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Juguete por Aurora

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Pairing: Seto Kaiba x Joey Wheeler.

Disclaimer: Yugioh y sus personajes pertenecen a sus respectivos dueños y creadores. No pretendo ofender o sacar provecho a partir de este Fic. ^^

N/A: Regalo adelantado para Seto Kaiba que cumple años el 25 de Octubre.

One Shot independiente de TODO, podría tomarse con la secuela si quieren.

Contiene Spoiler del primer episodio. Un par de diálogos acerca del duelo de monstruos.

Resumen: En el salón de música, en el tercer piso del instituto, en horas donde todos los demás se han marchado, ellos juegan. A odiarse y a amarse, a tocarse como animales en celo. Un libro cae al piso, pero el eco no hace mella en sus deseos, tampoco el miedo a ser descubiertos con los pantalones en las rodillas y la corbata atada en las muñecas de Joey.

Juguete

Por Aurora.

Que juego más perverso hay que jugar...
Para hacerme sentir así
A
lgo perverso que hacer
para hacerme soñar contigo

Wicked Game (Chris Isack)

Unos revientan otros se contienen...

Los asientos desocupados son como tumbas desiertas. El salón de clases se descompone en colores de antigua pintura que se degrada por la luz que se cuela por las cortinas de grueso terciopelo.

Un piano viejo, tres guitarras, un par de flautas en sobre el escritorio de un profesor ausente. Un pizarrón blanco, una melodía escrita con plumón. Negras, corcheas y redondas.

Se sienta en el último banco. Al lado de la ventanas marcadas con las dedos de los estudiantes. Pequeñas huellas redondas con surcos milimétricos.

Asqueroso.

Odia ir a clases. No las necesita, es un genio con el coeficiente más alto que el mismo Einstein. Ajeno en un instituto lleno de tontos que no saben ni donde tienen puestos sus sucios pies. Pero ahí esta sentado, con un ojo puesto en su portátil y el otro tres metros a la izquierda.

Como detesta al grupito sonrisa. Con mayúscula y todas sus letras. Le exaspera que ellos proclamen y defiendan una supuesta amistad irrompible. Pobrecitos nadie le ha contado que con lo que se llenan la boca con es mera conveniencia y le llaman a él hipócrita amargado por no aceptarlo.

Si. Usarse unos a los otros en son de la hermandad es sólo para sacar utilidad de los demás. Yugi, el mono y Tea utilizan a Wheeler todo el día. Le roban risas y hasta le hace de payasos cuando están tristes. ¿A cambio de qué? De que lo alimenten por supuesto. Tan pobre el cachorro que ni para un desayuno le alcanza.

La mesa es un tablero improvisado, Joey esta sentado frente Yugi, tiene las piernas abiertas y un cordón de la zapatilla se extiende por el piso como una culebrilla. Juegan cartas cuando deberían estudiar.

Taylor abraza a Joey por detrás. Apoya los brazos en el pecho de Joey, sobre la camiseta blanca, el rostro entre el cuello de Joey. Sonríen y se tocan como "amigos". Kaiba sabe de memoria el significado de la palabra celos. La conoce muy bien y cree que esta es la primera vez que lo siente a carne viva.

Furia, rabia, odio. Amor. Todo revuelto.

--Ay que lindo esta pensando.- A Kaiba la voz del moreno le parece demasiado infantil para los dieciséis que tienen.

--Oye Tristan, Yugi me enseña a jugar monstruos en duelo.-

Cuando Taylor entre risas y risas roza la mejilla de Joey, Kaiba siente que tiene razones de sobras para asesinarlos y darles los restos a los bichos rastreros de un cementerio.

Joey sigue riendo y jugando. Una, dos cartas, la una más patética que la otra. Perderá.

--¿Monstruos en vuelo?-

Tea le explica a Tristán las reglas del juego, sólo a alguien con cerebro de macaco podría confundir duelo de monstruos con vuelo de monstruos.

¿Por qué a él, precisamente un genio, tenía que tocarle estar en un jungla de ignorantes?

Sigue leyendo. Ojos a la izquierda y a la derecha más rápido de lo normal. Joey ríe antes de poner su última carta en la mesa. Yugi tranquilo mueve su pieza y gana.

Joey no tiene la técnica, desconoce los fundamentos del juego. Impulsivo a la hora de atacar, no podría ni ganarle a Gadner ciega y más tonta de lo que es.

En algo le gusta la mirada derrotada del rubio. Aún repasa su estrategia contando sus últimos puntos de vida que le quedaban con la mano para comprobar que no le han estafado. Podría prestarle dedos para aliviar su carga intelectual, Ja, restregarle en la cara de su titulo nacional en el juego, incluso enseñarle un par de técnicas que lo dejarían con la boca abierta, pero no confía en que pueda comprenderlas.

Joey es un perro, los perros no piensan y menos si es un cachorro.

Necesita aire, salir por un momento y esperar a que sean las siete y se pueda ir a su mansión o a su empresa. El profesor no esta, y por la hora no llegará. Si fuera el dueño del colegio lo mandaría a despedir por irresponsable.

Media hora, treinta minutos y el maldito timbre se dignará a sonar entre los pasillos.

Yugi le habla. No es mucho lo que dice, ¿ya te vas Kaiba? El profesor puede llegar en cualquier momento.

--Te hablaron Kaiba o es que te ensucia que personas como nosotros te dirijamos la palabra. Arrogante, hipócrita, maldito gato hecho de mier...- Un pisotón de Yugi y un pellizco de Tea-...da. ¿Por qué me callan si es cierto?

Nada. Ni un bufido, ni un reclamo por parte de Kaiba, sigue su camino en pasos gatunos, lentos y elegantes. En su mente planea mil y una formas de callar al perro. Meter la lengua hasta el fondo de su garganta es una posibilidad que le parece razonable dadas las circunstancias.

--Pobrecito niño rico nos tiene miedo. Mira como huye.

--Déjalo Joey, mira quiero enseñarte una carta.

--No Yugi, este patan me tiene harto. Siempre pisoteando a las personas porque es rico. No puede tratarte así.

--Joey por favor.

--¡No!

Seto no tiene paciencia. Derriba un par de libros con el roce de su brazo. Justamente el libraco de matemáticas que Joey nunca ha tomado ni para hacer repollitos y lanzarlos a sus compañeros. De sólo pensar que carga en su mochila casi doscientas hojas repletas de números le duele la espalda.

