Miro la blanca luna que se alzaba por el oscuro cielo y dejo que la suave brisa acariciara su rostro.
Había olvidado la última vez que estuvo en ese hermoso lugar, fue cuando niño, sus padres decidieron pasar las vacaciones en aquella playa perdida; se había enfadado con ellos, pero ahora agradecía que su padre le hubiera ignorado.
Se sentó en la suave arena y flexiono sus rodillas abrazándolas, cerró los ojos y los recuerdos comenzaron a invadir su mente.
Todo era igual a excepción de que en ese tiempo tenía ocho años, todavía no se le había quitado el enojo y decidió caminar un rato, pero se perdió y no había nadie a quien pedir ayuda, así que, cansado se había tirado sobre la arena y se había puesta a mirar el cielo negro, la luna plateada se alzaba esplendorosa y a su alrededor sus súbditas estrellas.
Sin darse cuenta se quedo dormido, hasta que un viento frio lo hizo despertarse, trato de ver que hora era en su reloj y se asusto al darse cuenta que pasaba de la media noche…sus padres estarían histéricos por su desaparición.
Vio a lo lejos una pequeña luz y esperanzado, se levanto y camino hacia ella—¡disculpa!—pero fue ignorado—¡Oye!— conforme se acercaba noto que esta se internaba en la selva, indeciso la siguió pero el temor comenzaba a crecer en su interior al ver que la playa iba desapareciendo cada vez mas. Los guio hasta una cascada, provocando que el pequeño se detuviera a la orilla del lago, se encontraba maravillado envuelto en aquel mágico lugar, dio un paso y su pie se zambullo en el agua, noto que esta se encontraba tibia así que curioso camino un poco más, hasta que le llego a los muslos, su instinto le advertía que era peligroso pero se encontraba tan ensimismado que no le hizo caso y siguió jugando. Un ruido lo saco de su burbuja y observo que al otro lado se encontraba aquella luz, que en esos momentos se le antojo espectral, comenzó a mecerse, como si estuviera bailando…y entonces la verdadera magia comenzó.
Se vio rodeado por muchas lucecitas de colores; pequeñas hadas que jugaban en la superficie del agua, en una roca al otro extremo; unas hermosas mujeres peinaban sus sedosos cabellos y le miraban curiosas y tras el un curioso caballo blanco bebía agua; su cuerno resplandeciendo a la luz de la luna, la luz voló hasta arriba de la cascada y se situó en medio de esta sobre una roca, hizo un pequeño destello y desapareció para dar lugar a un zorro blanco de ojos dorados, le miraba fijamente como evaluándolo pero después se dio la vuelta y se perdió de su vista.
—Le gustas—se volteo asustado, y se topo con un niño de cabello rubio y mirada azulada.
— ¿q-quién eres?—su voz tembló.
—no tengas miedo, no te hare daño—camino hacia el—me llamo Naruto ¿y tu?
Respiro profundamente—Sasuke—lo miro de arriba a abajo y vio que nada mas vestía un pantalón corto un poco desgastado.
—Es extraño—murmuro. Sasuke le lanzo una mirada interrogativa y el rubito le sonrió—que el zorro no te haya matado.
El pelinegro lo miro horrorizado, Naruto al ver esto no pudo evitar una risita, pero le tomo la mano y lo guio cascada arriba. Caminaron por la orilla del rio, cada vez estaba mas sorprendido, habían criaturas mágicas por todos lados.
— ¿Adonde vamos?—pregunto.
—Confía en mí—llegaron a un gran sauce y el zorro blanco estaba frente a este.
—Hola Kyu—se acerco al pequeño animal y se sentó a su costado—ven—señalo a su lado y el pelinegro un poco tímido hizo lo mismo—vamos tócalo—tomo su mano y la acerco al lomo del animal, que en esos momento se encontraba acostado en sus piernas.
—es tan hermoso—susurro.
—es un espíritu—señalo hacia arriba—un espíritu de la luna.
