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El valor del deber por metafora89

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Notas del fanfic:

Primer fic sobre Super Junior. ¡Oh! Cómo los adoro... Y cómo adoro el HeeTeuk...

Heechul se preguntó cómo había acabado él allí, amaneciendo al lado de Jungsoo, cuando era algo que se había propuesto no hacer jamás…
Pero había sido apresado por una red de la que no podría escapar.

-

Heechul era, sin duda alguna, el miembro más manipulador de Super Junior, hasta el punto de llegar a ser temido por el resto. Era el maestro de la confusión y el engaño y eran pocas las ocasiones en las que no obtenía lo que deseaba. Del mismo modo, también eran mínimas las veces en las que los demás lograban algo de él si se había propuesto no dárselo.

Sin embargo, con Leeteuk era muy diferente. Casi lo inverso, de hecho. Heechul había aprendido que era él quien tenía que guardarse las espaldas del mayor, porque –siendo eso lo que hacía al maldito un buen líder– parecía tener un control absoluto dentro del grupo y eso jugaba en su contra.

Afortunadamente, no solía ser frecuente que a Jungsoo le entrara un capricho relacionado con él, pero, cuando ocurría, podía darse por perdido.

Porque es que, encima, el muy idiota podía lograr que todos, TODOS se pusieran de su parte y le ayudaran. Como cuando, Sungmin, “accidentalmente”, les había dejado encerrados en la sauna. O cuando, “casualmente”, a todos les surgió un repentino compromiso aquella noche que habían quedado para cenar y, al final, fueron ellos dos solos. O cuando el manager –¡hasta el manager!– le había pedido que fuera él, Heechul, quien aconsejara a Leeteuk lo que debía vestir para la entrevista, y había acabado viéndolo pasearse delante de él en ropa interior durante cuarenta minutos porque, “curiosamente”, nada de lo que Heechul le sugería era de su agrado.

Y Heechul sabía muy bien que estaba siendo puesto a prueba y que, aunque Jungsoo fuera una de las personas más bondadosas que había conocido, también era juguetón y travieso y, como a él, a veces le gustaba ser transgresor y atrevido. Sólo que, realmente, era mucho peor que él, y se atrevía a esconderlo de cara al público y mostrar siempre esa grandísima sonrisa que a todos les parecía tan tierna y benévola.

Inocentes.

El el que más.

A Heechul la situación se le hacía completamente absurda. Era como si hubiera descubierto que alguien le iba a gastar una broma pesada y, aun así, querer caer en ella. No tenía ningún sentido.
Ciertamente, se sentía algo ridículo, y más ridículo se sentía cuando se enfurruñaba por el hecho de sentirse ridículo. Estaba seguro de que si hubiera sido cualquier otro el que hubiera estado en su lugar, se habría divertido de lo lindo burlándose de él.

Todo aquello le frustraba.

No obstante, sus sentimientos de exasperación se evaporaban los días en los que Leeteuk se presentaba en el estudio tan agotado que parecía que iba a caer, mostrando unas marcadas ojeras que el maquillaje ya difícilmente podía disimular. En aquellas ocasiones, Heechul y todos los demás se veían obligados a seguirle dondequiera que fuera, ante el temor de que se desplomase de un momento a otro.

Y cuando el cansancio era más pesado que él y la única manera de aliviar un poco la carga eran las lágrimas, Heechul sentía que su interior se quebraba de la angustia y de la impotencia, ya que, no importaba cuántas veces le repitiese que debía relajarse, su hyung nunca obedecía.

A veces, Heechul perdía la paciencia y, después de gritarle que dejara de llorar de una vez, se iba del cuarto con un sonoro portazo, sólo para comprender, tras calmarse un poco, que su furia sólo estaba dirigida a sí mismo por no ser capaz de ayudar más.

Pero, al menos, había algo que Heechul tenía muy claro: si bien no podía hacer nada por facilitar las cosas, desde luego, no se las iba a poner más difíciles. Por eso, nunca dejaría ver que, realmente, se había enamorado profundamente de ese tonto de risa escandalosa y, a veces, dudosa cordura.