Joey desde el puesto de Yugi ha visto el atentado y se enoja. No por él libro que le importa un comino, sino que por la manera en que lo ha hecho. Quien lo ha hecho.

Un gato enojado y un perro furioso no son buena mezcla.

Va directo al escritorio de Seto, las manos se mueven solas y tira al piso todo lo que hay encima. Más que un cuaderno o un lápiz. Más valioso e importante.

Ojo por ojos, diente por diente.

Nadie habla y el sonido del metal contra el piso se hace grande como una bomba. La pantalla se revienta en cristales pequeños. Las chispas de la batería reflejadas en los ojos de Joey hacen parecer que su mirada esta hecha de fuego. Kaiba tiende a ponerse blando un momento impactado por tanta belleza y dejarlo pasar sólo porque es Joey, pero no. Porque es Kaiba y Kaiba no deja pasar un insulto tan fácilmente.

Joey se tapa la boca con su mano para ahogar el grito que se le quiere escarpar. Dos ojos azules muy abiertos, una ceja alzada y Joey sabe que metió la pata. Muy a fondo, pero no se retracta. Sigue de pie frente a Kaiba que respira cortito.

Silencio.

Una bola de paja rueda por el piso.

Joey abre y cierra la boca como un pez fuera del agua. Salvase quien pueda, si Kaiba antes estaba enojado por la falta de sueño, ahora esta ridículamente furioso y sediento de venganza.

Yugi se apura a socorrer el portátil de Kaiba destartalado en el piso. Se siente culpable, si no hubiera insistido en hablarlo, nada hubiera sucedido.

Tarde.

Entre sus manos esta la difunta pc del ceo. Se quema con la batería humeante, las chipas saltan y una ha caído en su brazo quemando la ropa.

A Joey le tiembla el labio inferior. Como la vez que uso las medias de nylon de su madre para atrapar renacuajos de un estanque. Diez nalgadas son difíciles de olvidar.

--¡Tu empezaste! Si no hubieras tirado mi libro yo no hubiera maltratado tu computador.- Lo siento Joey, no hay razones para lo que acabas de hacer. Inventar una excusa o mil no cambiará lo que ha hecho.

Maltratar, averiar, o incluso estropear estaba lejos de lo que había hecho. Yugi se apura en tratar de ensamblar las piezas entre sus manos, ya sabe lo que vendrá. Mira a todos lados buscando ayuda. Le ruega a Tris que se lo lleve antes de que estalle la barbarie, pero el moreno esta emocionado y sonríe como bobo.

El primer empujón manda a Joey lejos. La mesa donde se ha estrellado esta con la patas para arriba y ha arrastrado a otras. Un grito generalizado de los alumnos que quedan en el salón.

--¡Joey!- Yugi y Tea gritan y corren hasta donde el rubio sonríe de medio lado. Los ojos le brillan de emoción bajo el flequillo. Algo dentro le despierta. El corazón bombea adrenalina a los músculos.

De dos pasos bien dados Kaiba llega y lo levanta de la solapa. Joey piensa que de un segundo a otro las fosas nasales de Seto reventaran como olla a presión. De cerca los ojos de Kaiba no parecen tan azules. Tiene vetas oscuras en el iris, son rayitas violetas y negras que hacen verlos más marinos cuando esta molesto.

Joey se hunde en el mar, nada un momento en sus pupilas. Podría hacerlo enojar más seguido.

Despierta de improviso y se suelta buscando un nuevo hoyo en su ropa. Le preocupa el único uniforme que tiene. Será flojo y todo, puede tener las peores calificaciones del salón y del edificio, pero le gusta ir presentable al colegio. Siempre guapo.

--Devuélvela ahora-. Cada silaba. Cada letra ha brotado de los labios de Kaiba con odio. Se lo ha dicho con desprecio. Lento y ponzoñoso rencor.

--Cuando tenga con que comprarla te doy diez si quieres.- Joey le sonríe. No como siempre lo hace. No es una sonrisa fácil, es más fuerte. Hay picardía y hasta maldad en sus ojos, sus gestos se han endurecido un poco.

Kaiba se acerca para ponerlo en su lugar. La mano que ha alzado para abofetearlo se ha quedado arriba con la palma extendida en cinco dedos largos y blancos.

Joey ve venir un golpe y no cierra los ojos. Esta vez no se defenderá. Esperará su turno de responder.

Las piernas de Kaiba se hacen agüita. Nunca lo había tenido tan cerca como para sentir el olor. No huele a perro mojado como se imaginaba. Huele a jabón corriente y shampoo de manzanilla. Un olor común y nada de especial. Pero es el olor de Joey. Podría hacer un perfume de su esencia.

No puede evitar reír. Es como sus sueños. Una carcajada, pérfida y potente, hace que un par de chicas, las más sensatas, huyan del salón en busca de algún profesor. Las demás suspiran a coro derretidas por tan mágica risa.

Joey no es una chica y menos sensata, tampoco es tonto y ya se dio cuenta que no podría pagar algo tan costoso ni siquiera si vendiera uno de sus riñones. No tiene ni para hacer cantar un ciego, sus bolsillos roídos están tan vacío como su estomago.

--Y vengan las apuestas. ¿Quién da más por el perro? ¿Alguien ha dicho Kaiba?- Ese es Duke en su faceta de empresario. Oportunidades son oportunidades. Su amigo Joey comprenderá. Si seguro se despreocupa abanicándose con billetes.

Un crujido de huesos. Un gruñido antojado a ladrido de perro herido. Auch Kaiba mantiene su puño cerrado en las costillas de Joey. Uno, dos veces y el poco aliento que le quedaba a Joey se le ha fugado en un pequeño suspiro antes de caer de rodillas sujetando su estomago.

Un puchero engañoso y la vuelta de la vida al pandillero Wheeler.

Joey con los ojos brillando se repone y le sonríe con tantas ganas de venganza que se siente poderoso. Se levanta y tose un poco. No ha dejado de sonreír. Un golpe no le arruinará el día.


Duke considera que quizás debió haber apostado a Joey y no a Seto. Se dejo llevar por el porte de Kaiba y dejó a un lado el historial de pelionero de Joey. Graso error.

--¿Alguien dijo Joey?- De los arrepentidos es el reino de los cielos.

