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XX MD por Aphrodita

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Notas del capitulo:

Darle las gracias al concurso del mes de mayo de Retos Ilustrados que me ayudó a inspirarme para hacer estos MD, espero que sean de su agrado. En esta ocasión, como lo prometido es deuda: Ichigo & Uryuu.

 

Uno:

 

Terminó de trazar el último tramo de hilo naranja y azul para más tarde sonreír. Luego su rostro se agravó ¿Le gustaría a Kurosaki? ¿Sería la clase de pulsera artesanal que usaría? Aun más preocupante ¿Por qué le estaba haciendo una a él? Volvió a sonreír y a admirar su acabada obra de arte.

 

Dos:

 

Lo miraba y no podía creer que ese jean gastado le marcase tanto el paquete y esa camisa horrenda resaltase sus apetecibles músculos.

Sentía como su propio pene latía dentro de los pantalones.

 

—¿Qué tanto miras, Ishida? —investigó molesto.

—Nada —ajustó los lentes—, lo patéticamente vestido que estás hoy, como siempre. ¿No tenías algo peor en tu guardarropa?

—Púdrete.

Ishida sonrió de medio lado.

—En verdad —reiteró con una pizca de énfasis—esa ropa es espantosa, quítatela.

 

Tres:

 

El viejo artilugio: Ichigo bostezó y estiro su brazo con el fin de rodear el cuello Uryuu. Éste lo miro con seriedad, un largo segundo, para luego ajustar los lentes y pronunciar:

 

—¿No se te pudo ocurrir algo más inteligente y menos obvio?

—Que ganas de arruinar el momento —chistó con el ceño fruncido.

 

Cuatro:

 

Ishida era mal mentiroso, ya lo sabía, pero en esa ocasión se le había ido la mano excusándose respecto a la fotografía de Inoue explicando que se había hecho trozos porque accidentalmente alcanzó las paletas del ventilador… de techo.

 

Cinco:        

 

Jamás había pisado el departamento de Ishida, ese era un gran paso, sin dudas.

Le hizo pasar revelando el mismo nerviosismo, le pidió que se pusiese cómodo mientras terminaba de prepararse.

 

Necesitaba aligerar la tensión; aburrido barrió visualmente toda la habitación. Caminó unos pasos hasta otro cuarto, sobre la mesa de luz un pote de algo que le llamó la atención.

 

—¿Qué haces revisando Kurosaki? —cuestionó alarmado al comprender lo que tenía entre sus manos.

 

El pote de lubricante íntimo resbaló de sus dedos a causa de la sorpresa. Esa había sido una buena manera de romper el hielo.

 

Seis:

 

Kurosaki, con su ceño fruncido, seguía en la penosa tarea de aguardar por la milagrosa posibilidad de que Ishida se cansase de leer. Pero eso nunca ocurría. Hastiado espetó:

 

—¿Sabes qué, Ishida? Me voy a mi casa.

El otro ni lo miró.

—Bien. Nos vemos mañana en la escuela.

El shinigami plegó más la frente, herido en su orgullo acotó antes de dar la vuelta:

—Bien. Dile al libro que te folle de ahora en más.

—¡Espera Kurosaki! —el compendio voló por los aires.

 

Ishida corrió detrás de él; ante determinados placeres, el de la lectura podía esperar.

 

Siete:

 

Extendió con duda y evidente nerviosismo lo que llevaba en la mano.

 

—¿Esto?

—Para ti —gruñó desviando la vista.

—No como dulces.

—¡Ah, cretino, encima que te traigo algo!

—¡Yo no te pedí nada Kurosaki!

—Vete al demonio —intentó quitar la mano pero Ishida se lo arrebató de ellas.

—Gracias —susurró con una vergonzosa sonrisa.

 

Observando el alfajor reparó que así debían sentirse las chicas cuando sus novios le hacían el primer presente. Debería empezar a acostumbrarse a la idea aunque él no fuese “chica” ni Ichigo su novio.

