ahí, cruzada de brazos y observando atentamente mientras, con una toallita húmeda, limpiaba el rostro de mi rubio.

 

El gruñido en mi espalda me obligó a mirar a la intrusa, quien furiosa comenzó a recriminarle a mi zorrito que yo no podía divertirme por su culpa, que tenía que estar detrás de él para vigilarlo. “¿Acaso no puedes cuidarte solo?” A esa frase le siguieron muchas más, cada una más despectiva e hiriente que la anterior. Harto de su actitud me puse en pie, la tomé de la mano y la encaminé a la salida de mi casa. No sé si después alguien la dejo entrar de nuevo o si se fue, en realidad no me importó. Cuando regresé al patio, tardé una hora en encontrar a mi amigo, puesto que creyó la sarta de estupideces que salieron de la boca de la insignificante chica y ahora no quería arruinarme el día. Mi sueño-recuerdo termina ahí.

 

No sé cuántas horas han pasado. Abro los ojos aturdido. ¡Eso es! ¿Cómo pude haberlo olvidado? Las únicas veces que Naruto se alejaba de mí era porque creía que me causaba problemas, que era una carga o que simplemente yo no podía relajarme. Mis intentos por ponerme en pie son en vanos. Minato-san está abrazado a mi cuerpo. La duda ronda mis pensamientos, no recuerdo haber dormido junto a él. Reparo en el hecho de que es él que está en el lugar equivocado. No sé si se cayó de la cama o simplemente decidió hacerme compañía… No, seguramente se cayó, igual que el dobe en muchas ocasiones… ¡El dobe! Es cierto, estoy seguro de que sé que es lo que pasa con él. Y puedo solucionarlo.

 

Me revuelvo con el propósito de soltarme del agarre. Sólo para darme cuenta que me es imposible. ¿Cómo puede tener tanta fuerza? Resoplo con fastidio. No viendo otra solución comienzo a llamarlo, durante un largo tiempo que casi puedo jurar fueron diez minutos, el mayor no responde, hasta que entre mis movimientos logro zafar mi brazo derecho. Entonces empiezo por apartar sus extremidades, él, aún entre sueños, murmura cosas sin sentido. Por fin me libero. Debato conmigo mismo sobre si regresarlo a la cama pero parece estar cómodo ahí. Me limito a ponerle la sábana encima y salgo de mi cuarto. 

 

La poca luz que se cuela por las ventanas me indican que apenas está amaneciendo. Mejor para mí. Continúo con mi camino hasta llegar a la recamara de mi amigo. Con decisión la abro, sólo para encontrarlo al filo de la cama, con las cobijas enredadas en su cuerpo. Está a punto de caer, por lo que me apresuro a entrar, no sin antes cerrar la puerta con seguro, suficiente tiempo he perdido como para que algún animal venga a interrumpirme. Velozmente lo tomo en brazos para regresarlo al centro del lecho. Me tomo la libertad de sentarme a su lado e inclusive le acaricio la tostada mejilla. ¡Hace cuánto que moría de ganas por tener contacto con su piel!

 

No puedo resistirme así que deposito un beso en su frente, luego en ambos parpados, enseguida uno en cada mejilla. Ansioso observo los rozados labios. Me acerco con cuidado de no hacer ruido pero sin darme cuenta me he colocado sobre el cuerpo de mi zorrito, lo que provoca que comience a despertarse. Me alejo un poco al notar que los hermosos zafiros me miran extrañados. Parece darse cuenta que no es un sueño y comienza a revolverse.

 

—No —sus manos me empujan por el pecho—: vete, tienes que irte —murmura e intenta apartarme, acción que, obviamente, no le permito. Apreso sus muñecas a cada lado de su cabeza— No quiero que estés conmigo… —desvía la mirada. Yo aprovecho para acercarme a su oído.

 

Usuratonkachi —una infinita alegría me inunda por dentro al verle estremecerse— No tiene nada que ver contigo —le hago saber, el reprime un sollozo.

 

—Estás mintiendo, siempre tienes que estar cuidando de mí y eso te hace mal, te estresa, te enferma —me mira tristemente— yo te causo problemas, yo soy una molestia —sin proponérmelo sonrío. Puedo solucionarlo, puedo solucionarlo ¡Puedo solucionarlo maldita sea!

 

Todos estos días estuve dándole vueltas al asunto. La incertidumbre de si Naruto había terminado enamorándose de otro me llenaba de desesperación. La idea de que hubiera descubierto lo que sentía por él y eso lo llevara a alejarse para evitar cualquier confrontación me hacía temblar de miedo pero al final, al final nadie puede interponerse entre él y yo. ¡Es mío! ¡Mío, mío, mío! Si no fuera un Uchiha estaría saltando de emoción. Ni el tigre, ni el mapache, ni la estúpida comadreja pueden interferir, ninguno tuvo el impacto suficiente para hacerlo cambiar de actitud hacia mí. Por el contrario, está tan preocupado por mi salud que él mismo cree que no tiene otra alternativa que alejarse. Bien, tal vez estoy exagerando un poco, después de todo soy su mejor amigo, todos esos sentimientos podrían no ser algo más allá.

 

Con ese pensamiento, tomo una decisión. Durante años le he hecho creer a mi zorrito que simplemente es un amigo pero no más. De ahora en adelante voy a demostrarle que no existe alguien que pueda amarlo como yo. Voy a hacerlo consciente de las emociones que causa dentro de mí. No voy a descansar hasta que sea él quien anhele mis caricias, mis abrazos y mis besos. Empezaré por decirle mis intenciones, no quiero más malentendidos. Confiado, me pongo en pie y le obligo a hacer lo mismo.

