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Un encuentro inesperado por Lolichan

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Notas del fanfic:

DISCLAIMER: Inuyasha (c) Takahashi Rumiko.


PERSONAJES: Inuyasha y Sesshoumaru.

N/A: ¡¡Por Dios!! ¿Alguien puede decirme cómo pude escribir semejante barbaridad en mi primera vez? Bueno. Dicen que "echando a perder se aprende" Agradezco de corazón la paciencia y comprensión de los lectores hacia este remedo de autor que soy yo. Espero que esta reedición les guste. Gracias de antemano a quien se aventure a leer.

Notas del capitulo: Todos sabemos que durante las noches de luna nueva, Inuyasha cambia... radicalmente. ¿Qué pasaría si durante una de esas noches, en las que se encuentra indefenso y vulnerable, se encontrara a su medio hermano, igualmente indefenso y vulnerable? Existen instintos que afloran y sentimientos que nacen a través de ellos ¿Qué es lo que realmente Inuyasha siente por Sesshoumaru? ¿Qué es lo que realmente Sesshoumaru siente por su medio hermano?
I

Las serpientes recolectoras de espíritus se habían desvanecido, por lo que Inuyasha supuso que Kikyo se había retirado de aquel paraje. Consternado por no haber podido verla, decidió que debía regresar a la aldea de Kaede, pues era noche de luna nueva y debía permanecer oculto de sus enemigos, especialmente de Naraku… Antes de transformarse en humano.

Un fuerte latido en su corazón le indicó que ya era tarde. Su cabello se oscureció al más puro azabache y desaparecieron sus orejas, así como sus garras y colmillos. Suspiró con pesadez. La aldea quedaba un poco lejos. Su única opción era caminar en medio del bosque, esperando evitar cualquier encuentro con algún demonio.

Cerca de ahí, Sesshoumaru libraba una batalla difícil. Teniendo la precaución de alejar a Rin y a Jaken sobre Ah-Un, desplegaba toda su fuerza en acabar con un demonio escorpión de gran tamaño.

Inuyasha escuchó los ruidos de la batalla, seguidos de un fuerte rugido y posterior estruendo. Se acercó con cautela y notó los trozos de demonio regados por doquier. A punto de marcharse, se dio cuenta que algo se movía entre los desechos.

Desenvainó la Tessaiga y, preparándose a descargar el primer golpe, con sorpresa notó que se trataba de su orgulloso medio hermano.

“¡Sesshoumaru!” – Pensó disgustado enfundando su espada y se dio la vuelta, indiferente, con la clara intención de abandonarlo a su suerte.

Un inusual quejido le hizo volverse y reconsiderar ayudarlo. Kagome le recordaba continuamente el lazo que le unía a él. No muy convencido, regresó hacia donde yacía, en medio de un charco de sangre.

Lo revisó y notó que un grueso aguijón se insertado en uno de sus costados, vertía en su cuerpo un extraño líquido púrpura, que parecía dañar los tejidos del tai youkai. De inmediato lo levantó sobre su espalda. Lo sostuvo firmemente y empezó a correr hacia una cabaña abandonada, cerca de la ciénaga.

Entró bruscamente y lo arrojó con rudeza sobre el futón que había improvisado con pieles y empezó a desvestirlo.

- “Lo primero es retirar ése aguijón y limpiar esa herida”- Pensó, recordando lo que solía hacer Kagome cada vez que terminaba una batalla. Sus manos se movían con rapidez, retirando una a una las prendas que lo cubrían. Su armadura y su traje, empapado de sangre oscura.

Era la primera vez que lo vería desnudo y no pudo evitar estremecerse al sentir esa blanca y suave piel bajo sus manos. Al despojarlo del haori descubrió su herida. Tomó el aguijón con ambas manos y con fuerza lo retiró limpiamente, provocando que sangrara aún más. Rápidamente improvisó los vendajes y paños necesarios para atenderlo. En unos minutos había contenido la hemorragia lo suficiente para vendarlo.

La única ventaja de semejante sangrado, era que casi todo el veneno del escorpión había sido drenado.

Sesshoumaru se sentía relajado. Luego de la cruenta batalla y sintiendo que la última embestida del demonio antes de morir, le había clavado en un costado un aguijón, había decidido dejarse llevar por esa sensación de laxitud “¿Estaré intoxicado?” Pensó dentro de sí, pero sabiendo que sería afirmativo, aún así relajó sus músculos, con la idea que si descansaba, tal vez su propio cuerpo se encargaría de purgar el veneno de su sistema.

Se sintió alzado por un cuerpo firme y musculoso y el aroma familiar de hanyou inundó sus sentidos “Seguramente es éste imbécil de Inuyasha. Sólo él se atrevería a ponerme las manos encima para humillarme” Pronto sintió que se detenía y el aroma de la leña quemándose se dejó sentir. Se sentía agotado, por lo que en ningún momento abrió los ojos, esperando escuchar la voz chillona de la mujer de su hermano y de la exterminadora, así como la del monje y el kitsune… pero no escuchó nada.