Era una agradable forma de dar ese primer paso.

 

Ocho:

 

Perseverancia era lo que caracterizaba a Ichigo. Ishida eso no podía negarlo, le había ganado por cansancio; por una vez dejó el orgullo de lado para admitir sentirse derrotado ante un shinigami. Le entregó su corazón en bandeja de plata.

 

Nueve:

 

La ira no le había permitido ver que el abrazo entre Inoue y Kurosaki había sido sólo una manera que ella encontró para felicitarlo por su nueva relación con el Quincy.

Ya era demasiado tarde para enmendarlo. ¿Dónde había quedado el viejo Ishida? Gritar así, como un histérico, en medio del salón, haciéndole una escena de celos al shinigami. Ahora no sólo su amiga estaba al tanto de la unión, sino todos sus compañeros.

 

Diez:

 

Ichigo dejó el lápiz. Ishida lo miró.

 

—¿Por qué 1 + 1 es 2? —fue la extraña pregunta del shinigami.

 

Uryuu le respondió con toda la calma e ironía que supo reunir, pero la interrogación no se refería en concreto a la lógica.

 

—¿Por qué 2? ¿No puede ser 3? ¿Quién decidió que sería 2?

 

Ishida frunció el ceño y luego rió negando. A veces Ichigo tenía salidas a lo Inoue, acercó su rostro al de él y depositó un beso en sus labios.

Ahí entendió. 1 + 1 es 1, la matemática no tenía nada de lógica.

 

Once:

 

Tic-tac, otro segundo que moría transformándose en minutos.

Tic-tac, otro minuto transcurrido que se convertía en horas.

Tic-tac, otra hora… tres en total desde que se había ido.

 

El reloj estaba empecinado en recordarle lo imposible de volver el tiempo atrás.

 Lo había perdido, ya no más su voz en el departamento, los gemidos colmando el reducido espacio, la música que solían escuchar. Ahora sólo le hacía compañía el odioso tic-tac.

 

Doce:

 

Miedo. Pero este era muy distinto al que podía sentir ante un examen escolar, a un rechazo o frente a la impasible figura de su padre; incluso al terror que se puede experimentar en una guerra de esas magnitudes.

 

Miedo; al comprender que quizás ya no vería más sus ceño fruncido, ni toleraría sus modales de simio.

 

Miedo, ante la idea de perderlo por y para siempre sin siquiera haberle confesado.

¿Y por qué no lo había hecho antes de ir a Hueco Mundo? Claro, por miedo. Uno muy exiguo y distinto al que sentía en ese momento.

 

Trece:

 

Había leído sobre el tema, había practicado en solitario, pero recién entonces, corriéndose en la boca de Kurosaki alcanzaba a entender lo magnificencia de un orgasmo… Ahora quedaba descubrir los otros placeres, esos que no se hallan en los libros ni a solas.

 

Catorce:

 

—¿Falta mucho?

La aguja se volvió a clavar en su pulgar.

—No me apures Kurosaki si quieres que quede bien.

Pero lo cierto es que su trabajo estaba siendo desastroso, al menos al ojo clínico. Finalizó con la última puntada y le extendió la camisa. Ichigo la escudriñó y el corazón del Quincy palpitó.

—Quedó perfecto, gracias —dijo con desidia.

—Ahora por favor vístete —rogó.

No sabía si lo ponía más nervioso que Ichigo le hubiese pedido un favor, el detalle que le cosiese algo a él por vez primera o tenerlo para sí solo con el torso desnudo.

 

Quince:

 

Ichigo los contempló en silencio, primero con asombro, luego con gracia, más tarde con duda. ¿Qué hacían Ishida e Inoue SOLOS observando el atardecer en el río? Negó con la cabeza, quizás esos dos estaban embrollados en algo.

No supo por qué pero la idea le atormentó.

Y ellos, como dos buenos amigos, compartían una pena y un amor observando al cielo anaranjado. Aquel cielo cuyos colores les recordaba al chico de pelo exótico que apesadumbrado se alejaba de ellos.

