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Percepción sensitiva por hevith

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Notas del fanfic:

ADVERTENCIAS: Leer el fic reeditado aquí, para su mejor lectura:

http://www.fanfiction.net/s/6024001/1/Percepcion_sensitiva

Notas del capitulo: Este fic, se lo quiero dedicar a mí compañera escritora Clark, que si lo lee espero que le guste mucho
Algo que escribí intentando seguir recomendaciones, (esperando no haya quedado tan mal ^^U)

sin más les dejo con el fic:
PERCEPCI”N SENSITIVA.

No había sido demasiado tarde para cuando pudo asimilar con certeza aquel fervoroso sentimiento que repercutía progresivamente en lo más profundo de su alma, y esa no era la primera vez que era preso de ese tipo de emociones que le evocaban a las amenas primaveras durante las cuales tuvo la satisfacción y la notable dicha de caminar a la par de una tersa y delicada mano femenina.
Pero si había algo en concreto por lo cual indagar y que señalar como un teorema totalmente diferente en todo esto, era el genero en disputa del causante indirecto por el cual sus días se vieron severamente ajetreados de un momento a otro, debido al momento justo en el cual su singular ostramiento le forzó a recavar en un exhaustivo y meticuloso análisis el factor de la razón regente que le tentó a desviarse de lo que pareciera ser algo alarmante e inaudito a primera vista.

No sabría expresarse exactamente el dilema en cuestión por el cual estaba metido hasta la medula de bochornosas escenas de sugestivos sueños y pensamientos totalmente contradictorios que le inmiscuían enormemente a él. Y no es que fuera precisamente el enigma del milenio por el cual tuviera que pasar noches enteras de desvelo hasta poder resolverlo, sino que debía de tener por los menos una idea un poco más clara de cuan enserio iba todo esto, para así, estar enteramente convencido de que no estaba del todo mal el simple hecho de que decidiera proseguir tan o más instintivamente que ese sentimiento en cuanto al problema revelado.
Sentimiento que llego a dominar gran parte de su vida en tan poco tiempo, como fue que también se genero y mandato tanto en su cuerpo como en la hechura de su mente una vez que emano de su marchito corazón, con esa característica potencia que solo era capaz de concebir el amor en un joven de su tierna edad.

¿Admiración? ¿Consideración? ¿Fraternidad?

Había pensado en todas las posibilidades que le llegasen de imprevisto a la mente, pero ninguna parecía dejarle ni un poco conforme, ni mucho menos una sola pizca de convencimiento, y eso se debía a que por más evasivas que él mismo le buscase al dichoso planteamiento la realidad era que aquellos títulos estaban extremadamente lejos de enunciar con todas sus letras la tentativa que le hacía virar todo el tiempo de forma cuidadosa y discreta, sus rubíes hacía el rostro aquel de duras facciones y tonalidad enfermiza. Por el que nunca quedaba completamente conforme de delinear y vislumbrar a cada día que pasaba a su lado.

Así, más tarde que temprano lo fue asimilando, y una vez que pudo pronunciarlo dentro de su mente le pareció haberse sentido un poco más tranquilo, como si dejase por un solo momento de cargar todo el peso que estaba acumulándose en lo amplio de su espalda.

—“…yo… él me gusta”— pensó tan propiamente como si alguien le fuese a descubrir en el acto si lo mencionaba relajadamente aun dentro de su mente.

Pero así era él, reservado e intachable a cada instante, sin importar que por dentro estuviese echo un martirio, ya que al final de cuentas no había pasado por Ambu tan sólo por el uniforme, sino que era igual o más adiestrado que la gran mayoría de ellos, e incluso más de lo que fueron sus superiores, por que él era el tipo de persona que obedecía sin debatir, sin tentarse si quiera un poco el corazón, sin miramientos… por que obedecer era todo lo que él conocía para poder ser un buen ninja, como lo fue en su época dorada, cuando era libre y un hombre respetado por una buena proporción de sus allegados.
Sin embargo, y lo que muy pocos sabían del tema era que obedecer no era más que una especie de artimaña que sólo él sabía emplear con maestría- por riesgoso que esto fuera- con la única finalidad de colocar todas las piezas del tablero a su favor. Quizás un tipo de arte al final de cuentas.

Reconocerlo había sido el primer pasó, eso estaba declarado, pero lo siguiente, y un poco más importante que lo antes mencionado era el hecho de qué es lo que deseaba hacer al respecto, o mejor dicho, con palabras más determinantes: que tan lejos había considerado que procedería en cuanto al asunto.

Al principio decidió que tomaría la ruta más fácil, la de “escape”, pero tan pronto como se había dado cuenta de que esto no funcionaba y que en el peor de los casos sólo conseguía adentrarlo aun más a su mente- además de notar lo burdo e infantil de su optativa- termino por optar por algo mas “apropiado” para hacerle frente a ese tipo de encrucijada, puesto que, no sólo por tratarse de un sentimiento que pudiera que llegara a ser algo absolutamente pasajero a últimas fechas le ameritaba menos importancia, de manera que luego de pensarlo de forma mas certera un par de veces decidió que debía de confesarlo.

Sabía bien que lo que estaba decidiendo en el último minuto era algo un tanto extravagante, no era como si fuese a retomar los acontecimientos amorosos de la Academia que dejo pasar tan solo por ceder a los caprichos de su empedernido padre por hacerle el más destacado de todos. Era más concretamente buscar la manera de resarcir algo que bien se podría cortar de raíz una vez resquebrajado desde su cimentación.

No era más un puberto en la edad de la punzada, y no era como si se tratase de algo trascendental ni menos que eso, simplemente su altercado más evidente era que no podía mirarlo directamente a la cara sin evitar sonrojarse notablemente por culpa de su blanquecina piel que le delataba en el acto, y aunque fuera solo un poco, siempre tenía que terminar huyendo para que este no lo notase. Como tampoco podía escucharle hablar tan cerca de él sin estrecemecerse de los pies a la cabeza.

…l susodicho ni señas daba de presentir lo que provocaba en su compañero, ¿pero cuanto podía llegar a tardar en hacerlo?

Ya había sido sumo el tiempo que llevaban juntos, y cada cual aprendió de forma impertinente y diferente- como si se tratase de un tipo de aprendizaje- a explorar en el “todo” del otro.

Eran muy pocas las palabras que llegaban a cruzar aleatoriamente a lo largo de cada día, pero era más que suficiente para que pudieran comprenderse, por que la unión de ambos era tal que podían llegar a entenderse aun en el silencio, como pocos llegarían a igualarles algún día.