No importaban las miradas preocupadas que Hankyung le enviaba cuando, al ganar algún premio o en algún concierto, Jungsoo se derrumbaba y algún miembro corría a sostenerle, mientras él se quedaba a un lado, pero sin poder despegar la vista de la temblorosa figura a la que los más jóvenes intentaban reconfortar.

De ese modo, siempre fingía que las acciones y juegos del líder no le afectaban para nada y, pese a no poder pasar por alto el leve deje de decepción que asomaba al rostro del mayor al verse ignorado por Heechul, éste sabía que era mejor así.

-

Heechul percibió que algo extraño pasaba aquella noche desde el momento en el que un silencio sepulcral llenó la sala en la que acababa de entrar, roto únicamente por un coreano mal hablado por parte de Hankyung, señal de que algo lo había alterado un poco.

Se acercó a los componentes de Super Junior allí reunidos con recelo, como si esperara que fuera a pasar algo de un momento a otro. Miró a Eunhyuk con los ojos entrecerrados y éste, después de dejar escapar una pequeña tos, se giró y, rápidamente empezó a hablar con Donghae de lo bien que había comido en el restaurante que había a dos manzanas de allí, recomendándole efusivamente que fuera, mientras Donghae asentía con nerviosismo.

Definitivamente, allí ocurría algo raro.

No se le escapó por el rabillo del ojo el suave codazo que Hankyung pegó a Siwon, quien se levantó rápidamente y, gesticulando aun más de lo habitual, se dirigió a él.

-Hyung, verás, hemos pensado que podíamos salir todos juntos a tomar algo… Mañana no tenemos ninguna actividad y creemos que es una buena idea…

Heechul se preguntó qué tramarían y, tras decidir que ni siquiera le importaba, abrió la boca para declinar la oferta. No había contado con que sus compañeros pudieran usar el arma más peligrosa contra él.

Ryeowook.

Una única de sus miradas y Heechul se sorprendió a sí mismo cambiándose de ropa para acompañarles. Nada más salir de su dormitorio, se encontró con Kangin arrastrando un somnoliento Leeteuk, al que casi habían tenido que sacar de la cama, pero que estaba contento de todas maneras por poder pasar un tiempo con sus dongsengs.

Heechul se culparía más tarde por no haber adivinado en ese preciso instante que se traían los jóvenes bastardos entre manos.

Nunca podría tener una certeza absoluta de lo que pasó esa noche, pero fueron a beber, invitados por unos especialmente generosos Kangin y Yesung –otra cosa que no encajaba–. En algún momento, varios de los miembros desaparecieron, alegando que estaban cansados. Poco después, Kibum se colgó de los hombros de Heechul, más bebido de lo que éste jamás le había visto y le susurró un “Es tu oportunidad, hyung” al oído, antes de que Kyuhyun lo alejara de él, afirmando que iba siendo hora de que descansaran.

La cosa es que acabó la noche cargando con Leeteuk de vuelta a casa, sin saber cómo demonios habían logrado todos escabullirse de esa manera.

Juró que se vengaría.

No estaba seguro de qué debía sentir en ese momento, mientras notaba la respiración de su hyung en su oído y cada parte de su cuerpo rozaba contra él a medida que avanzaban por la calle. Por suerte, aquella noche, Heechul había dejado su cabello suelto, el cual tapaba su rostro y le daba un aspecto femenino, con lo que cualquiera que se cruzara con ellos creería que eran una típica pareja en una cita y no un par de ídolos borrachos.

Le costó toda su fuerza de voluntad –que no era poca– llegar hasta el apartamento, teniendo que hacer un esfuerzo extra por mantenerse tranquilo cuando, estando en el ascensor, Jungsoo se le abrazó fuertemente. No supo si debía mandar a la mierda el autocontrol y besarlo ahí mismo o quitárselo de encima mediante un empujón. Al final, no pudo más que devolver el abrazo con ternura.

Finalmente, ambos consiguieron alcanzar el dormitorio del mayor. Leeteuk se sentó en la cama, completamente aturdido, observando con una mirada culpable cómo Heechul masajeaba sus doloridos brazos.

-Lo siento, Heechul.-dijo finalmente.

El aludido bufó.

