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Lluvia por karin_san

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Notas del fanfic:

Los personajes son propiedad de Kuru sensei y en este caso de Shiori más particularmente.

Notas del capitulo: Se que tengo una lista de fics que actualizar, ya me hice una lista ordenada de como ponerme al día, aunque el ordén no se me da XDD pero trataremos, eso si jeje.

Bueno, me gustan tanto estos dos personajes juntos, que se me brota escribir, ya se que el argumente es super minimo pero bueno, ya tenia ganas de hacer un lemon de este tipo, todo acuoso XDD.

Shion es un adolescente de 15 años y Mani andara por los 18 o 20, aun no se han aclarado con exactitud la diferencia de edad, pero así más o menos la cálculo.

Sage es el maestro de Manigoldo, lo único que Cáncer respeta sin chistar, hay una relación al estilo padre-hijo muy interesante allí.

 

Acaricio el dorso de tus manos, beso en tu clavícula, huelo tu lluvia. Las suaves hebras de pasto crujen bajo tu espalda, se hamacan acordes al lento movimiento de nuestros cuerpos mojados y nerviosos. Deslizo mis dedos por tu brazo, senderos de lodo se dibujan sobre el blanco inmaculado de tu piel, se deshacen ligeramente entre las gotas tibias de tu sudor y frías del cielo que derrama su furia sobre nosotros.

 

Tocarte es embriagador.

 

Llego con la respiración entrecortada a tu rostro. Tus labios tiemblan, tus mejillas arden. El ápice de mi lengua implora por la miel de tu boca escarlata, tus párpados palpitan. Apoyo mi frente sobre la suave planicie que es la tuya, me lleno de esa tersa suavidad mientras mi pulgar ensucia tus pómulos. Finalmente sujeto tu mentón, ladeo mi rostro en busca del ángulo más apropiado para devorarte. Inclino mi boca, beso.

 

Besarte es embriagador.

 

Presiono con fuerza tu labio inferior. Reaccionas. Demandas. Muerdes. Tu saliva cálida moja mi boca. Presiono más. Deseo hundirme. Me hundo. Mi lengua hambrienta se nutre de la textura húmeda de tu profundo recinto. Me aparto. Tu cabello de oro ha tejido senderos insinuantes alrededor de tu cuerpo. En la morada vena  de tu cuello se transcribe el pulso acelerado de tu pecho. Deseas. Deseo. Descubro mi torso, las frías gotas de lluvia descienden  por mi cada vez más pronunciada desnudez. Es tu turno.

 

Desnudarte es embriagador.

 

Tu cuerpo tirita de frío, la tunica empapada ya no se distingue de tu piel. Te acaricio. Asciendo por la humedad de tu prenda. Tiento con mis dedos la delicada superficie. Suspiras. Deslizo por tu carne el lino de tu ropa, tus piernas se pintan de barro a mi paso. Dices algo que no descifro. Me acomodo excitado sobre tu cuerpo. Piel sobre piel, te ansío. Dispuesto a profanar vehemente lo más sacro de tu humanidad me muevo. Incito tu fuego con mi avidez, la verdad es que...

 

-Esta enfermo.

 

-Solo es un poco de fiebre, seguro es una gripe.

 

-Cállate.

 

-Manigoldo- suspiró resignado el santo de Aries mientras rodeaba la columna en que el italiano descansaba con los brazos cruzados- estas exagerando las cosas... de nuevo- pronunció fijando su cálida mirada castaña en los temerarios ojos azules.

 

-Es en serio, una de las damas lo dijo, él podría... morir- murmuró afligido ante esa horrible posibilidad.

 

-Él es un lemuriano, ya veraz que no es nada,  no somos tan fáciles de matar- lo contrarió el menor esbozando una comprensiva sonrisa, sabia que si existía algo importante y sacro para su compañero de armas, eso era su maestro.

 

-Deja de dar vueltas y ya dime si me vas a ayudar o no- exigió Cáncer colocando agresivo su índice sobre la tersa frente.

 

Shion negó ligeramente con la cabeza, quiso repetir que no tenía caso que se preocupara tanto por eso, que Sage estaría bien pronto, que... quiso decir unas cuantas cosas, pero Manigoldo no le dio tiempo ni a mover los labios. Furioso y apresurado el cuarto guardián abandono el templo de Aries sin siquiera pronunciar una despedida mínimamente formal.

 

***

 

Los ases de plata que emitía la luna eran la única luz que velaba sus secretos propósitos. Acomodó el casco en la caja y llevó las manijas hacía su hombro.

 

- ¡Es una pésima idea!- exclamaron a su espalda.

 

-No es tu problema.

 

-La orden es muy severa con aquellos que abandonan el santuario.

 

-No lo abandono, apenas consiga eso, volveré.

 

-Es una fábula Manigoldo.

 

-No me importa lo que pienses, córrete de mi camino.

 

- ¿Planeas caminar hasta allí?

 

-Digamos que si, ya que cierto cobarde solo sirve para estorbar- lo enfrentó con una acusadora mirada.

 

-Es una absoluta tontería... deja tu armadura, la reprimenda será peor si saben que saliste con ella- advirtió el ariano encaminándose hacia la puerta.

 

La mística plata astral golpeo de lleno sobre la etérea forma de su cuerpo. Una larga túnica blanca y un rojo chal alrededor de su cuello era lo único que revestía los exquisitos contornos de su figura resplandeciente.

 

- ¿Qué haces sin armadura?- inquirió sorprendido el santo de Cancer.