Itachi se tomo sus reservas para el primer acercamiento: una misión más a la cual partirían a medio día y en la cual estaba decidido ha hablar de ello con Kisame. Y todo habría estado bien de no ser que…

— Sasori acompáñales, después de todo él es quien ocupara el puesto de Oroshimaru — profirió la neutral voz del poseedor del rinnengan durante la reunión de esa mañana.
— deacuerdo
— no es necesario que él nos acompañe, nosotros dos podemos apañárnosla bien estando solos — esas fueron palabras que le habría gustado musitar en el momento justo en que los labios que eran bellamente adornados por ese par de piercings metálicos silenciaron tras dar su veredicto final, pero curiosamente tan imprudentes afirmaciones provenían del monstruosamente alto tiburón de siniestros rasgos marinos.
— ¿acaso no fui claro? — Inquirió desenfadadamente el cabecilla de la organización, sin levantar la voz más de lo suficiente como para ser escuchados por los invocados —pueden ir de una vez— dicho esto último sólo quedaron los restos de una espesa nube blanca difuminándose por donde minutos antes se postraban el supuesto Dios de Amakegure y su ángel mensajero, dando por enterada su retirada y su nula disposición por lidiar con las diferencias que sus vasallos enunciaban.

Los únicos presentes en la conferencia habían sido los elementales y el jefe marionetista. Aparte de ellos no restaban más que los inmortales, quienes se encontraban de cacería para la recaudación de fondos que tan bien se le daba administrar al ninja de la cascada en su doble labor como colaborador de Akatsuki.

Aparentemente no estarían de vuelta sino hasta después de una larga jornada de estancamiento dentro de territorios desconocidos. E igualmente era notable la inigualable ausencia del misteriosamente espía de bizarra apariencia: Zetsu, él cual era innegable no imaginar que se hallaría atado a su tediosa tarea de recaudación de información.

— Bien — su prepotente mueca ventilaba su acerrada dentadura, mientras blandía en alto su espada — con mí gran samehada are que ese chico acepte le guste o no
— ¡daos prisa! — Ordenaba la áspera voz del encorvado hombre que les había tomado la delantera — no me gusta demorar ni hacer esperar a nadie
— ¡ja! ¿A dónde vas de chulo cuando ni siquiera te ha nombrado líder ninguno de los dos? — corría para seguirle muy de cerca al momento de percatarse de su evidente lejanía. No muy dispuesto a acatar mandato alguno que no proviniera de Pain, sin siquiera darse cuenta de cómo fue que las pupilas sangre observaban cuidadosamente toda su trayectoria.

Itachi odiaba admitirlo, sobre todo por que el ninja de la niebla siempre se la pasaba fanfarroneando en todo momento, pero por vez primera estaba deacuerdo en que la compañía del jefe marionetista estaba sobrando.

Durante la travesía del sol raso siendo testigo del firme paso del trío de ninjas renegados caminando ininterrumpidamente por una desolada vereda de esmeraldas matices y el acompasado graznido de las aves surcando los cielos de la poblada y espesa zona dominada por las arboledas de manzanos, y frondosos pastizales que cubrían perfectamente los cuerpos enteros de sus invasores, se le veía a cada cual luchando muy a su personal manera para poder hacerle frente al fastidioso deber de ser rodeados por la maleza.
Por su parte, el espadachín fue cortando habilidosamente con el filo de su espada el longitudinal pastizal, que si bien, no le estorbaba del todo gracias a su grandiosa altura no por eso le dejaba de fastidiar a cada momento que prolongaba la lentitud del trayecto. Camino por el cual también pasaba tan tranquilamente y sin hacer uso de un solo movimiento innecesario, pero llamativamente varios centímetros atrás de él, su secuaz. Quien observaba como igual o más campantemente que él Sasori tan sólo doblegaba los arbustos con la fuerza equilibrada de su peso sobre el, sin que su apenas visible estatura se viese afectada.

En una constante lucha por asumir el liderazgo, puesto que, mientras Kisame aprovechaba su lentitud para ir al frente del jorobado hombre, a este solo le bastaba parar en seco sus pasos para fijar su taciturna mirada hacía alguna otra dirección y cambiar tan pronto quisiera y mejor le pareciera el rumbo trazado. Dejando varios metros atrás a quienes frente a sus ojos no eran más que un par de niños. De los cuales el sentido de competitividad se acrecentaba en su ahora declarado rival. Ese que estaba tan empeñado en que la equidad prevaleciera ante la hostilidad que transpiraba por los poros el desgarbado ser artificial, sin notar una vez más que su compañero estaba mucho más pensativo y distante de lo usual.

— “Esto será lo mejor” — se repetía una y otra vez así mismo, dejando escapar la idea de hablar lo que tanto le estaba perturbando por dentro a cada minuto que pasaba.
No era importante, lo sabía, pero una especie de nudo se apoderaba de su garganta y una marejada de emociones se desbordaban con gran intensidad por su cuerpo no dejándole más opción que decirlo o seguir torturándose en el silencio por causa directa de sus propios sentimientos.
Quizás entonces su necesidad era más ese desahogo personal que tenía la obligación de expresar en lugar de la vaga idea de anhelar cambiar ese titulo de “compañeros” al de “amantes”, referencia que para ser precisos no había cruzado ni antes ni ahora por su mente — “esto es agobiante” — se llevaba una mano a la frente, masajeándose la cien, consecuencia de la punzada de dolor que le taladraba la cabeza.

Su mirada que había permanecido fija al suelo y su mente que yacía ausente no le permitieron darse por enterado de cuando fue que ambos cambiaron la ruta hacía la aldea de la roca, y le habían dejado fuera de vista.

Itachi permaneció quieto mirando hacía todas direcciones, pero no cobro seña de ningún tipo sobre el malhumorado shinobi de la arena y del sarcástico espadachín de la niebla. No le sorprendía, a Sasori cumplir la misión le parecía algo que debía de ser llevado a cabo a la perfección y claro estaba, al pie de la letra, aludiendo sus inesperado cambios de dirección a la orden de traer con ellos hasta Akatsuki a un tal Deidara de jutsus explosivos, sin tener que armar líos con ninjas de la región. De modo que evitaba en todo momento ir hacía un combate seguro.

Entre tanto que Kisame tan sólo demostraba llanamente no ser apto de trabajar con otro que no fuera él Uchiha.