Estalla un golpe. En cámara lenta el rostro del castaño se ha desfigurado un segundo antes de voltear el rostro a un lado. Un hilo de saliva cae por la barbilla. Un poquito de sangre, casi nada.

El rubio abre y cierra el puño. Si que dolió.

Vamos que apenas comienza y esto de jugar a las peleas con Kaiba se pone interesante.

--Te dolió Chico bonito.- Entre broma y broma, la verdad se asoma. Joey se sonroja por lo que ha dicho. Su boca escupe palabras antes que su cerebro pueda procesar y atajarlas. Maldito cerebro traidor.

Yugi suspira y toma mejor lugar para ver. Cerca de Tea por supuesto. Cerquita de las piernas de ella. Si tuviera un escote sería mejor.

Kaiba se repone de un golpe y le pregunta a Joey con tono burlón si es lo mejor que tiene. Joey no se queda callado y besa el puño que ha tocado la quijada de Kaiba antes de lanzarlo con furia.

Otro golpe y los nudillos de Joey son triturados por la mano de Kaiba. Aprieta mucho, en una maniobra rápida Joey ha quedado dándole la espalda con el cuerpo doblado hacia delante. No suelta la muñeca y apega su cadera a las nalgas de Joey. No son como las de las chicas. Son más pequeñas y se alzan ansiosas y redondas. El rubio lucha, y se mueve, y se frotan por primera vez.

--¿Ya te rendiste? Me decepcionas, mediocre perdedor.- Se aleja, no puede más sin que se note su nuevo estado.

Joey que casi se rendía al dolor se suelta y deja pasar unos segundos con el brazos inmóvil. El idiota de Kaiba casi se lo arranca, el muy maldito.

--Esto recién comienza Kaiba.

Ya no es un libro en el piso, no es un portátil destruido. Aquí hay mucho. Son un gato y un perro dispuesto a morderse y arañarse.

La chaqueta de Joey va a dar lejos a los brazos de Yugi. Arremanga la camisa hasta sus codos y hace sonar los nudillos, es una amenaza y una promesa. Hoy ellos se sacan el odio y las ganas. Como sea.

Joey no quiere meter la cola entre sus patas y pedir disculpas por romper el Pc. Si fuera otra persona ya se habría disculpado y hasta ofrecido a pegar con su chicle los desperfectos. Con Kaiba no vale el mejor pegamento, es meticuloso y apegado a sus cosas.

Tacaño. Piensa Joey, el castaño tiene para comprar diez compañías como Microsoft. Al lado de Kaiba, Bill Gate es una rata sin hogar.

…l, al lado de Kaiba es una mota de polvo. Le extraña que el gran empresario se tome la molestia de dedicarle insultos al menos una vez al día. Si se esfuerza en ser un estorbo puede conseguir dos o tres. Cuando lo logra es cuando más sonríe y el hambre y la pobreza pasan a segundo plano. Se siente halagado de ser el único en ponerlo así. Sacarlo de casillas, robarle la paciencia es un lujo que no todos pueden darse.

Kaiba hace lo mismo. No tiene cuidado si su camisa se arruina. Se desviste con cuidado. Joey se queda paralizado. Esa forma de sacarse la chaqueta, tan tranquilo. La manera en como la deja en una silla lejos de la trifulca le parece extrañamente seductora. Es casi una invitación.

Sentir el puño de Kaiba sobre sus costillas, no es un golpe. Es una caricia ruda, dolorosa si, pero es algo.

Le da la espalda y Joey, humillado, corre para atacarlo a traición. Se cuelga del cuello y le muerde la oreja.

--No te esperabas eso ricachón. ¿Eh?

Seto no grita, pero le duele mucho y se promete que Joey se las paga, el dolor se lo multiplicara diez y no en una oreja.

Joey patea los restos del computador y chocan contra la pared. De poder los habría tirado por la ventana, pero eso ya era mucho.

--El gato aristócrata se ha quedado sin juguete. ¿Qué harás ahora? Pobre niño rico ya no tiene con qué entretenerse en clases. - Y se ríe con el puño molido. Disimulando con el estruendo de su risa las ganas de meter la mano en agua fría y dejarla hasta que le ardor pase.

Kaiba tiene el pelo revuelto y un mechón marrón cae por su frente hasta la nariz. La camisa fuera del pantalón le cae arrugada sobre las caderas.

--Llevas falda Kaiba.- Bromea Joey apuntando la ropa de Seto, todos lo que quedan en el salón sueltan a reír en coro. Si usaran la guitarra y el piano sería una canción.

Kaiba, que nunca ha peleado en las calles ha recibido más golpes que Joey o su pandilla han podido soportar juntos, en el pasado y en el futuro. Lo aguanta con la paciencia que lo merece, pero jamás las burlas.

Eso es tema aparte, no soporta que se rían de él. Le emputece, se enoja y podría quebrarle el cuello a Wheeler por atrevido. Si el cuello de Wheeler no fuera un poema, blanco y largo, suave a la vista, ya lo habría mandado a desnucar hace años.

Desde la primera vez que lo vio. Desde la primera vez que lo soñó.

--¿No dirás nada Kaibita?

Otro puñetazo de lleno en el estomago de Joey. El aire se va lejos otra vez, Joey no puede respirar.

--¿Eso responde a tu pregunta?

--¡¿Qué mierda te hice Kaiba?!- Grita Joey. El labio inferior partido de Kaiba gotea y mancha la camisa.

Kaiba le mira fijo sin disimular el odio que le tiene. -No me gusta que toquen mis cosas.

--Esta bien, rompí tu estupido computador, pero ya te dije que lo repondré.

--¡Ya no lo quiero! ¡No entiendes nada Wheeler!! Cuando digo que no me gusta que toquen mis cosas me refiero a ti!

--¡A mi nadie me ha tocado!-

Retrocede su brazo libre y lo estrella con fuerza sobre la cara del más alto. Haciendo un crujido alarmante. Si hay un hueso roto no importa, mientras no estorbe.

Joey se abalanza agarrado de la ropa de Kaiba que se gira para sacárselo de encima. Nadie, ni siquiera Tristán que intenta sacar a Joey de encima de un rasguñado Kaiba se ha dado cuenta que el rubio le ha lamido el cuello a Kaiba y este se ha paralizado por un segundo.