Sin entender por qué había tanto silencio, sintió como lo arrojaban con rudeza sobre una superficie mullida. Eso le disgustó. Curiosamente las manos que lo tocaban eran firmes y tibias al tacto. Ágilmente lo desvistieron. Sintió clara y dolorosamente el momento en que esas manos retiraron el gran aguijón de su costado y rápidamente contuvieron su hemorragia. Admiró la destreza de las manos y pensó que no podrían ser las de Inuyasha “Son de humano”. Tampoco las de Kagome “Son grandes y firmes, tienen fuerza”. De imaginar que serían las del pervertido monje que los acompañaban se estremeció. Pero lo descartó al comprobar que eran dos manos y el monje, por la maldición de la Kazaana, no podría tocarlo sin sentir el rosario que lo sellaba. Así que quedaba la exterminadora, pero el tamaño de las manos lo hizo dudar de nuevo. Sango era fuerte, pero como mujer, sus manos eran pequeñas. Tendría que abrir los ojos para descubrir a quien lo ayudaba…

Inuyasha lo sintió estremecer y creyó que podría estarle dando fiebre “No… los demonios no sufren de fiebre…” Pensó. La sola idea de verlo tan indefenso como un humano lo hizo sonreír, pero no se dio cuenta que era observado por unos ojos tan dorados como los suyos…

“¡Maldito Inuyasha!” Pensó el demonio al verlo, pero algo extraño notó… Reconoció sus facciones, pero había algo diferente en él. Su sonrisa era dulce. Nunca lo había visto sonreír así. Observó su rostro con detenimiento. Parecía más joven y sus facciones tersas y delicadas “¡Parece una mujer!” Pensó, y la idea de comparar al hanyou con una delicada mujer lo divirtió de sobremanera. Sería otra forma de humillarlo… tratarlo como una débil mujer: Lo insultaría hasta cansarse y le probaría que ésas manos firmes y deliciosas que le acariciaban el vientre no eran dignas de blandir a Tessaiga. Esas manos tibias que acariciaban sus brazos, admirando sus músculos y su tórax, no tendrían la fuerza para… “¡¡ ¿Qué rayos le estaba haciendo?!!”

Concentrado en el cuerpo de Sesshoumaru, empapó sus manos con un tibio bálsamo de hierbas, el que Kagome solía aplicarle, para que le relajaran sus adoloridos músculos. Deslizó sus manos por su vientre, admirando su firmeza. Luego, subió sus manos hacia sus hombros y brazos, sintiendo su propia sangre calentarse a cada roce con su piel. Y se dirigió hacia su pecho.

Decidió que para untarle mejor el bálsamo debía estar sobre él, así que se sentó a horcajadas sobre su cintura.

“¡Oh-oh!, creo que debo acomodarme esto” Pensó, al sentir que su miembro empezaba a inundar sus cavidades con sangre, al acomodarse sobre la cintura del demonio. Acomodó virilidad entre sus piernas y se sentó, apoyando sus manos húmedas sobre los hombros de Sesshoumaru, quien continuaba con los ojos cerrados.

Se untó más bálsamo y lo frotó entre sus dedos “¡Ahora sí!” Empezó a deslizar sus manos desde sus clavículas y al rozar sus pectorales no pudo evitar suspirar y cerrar los ojos, para apreciar con todos sus sentidos la musculatura de su hermano.

Debido al movimiento empezó a sudar. La temperatura de la ciénaga tampoco ayudaba. Era pleno verano y gracias a las plantas carnívoras no habían insectos, pero el calor era insoportable. De un rápido movimiento se despojó del haori y del kosodes, dejando su torso desnudo. Sus músculos se marcaban exquisitamente en una nívea piel. Sus hombros y brazos así como su amplio tórax masculino, mostraban una apariencia juvenil muy tentadora.

Sin darle importancia al hecho que estaba sobre Sesshoumaru, se concentró en seguir frotando el bálsamo y llegó hasta los músculos abdominales. Sintió en su vientre un movimiento repentino y cómo se estremecía “cierta parte” de su cuerpo. Se deleitaba frotando los costados cuando su sangre empezó a agolparse en su miembro, provocando una erección. No lo entendía, pero empezaba a disfrutarlo.

Sesshoumaru no podía creerlo “¡…se maldito Inuyasha estaba sobre él!... ¡Sobre él! Como si lo hubiera vencido en una lucha cuerpo a cuerpo. Pero si ése hubiera sido el caso, el que estaría debajo sería Inuyasha, gimiendo suavemente como lo estaba haciendo en este momento, mientras deslizaba el hakama de sus piernas y dejaba al descubierto su magnífica hombría y… “¡¡¿¿Q-Qué??!! ¡¡¿¿Qué está haciendo??!!”