— “Estúpido Kisame” — el alba se estaba asomando por el horizonte con tal brillo que sus pupilas se perdieron por un par de instantes en sus acinceladas tonalidades naranja. Tan despreocupado, olvidándose completamente que de no alcanzarlos pronto podrían dejarlo fuera de la misión, aunque claro eso no le importaba mucho, después de todo los tres tendrían que llegar al mismo punto en común — estúpido — se repetía, pero no era esta vez refiriéndose al legendario espadachín, sino más bien a él mismo. Tan estúpido como para ir y enamorarse de él — ¿pero… cuando fue… que…? — lo comprendía, pero era totalmente diferente, esas emociones, no, no concordaban para nada con las que llego a sentir por sus contadas novias de la aldea.

Se sentía extrañamente incapaz de tomar la iniciativa, de poder verlo a la cara y aguantarle la mirada… se sentía débil, tan débil que ni siquiera podía reconocerse así mismo y tal vez esto era por que esta vez se trataba de un hombre y no de una mujer. Cosas equidistantes concretamente.

Amar no estaba en sus planes, ni siquiera sabía como fue a pasar, pero…

— ¿Itachi? — se giro en torno suyo tan pronto escucho la aguardentosa voz a sus espaldas y le vio ahí frente de él con varias interrogativas marcando su semblante al igual que él suyo, pero no dijo nada y permaneció estático, desviando su mirada de la suya, descuidado movimiento al final de cuentas del que se arrepintió minutos más tarde.
Su mirada se centro entonces en ese fornido pecho que era a donde su incompetente tamaño le permitía llegar del cuerpo opuesto. Atrapado una vez más en ese mar de nervios y la tormenta en el vaso de agua que le suponía tenerlo a escasos centímetros de él. Pensando en lo raro que se sentía a su lado. — ¡date prisa hombre! — sin una sola pizca de entendimiento en cuanto al mal que le provocaba al silencioso joven, tomo la pequeña mano de este y le llevo a marcha forzada hacía donde iba sin aceptar retrasos él jefe marionetista.

No notaba ni siquiera lo encendidas que se tornaban sus mejillas con el simple roce de su mano tirando de la suya, ni lo acelerado que palpitaba su corazón que de no existir sonido en el mundo prevalecería únicamente el latir de ese órgano vital.

¿Perder o ganar? ¿Qué fundamento permanecía en todo esto?

¡Debes decirlo…! ¡Debes decirlo…! ¡Debes decirlo…! ¡Debes…!

Su mente le ordenaba hacerlo, más la voz se había escapado de su garganta y no le garantizaba la debida potencia para decirlo.

— yo… — soltó inaudible, apenas en un susurro que el crujir de las ramas que fueron agitadas por el viento opacaron y que perdieron en el tiempo, por lo que no le miro inmutarse, seguía caminando tan depuradamente que incluso no le importo los tropezones que estuvieron asaltando al Uchiha a cada instante, sin que parara de caminar con paso decidido.
Acción justificada en gran parte por sus notables deseos de no perder ante él marionetista — yo…— prolifero con más fuerza acompañando su voz, pero lamentablemente fue ignorado de manera sorpresiva. — Kisame — dijo firme — ¡Kisame! — Y ya perdiendo la paciencia desistió del contacto — ¡Kisame basta! —se negó a dar un paso más hacía al frente con el alma en un hilo.

Y al acontecer aquel arrebato el aludido poso su mirada en él portador del sharingan, viendo por primera vez una expresión que nunca antes se habría imaginado que sería apto de mostrar el implacable rostro del Uchiha, y mucho menos delante de él.

Duda era la palabra que definía dicha expresión, una duda que quemaba las entrañas de Itachi por decirlo todo de una buena vez por todas. No era miedo, ni vergüenza, ni mucho menos los principios morales con los cuales fue inculcado desde infante los que le frenaban el habla, sino más bien lo que vendría después de todo esto entre ellos dos, y aun así, las palabras surgieron por cuenta propia de sus labios.

— Escucha. Yo… estoy enamorado de ti — tan sencillo y preciso como lo dijo sentía “ese” algo especial por él, que de negarlo sería un grave error y de seguir callándolo se vería todavía abordado por aquella sensación que hacía trizas su interior.

Espero algo, lo que fuera, le daba igual si se trataba de un puñetazo o alguna blasfemia, de cualquier forma solo tenía claro que quería saber que era lo que opinaba al respecto, pero no coexistió más que un súbito y sepulcral silencio entre ellos. El rostro de azulada tez que en un principio mantuvo una mueca de sorpresa por la altiva voz e inesperada reacción de este, fue transformándose en una expresión seca y enajenada que no revelaba más que su indiferencia en cuanto al tema.

— Me largo — soltó escuetamente, convirtiéndose en lo último que le escucharía decir, antes de que este echara a andar con o sin su compañía a alcanzar al shinobi de la arena.

A Kisame le había parecido un disparate, algo poco propio de un chico como Itachi, algo a lo que no supo enfrentarse correctamente y algo a lo que se le facilito darle la espalada para escapar tan pronto sus piernas se lo permitieran, como quien huye de un compromiso nupcial que ha sido arreglado.
Simplemente no podía decir nada de un asunto que primeramente tenía que analizar, corroborar y luego decidir como conciliar, sin embargo, algo se dio de forma casi espontánea, algo que él jamás se espero y que Itachi no planeo, sino que fue un arranque que obligo al azabache a retener a su compañero jalando de su capa. Por que no iba a conformarse con eso, y tenía que detenerlo, haciendo y diciendo cualquier cosa, todo para que ahora la duda de saber lo que pensaba no le matara los nervios.

— acuéstate conmigo — apresurado, tal vez, y ambos lo habían concordado dentro de sus pensamientos.

Las pupilas del espadachín se clavaron en él en cuanto fue capaz de girarse y verle con el rostro cabizbajo y las mejillas completamente rosadas. Ruborizado hasta las orejas, aun sujetándole con su mano un pequeño tramo de la capa.

Se sentía estremecer, sin atreverse a ver como le miraba, pero las palabras estaban dichas y de alguna forma esto más que ser un morbo deseo de consumar un acto carnal era más una petición para autodescubrirse así mismo y conocer la intensidad de sus propios sentimientos. Nada en particular escondido que no fuera solamente eso. — Dame una oportunidad de aclarar lo que siento— sus dedos fueron aflojando el agarre hasta que la oscura tela quedo totalmente plegada — solo eso. — lentamente fue alzando la cabeza para así posar sus rubíes en la mirada inmaculada que estaba en shock por su confesión. Hasta que finalmente ambos se miraron mutuamente sin emitir palabras.
— ¿Cuánto más planean hacerme esperar? — rugió al fondo la voz de Sasori, cortando de tajo el contacto visual de los elementales — no tienen remedio. Esta a punto de oscurecer, acamparemos hoy y continuaremos mañana — ninguno dijo nada, tan sólo cuando él interlocutor dio por enterado sus planes se dedicaron a seguirle, cada cual a uno de sus costado. Silenciosos, sumergidos en sus propios pensamientos, sin ánimos de retrasar o cuestionar nunca más sus decisiones.

