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Decadencia Divina por AkiraHilar

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Notas del capitulo: Luego de una Recaida, el estado de Asmita sigue empeorando. Al punto de hacerlo atacar en medio de alucinaciones…
Habían pasado ya dos días desde la recaída de Asmita, y las cosas estaban lejos de verse mejor. Las machas siguieron apareciendo, los dolores aumentaba, la fiebre llegaba a puntos inexplicable obligando que entre baños helados y el cosmos de Degel estuvieran en constante alerta. Los delirios y alucinaciones no cesaban. Incluso una noche levanto su cosmos con fuerza, obligando que El Cid y Aspros actuaran. Su habitación estaba hecha un desastre. …l mismo estaba hecho un desastre.

El patriarca había bajado esa mañana de su cámara para ver el estado del dorado, luego de comprobar que efectivamente no estaba en buenas condiciones. Al entrar, Aspros y El Cid se ponen de pie, para luego hacer su respectiva reverencia, evidenciando en sus rostros un gran cansancio. El anciano de siglos se acerco lentamente hasta el joven, observando abrumado el semblante decaído que este tenía y entendiendo que la situación era critica.

w22;Debo admitir lo complacido que estoy al verlos aquí, cuidando de su compañero de batalla. Este tipo de acciones hablan mucho de ustedes, Santos de oro El Cid de Capricornio y Aspros de Géminis.

w22;Gracias. -murmuraron los dos al unísono

w22;¿Cómo ha sido el avance?

w22;Asmita de Virgo ha tenido varias recaídas, pero hemos intentado aliviar su estado. Degel ha estado aquí día y noche controlando su temperatura para evitar que colapse como aquella noche -comento El Cid, poniendo al patriarca al tanto de los adelantos.

w22;Gran Patriarca, del pueblo pudimos traer unas hiervas medicina que alivian un poco el malestar, pero la situación en Rodorio es algo criticaw22; Respondió Aspros con rostro apesumbrado, mostrando mucho dolor en su voz w22;. Aunque fui solo a buscar algo para calmar el dolor de virgo, creo prudente que luego de encontrar la causa de su estado, ayudemos a Rodorio a superar esta crisis.

w22;Me parece correcta tu apreciación, Aspros. Entonces apenas podamos encontrar algo para aliviar los síntomas de Asmita, estableceremos una comitiva para ayudar a Rodorio. Eso es algo que nuestra diosa Athena aceptaría con gusto-Aspros asintió complacido a la voz del patriarca-. Kardia de Escorpio no estaba en su templo, ¿Aún no ha llegado?

w22;No señor -Respondieron al mismo tiempo

w22;Cuando regrese, le avisan que quiero verlo. Estaré al tanto de la mejoría del Santo de Virgo.

Luego de la salida del patriarca del templo de Virgo, ambos santos intercambian mirada furtivamente, sabiendo de las consecuencias que tendrá que enfrentar Kardia en su regreso.

Defteros seguía esperando en géminis cualquier noticia que su hermano pudiera entregarle sobre el estado de Asmita. Sabía todos los contratiempos que habían tenido, y como su hermano se había visto afectado por ellos. Tristemente las cosas no parecían mejorar y para él los días se hacían eternos, las horas inalcanzables. Lo extrañaba.

Los sueños con Asmita nunca habían sido tan impuros y pecaminosos como en esas noches. Su cuerpo se encendía con las imágenes que su cerebro creaba en su descanso, imágenes que ardían en su memoria al despertar y activaba, cruelmente, su miembro instintivo que buscaba a aquel que deseaba y no tenía a su lado. No lo entendía, no entendía porque su cuerpo y mente de repente se vio asaltada por los deseos carnales y mundanos, desviviéndose ante la idea de corromper al dios inmaculado, rebajarlo a la figura de un hombre. Antes lo más que se había atrevido a soñar sobre él era en la idea nimia de tocarlo o solo darle un beso, simple, sin tantas complicaciones. Pero después de aquella noche que lo tuvo en sus brazos, hirviendo de fiebre, húmedo, con sus ropas plegándose sobre su piel, buscándolo el espacio entre sus brazos; algo se desato en él. Algo insano, algo prohibido, algo que jamás debería dejarle entrever.