Como sumido en un trance, Inuyasha deslizó sus manos por la cadera de Sesshoumaru, trayendo consigo el hakama. Su miembro empezó a levantarse, para consternación del humano. Sintiendo que ya no podría dar marcha atrás una vez que empezara, tomó su miembro con una mano y lo dirigió a su boca, cerrando los ojos, para disfrutar de su textura y sabor…

Sesshoumaru observó asombrado cómo Inuyasha introducía la punta de su miembro erecto en su boca y sus labios se movían. Pudo sentir claramente el movimiento de su lengua describiendo círculos en el borde del glande. Succionaba un poco, acostumbrando a su cavidad oral al intruso firmemente endurecido, hinchado a más no poder, extendido magníficamente para su deleite. Con una de sus manos, frotaba suavemente la base del miembro y empezó el suave bombeo, dejando ver cómo su lengua se deslizaba por toda su longitud, como si de un caramelo se tratase.

Inuyasha se sentía extasiado. Era la primera vez que hacía esto y sentía que no lo hacía mal, por la respuesta obtenida. Juntó sus labios y besó delicadamente parte por parte del pene erecto. Un cristalino líquido empezó a gotear de la punta y, ávidamente, empezó a lamerlo y disfrutarlo “¡Exquisito!” Volvió a introducirlo a su boca y nuevamente reinició el bombeo, esta vez más intensamente, pues el delicado elixir anunciaba un mejor sabor por venir…

Sesshoumaru apenas respiraba. La sorpresa de ver a Inuyasha acariciándole el cuerpo y luego, verlo con su pene en la boca, no era fácil de asimilar. Completamente paralizado por la toxina, sus jadeos se ahogaban en suspiros desesperados por librarse de aquella deliciosa tortura. “¡M-Me… e-está… m-matando!” No podía mover sus manos, apenas y lograba levantar un poco la cabeza para cerciorarse de lo que le estaba ocurriendo y volvía a echarla hacia atrás, completamente dominado por el placer que los labios de Inuyasha le prodigaban.

Inuyasha sintió cómo el hermoso miembro, ya casi amoratado por el exceso de sangre, empezó a pulsar. Sin darle tiempo a reaccionar, las emisiones del espeso líquido inundaron su boca. Casi sin pensarlo, empezó a tragarlo “¡Mmmm… Rico!” Chupó y lamió por toda la extensión, cuidando no derramar ni una gota de la delicada ambrosía emanada por el cuerpo de su hermano. Aún mantenía la firmeza, cuando se le ocurrió observar hacia el rostro de Sesshoumaru.

Se congeló. Ahí estaba, con la frente aperlada y visiblemente turbado. De pronto reaccionó “¡¿Pero qué hice?!” Sabiendo que sería reconocido, a pesar de su aspecto humano, era lógico el asombro y espanto reflejado en el rostro de Sesshoumaru. Retiró rápidamente sus labios de la virilidad que empezaba a relajarse y la soltó. Se levantó presuroso y se dirigió hacia la puerta. Respiraba con dificultad, su cuerpo también estaba sudado y obviamente, había reaccionado también a la excitación, pues su propio miembro también estaba erecto y necesitaba urgentemente desahogarse pero… ¿Cómo? ¿Con quién?

Ya era tarde. Lo hecho, hecho estaba. Se dio la vuelta y apoyando la cabeza contra el marco de la puerta, se deslizó hasta el suelo. Se abrió el hakama y empezó a acariciar y a frotarse a sí mismo. Empezó a jadear, con su propia voz. Gemidos llenos de placer salían de sus labios, desesperado por encontrar ése punto en el cual lograría culminar su deseo. Su erección era bastante firme y se deleitaba masajeándose hasta que empezó a sentir las pulsaciones. - ¡Aaaaaahhhhh! ¡Aaaaaaaaaahhhh!

Derramó su semen en su propia mano y volteó a ver a Sesshoumaru, notando que no había perdido detalle de sus acciones y vió la misma ansiedad en su mirada dorada.

Se dirigió hacia él y deslizó sus dedos aún empapados sobre su boca. Para su sorpresa, Sesshoumaru entreabrió sus labios y lamió las gotas restantes, entrecerrando los ojos, deseoso.

El también cerró los ojos, mientras sentía la lengua de su hermano adueñarse de los restos de su emisión, excitándose con el roce húmedo “Al parecer, la toxina ha dejado de paralizar su lengua” Abrió nuevamente sus ojos y retiró su mano. Se sentía extraño, pues no imaginaba que tal situación pudiera darse.

Se dio la vuelta y buscó una frazada para cubrir a Sesshoumaru. No deseaba verlo, no quería verlo. Podía sentir su mirada de sol sobre él preguntándose por qué rayos su hermano Inuyasha le había hecho semejante… caricia, si ellos apenas se veían y trataban de matarse.

Lo cubrió y, sin verlo, le puso su mano en su frente. Retiró las pequeñas perlitas y notó su respiración, aún agitada y su mirada llena de interrogantes…

Interrogantes que no respondería esa noche…

CONTINUARA…
Notas finales: Sí, lo sé. Es una reedición. Tomé el texto original y lo corregí. Espero ser más creativa el siguiente capítulo, si me dan una segunda oportunidad. Espero no decepcionarlos y haber captado la esencia de este genial género. Gracias de antemano. Ainohono, amiga... Sí cometí alguna imprudencia, fué por inmadura. Perdóname... ¡Te extraño mucho!

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