Ahora había algo mucho más importante que eso y aquello era la proposición indecorosa que se atrevió a confesar la comadreja a su secuaz. Dando por hecho un extraordinario distanciamiento tanto en su relación de equipo como de afectividad.

…l impaciente hombre había inspeccionado lo suficientemente bien el área como para conducirlos hasta las profundidades de ese espeso bosque que estaba siendo recubierto por la tiniebla a medida que sus pasos se alargaban. Hasta llegar en donde un conjunto de rocas- que se desbordaron de una gigantesca montaña, formando una semi curva- les aportarían las bases de un poco más de seguridad, y fue allí donde hallaron su descanso. Estableciéndose bajo el yugo de la luna menguante que se equiparaba sobre el firmemente, repleta de constelaciones que destellaban con fuerza atrayendo la atención de alguno de ellos de vez en cuando.
Sitio en donde escucharon el murmullo de la apacible naturaleza cobrando vida por cada fibra de sus alrededores, que de estar desiertos no significaba que todo careciera de existencia.

Todo era uno y uno era todo. Y ellos lo sabían, admirando la belleza de ese misterioso saber.

— Alguien tiene que vigilar — hablo con bastante claridad bajo la pañoleta negra que cubría gran parte de su cara, dando a entender que esa noche él no estaba ni disponible ni dispuesto a ejercer guardia.
— Lo are yo — se postulo él tiburón. Hablando con tal naturalidad, como solía ser casi todo el tiempo que por un solo instante a Itachi le había parecido una mentira que se hubiese declarado al espadachín, y peor que eso, haberse atrevido a pedirle que tuvieran sexo.

Pero si había sucedido, y el ninja de la niebla quería aprovechar esa oportunidad teniendo muy en cuenta- y a sabiendas- que lo que paso le quitaría el sueño durante toda la velada y que lo mejor sería aprovecharlo para meditar un poco más a fondo las cosas, sobre todo por que él Uchiha sería su compañero por siempre o eso estaba decidido hasta que alguno de los dos cayera en batalla. Y fue así que escalando en breve la corteza del tronco del árbol más alto y cercano, termino por acomodarse con samehada al hombro sobre una de sus resistentes ramas, donde tenía el campo de visión total de ese oscuro y siniestro bosque a sus expensas.

Había comprendido que lo que menos quería era estar cerca de él, y no iba a intentar nada más al respecto. Al parecer tendría que olvidarlo así como tenía que olvidarse de que las cosas retornarían a la normalidad aun cuando no volvieran a tocar el tema

— No puede ser…— estaba arrepentido, lo suficiente como para darse cuenta de que guiarse por sus impulsos era un punto totalmente descuidado que debía revertir y todo parecía indicar que él tampoco podría dormir.
— “Itachi” — inexorablemente esa era una de las escasas veces en las que se le podía ver así a Kisame, pensando en él portador de las míticas pupilas caleidoscópicas que se daba cita con ímpetu en uno de los pasadizos de su vida. Y solo tenía que detenerse una milésima de segundo para asimilarlo y darse cuenta de tremendo lío que se había armado por que se le había declarado ¿Itachi?... y le había pedido hacer el amor el mismo ¿Itachi? — Debo estar alucinando — murmuraba agitando la cabeza lo suficiente para poder espabilarse.
Ya era de madrugada para ese entonces y la fresca brisa que daba de lleno en su rostro le hizo cerrar solo un poco los ojos y nuevamente abrirlos antes de que se dejase dominar por el cansancio y cediera al sueño — eso es imposible… — espeto en un suspiro, y sin siquiera saber la razón o el por que, se vio tentado a virar sus ensombrecidas orbes blancas hacía donde yacía dormido su compañero. Sentado apropiadamente- sin perder la compostura- sobre el frío pastizal repleto de silvestres florecillas de color lila, recargando su cuerpo sobre una de esas incomodas y duras rocas erguidas a su espalda, pero que connotaba una expresividad de tal serenidad que le hacía suponer a quien le mirase que dormía en laureles.

No podía negarlo, era un joven por demás apuesto, de rasgos finos y suaves, de piel fresca y blanca, sin marcas de algún tipo de impurezas, y sedosa cabellera negra. Además de ser poseedor de unas pupilas verdaderamente cautivadoras, sin mencionar sus apetecibles labios color cereza. Así como también era dueño de un cuerpo delicado y bien formado.
Tan bien parecido y educado que no era raro comprender por que tanto la mirada de hombres como de mujeres se viesen tentadas a girarse descaradamente tan sólo para admirarle. Y pensar que siendo él totalmente opuesto a todos ellos había despertado sin haberlo incitado o planeado una leve llama de interés en alguien de su porte… realmente no sabía si sentirse halagado u ofendido.

— “¿hacer el… con…Itachi…?” — indiscutiblemente tenían que hablarlo y eso era algo que sabía de ante mano, ya que las cosas no podían comenzar a desembocarse de su rumbo dado para darle la libre entrada a los estragos. Así que tomando una prominente fuente de aire matinal para llenar de una sola pieza sus pulmones se hizo del valor suficiente para encararlo y ponerle fin a tan bochornosa contrariedad.

Al descender del árbol y acomodándose a samehada aplacada a su espalda y yendo sigilosamente hasta donde ambos Akatsuki yacían dormitando se cercioro primeramente de que él jefe marionetista, quien curiosamente dormía de pie como un sonámbulo realmente se encontrase adentrado hasta el quinto sueño, aunque claro, eso era algo con lo que tendría que conformarse teniendo como única respuesta la duda, por que a primera vista no había indicio alguno que demostrara lo contrario. Hábitos ninja al final de cuentas, esos mismos hábitos de los que no estaba cien por ciento seguro de que la comadreja estuviera ejerciendo el mismo uso, pero conociéndole apostaría lo que fuera a que solo estaba fingiendo su estado de soñolencia y encaminándose de este modo hasta plantarse frente de él y sin dar más rodeos a la trama se dirigió a su persona como si le escuchase atentamente.

