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Decadencia Divina por AkiraHilar

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Notas del capitulo: Luego de la enfermedad, solo queda la recuperación y el encuentro entre ellos. ¿Qué ocurrirá?
El sonido de su respiración era hondo, profundo y agitado. Parecía que viniera corriendo de un largo camino y estaba sin aire. Podía escuchar desde su lugar el latir veloz de aquel corazón que parecía desbocado y el ligero temblar de su mano aún puesta en la manilla de la puerta. Asmita lo sabía, estaba allí. Y tal como lo esperaba, Defteros estaba hecho un manojo de nervios. No lo culpaba. Lo que había ocurrido en medio de esa fiebre era algo que ambos no esperaban aflorar en ningún momento. Simplemente una cosa llevo a la otra, las palabras fueron dichas casi sin pensarlas y sus acciones… esas fueron desbocadas como consecuencias de esas verdades. El mismo admitía que también estaba nervioso ante ese encuentro, pero reconocía también que lo estaba manejando mucho mejor que su compañero.

Virgo sabía que si las cosas seguían tan tensas como el ambiente que los rodeaba, Defteros no lo soportaría y terminaría huyendo. Por ello, exhalando el aire de sus pulmones lentamente por sus labios, dejo escapar parte de su propio apremio y ladeo un poco su rostro, hacia atrás, con una sincera sonrisa.

-Buenos días Defteros… -sintió un golpe de aire en sus pulmones al verlo, sentado sobre sus rodillas, volteando para él, sonriendo -. Tiempo sin verte.

Defteros dudo un momento sobre cómo responder. ¿Recordaría lo sucedido? ¿Aquellas palabras? ¿Lo de que “era importante”? Inseguro de cómo continuar se quedo en silencio, no sabiendo cómo reaccionar ante él, pero al mismo tiempo ansioso de acercarse. Era terror, era deseos, era tranquilidad, era la búsqueda de la comodidad que lo había acompañado durante tanto tiempo… ¿qué era lo que buscaba al final en esa habitación? ¿Qué esperaba en esa persona? ¿Protección? ¿Redención? No hallaba como responderse.

-¿Qué sucede? ¿Por qué no pasas? -Esas palabras, de nuevo lo habían traído a su realidad, esta vez para observar el rostro extrañado de él, quien parecía estar aún esperando por su respuesta.

-Asmita… -Defteros estaba en una encrucijada hasta que oyó esas palabras. Sintió que las cosas serían normales, Asmita actuaba normal. Lo más seguro es que no recordaba nada de esos dos encuentros. Sintió dentro de sí un leve desgarro al pensar que no habría cambio, pero fue mucho más su alivio que ello -. No, no me pasa nada… Solo… que me sorprendiste.

El gemelo soltó la manilla de la puerta, cerrándola tras su espalda y viendo a su compañero que había volteado su rostro al frente, mientras que tomaba algunas cosas con sus manos. Poco a poco la tensión del momento había cedido y hasta pudo convencerse de que no había pasado absolutamente nada para preocuparse. Asmita estaba bien, ya el templo de Virgo se podía sentir con la misma calma… no había nada que temer.

-¿Qué haces fuera de la cama? ¿Ya estas totalmente bien? -Asmita comprendió en el tono de voz de esas preguntas que ya Defteros se había calmado y se sentía en confianza- Creo que deberías descansar un poco más.

-Ya estoy bien. Estaba arreglando mis libros, parece que entre la conmoción desordenaron todo.

-Debiste dejar que las doncellas se encargaran…-respondió Defteros acercándose lentamente, aún preocupado por su bienestar-

-Sabes que no me gusta que extraños toquen mis pertenencias. Prefiero hacerlo yo mismo… -Dejo entre ver su blanca mano a través del manto que lo cubría, asintiendo un poco el espacio vacío a su lado, llamando la atención del gemelo- ¿Quieres ayudarme?

-Si…

El mayor se sentó a su lado, tal como se lo había consentido Asmita y tomo dos libros entre sus manos, pasando finamente sus dedos entre las letras grabados en el cuero. Observo luego que Asmita los apilaba de forma extraña, todos ellos parecían formar un piso en espiral que se levantaba como una torre de conocimiento. Asmita medía muy bien como los iba colocando, tomando en cuenta el ángulo y la separación entre las cubiertas para que diera la sensación de una escalera en espiral. No pudo evitar verlo de cerca, grabarse los movimientos de su rostro y de sus manos mientras se concentraba en su faena, casi ensimismado. Inmediatamente sintió que algo parecía unirlo irremediablemente a él, una corriente eléctrica que lo sacudió en el momento que Asmita poso su rostro hacía su dirección, serio, calmado, tranquilo.