En ese momento, memora la divina presencia de ese hombre que gustosamente le regalaba un poco de su cosmos cálido para cobijarlo. Que en unas muy pocas veces había usado su pase trascorporal para besarlo, como una manera tierna de darle cariño. Porque estaba convencido, que detrás de esos dulces besos astrales no había, en ninguna medida, deseos carnales como los que él sentía. De seguro en ese hombre no podrían despertarse esos obscenos anhelos. Si él se enterara de los impuros encuentros en que se ha convertido en protagonista, jamás lo soportaría. La misma vergüenza lo obligaría a abandonarlo para siempre, antes de ver el rostro de decepción o de molestia en él. Ese rostro…

Defteros cayó en cama, al borde del colapso mental tratando de enterrar tantas imágenes indecorosas que gobernaba sus pensamientos. Dejar de sentir el tentativo roce a esa piel húmeda que tuvo en Leo, el calor de esa piel que lo busco en la oscuridad y esa voz, diciéndolo que lo buscaba. Esas palabras que hablaban como si fuera para él, él como decía cosas que jamás diría estando consciente, eso que nunca haría en sus cabales. Lo triste, es que quizás lo olvidaría… quizás olvidaría esas palabras, ese abrazo que él mismo busco en su cuerpo, esa expresión de profunda tristeza que le clamaba que no lo abandonara… todo, de seguro, al ser causado por un delirio, sería olvidado, enterrado, arrancado de raíz de los recuerdos de Asmita.

“Si, como siempre… tú sano, fuerte, como un dios. Y yo, yo… yo escondido, siguiéndote… yo…”

Serán las cosas como siempre… con eso Defteros había construido de nuevo ese abismo que los separaba… con eso, él solo se conformaba con escurrirse en su templo en las sombras, verlo de lejos, meditando, sentándose a su lado, escuchándolo… Solo eso, solo las horas de silencio en donde su corazones se conectaban en el mismo canto, sus respirar se coordinaban, sus mentes se acercaban… nada más… sus cuerpos seguían separados entre la sombra y la luz.

Entre tanto, en el templo de Cancer, Manigoldo hizo una mueca muda mientras desviaba su vista hacia un lado, nada agradado con la orden que tenía que obedecer. Aspros de Géminis, con rostro cansado, estaba frente a él denotando una expresión seria, buscando así captar un poco de respeto del irreverente santo, que por ser discípulo del Gran Patriarca se creía lo suficiente como para hacerle ese gesto inconforme a una orden del mayor.

w22;Dile a otro, ¡no soy enfermero! - murmuro el italiano escupiendo a un lado rascándose la cabeza, aburrido de solo pensar en obedecer esa orden.

w22;Déjame ver si puedo ser claro… Esto NO es negociable -Sentencio géminis con mirada autoritaria, no dejándose amedrentarw22;. Degel, El Cid y yo hemos estado día y noche cuidando de Asmita de Virgo, pero nuestros cuerpos están agotados, así que siendo el que está más cerca de él te quedarás a cuidarlo mientras reposamos.

w22;¡Pero no iré solo! ¡Me moriré de aburrimiento! -Se quejo el cangrejo hastiado w22;¡Que se venga el borrego conmigo!

Aspros subió una ceja ante la tentativa condición, dibujando una sonrisa irónica en sus labios, con expresión cómplice.

w22;Oh, ya veo que tu y Aries hicieron las pases de nuevo.

Manigoldo desvió la vista un poco ruborizado, pero haciéndose el desentendido.

w22;Nada de eso.

Aspros suspiro un poco antes de salir del templo de cáncer, repitiendo la imperactiva orden que Cancer tendría que cumplir. El cangrejo se fastidió, nervioso pensando en que tendría que quedarse solo en la habitación con Asmita luego de lo ocurrido hace varias noches. “Me llevare al borrego” -Se dijo dentro de sí, para evitar cualquier percance.

La fiebre otra vez volvía a subir, Asmita de nuevo escuchaba esos pasos. Se vio tentado a seguirlos, a seguir las voces conocidas que lo llamaban, pero se detuvo al recordar las palabras de Defteros en el templo de Leo. Esos pasos eran por su fiebre… Defteros no podía acercarse a él. Los pasos seguían oyéndose, llamándolo, clamándolo, pero no hizo caso de ello. Se enfoco en la idea de curarse tal cual se lo había pedido el gemelo. Si se curaba, las cosas volverían a ser como antes… ¿Quería que fuera como antes? …l único alivio que sintió al frio que atormentaba a sus huesos fue cuando Defteros lo tuvo en sus brazos. Incluso, quería sentir ese abrazo una vez más. Hacía mucho, mucho tiempo que ambos no se habían acercado de esa manera. Desde que sus cuerpos crecieron, desde que sus pieles creaban chispazos que los obligaba a alejarse… desde que ya no eran niños, no había sentido mucho de él.