— Ven conmigo — musito bajo — necesitamos hablar — y sorpresivamente tan pronto sus labios fueron sellado las orbes rubíes se mostraron esplendorosas a sus ojos. Y tan mecánicamente como le fue posible atendió a su llamado poniéndose de pie, algo que hizo ver al ninja de la niebla que a leguas le conocía como a la palma de su mano.

Al vislumbrar eso sin inmutar ni un solo músculo de su cuerpo el ninja de la niebla dio media vuelta para así conducirle a alguna parte lejos de allí donde consiguieran entablarse sin que necesariamente Sasori tuviera que enterarse del “asuntillo” que ya le tenía más que agobiado desde que le fue inmiscuido dentro de el, puesto que si sus deducciones no fallaban al igual que precedió con su secuaz este tampoco se encontraría en los dominios de Morfeo.

La mente del joven ninja dio un giro inesperado, jamás se habría imaginado que eso llegaría a pasar, no cuando paso de largo su proposición y se le había notado bastante ofendido ¿pero como no estarlo? Kisame jamás había dado pie a que se tomase ese tipo de confianzas desmesuradas. …l tampoco lo entendía y no estaba muy seguro de querer razonarlo a esas alturas, simplemente deseaba irse por las bases del conocimiento más erradicado y darse paso a lo desconocido por gracia propia de sus sentidos.
Después de todo, aquel que no percibía el todo con sus cinco sentidos no podría negar ni afirmar sus conocimientos, o eso era lo que estaba empeñado a demostrar.

Y en un abrir y cerrar de ojos los elementales habían llegado cerca de donde nacía un arroyo, lugar en donde se podía espetar como las escamosas pieles de ese desfile de truchas destellaban como diamantes en el agua por fuerza ilusoria del brillo de la luna llenando de una tenue y fervorosa luz blanca aquel prado desierto de maleza. E Itachi, quien había estado observando todo ese tiempo la amplia espalda de su compañero finalmente se reencontraba con el semblante de duras facciones, el cual no mostraba más esa burlesca sonrisa que tanto le representaba, sino que se le veía serio, como si se estuviese preparando para elegir las palabras adecuadas con las que daría inicio a la contienda.

— ¿a que diablos quieres llegar con todo esto Itachi- san? — cuestiono escuetamente, sin un solo ápice de delicadeza en sus palabras. Tan insensible y directo como le había sido posible.
Si, había decidido que lo hablaría, que no huiría como lo hizo durante la cúspide del ocaso, evento en el cual se hizo de oídos sordos para no aceptar su realidad, lo cual significaba que ya había decidió sabiamente que no era valido ignorar todo aquello que lo comprometiera, pero eso no quería decir que sería dócil, sobre todo por que ese no era su punto fuerte.

No era más un muchachito de dieciocho años como él. Veintinueve años ya eran los que le respaldaban y no iba a caer tentado por esa andrógineida de la que estaba dotado él shinobi de Konoha.
No, esa época en las que pudiera haber sido tentado por las delicias de la carne ya no le hacían perder la cordura con tanta accesibilidad.

— ¿qué es lo que piensas?
— ¡yo pregunte primero! — respondió enseguida. Ahora cuando todas las piezas del tablero estaban tendidas sobre la mesa no iba a permitirle que cambiara de juego.
— todo esta dicho, no hay nada más que quiera agregar — preciso y decidido, hasta en los terrenos del amor. Como les molestaba que se mostrase engreídamente seguro, pero suponía que tenía gran parte de razón, no iba a ponerse a recitar algo que ya le había dejado tan claro como el agua, y ahora solamente era turno suyo de ponerle un punto y aparte a todo ese embrollo.

Decisiones ¡Oh, benditas y mal logradas decisiones! Había pensado inequívocamente que todo iría cuesta arriba tras enfrentar la problematización como todo un hombre, pero lamentablemente se había metido hasta el cuello en una encrucijada sin alternativas.

No le gustaban los hombres, ni siquiera llegaba a fijarse en alguno sin importar cuan presentable fuese su aspecto físico o superficial galanura y tendría que haber respondido eso, tan certero como “los tíos no van conmigo”, igual de inquebrantable como defendía sus ideales Itachi, pero… estaba indeciso… al tenerle de frente tras no haberle mirado largo tiempo tras el incidente sus ideas flaqueaban, lo cual indicaba que… ¿estaba comenzando a dudar…?

— “¿pero que mierda estoy haciendo?” — se repetía mentalmente, desviando sus pupilas del hombre al que tenía delátenle suyo. No iba a permitirle que leyese la duda en sus ojos.
— ¿y bien? — cuestiono ante su inquietante silencio, ese que aceleraba impresionantemente los latidos de su corazón, aun cuando no lo demostrase, tan “impecable” como era al disfrazar sus emociones.

Había algo… lo sabía, no importaba si quería negarlo, él era una parte suya, ambos eran peculiarmente parecidos en varios aspectos que de no serlo jamás les habrían emparejado, pero ¿aquello sería lo suficientemente importante como para que cruzase la línea hacía otros horizontes...? tenía que pensarlo.

— ¿Qué más va a ser? — Soltó de pronto llamando poderosamente su atención… pendiente de ese mismo hilo del que a duras penas se sujeto cuando se le declaro — ¡no me gustan los hombres y no estoy planeando tirarme a uno!

… fue como si mil agujas se interceptasen en su corazón… una realidad y quizás una absoluta verdad que le había caído encima como un balde de agua fría.

…había sido rechazado…

Le había parecido sumamente cruel la forma en la que el espadachín estaba llevando a cabo las cosas, pero era algo normal tomando en cuenta que no todos los días alguien a quien creías haber conocido a fondo te confiesa y te involucra en aspectos que son llevados de una manera más que precipitada. No le culpaba por ser descortés y altanero, Kisame no estaba obligado a corresponder a sus sentimientos, y… tan inexplicablemente como había sucedido resintió un terrible vacío en su pecho que se habría camino como un abismo que le estremeció tortuosamente. No estaba preparado para su rechazo ni para escuchar su respuesta, pero estaba satisfecho.

— “Ahora podré dormir en paz” — bufo como única alternativa de apaciguar la ruptura que sufrió su alma. Un vil sarcasmo rescatado de su desgracia, tristemente patético. — bien.
¿Eso había sido todo…?

No estaba esperando que reprochara, que se enfadara, ni mucho menos que se montara un drama, Itachi no era así. Apenas y era expresivo.

