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Una vida sin tí es una perdición. por keroberos91

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Notas del fanfic:

Bueno, pues nada. Espero que os guste ^_^

CAPÍTULO 1: El viaje.

Abro los ojos con una fuerte opresión en el pecho y las lágrimas amenazando con salir sin control de los mismos. Otra vez he tenido ese sueño, y sigue siendo tan cruel como siempre, pues aún no he podido superar la idea de perderle.

…l me salvó la vida, y yo le dejé ir, pudiendo haberle detenido. Sin embargo fui muy idiota. Si le hubiera dicho que se quedará, me habría hecho caso y me habría seguido protegiendo durante toda la vida, una vida que, ahora que él no está, no tiene sentido.

Noto las lágrimas, que han sido capaces de romper la barrera que intentaba mantener, surcar mi rostro al recordar su cara, su voz..., una voz tan penetrante y grave que siento siempre junto a mí, como si él todavía estuviera aquí. Cierro los ojos, dejando que las lágrimas caigan, ahora que no me puede ver nadie.

Toc-toc. Alguien llama a la puerta de mi cuarto, pero no pienso contestar, quiero quedarme aquí, en mi soledad, esperando a que algún día pueda dejar de llorar cada vez que te vuelvo recordar.

-Zoro – una suave y dulce voz acude a mis oídos débilmente a través de la puerta. - ¿Estás despierto? - Seco mis ojos a sabiendas de que en cualquier momento, la puerta se va a abrir, dejando paso a la única persona que conoce mi secreto. Tal como predije, la puerta se abrió y una joven de oscuros cabellos y tez pálida, que llevaba puesto un pantalón ajustado y un bonito camisón lila, entró de puntillas en la habitación. Ella era mi hermana, Kuina, que mi miró con los ojos llorosos al ver mi lamentable estado. - Otra vez ese sueño... -Suspiró pesadamente y con una sonrisa me abrazó, apoyando mi cabeza sobre su hombro para permitirme llorar sobre él en silencio. Yo la agradecía mucho estos gestos en ella que demostraban que sentía un gran amor por mi.

Cuando la fuerte opresión cedió, levanté la cabeza y la miré. Sus ojos también llorosos denotaban que sufría la verme llorar y que sufría con lo que sucedería unas pocas horas después, razón por la que ahora se encontraba en mi cuarto. Sin cruzar ninguna palabra, se aferró a mi llorando. Ahora me tocaba ser a mí quien se mantuviese fuerte, mientras ella lograba desahogarse. Finalmente fue capaz de hablar, aún entre sollozos.

-No te vayas Zoro, por favor – me suplicó. Sus lágrimas mojaban mi pecho. Para mi también era muy duro dejarla allí, pero no tenía más remedio. Donde iba no era un lugar al que una niña como ella pudiese ir. Iba a emprender un viaje por distintos lugares del mundo, para encontrar a una persona que ni siquiera sabía si seguía viva. Mi mano se apoyó en su nuca en un cariñoso gesto.

-Lo siento – dije, en un intento de consuelo – Tengo que hacerlo. Puede que sea la última oportunidad que tenga de ser feliz.

Lejos de consolarla, mis palabras hicieron que sus sollozos aumentaran. Mientras seguía intentando que se sintiera mejor, mi mirada se desvió hacia la ventana, donde el sol había empezado a salir, un hermoso sol que no era capaz de equiparar el destello y la dulzura de sus dorados ojos.

-Debo irme, Kuina. - dije mientras empezaba a separarme de ella para preparar mis cosas mientras sus ojos me penetraban suplicantes. - No te preocupes, volveré lo antes posible – Ese último intento había sido, sin duda, el más efectivo para poder tranquilizar a mi hermana. Había llegado el momento, te voy a encontrar.


En la salida del pueblo, los rayos del sol habían salido completamente, quedando todavía una cierta oscuridad cubriendo la zona. Faltaba poco para que la gente del pueblo empezara a aparecer, y cuando eso sucediera, él no pensaba estar allí.

Llevaba una simple y pequeña mochila colgada en la espalda, con algo de dinero y provisiones hasta llegar a la ciudad más próxima donde re-abastecerse. Su ropa ajustada marcaba su monumental cuerpo, fruto de muchos años de entrenamiento. Y, por supuesto, la preciosa espada que su hermana le había regalado por su décimo octavo cumpleaños. Con paso decidido se dispuso a salir del pueblo, sin mirar atrás para no arrepentirse de dejar allí a su hermana, que le estaba mirando desde un punto fijo.

-Cuídate Zoro. - sus palabras me dieron ánimo para continuar mi camino. Para continuar hacia ti, porque en le fondo de mi corazón, sabía que algún día te encontraría, porque una vida sin ti es una perdición.

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