-¿Me pasas el otro libro? -pregunto el rubio con serenidad, haciendo que Defteros volviera en sí y se lo extendiera sin más.

Asmita al sentir las letras del lomo entre sus dedos, hubo algo que termino de sacudirlo. Esas letras y las imágenes que estaban allí podían palparla bien. Kamasutra, muy lejos de lo que originalmente se piensa, es un libro que habla mucho sobre como su cultura veía las relaciones amorosas. No solo es un manual erótico, es un manual de las relaciones, una biblia con consejos para poder disfrutar la gloriosa etapa sensual y amorosa del hombre con aquel amado. “La unión divina”, Asmita sonrió pensando en ello, dejando el libro de lado y pidiéndole a Defteros el siguiente. Al mayor el libro dejado de lado le causo curiosidad.

-¿No lo vas a acomodar? -pregunto Defteros confundido

-Luego, en su tiempo lo pondré en el sitio que merece -Asmita acomoda el nuevo libro en la pila con dedicación y continúa -. ¿Sabes que el orden en que voy apilando estos libros tiene un significado? Cada vez que siento que hay algo que debo acomodar en mi vida, recurro a esto… a los libros donde tengo el conocimiento, para organizarlo de la forma en que debería organizar mis pensamientos. Es como un recordatorio. Mi forma de ir buscando las verdades…

Defteros veía la torre armándose entre sus dedos, largos y delgados, muy diferentes a los propios. Se pregunto si el hecho de que los estuviera acomodando solo era porque estaban desordenados o porque debía reacomodar ciertas cosas en su interior. Los pensamientos poco a poco se iban despejando en él, sintiéndose más confiado en el ambiente, como si todo fuera como antes.

-¿Alguien ha logrado conseguir todas las verdades? -pregunto Defteros, buscando oírlo hablar un poco más… le agradaba escucharlo.

-Buda encontró una verdad para alcanzar el nirvana-respondió Asmita con una sonrisa, mientras continuaba con su cometido-. Se dice que primero disfruto de todas las atenciones y los bienes de la tierra y eso no logro satisfacerlo. Intento entonces desprenderse de todo acudiendo a las abstinencia y no hallo su respuesta allí. Pronto entendió cual era su camino, el camino del medio, el perfecto equilibrio entre los placeres mundanos y el vacío espiritual…

Defteros no podía dejarlo de escuchar. Parecía que la melodiosa voz de Asmita, que ya había recuperado su tono dócil y suave, mas no por ello débil, era como un analgésico para sus ansias. La sola voz de él parecía ser suficiente para adormilarlo en un sueño placido, confiado, tranquilo de lo demás. Prestaba atención, si, pero le costaba una enorme fuerza de voluntad intentar no desviar su vista al movimiento de esos labios que de nuevo, se veían rosados.

-Muchos me entregan el titulo del “más cercano de los dioses”. Sinceramente no me molesta, pero tampoco considero que puedan ver en mí la imagen de un dios.

-Para mí te has ganado el título merecidamente…-murmuro Defteros, dejando salir las palabras por inercia

-Tal vez… pero no soy más que un humano… solo un humano en búsqueda de la verdad… -Asmita fija su atención en el rostro de Defteros, convirtiendo de esta manera su breve interpelación en algo más personal -. Solo soy un hombre, que tiene dudas y busca sus respuestas. Esta etapa me permitió responder a una de ellas.

El viento que entro como un breve soplo por la habitación, agitando el flequillo de Asmita y la alborotada cabellera de Defteros, suavemente, casi como una caricia. La conversación de un momento se volvió más íntima.

-Existen distintos niveles de consciencia en el hombre. Más de lo que podrías imaginar… Durante mi enfermedad estaba en un estado de consciencia distinto en el que suelo estar. Sé que hice y dije cosas incoherentes, pero todas ellas partían de la misma esencia. Pude recordarlas todas luego de un esfuerzo… -Las palabras dejaron de escucharse para Defteros, que en silencio, se dejo apresar por el estupor, viéndolo fijamente. ¿Qué le estaba diciendo? ¿Qué recordaba todo lo que paso? -. En todas ellas había una razón y una verdad.