Muy pocas fueron las ocasiones en las que conversaban, nada en especial que no tuviera que ver con las misiones, pero… ¿qué lo aceptase así sin más? Sin un mínimo de rencor o inmutación, totalmente deshumanizado, como un ser con cuerpo pero ciertamente carente de alma, ya le estaba costando recordar cual había sido el tema a abordar.

Y ahora no podía creer que hacía un par de horas atrás le había observado casi pasmado por la visión de verle sonrojarse tan perceptiblemente, ¿lo habría alucinado?, no, no había sido así. Realmente había observado sus blancas mejillas ruborizarse enormemente, cobrando una tierna expresión de vulnerabilidad que debía admitir le hizo sentir una sensación extraña revolviendo su interior, anhelando estrecharle entre sus brazos, y que quizás hubiese hecho de no ser que Sasori les interrumpió

Lucia frágil, como un ser indefenso reteniéndole por que estaba suplicando a gritos ahogados su cariño.

Simplemente cautivador…

— “¿pero que diantres?” — Trago en seco sacudiendo nuevamente su cabeza — “¡no puedo estar pensando en esto! “— esa era la segunda vez que se detenía a indagar de esa forma en su compañero y ya había comenzado a preocuparle y para fortuna suya este no fue capaz de denotarlo.
Y tal cual sucedía en las reuniones de la organización, cuando todo estaba dicho y hecho Itachi pasó a retirarse a sus deberes. — “Ah” — y así, le miro caminar tan parsimonicamente de vuelta a donde habían abandonado al shinobi de la arena.
— aún así me permito decir que estas equivocado — inquirió el portador del sharingan varios centímetros al frente.
— ¿Qué?
— No hay manera de que te adelantes a lo que tus sentidos no han demostrado, pero te sedo toda la palabra en cuanto a no planear acostarte con uno — ladeo la cabeza sólo un poco para verle de soslayo a lo largo de su declaración.
— ¿? — sus orbes se ampliaron gradualmente con su infalible deducción, pero tan pronto cayo en la cuenta de a lo que realmente quería llegar con todo eso soltó una pequeña risa de sorna. — se a lo que quieres llegar Itachi- san y no voy a caer en tú juego
— ¿Cuál juego? — interrogo ignorando su acusación.
— No me gustan los hombres — sentencio — no importa si me acuesto contigo eso nunca cambiará
— pruébalo

Esa había sido la gota que derramo el vaso, había caído en sus sucio juego de cualquier manera y ahora mismo el rumbo de la discusión tenía que ser llevado por él nuevamente y no más por el de pupilas rubí… claro estaba si deseaba terminar con todo eso.

Se había enrojecido tenuemente. Hacerlo con él… tocar ese cuerpo tan preciado para los demás, ese sueño inalcanzable para tantas personas que quedaron prendadas de su belleza, explorar el sexo de otro hombre… ¿solo para probar algo carente de valor o importancia? Daba igual, le había retado y se lo iba a demostrar sin importar cuan lejos tuviera que llegar para hacerlo. Todo por que ya estaba cansado de sus palabrerías.

Y su cuerpo poseído por una ceguera irrefrenable amordazando sus sentidos le indujeron a tomarle con rudeza del brazo y arrojarlo de cara al suelo. Una malévola acción que llevo a cabo tan ágilmente que para cuando Itachi se dio cuenta de ello ya estaba atrapado bajo su imponente figura.

— ¿Qué… estas haciendo? — cuestiono intentando salir de su aprehensión, pero este se hizo de sus muñecas con tal fuerza que le retuvo contra su voluntad apegado al pastizal.
— Voy a demostrártelo — revelo llevando una de sus manos hacía la empuñadura de samehada y blandiendo su espada de esta forma desgarro con el escamoso filo de dicha arma la tela de la capa y la camiseta negra que cubrían el abdomen de su compañero, dejando de esta atroz manera su blanca espalda al descubierto y a un incrédulo Itachi totalmente enmudecido.

Lo había pensado, le haría suyo, si, pero eso no quería decir que sería gentil, sobre todo por que era un hombre a quien iba a poseer y no le parecía que el trato debiera de ser el mismo, no podía concebirlo, además de aguardar de forma incierta a que Itachi desistiera de su firme idea de que el conocimiento era otorgado por lo que captasen los sentidos.

— Entonces hazlo…— respondió bajo. Kisame no pudo verlo por que Itachi estaba apresado bajo su cuerpo dándole la espalda forzadamente, pero pudo sentir que le había destrozado en alguna parte de su corazón.

Pero no titubeo, ni siquiera se sintió arrepentido de lo que estaba haciendo. ¿No había sido él quien lo quiso así? Entonces pensó que debía de aceptar todo lo que hiciera con su cuerpo. Beso su espalda, probando de esa tersa piel blanca que se estremeció tan pronto le pudo sentir lamiendo cada minúscula parte de su piel, sensación que le provoco arquearse y soltar un vago suspiro que se coló por los oídos de su captor, quien no perdió oportunidad de estimular sus suaves pezones, los cuales se habían endurecido por la fría caricia del viento.

Itachi levanto por inercia sólo un poco las caderas rozando con ello la entrepierna del tiburón, él cual tomándolo como una provocación por parte suya restregó su sexo contra él, y desabotonando el pantalón de la comadreja iba a intentar despojarle de la molesta prenda. Lamiendo con lascivia el lóbulo de su oreja, consiguiendo intimidar con ello a su victima, él cual, presuroso detuvo sus manos para que no le quitase los pantalones.

— ¡espera!
— ¿Qué pasa? ¿No querías que te follara? — interrogo divertido de ver como la tonalidad de sus mejillas se teñían de un carmín intenso y la entonación de su voz sonaba un poco angustiada. Algo que solo le excitaba más y más.

Tenía un poco de vergüenza, debía de admitirlo y no por el simple hecho de no ser virgen quería decir que fuera un desvergonzado, sobre todo cuando ahora se encontraba a punto de entregarle su cuerpo a un hombre, el que sería el primero en su vida y quizás el último, pero que para él no se trataba de cualquier hombre, sino de Kisame, de quien desafortunadamente se hallaba completamente enamorado.

