Una sutil sonrisa adornó su rostro, mejorando bondadosamente la visión que su persona representaba. Azabache peli-largo, sensual y elegante. Sonriendo, Itachi solo lucía un poco más atractivo de lo que ya era. Aún así, su gesto pasó completamente desapercibido, tanto como el suave tacto de su copa al aterrizar en la mesa, como todo en realidad, superados por la música y el ambiente del lugar.
Tras dejar la propina, salió de ahí.
Lo sabía.
Por supuesto que lo sabía, lo adivinó desde el principio, el curso de esa historia: La de un prostituto, y de un hombre… que se enamoró de él.
Lo dedujo desde que los observó cruzar mirada por vez primera. Aquél día, el decorado y la música del burdel iban perfectamente adecuados para Naruto, el protagonista de la noche.
Y Sasuke, su hermano menor, se había quedado sin habla con su mera presencia. Disfrutó el show en silencio, mirando con profunda intensidad.
–Una noche con él – Exclamó al fin.
Mala idea. Primero… es el deseo. Pero su hermano, impresionado como estaba, no lo escuchó.
–Solo una noche – Repitió, devolviendo una sonrisa al ya vacío escenario.
Por supuesto no fue difícil. Ni mucho menos, imposible. Dinero era todo lo que su hermano necesitaba, y justamente, lo que a ambos les sobraba.
A esa noche le siguieron varias, perdiendo la cuenta de las veces que Sasuke frecuentó el lugar, ya sin que pareciera importarle si alguien más lo acompañaba o no.
Y ciertamente, ¿Quién querría ir con él?
Bastaba notar la forma en que se miraban apenas se hallaban entre la multitud para ponerte incómodo. El como Sasuke le abordaba, o el como Naruto le devolvía la sonrisa, notoriamente complacido. Su jueguito de roces durante una melodía, solo precedía la vivacidad con la que se besaban apenas llegaban tras el escenario, atrayéndose y devorándose como si cada noche fuera su primer y su último encuentro.
Con ser testigo una vez, era suficiente para ver que Sasuke era un caso perdido.
Completamente perdido.
Después de todo, luego… te arrastra la pasión.
Sin embargo, aquello fue solo el comienzo. La sospecha no tardó en asaltar a Sasuke, y acaparar toda la jornada laboral de Naruto se volvió su objetivo. Aunque siempre le habían servido de mucho, el temple frío y su indiferencia eterna no eran la clave para resolver éste problema.
Para él, estar celoso, no era fácil de ocultar.
Meditabundo, Itachi sonrió de nuevo al cielo estrellado.
Tonto pequeño, Sasuke.
Con los celos, vino la Ira. La ira, atrajo a la traición… Cualquiera sabe que cuando el cariño es para el mejor postor, no hay confianza. Y sin confianza, no puede haber amor.
Y por mucho que su hermano se enfureciera, temblara y apretara los puños cargados con Ira en ese preciso momento, tampoco era la solución…
–¡Naruto! – Lo llamó en el burdel, dejando en evidencia su rabia y frustración.
Los celos, estaban enloqueciéndolo.
Ya ni siquiera necesitaba ver el foco rojo encendido. Ni que decir de cuando entró y le vio ese traje ceñido e insinuante, resaltando la connotación sexual de su belleza. Naruto solo lucía... igual que la primera vez.
–Sus ojos sobre tu rostro – Entre murmullos, Sasuke lo atrapó por la espalda – su mano, sobre la tuya; sus labios, acariciando tu piel...
Experimentando lo que él le decía, Naruto cerró los ojos con sus roces, estremecido por el aliento de Sasuke abrasar su hombro desnudo en cada susurro.
–¡Es más de lo que puedo soportar!
¿Qué por qué llora su corazón?
Itachi bufó, y continúo caminando a merced del frío en esa oscura calle empedrada.
–Son sentimientos contra los que no puedo luchar – Confesó Sasuke al fin, aferrado a ese cuerpo menudo y cálido – Eres libre de abandonarme, pero no me engañes. Y por favor, créeme cuando te digo que... te amo.
¿Qué, qué hacer?
Esa si era una buena pregunta concluyó Itachi, echando un último vistazo al letrero de neón que pendía en lo alto de aquél edificio bien iluminado, casi una cuadra atrás. Una buena pregunta... que no supo responder.
-Suerte, Sasuke. La necesitarás.
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