Asmita sintió como al decir esas palabras, el corazón de Defteros se acelero de forma desproporcionada. El gemelo se alejo un tanto de él, aún sentado, pasmado de la impresión y aunque Asmita lo podía ver a través de sus sentidos, estaba decidido a continuar.

-… Me costó mucho, no he meditado desde que me he repuesto simplemente armando los retazos de mi memoria para entender… para entenderlo -El corazón de Defteros latía con más fuerza, su corazón se agitaba con fiereza en su pecho. Asustado, el gemelo lo interrumpió.

-Asmita… creo que, debo irme -Eso fue más de lo que quería escuchar. Un espadazo que sin permiso traspasó el pecho del rubio -. Creo que deberías descansar… y yo debería venir… en otro momento…

“¿Huiras entonces?” -Se pregunto Asmita a sí mismo al bajar su mirada al suelo. -Defteros… cuándo Manigoldo me atrapo en su templo, de no ser por haber sentido tu presencia no hubiera podido reaccionar… sentí que estabas a punto de salir a defenderme…

-Eso… eso fue…-el gemelo se encontraba atrapado ante sus propias acciones, las que surgieron desde su interior…

-… Me alegre mucho… pero no podía permitir que te pusieras en peligro por mí… por eso dije lo que dije… por eso… -Defteros sentía que su garganta se secaba a su paladar, abrumado, nervioso, acorralado escuchando al protector del sexto templo, hablando francamente… -. Todo lo que dije fue cierto. Todo lo que pedí también era lo que deseab…-Asmita sintió en su cosmos que Defteros no lo soportaría, ya estaba buscando la forma de huir a sus palabras-

-Asmita… Me iré…

Defteros se levanto, cortando rápidamente las palabras de Asmita y dirigiéndose tan rápido como pudo a la salida, y cuando intento caminar hacia la puerta fue sujetado por su antebrazo con fuerza, por la mano de Asmita. El contacto, para ambos, electrizo los sentidos, penetrando por sus poros y circulando por su torrente sanguíneo hasta sacudir la base nerviosa de sus cuerpos. El silencio… solo continuó un silencio sepulcral que pareció haberse tragado en el mismo todas las palabras. Defteros se quedo de pie, sintiendo las corrientes en su cuerpo a través de ese simple contacto férreo mientras Asmita, adolorido, se había quedado callado en espera de alguna reacción por parte del gemelo que nunca llegó.

-Gracias… -dijo Asmita a modo de despedida, en un susurro casi en tono de suplica -, gracias por haberme ayudado en la casa de Cancer y Leo -y eso fue suficiente para enviarle a Defteros otra cantidad de reacciones eléctricas a través de su piel ­-. Espero que regreses pronto.

La mano de Asmita que sujetaba el brazo grueso y fuerte de Defteros, bajo delicadamente, a modo de caricia, hasta caer al suelo. Defteros no se quedo por mucho tiempo. Abrumado por tantas cosas en su mente y cuerpo, salió en silencio de la habitación, del templo de Virgo, hasta detenerse en las sombras del vacío templo de Leo. Se paralizó allí, un segundo, buscando nivelar y controlar sus impulsos. ¿Qué había sido eso? ¿Qué significado tuvo? ¿Todo lo que dijo, lo que hizo, entonces fue real? Las preguntas no tenían cabida en su mente.

Se sentó en las sombras, aún asustado, culpable de sentir lo que siente y a soñado con él, desconcertado con las palabras de Asmita y que parecían tratar de decirle algo, algo que él no estaba preparado a escuchar y mucho menos de aceptar. Algo que le desarmaba por completo. Es cierto, había deseado más atenciones de él, pero estaba resignado a no recibirlas, y de ser lo contrario, a recogerlas como un acto de misericordia. Además, era el más cercano a los dioses, uno cuya divinidad no debía ser mancillada, que ha visto como algunos pocos de sus compañeros han intentado acercarse y ha sido en vano. Disfrutaba de su presencia consciente de ello, callando durante algún tiempo esos anhelos escondidos que durante esas semanas se habían intensificados.