De una patada, Wheeler derriba a Kaiba, una llave o como se llame al nudo de piernas que hace. -A que no te lo esperabas Kaiba. Auch. Le duele mucho el costado. Se sienta en las piernas de Kaiba y tantea con curiosidad. Nada que envidiar. Son más flacas de lo que se ven con el pantalón azul.

En todo momento Kaiba ha evitado pegarle en el rostro. Ahora que Joey se ha sentado sobre sus piernas limpiándose el polvo de la ropa sabe el por qué. Joey es hermoso, Joey le gusta. Le encanta y hasta le leería Shakespeare frente a una chimenea tomando chocolate si él se lo permitiera.

Adelante y atrás Joey se mueve muerto de la risa. Le sonríe y Kaiba ve la lengua rosada de Joey y siente un liquido caliente recorrer su cuerpo.

No por favor... no hagas eso..ah

Joey se ríe fuerte y se mueve, casi monta a Kaiba que piensa que el Karma se vende al mejor postor como una prostituta.

Desde arriba Joey piensa que Kaiba no es más que un niño mimado. Tiene lindos ojos, linda nariz, linda boca.

Lastima que sea un estupido estirado que se cree un Dios por tener más dinero que el resto del mundo. Es alto también, quince centímetros más y serian dos metros. Benditos quince centímetros que hacen que se vea efectivamente guapo. Irresistible.

Estar arriba le da la sensación de poder. Quizás por eso Kaiba es tan arrogante, por el poder. Dicen que mueve al mundo ¿no?

Otro golpe en el rostro de Seto y Joey por un segundo ve la sangre en su puño y siente lastima por los labios de su contrincante, están rojos e hinchados, pero da otro golpe. Por si acaso.

--Salte de encima Wheeler.- No es que le moleste tener a Joey encima, le gustaría tener debajo y con las piernas abiertas. Lo que le molesta es la presencia de otras personas.

Joey se mueve y algo despierta. Ja parece que te gusta Kaibita. Se mueve otra vez y solo entonces cae en cuenta que lo que sale del sueño es carne de Seto que se alza al cielo.

Sonrojado se aparta y se levanta de un brinco. Ha tocado el miembro de Kaiba, lo ha tocado muy de cerca y le ha gustado la sensación de rigidez.

. --¡¡TODOS AFUERA!!- Grita Kaiba. -Ahora si me aburriste. Querías pelear. Pelea vas a tener

El último en salir es Yugi que tímidamente le pide a Seto que no deje tan mal a su amigo, lo necesita cuerdo para el proyecto de ciencias.

La sala de música es a prueba de sonidos. Podrían gritar y nadie los escuchará. Kaiba cierra con llave y sonríe. Están solitos y nada ni nadie puede interrumpir.

Kaiba empuja a Joey con las manos en el pecho. La cabeza rubia choca contra la pared y por segundos se rinde.

La camisa de Kaiba casi roja de sangre y el maldito sigue sonriendo. ¿Ahora quién es el que se burla Wheeler?

Un golpe y luego otro. Y Joey siente que las piernas le fallan. No sabe como llega a otra pared y es Kaiba quien lo sujeta. Ahora tiene miedo, de esos ojos de cazador, la sonrisa autosuficiente. Hay algo que no sabe que tiene Kaiba. Esta más cerca y puede sentir el perfume del ceo.

Más cerca y no puede respirar.

Un tirón de pelo lo jala fuerte y ladea su cabeza. No quiere quedar calvo tan joven, le gusta su pelo rubio por eso se revuelve y le pega a Kaiba una patada en la canilla que le dejara un moretón.

Libre de los tentáculos que son los brazos de Kaiba repone fuerzas. Esta alerta y dispuesto a morder en cualquier momento.

--¿Ya te cansaste Wheeler?

--¿Qué eres idiota o te comiste un león al desayuno?- Joey grita, respira y tira al piso tres cuadernos y mil lápices de colores, para llamar la atención.

¡¿Nadie entiende que no tiene dinero para comprarse otro uniforme?!

A través de la camisa abierta se pueden ver los golpes más recientes. Joey tiene cicatrices anteriores combinando con el violeta de sus puños. Quisiera saber quien y como se las hizo.

--Te o-d-i-o.

--Cállate Wheeler-

--No me puedes hacer callar, yo no soy uno de tus lame botas. .tú a mi no me dice que tengo que hacer, porque a Joey Wheeler nadie lo hace callar. Te voy a decir todo lo que pienso se ti de una buena vez para que me dejes tranquilo.

--Cállate Wheeler- le advierte limpiando la sangre con el dorso de la mano.

Joey esta inspirado, no cerrará la boca tan fácilmente.

--Te odio tanto, te desprecio no por que seas rico. Te odio porque eres infeliz, no me dejas vivir tranquilo y tampoco vives. Eres una maquina sin sentimientos. Te he pegado y ni siquiera te has quejado, eres frío. Me das...

La tercera advertencia Kaiba se la ahorrado. Le toma la cara con las manos y con un beso le calla de golpe.

Joey siente como si un golpe de electricidad le quemara la boca. Con los ojos abiertos y las manos empuñadas a los lados recibe su primer beso con los labios sellados. No abre la boca de lo nervioso que esta. Siente que sus labios se llenan de sangre y están calientitos como pan recién salido del horno. Es su primer beso y se lo han robado de la manera más vulgar y escandalosamente deliciosa posible.

La paciencia de Kaiba ha sido devorada por la pasión. Lame la barbilla y busca las manos de Joey para sujetárselas sobre la cabeza. No quiere otro golpe. Quiere caricias animales. Lame los labios que se aprietan más y más. Consigue entrar un poco y se encuentra con una corrida de dientes que le impiden avanzar. Uno a uno los siente contra su lengua.

Joey sabe bien. Muy bien.

Tira los cabellos de Joey hacia atrás. Necesita que Joey abra la boca, lo necesita.

Quieres que te ruegue. Vamos abre la boca, vamos por favor. Solo un poco.

De arriba abajo la corriente lo consume. Se esta quemando y poquito a poquito abre la boca y deja entrar al castaño. Otra lucha se lleva a cabo. Sus lenguas se recorren y reconocen. Juegan a bailar una danza caliente, deliciosa. Dulce. Acida.

No pensaba que se sintiera tan mojado y caliente. Cierra los ojos y sigue viendo colores como fuego artificiales.