-No pasa nada. Simplemente, me encargaré de recordarte esto por el resto de tu vida.
Iba siendo hora de largarse de allí, porque la situación se le hacía más incómoda a cada segundo. Pero la expresión de tristeza de Leeteuk le mantenía paralizado en su sitio.

-¿Teuk…?-comenzó, pero éste le interrumpió.

-Yo… no me refería sólo a hoy. Sé que he sido una carga para ti durante mucho tiempo… Y que tal vez te he molestado con mis tonterías. Habrás pensado que no era más que un crío juguetón.

-Yo no creo eso, Jungsoo…-volvió a empezar, pero se detuvo ante un gesto de la mano del otro.

-Déjame terminar. Quiero agradecerte que hayas estado siempre ahí y disculparme por haber sido un egoísta. Mientras tú sólo intentabas que todo fuera más llevadero, yo lo compliqué-tomó aire-. Me gustabas… Intenté ver si respondías a algún tipo de provocación y seguro que te incomodé. No pensé jamás en ti, sólo en mí y en mis estúpidos sentimientos. Ni siquiera analicé las consecuencias y, demasiado tarde, me di cuenta de que me había enamorado-unas silenciosas lágrimas recorrieron sus mejillas-. Lo lamento de veras, Heechul… He disfrutado mucho esta noche, cada momento contigo y los demás, y ahora soy consciente de que he puesto en peligro todo lo que hemos construido por mi imprudencia.

Era una de las pocas veces en las que Heechul se había quedado sin palabras. Sabía que Leeteuk le había estado sometiendo a pequeñas travesuras, pero nunca había pensado que detrás de las mismas se escondiera ese sentimiento. Ahora empezaba a entender que tal vez había hecho más daño al rechazarlo que si hubiera sido sincero con él desde el principio… Se habían hecho daño mutuamente.

Suspiró.

Y entonces comprendió todo.

Le llevó dos pasos acercarse a la puerta de la habitación y abrirla, sabiendo lo que se iba encontrar detrás: un montón de personas apelmazadas y pegadas a la madera y maldiciendo la ley física que no les permitía escuchar con más claridad a través de la misma.

-Fuera-ordenó-. No quiero que nadie se acerque a menos de cinco metros de este cuarto en toda la noche, ¿entendido?

Los demás asintieron enérgicamente, y Heechul pudo ver como una sonrisa de verdadera alegría mal disimulada se iba formando en sus caras, lo que le hizo replantearse la idea de vengarse. Tal vez perdonaría sus vidas por esta vez.

Lanzó una mirada a Kibum, que estaba sentado en un sofá, alejado del resto. No parecía para nada bajo la influencia del alcohol. Tenía que haber imaginado que estaba actuando. Cuando el joven se percató de que estaba siendo observado, Heechul le dedicó una pequeña sonrisa que fue devuelta por el otro, antes de cerrar la puerta.

Se volvió hacia Jungsoo, quien aparentaba algo confundido. Adorablemente confundido.

-¿Qué fue eso?-preguntó.

-Unos dongsengs idiotas ayudando a que su hyungs sean más felices.-explicó Heechul.

Leeteuk no pareció entender nada.

-¿Cómo?

El otro le observó durante unos segundos. Su piel todavía estaba húmeda por las lágrimas derramadas. Sus oscuros ojos mostraban todo el remordimiento y la preocupación acumulados hasta el momento.

-Teuk…

Heechul se sentó a su lado y le abrazó con delicadeza. Luego, le tomó de la barbilla y permitió que sus labios besaran por fin aquellos que por tanto tiempo habían anhelado.

Y tuvo que aceptar que Kim Heechul se había dejado conquistar y que a partir de ese momento, no podría vivir sin él.

-

Y así estaban esa mañana, uno junto al otro, compartiendo la misma cama. El mismo sentimiento.

Nunca habría podido imaginar que fuera tan agradable…

-Jungsoo-susurró en el oído de su acompañante, mientras acariciaba su piel para despertarlo-. Tenemos que movernos, Jungsoo.

Leeteuk se revolvió un poco, incómodo.

-Mmmmm… Cinco minutos más…-murmuró sin ni siquiera abrir los ojos.

Y Heechul se preguntó cómo había acabado él allí, amaneciendo al lado de Jungsoo, cuando era algo que se había propuesto no hacer jamás…

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