Oculto su rostro cubierto entre sus manos. La cabeza parecía palpitarle al mismo ritmo de su corazón. Si lo que decía Asmita era cierto, si todo lo que hizo y dijo correspondía a la verdad, a su misma esencia manifestándose… ¿entonces cuando pidió ese abrazo de verdad lo deseaba? ¿Ese fuerte agarre a su espalda era lo que buscaba? ¿Cuándo le dijo que era “importante para él” era cierto? Defteros no podía más, se dejo caer sobre sus pies viendo hacía un lado, recordando lo que había sucedido a tan solo unos metros de donde se había sentado, muchas noches atrás. Recordó cuando Asmita le dijo que lo estaba buscando, que pensaba que huía de él… recordó como con su toque le gritaba que no se separaban… ¿Qué buscaba Asmita de él?

Entre el desconcierto, la impresión, la desolación, pasaron varios días. El otoño parecía arrastrar con fuerza el calor de verano y se agitaba sobre ellos con fuertes lluvias torrenciales. Asmita pronto lo entendió, mientras que se colocaba pacientemente su armadura dorada, por primera vez, desde que cayó desmayado en su propio templo. La vista del cielo desde su ventana estaba nublada, la amenaza de lluvia era latente pero aún así ya consideraba que era correcto proseguir con sus labores. Era momento para presentarse ante el patriarca y ofrecer su gratitud por la preocupación mostrada. Se atavió su inmaculada capa blanca y dejo caer sobre ella su brillante caballera dorada, conforme se preparaba para abandonar la habitación. Antes de dar la vuelta, con sus dedos palpo la portada del primer libro en su escalera de conocimiento apilado. Fue una caricia, a modo de recordatorio, que tomo antes de partir.

El aire a pasto húmedo era confortable para su sentido. La suave humedad de los charcos que aún estaba sobre las escaleras le producían sonidos agradables al ser pisadas por sus botas doradas y se concentraba en sentir el aire húmedo agitar sobre su rostro. Ya estaba mejor, y finalmente había entendido muchas cosas de sí mismo. Conforme subía cada escalón sentía que dentro de él y todo su rededor las cosas se iban apilando y tomando forma, una tras otra y sin prisa alguna. También comprendía que el hecho de que Defteros no hubiera ido a verlo durante ese tiempo, desde aquella conversación en su habitación, tenía un significado intrínseco. …l no estaba preparado. Sonrió un tanto esperanzado… no importaba… había mucho tiempo.

La conversación en la cámara del patriarca fue bastante serena. El sumo pontifique tuvo mucha amabilidad en preguntar su estado, y darle tiempo de reposar más tiempo si lo veía necesario. Luego de su despedida, Asmita baja los escalones hacía la casa de Piscis, donde sintió de inmediato el perfumado oleaje de rosas que la rodeaban. Virgo se dejo arrastrar por la sensación, sintiendo que en mucho tiempo no había sentido tanta paz junta y simplemente dejo que el viento arrastrara sobre él cada uno de los pétalos, sintiendo entre una sonrisa de gozo el rozar de uno por su mejilla y el sonido de su capa moviéndose. Pronto se dio cuenta que el doceavo protector había salido para recibirlo, y sabiendo la gran ayuda que había significado su intervención, salió a su encuentro, pidiendo el permiso acostumbrado.

-Veo que ya estas mucho mejor… -comento Albafica con mirada perdida hacía el horizonte, reclinado a una de las últimas columnas de su templo y dejando que su cabello fuera abatido por los fuertes vientos -. Todos estuvimos preocupados.

-Agradezco mucho eso, pero afortunadamente es otra etapa superada. Quería darte las gracias personalmente. Por tu intervención la medicina me ayudo a reponerme sin problema.

-No hay nada que agradecer…

Albafica se quedo en silencio, solo degustando el aroma de sus fieles compañeras, esperando que Virgo abandonara el templo. Para su sorpresa, lo que hizo Asmita fue quedarse de pie, haciendo exactamente lo mismo que él, disfrutar del aroma de las rosas. Por un momento Albafica se sintió contrariado, incomodo, ante la cercanía de alguien muy a pesar que Asmita estaba en una distancia más que prudencial. El silencio del rubio le hizo entender que no tenía ánimos de molestar, pero tampoco de retirarse y la situación se afianzo en el momento que Asmita simplemente se sentó sobre sus rodillas en el suelo, respirando hondamente el aroma del lugar.