Los brazos de Kaiba son de acero. No puede zafarse, no puede moverse porque las rodillas se le han vuelto de plastilina.

Joey, Joey. Seto hunde la nariz en su cabello. Tanto esperarlo, tanto soñarlo y ahora que lo tiene todo rasguñado, moreteado no puede evitar querer terminar de romper el cuerpo del rubio a besos, mordiscos y lametones.

Le gusta Joey; Su pelo lacio e imposible de ordenar. La sonrisa boba que le hace parecer que tiene conectado el intelecto con el dedo gordo del pie.

Las mejillas sonrosadas y siempre tibias que ahora toca despacio con la punta de la nariz.

Los ojos grandes y rebeldes que lo miran confundido pidiendo una explicación.

--¿Quién eres tú y que le hiciste a Kaiba? - Una risita nerviosa, pegajosa como el caramelo de las manzanas confitadas.

Seto no puede más que sonreír antes de volver a los labios de Joey que lo reciben fieros. Calientes. Se meten la lengua y lo que hacen no parecen besos. Es tan animal que no piensan. Aprietan el botón y vuelan al cielo en avión a chorro.

--¿Quieres tu correa Perro?- Le pregunta al oído. A Joey le tiemblan las rodillas y se le calienta algo más que el rostro. Se pone rígido como piedra al roce de sus pelvis.

--Ricachón bueno para nada.

Le gusta también que hunda la lengua en su oído hasta el fondo. Se pone caliente.

¿No ves que muevo el hilo a mi antojo?

Otra vez contra la pared. Joey podría tomarle cariño si siguen así. De hecho ya no le parece tan fea luego de ese beso. Esta vez tiene las manos libres y claro que las usa. Toca el pecho de Kaiba, primero tímido. Rompe lo prohibido y baja hasta la pretina del pantalón. Un poco más abajo y Joey entiende que los monstruos del juego no le asustan tanto como lo que Seto guarda entre las piernas. Se espanta y la sube para rodear el cuello.

Ahí están mejor, con los cabellos de Kaiba entre sus dedos. No puede evitar pensar que Kaiba no sólo tiene el ego grande.

Seto que todo lo que quiere en esta vida lo puede conseguir con dinero, sabe que Joey es por lo único que daría su imperio y hasta su vida.

Mio y de nadie más. Hora que lo ha poseído que nadie se atreva a tocarlo. Jamás.

Compartir no es una opción para Seto Kaiba, simplemente no esta bien para él. ¿Por qué habría otra persona ocupar sus pertenencias? No. Sencillamente no lo concibe como algo natural.

Cada uno tenía lo suyo y punto. Todo en equilibrio. Joey era suyo. Todo bien.

Nunca en su vida aprendió a compartir. A excepción de Mokuba a quien si le prestaba una que otra cosa- sólo lo adecuado para un niño de su edad-

La sensación de tener un juguete nuevo es inexplicable y lo sabe ahora. Lo mira y lo vuelve a mirar.

Joey nunca lo aburriría.

Su primer parque de diversiones le causó una sensación parecida a lo que su corazón le grita ahora. Es orgullo. De saberse superior, mejor que todos.

Las manos le tiemblan cuando la desliza por el abdomen de Joey. ¿Haz estado practicando cachorro?. El perro ya pasó a cachorro. Joey esta asustado, El Kaiba que conoce no es ese.

Seto Kaiba es frío, no sonríe y no se excita. Seto Kaiba no tiene fuego en la mirada. Seto Kaiba no besa como gato en celo.

Alguien lo ha cambiado y no sabe si para mejor o para peor. Le tiene miedo, pero cuando la mano de Kaiba se mueve de arriba abajo. Sobre la tela, hundiendo los dedos y jugando con los pliegues de la ropa hasta llegar a su intimidad sabe que no habrá nada mejor en su vida, que tal vez no odie a Kaiba. Cuando la mano de Kaiba traspasa la última barrera de tela, su ropa interior ya no esta seca como antes. Los dedos de Kaiba tocan y se distraen en su glande. En la puntita una uña y ve estrellitas de mil colores, sabe que definitivamente no odia a Kaiba.

Cierra los ojos y el hombro de Kaiba ahorra un suspiro y un grito. Es doloroso y suave. Una contradicción seguida de otra y otra.

Joey esta desplomado en la pared del salón. Jadea y gime como si estuviera sólo. No tiene vergüenza de que algún alumno lo pueda escuchar. Abre las piernas cuando la mano de Kaiba lo recorre y las cierra de improviso cuando se aleja. Quiere más. Mucho más.

Aprieta muy fuerte y casi ya no respira. La lengua ahora se junta con la de Joey. Un nuevo sabor, raro. Erótico, sentir su sabor de la boca de Kaiba.

--Para.- ruega antes de que reviente. Los dedos de Seto son hábiles, tienen práctica. Saben como dar placer.

--Detente por favor...

Kaiba usa los dientes para marcar el cuello de Joey, una lamida y luego la exquisita succión. Chupa como si fuera vampiro. Joey se retuerce y la respiración se hace errática al punto que no sabe si esta disfrutando o teniendo un infarto.

--Detente Kaiba... por favor... yo.. ah.. detente.

Kaiba no escucha. El rostro de Joey esta rojo y el pelo se le pega en la frente. Las pecas se han oscurecidos y parecen pintadas con pincel.

--¿Te gusta jugar Wheeler? A mi si.

Joey es un animal que no sabe como reaccionar. Es un pequeño cachorro bajo la lluvia mojado hasta los huesos. Se siente como un niño de doce años masturbándose por primera vez encerrado en el baño. Escondido de sus padres. Tiene miedo a ese Kaiba que lo mira de pies a cabeza. Si siguen así no sabe a donde puede llegar. Quisiera no estar ahí. Quisiera meterse debajo de la cama y esperar a que todo pase. Quisiera tanta cosas, pero no como quiere correrse entre los dedos de Kaiba.

--A mi si me gusta y mucho.- Más cerca. La cadera de Kaiba se mueve y se detiene justo antes de chocar de lleno con la de Joey.

Kaiba le lame el rostro y los ojillos se han vueltos más oscuros. Dos pozos a medianoche. Es agua negra que brilla como estrellas.