Asmita también lo sabía, estaba consciente que Defteros había crecido, mucho más que él. Aunque el gemelo es mayor y siempre había mostrado mayor contextura, también era notable su crecimiento y aún sin poder verlo, lo había percibido. Detecto el incremento de su fuerza que aún en el mínimo agarre sujetaba lo que fuese. Noto el cambio del ritmo de su corazón, el de su olor corporal, el de su respiración, el del sonido de sus pasos. Cuando fue a tocarle el rostro aquella mañana, también pudo notar ese chispazo en su piel en el momento que Defteros lo atajo tomando sus dos brazos. También pudo sentir como a pesar de poner su mano de forma elevada apenas le había tocado el pecho, denotando así la altura del gemelo respecto a sí mismo. Su voz había cambiado, más gruesa, mas grave, a pesar de su tono cuidadoso y sumiso que mantenía acostumbrado. Ambos habían crecido, no podía negarlo… como tampoco podía negar la soledad que sentía en ese momento. Se quedo dormido de nuevo, pensando, analizando, escudriñándose a sí mismo para encontrar en el fondo su más intimo secreto.

-Manigoldo, se puede saber para que me traes aquí? - Pregunto Shion molesto, viendo que el cangrejo lo había arrastrado hasta el templo de Virgo, de forma muy extraña. De algún modo le hizo recordar ese “supuesto beso” que no le hizo la menor gracia

-Aspros me ordeno que cuidara de la maldita rubia enferma y ¡no me pienso quedar solo con ese saco de peste!

-¿Y qué tengo que ver yo en todo esto? - Refunfuño el ariano sintiéndose nada complacido con la idea de cuidar a un enfermo

-Mmmm, ¿Cómo te explico? ¿No te gustaría cambiar de ambiente?

El rostro de Shion paso por varios colores hasta instalar el rojo vivo que enmarco sobretodo en sus mejillas, haciendo que esos graciosos puntos por un momento no se vieran tan visibles. Apenas y pudo reaccionar, echo dos pasos hacia atrás aturdido de la vergüenza.

-¡Qué diablos andas pensando Manigoldo! ¿Ni siquiera respetas que Asmita esta…?

-¿Enfermo? ¡Qué más da si se muere! ¡Traerán de ese lado a otro anómala reprimido para usar su lugar! -respondió el italiano con picardía -. Además, ¡si nos ve ni se acordará! A duras penas y puede recordar su nombre

-¿Estás loco? No…

-Dime que no te excita la idea… -murmuro en tono bajo el cangrejo, acercándose rápidamente al rostro sonrojado de Shion, quien aún no salía de la impresión, de forma traviesa.

-Esto no tiene que ver con esas cosas Manigoldo - replico Shion atolondrado, nervioso luego de que su mente volátil se haya encargado de mostrarle el cuadro que sería semejante aventura

-Será divertido…

No sabía cómo, pero Shion precisamente termino dentro del cuarto de Asmita, en la pared, manteniendo distancia y sintiendo detrás de él un pilar de libros, con algunos en el suelo, mientras Manigoldo revisaba el paño tibio y la temperatura del paciente. Echo un leve vistazo a los libros que estaban en el suelo, tomando especial atención a aquel cuya portada tenía dos cuerpos unidos de extraña forma. Llamado por la curiosidad, lo tomo del suelo, y lo abrió luego de reincorporarse, impresionándose inmediatamente y dejándolo caer en el acto. Manigoldo lo vio extrañado luego de darse cuenta que las mejillas de Shion, de nuevo, estaban al rojo vivo, evitando cruzarse con su mirada.

-¿Qué hay en ese libro?

Shion bajo el rostro, dejando que los cuernos de oro taparan sus mejillas, para liberar un “nada” algo ahogado. El gesto le pareció inquietante al dueño de cáncer, quien decidido, fue a ver que era lo que tenía el dichoso libro que luego Shion tomo y escondió detrás de él.

-Vamos Borrego de dos patas, ¡muéstrame el maldito libro! -Alzo la voz el italiano sin la mínima consideración hacia el paciente

-No es nada…

-¿Cómo que no es nada?

-¡No es nada! Y deja de gritar, ¡despertaras a Asmita!

-¡Yo grito cuando me cante la gana! -refunfuño el mayor ya molesto -¡Muéstrame el maldito libro ese o te lo quito a la fuerza!