-¿No piensas regresar a tu templo? -pregunto Albafica de forma dócil pero decidida, algo indignado por la invasión de su espacio

-Aún no, no te he dado las gracias.

Los ojos azules del pisciano lo miraron extrañado, sin entender a que quería llegar su compañero de largas cabelleras doradas. Sin embargo, tampoco tenía fuerza de simplemente echarlo, no le molestaba mucho sentir que había alguien más en el templo. El silencio pronto solo fue el único audible en el lugar, junto con los dos latir que se iban sincronizando con el paso del viento y los respirar que parecían ir al mismo ritmo. Pronto Albafica había sentido algo sumamente especial en ese silencio, una dulce paz, algo que no podía definir. Pensaba en ello, meditaba en esa sensación de dulzura que podía respirar en el ambiente.

-¿No es reconfortante? -Susurro Asmita como en un murmullo, en medio del trance en que se había convertido el estar sentado allí por ya casi una hora. Albafica solo lo vio de reojo, no queriendo desconectarse de esa hermosa atmosfera que rodeaba sus sentidos - El sentir, que hay otro corazón latiendo con el tuyo. Otro respirar tomando el mismo aire. Otro más en el vacio del templo… simplemente eso…

Las palabras de Asmita parecían difuminarse con el viento y aún así alcanzar los pensamientos de Albafica, quien entendió claramente el mensaje, el agradecimiento y finalmente esa sensación. Dedujo que simplemente era paz consigo mismo, compañía al mismo tiempo. De alguna manera, de forma mágica si se podría decir. Los dos santos se habían conectado a través del silencio y la sola idea de saber que no estaba solo en su templo empezó a agradarlo a límites insospechados por el mismo.

Sin embargo, para Asmita las palabras le traían ciertas nostalgia y al mismo tiempo, esperanzas. Memoraba las largas horas en las que se sentaba al lado de él, simplemente escuchándolo, estudiándolo, comprendiéndolo. Aquello que empezó primero como una curiosidad innata, luego como una preocupación infantil, interés inocente y ahora… un algo… todavía no hallaba como definirlo… pero seguramente era algo más de lo que podría deshacerse… Defteros de seguro lo sabía.

No supo cuanto tiempo paso, pero ni Asmita ni Albafica tenía intenciones de detenerse por ello. Simplemente se quedaron en silencio, disfrutando la compañía de un igual. El tiempo que pudieran.

Cuando Albafica volvió en sí fue gracias a un trueno que irrumpió de lleno todo el cielo sobre ellos, revelando que pronto caería una fuerte lluvia. No tuvo necesidad de decir nada, Asmita había entendido por entero el mensaje de la naturaleza que ya le avisaba que debía regresar a su templo. Con una despedida a las distancia, en silencio, con solo gestos, Asmita se retiro hasta su templo. Bajo sin problema hasta que al casi llegar al templo de Libra, la lluvia apremiante cayó sobre él. Pensó en un momento en si debía esperar que esta pasara pero viendo que ya faltaba poco, solo se quito su capa blanca y la uso de protección para cubrirse y así llegar hasta su templo. Al entrar, sintió su presencia al instante.

Defteros había decidido ir ese día a su encuentro luego de haberlo pensado mucho y no llegar a ninguna conclusión. Aunque tenía miedo de enfrentarse a esas palabras de Asmita, también tenía una enorme necesidad de sentirlo cerca y eso lo había impulsado a abandonar el templo de géminis, actualmente vacio por las labores en la ayuda médica de Rodorio, para ir hasta el templo de Virgo. Reviso el lugar confirmando que no estaba siquiera su dueño y extrañado, se quedo en las sombras esperando. Ya cuando vio caer la lluvia y había perdido la esperanza entonces vio venir ese haz de luz que rasgo la oscuridad del templo, para luego mostrar a su santo protector, cayendo arrodillado, con su cabello empapado y su capa sobre él. Se quedo inmóvil, de pie en una de las columnas viendo como Asmita había llegado en esas condiciones, visiblemente mojado. Sacudió la capa hacía un lado y tomo todo su cabellera dorada para exprimir la humedad y fue allí, que sintió su presencia.

Sus corazones palpitaron fuertemente en ese momento.
Notas finales: Se suponía que debía acabar aqui, pero se me estaba hacuiendo muy largo y aún hay cosas que cerrar, así que en el 11 terminará. No quise recortar nada porque me parece que esta es la parte importante que determina su futura relación.

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