Aprieta y suelta. Sube y baja y aprieta. Con los dedos y la palma formando anillo. Una mano sobre las nalgas, la boca en el cuello. Enredo de cabellos. Arden. Arden. Joey no respira, solo jadea. Tiembla, los ojos se llenan de lagrimas. No puede hablar ni gritar, solo gemir. Es más rápido.

Un gruñido blanco y de leche. Las manos de Joey caen a los lados como muertas. La frente en el hombro de Kaiba. Una lagrima que se confunde por el sudor.

Gracias cielo. No podría soportar llorar frente al arrogante de Kaiba.

Y luego la vergüenza de verse desnudo de la cintura para abajo. No recordaba haberse sacado las zapatillas. Lo ha masturbado un hombre y no cualquiera. Lo ha tocado Seto Kaiba, el millonario, el idiota malhumorado. La piel besada le arde.

--Si ya te vengaste de mí... será mejor que me vaya... Joey se acomoda el pantalón, las manos le tiemblan, el cuerpo le tiembla. La voz sale colada y miserable. Tiene el boxer empapado y no levanta la vista. Los zapatos negros de Kaiba de pronto le parecen excelente panorama. No quiere ver la satisfacción de Kaiba pintar su sonrisa. Hay una segunda lágrima que cae hasta sus labios. La sal del mar completo no podría borrar el sabor de Kaiba ahora que lo ha probado.

--¿Te gusta jugar Joey? A mi si.- Kaiba levanta una mano. Dos dedos están empapados de semen. Los muestra con orgullo y sonríe antes de lamerlos. No pestañea y memoriza la expresión de Joey mientras paladea su sabor.

Podría largarse a reír por la cara de desconcierto que pone el rubio. Podría humillarlo por venirse en su mano. Podría obligarlo a quedarse. Pagarle, lanzarle un puñado de billetes. Podría rogarle de rodillas que se quede un momento más y terminen lo que han comenzado a golpes.

Quiere que Joey se quede por si mismo. Por él y para él. Hacerle algo, tener algo más. Más que el odio porque duele, hace daño. Duele tanto.

Como decirle que se han caído los esquemas desde la primera noche.. Le cuesta cerrar los ojos, y cuando lo hace los abre de inmediato por miedo a que sea un sueño.

El tiempo que calma la tempestad, tendrá que esperar porque ellos están hecho agua por comerse y beberse. Tendrá que esperar porque ahora lo que importa es donde continuaran.

Y cuando Joey sonríe el sudor le brilla en la frente y parece más niño de lo que es. Kaiba sonríe también. Lo abraza y lo aprieta tan fuerte que las fuerzas le fallan.

--Muerdo fuerte Kaiba. No juegues que puedes perder.

--Jamás pierdo Wheeler, juego a ganador.

Como si fueran unos animales se huelen. Olisquean el cuerpo. Están solos y no hay nada que los pare o separe. La puerta esta cerrada con llave. Nadie entrara.

No hay sueños, Kaiba ya no esta solo. Nada es suficiente para decir lo que tiene adentro. Nadie lo entiende.

Esto es más de lo que ambos podían imaginar. Más de lo que podían soñar. No son los golpes, no es el miedo a ser descubiertos, Hay algo caliente y rígido entre ellos que al rozarse crece y palpita. Joey cierra lo ojos y con sus manos bota algo contra el piso que estalla y se rompe. Espera que no sea demasiado caro por si tiene que reponerlo.

Lo demás es una cascada de agua cayendo entre sus cuerpos, sin enfriarlos. Efecto contrario. La cara de Joey esta hecha un tomate hervido. Kaiba también se siente sulfurar. La ropa tiene que volar por que estorba.

Hace calor.

--¿No me odiabas tanto?

Lo mira con sus ojos tan grandes como puede, abre la boca para reclamar y lanzar un insulto que sabrá a dulce. A Vodka del fuerte, del más caro por supuesto. Abre la boca y Kaiba es quien la cierra de un golpe brutal. Un beso que es tan animal como ellos. Lo muerde con ansias. Es de su agrado y no lo aguanta por eso lo muerde más fuerte. Con más ganas y ahora hunde los dedos en las caderas. Aprieta sin remordimientos y con ganas de poseerlo ya.

Joey busca con las manos algo más de piel. En venganza recibe el beso y también muerde. Va más allá, el sabor de la sangre de Kaiba es delicioso, se relame los labios y limpia los restos con la lengua tan roja y caliente como sus mejillas. Con la sonrisa burlona y los ojos brillando.

--¿No que muy perro?

Te odio, te odio, te odio.

Joey desnuda a Kaiba entre mordiscos y lametones, llegó al pecho para pasarle la lengua y bajar como una caracol arrastrándose hasta poder comer. El perro tiene hambre...y comerá este día.

No se besan solo con la boca. Rozan sus cuerpos y algo crece entre ellos. Se frotan y se hace duro como piedra.

Es un gato difícil. Muerde y araña cuando se le intenta agarrar.

Le cae el pelo por la cara sudada. Las manos las tiene atadas por la camisa abierta y que no ha terminado de sacarse porque Kaiba lo lame a lo largo del pecho. Se distrae con sus tetillas. Las pellizca con los dientes, Las rodea con la lengua.

Si hay que cobrarse una venganza. Joey se venga. Se sienta sobre las piernas de Kaiba y comienza a moverse desenfrenado. Restriegan su rigidez en el estomago de Kaiba que se contrae en gemidos. Se miran a los ojos mientras se besan y se tocan. La mano del rubio toca y aprieta el miembro de Kaiba. Rápido, lento. Hasta la punta y luego la baja hasta la base para volver a subir. Es grande. Apenas le cabe en una mano.

Si hablamos de venganza Seto Kaiba es el campeón.

Seto besa el vientre, el ombligo que se ofrece para el... Tan abierto. Besa y juguetea mientras Joey con la espalda en arco revuelve los cabellos castaños, ansiedad, miedo, placer. Los enreda entre sus dedos impidiendo que se separe de él. Gime y ladra al mismo tiempo.

--Abajo Seto... ah. Por favor.

Kaiba sonríe hasta con la piel. Pleno, caliente. Aliviado de al fin concretar su máximo proyecto. Para tocar no hacen falta dedos, puede arrancarle la piel de mordidas.

Desliza la lengua entre vellos suaves y claros. Hasta el final donde el miembro de Joey se hace piedra.