 

—Naruto —brinca asustado ante la mención de su nombre— ¿Cuántas veces hemos tenido esta conversación? —En realidad no espero que me responda, por lo que continúo—: No eres responsable por lo que me sucedió —le tomo por los hombros acercándolo a mi cuerpo— Fui yo el que no supo cómo manejar la situación… —me interrumpe.   

 

—Pero tú no querías aceptar el trabajo y yo insistí, además, tienes que convivir con muchas personas y sé que no te agrada eso —hace una pausa para agachar la mirada— sólo te involucro en situaciones desagradables —con mi mano derecha levanto su rostro.

 

—Escucha atentamente —respiro hondo en un intento por reunir todo el valor que tengo— Tienes que dejar de verme como tu mejor amigo —abre con sorpresa sus hermosos ojos azules, al mismo tiempo en que se le anegan de dolor— dame una oportunidad para cambiar esos sentimientos de amistad por amor —contiene la respiración y camina hacia atrás.

 

—¿Qué? —articula, asimismo, sigue retrocediendo hasta chocar contra la pared, yo avanzo para acorralarlo.

 

—Necesito que entiendas que todo lo que hago es porque te amo —por fin puedo pronunciar esas palabras en voz alta. Creer que lo había perdido me dio el coraje suficiente para hacerlo. No pienso pasar por lo mismo. Mi rubio tiembla en su lugar, parece confundido ante la información.

 

—Pero…tú jamás, yo no… —trata en vano de formular una oración coherente, al final agita su cabeza velozmente y se tranquiliza un poco—. Creí que no existía alguien que pudiera gustarte y que… —es mi turno para interrumpirlo.

 

—Me gustas tú —las mejillas se le tiñen de rojo— me gustas desde el primer momento en que te vi en ese columpio —me inclino para juntar nuestras frentes—. Entonces —le miro directamente— ¿crees poder enamorarte de mí? —nuevamente se estremece ante mis palabras, yo comienzo a acercarme a sus labios. Como ya dije, mis acciones ya no son las de un amigo, voy a aprovechar cada ocasión para conquistarlo. Sin embargo, mi suerte parece acabar. El grito que resuena por todo el lugar hace que me aparte de él.

 

¡Maldición! Salgo corriendo en dirección de mi cuarto. La puerta está abierta. Ante mí, el rubio mayor sostiene una lámpara entre sus manos y el idiota de mi hermano yace en el suelo. Un tic nervioso se apodera de mi ceja izquierda. ¡Ese maldito imbécil acaba de arruinar mi momento! No es necesario que el ojiazul me explique la situación, es decir, creo que es bastante obvio. Completamente furioso me acerco al cuerpo de mi aniki, sin consideración comienzo a patearlo. ¡Estuve a punto de hacer mi primer movimiento con mi zorrito pero este insulso conejo no puede estar sin aparearse! Lo golpeo con más ahínco hasta que el Uzumaki me aparta.

 

—Sasuke-kun —preocupado se sienta— desperté y lo vi encima de mí —con delicadeza acomoda la cabeza del tarado sobre sus muslos, una vez ahí, le retira los cabellos de la frente para dejar ver una pequeña herida— no fue mi intensión lastimarlo, me asusté y lo golpeé con lo primero que vi —apunta al objeto inanimado que ha vuelto a su lugar en la pequeña mesita de noche. Por si fuera poco, los animales de la casa comienzan a llegar, uno a uno, a mi cuarto. El lobo plateado no pierde el tiempo, de inmediato se arrodilla para tomar la mano del rubio. 

 

—Minato-san, ¿está usted bien? —seductoramente se acerca a escasos milímetros de su rostro— no me perdonaría si le sucediera algo —su ojo visible se curva en señal de que sonríe. Antes de que pueda propinarle un coscorrón, la vieja hace acto de presencia, empuja a todos hasta ver la escena y, por el contrario de lo que esperaba, sonríe.

 

—¡Ustedes tres harán una sesión de fotos hoy mismo! —exclama maravillada, mientras su hijo se pone pálido.

 

—Dijiste que la sesión con Sasuke-kun sería la única —intenta apartarse del peliplateado pero nota el peso de más en sus piernas— ¡Itachi-san! —Parece recordar lo sucedido— ¡Madre, tienes que revisarlo! —la rubia lo ignora, asimismo, sale del cuarto, no sin antes gritarle que se prepare. 

Notas finales:

Rini: ¡Itachi! —corre hasta tomarle el rostro con las manos para poder ver la herida sobre su frente— ¡Mi hermoso, bello, atractivo, sensual, sexy y exitoso Itachi! —solloza. 

Sasuke: No es suficiente —aparece con la misma lámpara— ¡Merece ser golpeado más veces! —la chica lo detiene en el acto.

Rini: ¡Aléjate de él Uchiha bastardo! —pelean por el arma.

Rina: Je —sonríe— ya está otro capítulo y por fin se arregló todo, bueno, más o menos se arregló. ¡Wa, tengan cuidado! —se agacha para esquivar los objetos que el azabache intenta lanzarle a su hermano, que continúa inconsciente, mientras su hermana trata de aventárselos de regreso— En fin, espero que les guste el nuevo giro que está dando esta historia. Gracias a todas las personas que siguen interesadas en este fic, también agradezco a quienes nos dejan sus comentarios pues siempre nos hacen reír y nos dan ánimos. Nos vemos en otra actualización y como siempre, es un placer.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).