 

Dieciséis:

 

—¡Tregua! ¡Tregua! —clamaba Kon bajo el yugo de un Kurosaki envestido en su traje de shinigami.

—¡Maldito, le vuelves a poner una mano encima y te mato! —había visto el beso justo a tiempo.

Ishida permaneció a un costado como mero espectador.

—¡Y tu! —el Quincy se sobresaltó al notar que se dirigía a él—¡chico inteligente que sabe reconocer reiatsu´s! —ironizó virulento—¡Es hora de que empieces a diferenciarnos!

Ishida asintió, no era su culpa estar enamorado, ergo, enceguecido. Quizás necesitaba lentes nuevos o dejar de estar tan distraído.

 

Diecisiete:

 

La búsqueda no había dado sus frutos, maldición. ¿Dónde la había dejado? No podía ser tan descuidado ¿y si alguien la llegaba a encontrar? ¿Qué pensarían? Bueno, descubrirían la más desgarradora verdad.

¡Horror!, había sido desenmascarado, y para ennegrecer el panorama justamente por Ichigo.

 

—¿Buscas esto?

Entre sus dedos la foto.

—N-no, eso no es mío —mintió ajustándose los lentes—¡¿por qué voy a querer una foto tuya Kurosaki?!

—Eso mismo me pregunto yo.

 

Ishida, acalorado, abrió la boca para insultarlo con todo el aire de sus pulmones pero el otro, aprovechando esa abertura, lo silenció con un beso.

 

Dieciocho:

 

El orden no altera el producto, la matemática era infalible y lógica. Que Ichigo fuese abajo lograba el mismo efecto en ambos que cuando le tocaba a Ishida ir.

 

Diecinueve:

 

Lo sacudió llamándolo despacio reiteradas veces.

 

—Mhm… —gruñó el sustituto dando la vuelta.

—¿Kurosaki, estás despierto?

—Ahora sí —abrió con pereza los ojos—¿Otra vez no puedes dormir?

 

Pero antes de que Ishida le hubiese contestado empezó a roncar. Despertó de súbito al sentir la mano estimulando su pene y en menos de lo que canta un gallo Uryuu se estremecía sentado sobre él. Cayó rendido por el orgasmo a un costado y relajado se dejó acunar en los brazos de Morfeo, mientras que Kurosaki se contentó con mirar el techo, ahora preso él del insomnio.

 

Veinte:

 

Frunció el ceño más de lo usual, no podía ser posible, o Ishida era demasiado inteligente o alguien se lo había dicho.

—Deja de mandarme notitas de amor Kurosaki. En primer lugar es cursi, en segundo, inmaduro.

—¡Quincy creído! ¡¿Te piensas que yo…?! —fue interrumpido.

—Tu ortografía es pésima —sonrió, triunfante—, eres el único que hace el “ro” como un tres y el “ta” como un nueve.

Malditas clases de caligrafía que nunca había querido tomar. Uryuu rió por dentro preso de felicidad, a veces Kurosaki podía ser muy tierno detrás de esa dura fachada.

 

 

Fin

 

Notas finales:

Sobre el primero: Los que leyeron “Yo me bajo en Karakura” notarán que tiene mucho que ver. Desde ya, primero existió el MD, después se hizo fic xD. Sobre el último diré que es un argumento de un fanfic mío de Get Backers, casualmente el personaje descubre al otro porque su hiragana es muy particular (inspirado en mi misma porque por muchas clases de caligrafía que he tomado mi “ro” sigue pareciendo un tres, maldición).

 

Muchas gracias por leer, espero que les haya gustado =) La siguiente tanda será Byakuya & Renji, avisados. Por el momento sigo escribiendo los fics heteros que salieron en el Sorteo de Bleach xD Me queda Aizen x Hinamori y la verdad es que le tengo muchas ganas a esa pareja.

 

Besos.

 

2 de mayo de 2010

Merlo Sur, Buenos Aires, Argentina.

 


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