Shion molesto, lo empujo con una de sus manos y salió corriendo con el libro, provocando que el cangrejo lo siguiera y lo atajara en el pasillo. Un forcejeo de manos, que más que violento era sensual, los estuvo entreteniendo en el lugar, sin darse cuenta que el ruido había despertado a Asmita, de nuevo, mareado.

Al mismo tiempo, Defteros veía a su hermano dormido, muerto de cansancio, en la cama. Se sentó a su lado, observando las bolsas de cansancio que circunscribían sus ojos, aquellas que denotaban las horas de sueño perdido. Pensaba en las palabras de su hermano, en el estado de Asmita que parecía empeorar, en su propia impotencia. Desde allí, seguía alerta sintiendo el cosmos de Asmita, vigilándolo, de lejos. Fue así, que se dio cuenta del cambio brusco…

La luz se escurrió en el pasillo donde ya Manigoldo había lanzado el libro al suelo para detenerse a besar a Shion, cosa que tuvo que dejar de lado cuando vio que el paciente había salido de su habitación, aturdido. Shion no aguantaba la vergüenza, al ver que efectivamente, como temía, alguien los encontraría, mientras que Manigoldo más bien parecía molesto por la intromisión. Asmita estaba de pie, extrañamente inmóvil, con algo de cosmos que lo rodeaba.

-¿Otra vez jugaras a las escondidas, Virgo? -Dijo Manigoldo acercándose sin precaución, buscando jalar el brazo del paciente para hacerlo ir a la cama. Al tomarlo, el cosmos de Asmita se agito vehementemente, creando una esfera de cosmos que lanzo a Manigoldo hacia la pared y asusto a Shion, mientras que su cabello se levantaba sin forma aparente por los cielos.

-¡Asmita! ¡Detente! - Grito Aries intentando alcanzar a Manigoldo antes de ser expulsados, traqueteando por el piso, hasta la otra parte de la sala del templo, velozmente.

El italiano observo pasmado la fuerza con la cual su compañero fue empujado, y en un acto de furia, busco someter al rubio que más bien agitaba su cosmos con mayor agresividad. Jamás había sentido un cosmos con tal nivel de poder y fuerza, mucho menos de él, por lo cual, intento mantenerse de pie a unos metros intentando vanamente de acercarse, Asmita estaba fuera de control.

Aspros se levanto asustado luego de sentir la fuerza cósmica que atravesó por dentro al templo de Virgo. No bien se puso de pie, su armadura de géminis se acoplo a su cuerpo y salió corriendo hacia el lugar para ver que estaba pasando, aunque ya tenía una idea de que era. Sintió que su hermano se había adelantado y ya iba saliendo de la casa de cáncer.

Mientras tanto, en Virgo, un Cristal Wall había protegido a Manigoldo de recibir de lleno ese ataque cósmico de Asmita, quien no medía lo que hacía en medio de su alucinación, ya que estaba atacando como si de enemigos se tratase. Shion apenas podía sostenerlo conforme el ataque del santo dorado se incrementaba hasta que finalmente lo hizo caer en pedazo y ser golpeado por la embestida.

-¡Maldito Demonio! ¡Cálmate de una vez o me obligaras a enviarte al infierno! -Grito Cancer enfurecido, dejando que las almas en pena que solía acompañarlo centellara a su alrededor, en un danzar agitado. Virgo seguía de pie, esta vez levitando unos centímetros del piso y con su cabello levantado moviéndose sinuosamente como fuego divino. La imagen que veía a través de sus ojos de ese hombre era siniestra.

-¡¡Sal de Aquí Manigoldo!! ¡Llama a los demás mientras lo detengo! -Grito Shion reincorporándose

-Maldita sea, ¡no te voy a dejar freír por esa basura!

No bien había terminado de hablar cuando otro movimiento de palmas creó una serie de ilusiones en todo el templo, para terminar desarrollando un remolino de cosmos que tiro a ambos hacia la pared, desprevenidos. Asmita no reaccionaba.

Lo que estaba viendo Asmita distaba mucho de la realidad. Se veía rodeado de esos enemigos que estaba esperando al iniciar la guerra Santa. Esos espectros, seres oscuros cuyo poder otorgado por el dios del inframundo les daba permiso para venir a la tierra y sembrar el terror. Se veía rodeado de ellos y sin vacilar ejecutaba su juicio divino sobre las almas en pena que los rodeaba, viéndose en un gran campo de batalla donde los enemigos se acercaban intentando alcanzarlo. Manigoldo al subir la vista pudo ver una sonrisa maliciosa en los labios resecos de Asmita, prepotente, activa, como si se enfrentara a insectos. Eso hirvió su cabeza.