Una lengua larga y caliente, roja y suave sobre un sexo expectante, rígido. Acaricia como si fuera la piel de un recién nacido. Despacio a sorbetones lo bebe. Lame y muerde despacio la punta. Sopla y vuelve a tomarlo con su boca. Hay venas que laten más rápido que sus corazones. Hay pliegues que recién descubre y que podría venerar por el resto de su vida.

Joey se encomienda al cielo con los ojos cerrados antes de morir. Porque es claro que puede morir de placer, y siempre le ha tenido miedo al fin, pero más es el terror a morir virgen, por eso acepta la muerte como acepta los dedos largos de Kaiba en su boca. Un grito y todo podría acabar. Repite el mismo ritmo que Kaiba en su miembro.

Sincronizados al máximo.

Quisiera ver sus ojos para descifrar que siente, pero el placer de ver los ojillos azules dilatados se le niega a cambio de otro placer más grande... Doloroso. Se quema con hielo.

Un dedo entra despacio, se revuelve un poco y sale. Incomodo, casi punzante.

No abandona. Lucha hasta el final. Cuando no hay más opción que sucumbir... cae.

Si algo tiene que salir mal. Saldrá mal. Si es el destino el que le jugo esta mala pasada le enviara una postal firmada por San Pedro.

Siempre es más fácil hacerlo de la forma más difícil. Que se le va a hacer.

Y Joey ríe sólo para demostrar que el dolor es nada en comparación del placer que los dedos abriéndose como tijeras en su entrada. Lo que antes era virgen y estrecho ya no lo es tanto. Un poco menos niño piensa. Y no se apura en si destroza sus dientes al apretarlos cuando siente que el grosor de Kaiba entra en él. Despacio al principio, sólo un poco más piensa, pero no puede hablar porque si abre la boca aunque sea para respirar le gritara que se detenga. Tiene miedo de lo que viene.

No Quiere hacerlo, no así. Si con Kaiba, pero no en el salón de música. No con Yugi y los demás esperándolo afuera.

--Voy a entrar.- Dice Kaiba acomodándose entre las pierna del rubio. Joey no le ha dado permiso. Kaiba tampoco se lo ha pedido. Tiene la decencia de avisarle.

No alcanza a arrepentirse cuando Kaiba llega al fondo de sus entrañas, y siente que echara espuma como perro envenado cuando entra más y más.

Duele. Duele. Duele.

Cielo y sudor. Pedazo de paraíso. Hora de venganza. Minuto o instante. Joey no lo deja dormir por las noches., De día lo extraña porque a solo dos bancos de distancias y lo ve lejano.

Joey le debe varias.

--No te muevas, no entres más. Joey tiene los ojos cerrados y reza para espantar el dolor.- Me duele.

Kaiba siente que lo esta rompiendo. Se asusta y besa la frente y seca lágrimas tibias con sus labios. No quiere hacerle daño a Joey, no de esa forma.

Abraza a Joey, lo rodea con sus brazos y sin quererlo se hunde más en el cuerpo de Joey, como una lanza lo atraviesa.

Un grito desgarrado, más lágrimas. Joey se aferra con uñas y dientes a Seto que no se queja del dolor de espalda.

--No quiero más Kaiba... por favor.

No todo puede ser perfecto.

--No seas llorón Wheeler.

--Si tuvieras tremendo pedazo de carne en tu trasero me gustaría ver la cara que pones. ¿No podrías tenerla más chiquita?

Cuando Kaiba hace el intento de salir "accidentalmente choca contra un punto especifico. Y Joey ve el cielo, gato desgraciado, maldice en voz alta.

--¡Que se te haga sopa maldito! ¡Me duele!

Poco a poco el dolor pasa a segundo plano y Joey mueve sus caderas de manera casi violenta y Kaiba siente que podría explotar sin haber comenzado a disfrutar.

El ritmo aumenta a uno desenfrenado y errático, los jadeos ya no son jadeos, son gritos, ladridos y maullidos.

Tres formas de recibir placer. Tres maneras de darlo. Un beso caliente es bueno, la mano de Kaiba entre sus piernas es exquisito, el sexo del castaño dentro, entre sus paredes internas es indescifrable. Las tres cosas a la vez no tienen un nombre.

Seto le besa sin besarlo. Se lo bebe directo de la llave. A fondo meter la lengua para ahogarlo.

Es cierto, le gusta Joey y no le avergonzaría tomarlo cuando quisiera. Los juguetes son para jugar ¿no? Aún a fuerzas y contra la voluntad de él.

Seto se ahoga y grita en un rugido de placer sordo. El hielo se hace agua en la boca mojada de Joey. Lo quiere. Lo quiere. No lo quiere. Lo odia. Dios, como odia a ese rubio que lo muerde en el hombro. Odiara la marca que deja con sus dientes pequeños, blancos y perfectamente alineados.

Todo dentro de Joey es ajustado, apretado. Quisiera consolar el dolor que Joey siente. Acunarlo y pedirle perdón por ser tan bruto. Por entrar de una vez casi sin prepararlo. Su mano toma atención del rubio. Quiere distraerlo del dolor. Con la boca en sus labios, ya no muerde. Es suave y lento. Lame el borde de la boca y luego entre los dientes.

Joey es una delicia, el mejor de los platos. Digno de Dios.

Te odio, te odio, te odio Kaiba. Me matas Seto, mátame.

No lo dice porque su boca esta ocupada mordisqueando la oreja del castaño, con dientes. Tanta saliva que siente su propio sabor mezclarse con el sudor salino y embriagante.

Y Seto jadea perdido antes de morder el cuello sin piedad. --Te dije que siempre gano perro. Lo dice con burla que sabe a amor. Se ríe en cada palabra y es más una disculpa que algo más y entra y sale. Sale y entra mucho más fuerte y toca el punto exacto donde el dolor se transforma en amor. El amor en placer. El placer en gemidos y suspiros.

Fluidos.

Lento, muy lento.

Ya no se consuelan con besos disfrazados de mordidas. Dan golpes y hachazos, juegan a la guerra con puños e insultos cuando lo que siempre han querido es lamerse las heridas. Tocarse y correrse hasta quedar secos.

Joey es el juguete predilecto. El mejor que ha tenido en años.

Mejor que aquella vez que recibió su primer ordenador y durmió abrazado a él temiendo que al otro día Gozaburo se arrepintiera y se lo quitara para siempre.