El pelinegro estaba tan ensimismado con el tierno animal, que no se dio cuenta de la mirada sobre el.
—nunca antes te había visto.
—Venimos de vacaciones—explico—por cierto, mis padres y mi hermano han de estar preocupados por mi ausencia—le miro preocupado— ¿tu-tu podrías llevarme de regreso?
El rubio lo miro de reojo y se levanto, bajo la mirada inquisidora de Sasuke.
—No—sentencio. El zorro levanto su cabeza y miro a Sasuke, a pesar de que su semblante se veía tranquilo sus ojos estaban cristalinos, dirigió su vista al rubio y ladro.
—No me convencerás—dijo molesto, ladro nuevamente, Naruto chasqueo fastidiado, se giro enfurruñado y le tendió una mano al pelinegro—esta bien.
— ¿De verdad?—le miro esperanzado.
—pero nadie debe saber de este lugar ¿entendido?—advirtió.
—si
Caminaron por largo rato hasta que pudo divisar la playa, emocionado acelero un poco el paso y apuro a su acompañante.
—bien, ahora ¿hacia donde?—giro la cabeza a ambos lados, rascándose la barbilla pensativo.
—Por aquí—siguieron por el lado derecho de la playa, Sasuke iba unos pasos más atrás.
— ¿Qué sucede?—interrogo el rubio.
—Nada—y con eso, siguieron en silencio.
Cuando llegaron a la aldea, el rubio se detuvo a la entrada.
—Bien me voy—se dio la vuelta, pero fue detenido.
—Espera… ¿nos veremos mañana cierto?—tardo unos minutos en contestar, sopesando la pregunta.
—Si—y se despidieron.
Así paso todos los días, se escapaba por las noches y se veían en la playa, para después internarse a la selva y perderse en ese mundo mágico…tan utópico. Pero a pesar de que hablaban y jugaban, el rubio jamás había hablado sobre sus padres o su vida, por lo regular era Sasuke el que hablaba y el pequeño Uchiha por temor a perder a Naruto, decidió no preguntar.
El último día fue muy doloroso, Sasuke no quería irse y Naruto no quiera que Sasuke se fuera, así para que el moreno no le olvidara Naruto decidió hacer algo especial.
— ¿Adonde vamos?—el rubio había cubierto sus ojos con un pañuelo y le empojaba por la espalda cuidando que no cayera.
—Confía en mí—soltó una risita.
El moreno bufo fastidiado, pero igual se dejaba guiar, hasta que al fin se detuvieron.
—Mi casa—el ojiazul destapo sus ojos y Sasuke miro asombrado la casita que se encontraba arriba de un árbol— ¿te gustaría subir? —le tomo la mano y le ayudo a escalara el gran árbol.
—Valla—se quedo sin palabras.
—si—rio—te voy a extrañar—soltó de repente.
—yo también.
Naruto se acerco al azabache y lo abrazo, el moreno no tardo en corresponderle, tibias lagrimas corrían por las mejillas de los dos y Sasuke fue el primero en soltar el llanto.
—v-vendre…el pr-proximo…a-año—hipaba—es una promesa.
—no importa te esperare—tomo las mejillas del ojinegro y limpio las lagrimas.
Aquella noche en los brazos del otro vieron las estrellas, acompañados del silencio.
El día siguiente fue muy frio y las nubes oscurecían el cielo, pronto llovería. Sasuke nunca había sentido tanta tristeza, sus padres le consentían con todo, y su hermano igual, lo que pedía se le daba, por eso cuando abordaron el avión y su madre no paraba de preguntarle si estaba bien, el prefirió dormir.
Desgraciadamente Sasuke no pudo cumplir su promesa, ya que su hermano había muerto y la familia estaba devastada. Cada año surgía una nueva escusa, era como si alguien deseara que el pequeño niño de ojos negros no se volviera a encontrar con el niño huérfano de cabellos rubios. Pasaron los años y aquellas vacaciones se vieron lejanas y después olvidadas, al igual que el recuerdo de un niño de ojos azules y pantalones desgastados.