En sus fantasías. Delirando dentro de esos húmedos sueños que le inducían a masturbarse pensando en él todo era totalmente diferente, no era para nada parecido a como ahora se estaban originando las cosas. Situación donde el espadachín le estaba desnudando lo más presurosamente posible como una bestia saciando sus instintos carnales.
¿Pero cómo detenerlo cuando él mismo le había orillado a ceder a sus provocaciones?
Tampoco podía pedirle que fuera noble por ser esa la primera vez en la que mantendría contacto con alguien de su mismo sexo, cuando no prevalecía el más mínimo sentimiento de aquel destinado para él. Así que retomando por brusca y dolorosa que fuera su realidad, soltó las grandes y recias manos de su secuaz, permitiéndole bajarle el pantalón ajustando a ello sus opacos boxer, dejando a la vista del ninja de la niebla las torneadas y largas piernas que jamás se habría imaginado vislumbrar ni menos mucho tocar, así como también se quedo embelesado al admirar su perfecto y redondo trasero, que ligeramente levantado le estaba excitando a tope, tanto que sus pupilas le visualizaron minuciosamente como un depravado analizando el festín que devoraría en cuestión de minutos. Puesto que ese cuerpo era verdaderamente majestuoso, no tenía que pensarlo demasiado para suponer que era lo más incitante y bello que había visto a lo largo de su infinito listado de encuentros ocasionales con mujeres que para nada competían con ese cuerpo que le hervía la sangre y había comenzado a despertar su miembro instintivamente.

Y aun careciendo de los atributos que adoraba hacer suyos de las féminas, la desnudez de Itachi era incomparable.

No podía creerlo, pero estaba ya deseoso de él, observándole ansioso de tocarlo y sin perder un segundo más acaricio con la yema de sus dedos las firmes nalgas, aproximándose en su recorrido peligrosamente hasta esa calida y estrecha entrada que contorneo paseando sus dedos sobre ella, arrancándole en el acto sonoros suspiros a su compañero, el cual sintió repentinamente la humedad lengua del tiburón lamiendo su ano, quien separando sus nalgas se daba paso entre ellas, haciéndole palpitar de placer aquella zona de su cuerpo, e Itachi jadeando cada vez más alto cuando amenazaba con introducir su inquietante lengua en su virginal cavidad anal se aferraba a la hierva sobre la que yacía su cuerpo desnudo.

— aaaah… mmm… ah — no podía negar lo mucho que estaba gustándole y Kisame estaba llevando a cabo una gran labor lamiendo su ano. Esa pequeña y rosada entrada que masajeo con la lengua y que también lubricaba superficialmente con su saliva.
— ¿realmente lo estas disfrutando? — una de sus manos apreso el pene del perdido azabache, quien no pudo notarlo hasta el momento en que este comenzó a frotarlo de arriba abajo con tal habilidad que sus gemidos estaban fuera de control al igual que su extraviada lucidez.

Sufrir de dos asaltos consecutivos de ese tipo ya era una gran delicia como para poder negarlo, y avergonzado no se digno a contestar a lo que aquel preguntaba con afán de retroalimentar su ego.

Pero no importaba si no lo mencionaba, Kisame lo sabía y con eso le bastaba, así que brindando un poco de presión en la punta de su miembro le impartió de una polifacética diversidad de exquisitas sensaciones que variaban en cuanto a intensidad y táctica, un goce único y completamente nuevo, ni siquiera él que lo había realizado por acción propia de su mano había sido capaz de dar con la parte exacta que le enloquecía, ni darse las debidas atenciones que tanto le hacían falta.

Viéndose paulatinamente con su miembro completamente erguido, el cual se había endurecido y necesitaba de sus caricias para liberar toda la libido que había estado acumulándose por estar con él, por sentir su fornido cuerpo sobre él suyo, dominándole, derritiendo cada recóndito de su piel con sus manos y lengua. Haciéndole sentir completamente dichoso de sumirse a sus caprichos.

— ¡Aaaagggh!— la mano del espadachín estaba estrujando deliciosamente su falo, provocando con ello que se revolviera bajo su cuerpo, pero este que le estaba sujetando por la cintura le impedía escapar e interferir, sobre todo cuando ya estaba a punto de correrse en su mano. — ¡Aaaagggh! ¡Mmmm…! ¡Aaaah! — y dando una última sacudida a ese pedazo de carne caliente e hinchado, Itachi termino eyaculando y bañando con su espeso semen la pálida mano del culpable de haberse llevado con ello sus últimas fuerzas, y dejándose caer sobre la hierva tan sólo se le escucho jadear pausadamente sin un animo por levantarse, esa había sido la primera vez que se venía con tal intensidad que decir que lo había disfrutado enormemente era poco.
— Que rápido te has corrido — musito su espectador con una sonrisa de sorna — bueno, ahora me toca a mí — e inesperadamente le giro para ver de frente esas orbes rubíes que condolían aun por el goce recibido, resaltando con creces por el suave rubor que recubría sus mejillas, excitándolo bestialmente con la añorada visión de penetrarlo y hacerlo gritar de placer su nombre una y otra vez.
Percibiendo como su propio miembro estaba más que erecto, contemplando la frágil entrada que desfloraría en breves instantes.

…l portador del sharingan observo como este se colaba entre sus piernas, exponiendo su hinchado pene a la vista de cualquiera tras descender las prendas que sofocaban ese músculo de su cuerpo que se mantenía rígido. Sus piernas se encontraban bastante separadas y ya sabía que era lo que venía a continuación, algo que estaba esperando y deseando, por lo que no objeto nada, aun cuando las pupilas del tiburón develaban un brillo aterrador, uno que le hizo suponer que se debía a que Kisame estaba pensando que estaría planeando echarse para atrás. Lo cual acertó y vio demostrado cuando le sujeto con fuerza de las muñecas y le mantuvo apegado al suelo.

¿Pero cómo huir cuando ya no le cabía la menor duda de que lo amaba y de que ser tomado por él le haría infinitamente feliz? Pese a que a él solo le restará la satisfacción de dominarlo.

No, no le importaba e iba a conformarse con ser suyo esa noche, por que sólo le bastaba comprobar si estar en ese aspecto con el espadachín le haría sentir bien… y la respuesta era positiva. Y sin que se lo esperase, Itachi se libero de sus manos y rodeando emotivamente su cuello se fundió con él en un profundo beso que este no tuvo si quiera tiempo de responder a tiempo por que tan pronto Itachi lo había hecho separo sus finos labios de los suyos.

— ahora se que es lo que siento — susurro en un suspiro cerca de su oreja, dejándole por un momento con varios dejos de duda perturbando su mente. Vislumbrando el rostro del Uchiha, con las mejillas sorpresivamente enardecidas, cerrando sus ojos y esperando a ser penetrado. Con su corazón latiendo de algo diferente a sus anteriores corazonadas, y eso era la emoción y adrenalina que corroía a su cuerpo entero tan solo por estar a su lado, de una forma muy distinta a las otras.