Seto sabe que Joey esta a punto de estallar, la habitación da vueltas, muchas a sus alrededor, todo es de otro color. Joey se menea como un demonio. Aprieta las piernas a su cadera imponiendo el ritmo. Los ojos casi negros, la piel mojada, olorosa sexo y a sudor. Le gusta tener el control y responde embistiendo más rápido, casi hay dolor. Joey se ajusta como un puzzle en cada movimiento.

Una contracción blanca, respiraciones erráticas. Un grito que se inmortaliza en las paredes para siempre.

Un beso cansado y lleno de emociones. Podría estar así por el resto de su vida. Desnudos, con los calcetines puestos.

Joey se pierde en su propio placer. Nunca antes había hecho algo así. Nada parecido. Sonríe a Kaiba que le revuelve los cabellos.

Cuando Joey abre los ojos, el pelo cae desordenado sobre su rostro. El pantalón es un tirabuzón entre sus pies. Uno de sus calcetines ha volado y no se ve por ningún lado.

No mira a Kaiba que tiene la mirada tan fría como siempre. Se avergüenza del rojo de los labios del castaño. El se los dejó así, casi morados y palpitantes. No es para menos sacar sensaciones de una persona como Kaiba que es un frígido.

El cuerpo le duele, esta cansado y dormiría una siesta larga, de una semana o un mes. En una cama blanda.

Es lo normal después de lo que han hecho: perder la virginidad en el salón de clases luego de una pelea es algo que supera sus expectativas. Sexo con Kaiba es algo para un monumento.

Kaiba es el primero que lo ha besado, el primero que lo ha tocado. El primero en hacerlo estremecer de dolor, gemir hasta explotar de placer.

--Eres mío.

--¡No lo soy! Yo no soy de nadie.- Joey trata de respirar para no ahogarse.

--Siempre serás mío, solo mío, nunca lo olvides. Escúchame bien Wheeler. No tendrás otras bocas sobre la tuya, otras lenguas, otras pieles, porque te he marcado, desde ahora te excitarás por las noches sudando porque has soñado con mis caricias, mis besos, mi lengua en tu boca, mi cuerpo dentro de tu cuerpo.- Kaiba juguetea con la oreja de Joey, la lame, muerde tranquilamente. Habla como serpiente, arrastra las palabras y deja una huella que no sólo es de saliva, es hielo y fuego a la vez.

Joey abre los ojos, el corazón el late en las sienes. Quiere decir algo, que él siempre lo esperó. Que lo ama con el alma y que si es de él. Le pertenece desde siempre, desde antes de nacer ya lo amaba. Es cierto, desde el primer beso lo marcó y no hay vueltas atrás.

--¿Siempre dolerá?- pregunta rodeando el pecho de Kaiba con un dedo. Mide los latidos del ceo con la punta del índice. Tiene las manos frías, y el resto de cuerpo arde en el infierno.

Kaiba lo mira perdido en su orgasmo. Joey tiene una duda quemándole los ojos. El rostro fucsia de vergüenza, la espalda, pecho y piernas sudadas.

--¿Hn?

Joey se apoya en un brazo y lo mira enojado.--Podría agarrarte a golpes por lo que me hiciste.

--Tú empezaste.

--Tú botaste mi libro al piso.

--Tú rompiste mi computador, arruinaste varios de mis proyectos que valen millones.

--Insultaste a Yugi. Es mi amigo y vale más que tus millones.

Seto rueda los ojos y suspira. Discutir con Joey no tiene mucho sentido. No le da la razón, por que no la tiene. Joey había empezado desde hace años. Desde la primera vez que lo vio y le sonrió.

--Jaja, no me dices nada por que ya sabes que yo estoy bien y tú estás mal.

Lo acaban de partir en dos y lo peor de todo es que lo ha disfrutado tanto que siente que se irá al infierno, porque tanto placer no puede ser tan bueno para un mortal. Si viniera el diablo para llevarlo arrastrando de una pata hasta el infierno tendría que irse con el sin decir ni pío.

Y Kaiba lo mira y responde un ¿Hn? Como si no se diera cuenta.

--No me has dicho si siempre dolerá.- Repite la pregunta. Esta vez hay más ganas de saber la respuesta y también hay un beso profundo.

Siempre. En todo o en cualquier tiempo o momento. Cada vez que se les ocurre hacerlo

En todo caso, cuando menos. Por todo el tiempo, para toda la vida. Eternamente, por los siglos de los siglos.

Amen.

Cuando Joey pronuncia Siempre Kaiba siente que el peso de su cuerpo es tan ligero y el cansancio se muere con el suspiro que se le escapa.

--Depende- Joey sigue mudo. Un depende no es suficiente - Si lo hacemos más seguido más pronto te acostumbrarás.

--Ok. Joey piensa un segundo. Dos neuronas hacen el amor en sinapsis. No lo medita mucho.

--¿Kaiba?

--¿Hn?

--¿Te gusto? ¿Lo hice muy mal?

¿Qué si le ha gustado? Joey nunca o casi nunca entiende nada.

Un beso más largo de los que se han dado en su vida le responde a la pregunta. Menos saliva y más labios jugueteando. Son segundos o minutos húmedos, podrían permanecer hasta el anochecer así. Uno sobre el otro, con el pecho tranquilo. Casi desvaneciéndose en sabores dulces, abstractos.

--La próxima vez te toca ir abajo. Es lo justo. Una tú y otra yo. Joey cree en la ley de equivalencia, cree en la justicia. Si ya había recibido, le tocaba dar.

--Ni lo pienses. Y lo besa con hambre de quien no ha comido en mucho tiempo. Joey se separa de sus labios y sonríe al romper el hilillo de saliva que los une. --Sólo Yo iré arriba. ¿Entendido o te lo repito?- Entre cada palabra hay un beso y un gemido. Entre cada palabra hay una promesa de todo lo que se harán más tarde.

--No entendí. Joey se ríe como niño pequeño. Muestra los dientes y su boca curvada hacia arriba hace parecer sus labios aún más delgados de lo que son. Kaiba se arroja a él. Al piso. Si tuvieran una cama ya la habrían destruido. Si tuvieran una ducha... Dios, si tuvieran una ducha esa sería otra historia.

Joey abre las piernas para hacer un espacio. No hay de otra. Por que solo tal ves...Ser el juguete de Kaiba no sea tan malo después de todo-

Fin


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