 

- ¿A que crees que vine? Apresúrate, debemos buscar un lugar apropiado desde donde transportarnos- pronunció el otro indiferente abandonando la habitación.

 

***

Desplazarse a través del espacio bajo las indicaciones de "por ahí" no era algo fácil. Había un tenue sol en ese rincón del mundo, las nubes eran pesadas cortinas que presagiaban un mal día. El viento azotaba sus cuerpos.

 

- ¿Por donde?

 

- ¿Cómo quieres que sepa? Tú dijiste que era por estas montañas- se desentendió molesto el rubio.

 

-Se supone que creciste aquí.

 

-Te dije que no creo en esa fábula.

 

-No es fábula, mi maestro me lo dijo. Él solía contarme historias acerca de eso.

 

-Manigoldo, pase muchas tardes de mi infancia buscando con Yuzuriza y Tokusa esa dichosa fuente de agua curativa... no la encontré, no es más que un cuento de nuestro pueblo.

 

-No me extraña que un cabeza hueca como tú no pueda encontrar algo, no se como haces para no perder piezas de tu armadura- se burló el mayor revolviendo la dorada cabellera.

 

-Vamos-soltó mordiéndose los labios para evitar comenzar una interminable discusión.

 

***

Frustración, decepción, desilusión.

 

-Mierda- masculló hundiendo su puño en la reseca fuente.

 

-Lo intentaste, será mejor que regresemos- musitó colocando una mano sobre el hombro.

 

-Aun no.

 

-Es tarde, en el santuario ya nos deben estar buscando.

 

-No.

 

-Esta seco, no tiene caso. Vámonos- exigió imperativo.

 

-No.

 

-Manigoldo- pronunció visiblemente irritado.

 

-Idiota, cobarde, vete si quieres, no te necesito- presumió enfrentándolo.

 

- ¿Y como volverás?- le recordó sosteniéndole la mirada.

 

- ¿Te importa?- lo increpó atrapando su antebrazo.

 

Shion se sobresaltó, le molestaba esa mirada penetrante.

 

-Parece que si... se que te importa- aseguró confiado haciéndolo retroceder hasta una pared rocosa.

 

Una ligera cortina de lluvia empañó sus miradas. El tibio aliento de Cáncer cerca de su rostro. Su provocativa voz. Sus hirientes palabras. El calor de su cercanía. El recuerdo de fraternales abrazos... honestos. El inocente cariño que el tiempo convirtió en deseo.

 

- ¿Por qué viniste conmigo? Si creías que era una fábula, si te exponías a violar reglas, si se supone que...- la broma murió en su garganta ante la inesperada acción del adolescente que posó sus labios en los suyos.

 

Lo observó absorto. Lo rechazó. Se alejó cruzado de brazos.

 

Shion permaneció cabizbajo contra el muro de piedra. El cielo embravecido rugía, hilos eléctricos poblaban en parpadeos instantáneos el frío aire. Su cabello empapado cubría gran parte de su rostro y ocultaba su vergüenza. Esos sentimientos eran solo para él, eran su secreto, eran su miedo y su verdad. Eran su falta. Se escabulló despacio, no quería verlo nunca más, no toleraría una burla, no sobre eso.

 

Esa declinación del terreno era fértil, sus pies se ungían en los mojados charcos. Gotas de lodo salpicaban su ropa.

 

-Shion-obedeció involuntario a la conocida voz. Se detuvo nervioso, debía pensar una mentira que lo excusara. Debía...

 

Un agarre sobre mi chal, una seda escarlata que se desliza suavemente alrededor de mi cuello. El pavor. El deseo. Mis pasos que quieren huir y acaban cediendo bajo su peso. La lluvia que no cesa de empañar nuestros labios que se acercan. El pasto que cruje bajo mi espalda. Los dedos que trepan por mis brazos, los besos que marcan mi cuello.

 

Mi secreto.

 

La ansiedad que recorre mis nervios. Tus ojos azules como perlas imantadas que me atraen. Los delgados labios que anhelo y me buscan y me encuentran y me devoran.

 

Mi deseo.

 

La presión de tus labios, el desquicio. El placer de que te entierres en mí boca. Las ansias. Te apartas, la soledad. Te desnudas, el deseo. La lluvia salada que recorre los senderos que esculpen cada uno de tus músculos.

 

Mi verdad.

 

Las caricias que me dibujan, el tacto que me quema, la verdad que escapa por mis labios, mi secreto es que...

 

..."Me importas" piensa Manigoldo mientras sus cuerpos se funden, la conciencia desaparece, el éxtasis se propaga.

 

***

Los potentes rayos del sol lo obligan a despertar. Esta solo. Mejor... quizás. ¿Qué decir?

 

-Lo tengo- murmura una voz alegre a su espalda, en sus manos un frasco repleto de un cristalino liquido- la lluvia lleno la cuenca de agua- explica depositándolo en la mano del santo de Cáncer.

 

Un ligero roce de dedos. Dos manos que se entrelazan.

 

-Hora de volver- musita el santo de Aries antes de cerrar los ojos.

 

Una ligera caricia en el rostro. Dos bocas que se tocan.

 

Dos figuras que se desvanecen en el aire.

Notas finales: Ojala les haya gustado, ya se que no hubo mucha trama pero bueno, personalmente me dejo bastante conforme y me saco las ganas de XXX que tenia XD.

Como siempre cualquier cosa me avisan, Grax por leer. Besos!!!

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