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Memorias de Hotel por loca_cool

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Notas del fanfic:

ESTE FIC ME PERTENECE

Notas del capitulo: CCOMENTEN

El hotel.

No es mi hogar, pero al mismo tiempo duermo en su lecho y me arropo con sabanas que dieron candidez a muchos más penosos que yo, acolcho mi cabeza en una almohada llena de esencias de pensamientos ajenos, piso el frio suelo de cerámica poco costosa que una vez fue el soporte de mercenarios y pobres sin lugar propio asi mismo, veo una película repetida y aburrida solo para conciliar el sueño cuando las pastillas no hacen efecto y como fiel obrero sigue su plano, yo sigo mi rutina escrita en mi pentagrama.

Las personas pasan a mi lado, no los conozco pero son mis vecinos aliados que muchas veces me abran oído resoplar o quejarme por el fría agua culpa de la vejez de este edificio. Mis vecinos, no los conozco, no se sus nombres ni sus condiciones, solo sé que viven a mi lado y tal vez me hayan mirado sin ser capaces de levantar una mano debilitada y con una boca con aliento a café, musitar un ligero saludo que me acompañe en esta soledad.

El hotel Le Paris, asi se llama, nombre que insinúa a la burguesía y a lo fino y costoso, y con un nombre tan elegante es más que un hotel añejo, con pinturas adulando a la moda Europea, más viejas que importantes, muebles con sucia pegado y un místico toque colonial que combina perfectamente con sus toques de somnolencia y parsimonia. El hotel le parís, la Tuna de Oro de Garmendia, para mí solo una morada más que cuida mi cuerpo del azote de la noche helada.

Sus dulces trabajadores con ojeras en su mirar te sonríen amablemente día a día, noche a noche, tarde a tarde, mañana a mañana. Cansados, estresados, artos de subir y bajar los tres pisos del hotel con jarras de agua con hielo y toallas lavadas humildemente, atendiendo los caprichos de los huéspedes. Al igual que las mujeres que con sus manos empolladas limpian con todo su sinceridad los pisos y habitáculos, tienden las camas con una nueva sabana, limpian los baños, restriegan las pocas cosillas viejas que hay.

Y de tantos empleados que ya eh visto sus caras y costumbres, solo me aprendí el nombre de uno de ellos, y es mujer y tal vez sea la única que demuestra su cansancio y humildad en sus mirar y te sonríe sinceramente con sus labios y te levanta su mano llena de sorna para darte el saludo que tal vez tengas en todo el día. Se llama Karina y no se mucho de ella, pero es la única que merece ser nombrada en este texto, no es que los demás sean menos, pero es la que más ha sido sincera, pues me demostró con sus tranparentes ojos lo que es…solo una más en el hotel Le Paris.

Al igual que yo, al igual que todos.

En el mueble del Lobby yace medio dormido el dueño del hotel, un hombre que pocas veces me ha saluda o conectad la mirada con mi ser, siempre con una camisa a botones, una boina de esa que usaban en los tiempos de la Mafia, pantalones sostenidos con una correa y con una mirada llena de cansancio vigila a sus empleados y tal vez, recuerda como era él Le Paris es sus primeros días.

La mayoria son solo personas de pocos recursos que pueden apenas costear un Hotel dos estrellas. Otros son vagabundos que buscan dormir en un lecho después de haber sido lanzado a la calle por su mujer. Algunos son mercenarios que al no encontrar reservación en un hogar de cama de oro, se tuvieron que conformar con este humilde lecho. Y pocos cuentan una historia diferente, absurda pero siempre pareciendo a la de los demás, pero al final, ningún poseía un hogar.

Y este albergue con sus muertos-pues varias se han arrancado la vida sin disimulo- y con sus añejadas posesiones, les ofreció un hogar, uno con pasillos pulidos con sudor, con camas tendidas con esmero, con algún lujo, con personas llenas de café amargo y con visible itinerario, con sus paisajes que poco apetece visitar y pinturas; regalan un día para dormir con calor y no con frio.

Recordare siempre su olor típico.

Recordare bien el largo pasillo que daba algo de miedo recorrer.

Recordare bien a los dos empleados de estirada corbata que sonreían a cada minuto.

Recordare fielmente a las mañanas con desayuno de hojaldre y jugo natural y a los típicos murmullos que a veces se colaban.

Pero siempre recordare al Le Paris y a la Habitación 105, pues al final fue un hogar cuando no tuve ninguno… 

 

Notas finales: XD espero que les haya gustado

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