Por que esa unión era su felicidad…

El ninja de la niebla comenzó a penetrarle salvajemente una vez había entrado por completo. Entrando y saliendo de su interior en un vaivén que arrebato una oleada de gemidos a Itachi, él cual se aferro a él con suma fuerza de solo sentirle dentro.

— Aaaagggh… que… estrecho… eres…— jadeo Kisame al sentir como las contracciones que provocaba su invasión apretaban paradisíacamente su falo, el cual fue incrementando su apogeo.
— ¡Kisame! ¡Ah! ¡Ki… same!— gritaba sintiendo como ese hinchado miembro desgarraba su interior sin la menor sutileza, una tortura que se fue transformando en una adicción en cuanto daba con ímpetu contra su zona más erógena. Abrazándole, jadeando y gimiendo incontrolablemente mientras el tiburón le tomaba por la cadera con ambas manos para así hundirse más en su interior.

Con sus cuerpos en contacto directo, sofocándose por el calor, y esas sensaciones, una tras otra haciéndoles sufrir espasmos de puro y verdadero placer pasional, con aquellas poderosas embestidas que nublaron sus sentidos al punto de que juntos perdieron la noción del tiempo y de las cosas.

Algo especial que definitivamente recordarían como la mejor experiencia de sus vidas. Por que el espadachín no encontraría amante igual que le provocase tanta locura y desenfreno, mientras que Itachi aprendería que hacer el amor con quien uno ama es lo más hermoso de todo…

Y tras una estocada final, Kisame se vino dentro de Itachi en una calida corriente que lleno de satisfacción a ambos ninjas.

El espadachín respiro profundo recobrando la serenidad, al ver que Itachi estaba sumamente exhausto y que dejando de sujetarle estaba dispuesto a descansar para recargar fuerzas, así que saliendo de su interior con delicadeza se puso en pie contemplando lo que había hecho, o mejor dicho el cuerpo del delito que le cegó al punto de que termino- sin haberlo imaginado- cumpliendo los caprichos de un niño que ahora dormía tranquilamente.

Se acomodo la ropa… sin pensar, tan sólo moviendo sus manos para abotonar su pantalón y cubrirse del frío, y observando en el peor de los casos que estaba asomándose el sol por el horizonte ¿tanto tiempo había pasado sin que lo notase? No podía creerlo, pero así había sido y ya nada lo podía revertir.

— “Malditasea” — maldecía mentalmente por ser capaz de dejarse llevar por sus instintos en lugar de la razón, pero no podía negarlo, lo había disfrutado y la culpa de saberlo le mataba. Jamás lo había planeado.
“ahora se que es lo que siento”

Las palabras de Itachi se estaban repitiendo en su mente saturándole de él, de su esencia, de ese delicado cuerpo que tomo y del que se sació… de su abrazo… de ese beso que nunca previó… y que…
— “Sus labios” — ese beso que inexplicablemente despertó su interés y que hubiese querido probar un poco más — “¡¿pero qué…?! “— tan pronto cayo en la cuenta de lo que estaba pensando devolvió sus inmaculadas pupilas al cuerpo de Itachi al cual cubrió con su capa una vez se saco de encima. …l hecho de que fuera un hombre no quería decir que no fuera a ser amable con él para que no pescase un resfriado, o con eso intento engañarse ante la ternura que le daba verlo sumamente frágil.

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— ¡¿cuánto más planeaban hacerme esperar?! — rugió Sasori intentando atravesar con su aguijón a ambos Akatsuki, de no ser que el espadachín le detuvo interceptando su espada.
— De cualquier forma ya estamos aquí — inquirió Kisame — se más cuidadoso con lo que apuntas por que no voy a contenerme la próxima vez y te are trizas con mi samehada— revelo acomodando su espada dentro de su funda, al igual que el jefe marionetista contrajo su arma al interior de su capa, tan sólo dedicándole una mirada llena de rencor antes de avanzar.
— Más vale que no me hagan perder más tiempo — sentenció
— ¡joder! — y virando sólo un poco sus pupilas para ver el rostro de su compañero, él cual no había dicho ni una sola palabra desde que habían retornado sintió un poco de incomodidad. Sólo recordaba haberle esperado hasta que despertase y entregarle su capa al haber hecho trizas su ropa superior, no teniendo más remedio que andar con su holgada camiseta. Observando como este caminaba dificultosamente a lo largo del trayecto — “quizás sea culpa mía” — recordaba lo rudo que le había embestido, pero no pudo evitarlo había estado realmente excitado y no pudo contenerse más, no cuando le tenía con las piernas abiertas y esa provocativa mirada posada sobre la suya… pero eso era algo que pasaría y lo sabía… por el momento se preguntaba si acaso Itachi había decidido a hacer a un lado sus sentimientos por él.

“ahora se que es lo que siento”

— ¿Qué es lo que quiso decir realmente con eso? — Se cuestionaba una y otra vez — “¿será que…?”— Y entonces se petrifico — “¿por qué me importa tanto si aun le gusto o no? Eso no tiene nada que ver conmigo, quería que lo follara y lo hice, eso es todo”
— He estado esperando para escucharlo — soltó de pronto postulándose delante del espadachín.
— ¿él que?
— ¿aun puedes decir lo mismo? — Kisame no tuvo que pensarlo demasiado para darse cuenta de que era lo que su secuaz esperaba escuchar. Y para su entera sorpresa no pudo decir ni una sola palabra a favor ni en contra.

Naturalmente lo había estado pensando mientras Itachi dormía. Pensaba en lo bien que se había sentido a su lado, hablando sexualmente desearía tener más encuentros de ese tipo con él, pero… en el amor…
…ese beso…

Sin duda le había cautivado y robado el corazón.

— ¿y bien? — no sabía por que lo estaba preguntando, si claramente se había dado cuenta de que el tiburón sólo obtuvo placer de su entrega, pero… deseaba con el corazón latiéndole a mil por hora que sus corazones se sincronizasen del mismo modo que sus cuerpos…
— en realidad yo…
— ¡Daos prisa de una maldita vez! — gritaba el marionetista contemplándoles desde la lejanía rompiendo con todas las ideas del espadachín.
— sabes bien cual es mí respuesta — se apresuro a decir antes de adelantarse completamente sonrojado, intentando no aceptar ese sentimiento que estaba descubriendo.

Después de todo tendrían todo el tiempo del mundo para hablarlo y para que pusiera en claro sus ideas…
Notas finales: Espero os guste, ja ne~~

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