¡SEKISHIKI KONSOHA!

Shion abrió sus ojos de golpe luego de que al grito del santo de Cancer, un fuego fatuo inundara a todo el templo de Virgo, acercándose peligrosamente a Asmita, el fuego creado por las decenas de almas que lo estaban rodeando para luego explotar, como pólvora encendida, alrededor del cuerpo del rubio.

-¡Estúpido que haces! ¡No lo lastimes! - Grito Aries desesperado, viendo como el humo no se disipaba

-¡El demonio ese nos matará si no nos defendemos!

Los dos callaron al ver lo que de repente los había acorralado. Imágenes de buda, cientos de ellas los había rodeado por completo. Manigoldo no lo entendía, pero Shion lo había reconocido. La técnica suprema de Virgo se estaba activando…

Cuando Defteros llego al templo, escondiéndose entre las columnas, vio los dos cuerpos de los dorados en el suelo inmóvil como si estuviera sumergido en una visión. Pronto, una ráfaga de cosmos los hizo ponerse de pie al mismo tiempo. El cosmos de Virgo estaba en límites incontrolables, amenazando con destruir todo a su paso. Si no hacía algo… Fue en ese momento que un poder con mayor agresividad interrumpió el ataque de Asmita, haciendo pedazo la ilusión y soltando de nuevo a los santos de Cancer y Aries al suelo. Los dos, asustados por lo que habían visto se quedaron sin habla, solo contemplando la capa blanca de géminis que se había interpuesto entre ellos y el ataque del sexto santo. Esta vez, Asmita no ataco.

El cosmos de Asmita se quedo quieto, en alerta, en espera de algo que Aspros no entendió. Géminis no perdió el tiempo y envió una señal para que los menores se retiraran sin quitar la vista del paciente, que aún en esa imagen desencajada de su rostro, mostraba un cuadro intimidante. Pensó en ese momento que definitivamente su participación en la guerra Santa seria admirable. Semejante cosmos haría estragos en el ejército de Hades. Siguió a los menores, viendo a Defteros detrás de las columnas que intento seguirlo.

-Defteros… -murmuro su hermano vigilando que los menores no lo notaran -. Quédate y verifica que no se mueva de allí hasta que regrese. De ser así tienes permiso de desmayarlo.

-¿Cómo? ¿Puedo…?

-En ese estado dudo que recuerde algo y si es así le hare creer que es una ilusión. Necesitare que hagas eso por mí.

El menor quedo de pie, abrumado ante el favor que su hermano le estaba pidiendo. Sabiendo la importancia que tenía como para que su hermano tomara esa decisión, se quedo en silencio y obedeció regresando a esconderse entre los murales y las columnas, asomándose un poco para ver la figura inmóvil de Asmita, con su cosmos aún ardiendo. Estaba alucinando… estaba alucinando en ese momento y no recordaría nada, pero le intrigaba el hecho de que se haya detenido ante la voz de Aspros. Intento acercarse, totalmente precavido en caso de que Asmita intentara atacarlo, con su mirada fija en el flequillo que danzaba sobre su frente roja, y en la expresión severa con sus mejillas sonrojadas por la fiebre.

-Defteros… -murmuro Asmita, como un susurro ahogado que encrespo al gemelo, deteniéndolo a unos pasos de él -. Cuidado, hay espectros por todo lados… -Defteros lo escuchaba, absorto, por un lado emocionado por poderlo ver de nuevo después de varios día y por otro, avergonzado por los sueños pecaminosos que había tenido con él. -. Quédate a mi lado… no dejaré que nadie te lastime.

Los ojos azules de Defteros se abrieron sorprendidos, escuchando esas palabras. Su corazón latía ahogado, lleno de sentimientos, embriagados de emociones que no sabía cómo controlar. Trago grueso y se acerco un poco más, extendiendo su mano sobre la mejilla que ardía de su rostro, levantándolo un poco, enviándole una mirada repleta de palabras en silencio.

-Pero estamos en guerra… -dijo el gemelo siguiéndole la corriente -. Yo también quiero pelear. No tienes que protegerme.

-¿Como que no? -respondió Asmita con una sonrisa torcida, repleta del dolor de su cuerpo y sujetando aquella mano morena con la suya, la cual quemaba. -Te he dicho… eres importante para mí.

El corazón de Defteros retumbo dentro de su pecho, sintiendo un golpeteo que inundo todos sus sentidos y lo habían dejado desarmado. Mayor fue la impresión, cuando sin previo aviso, Asmita se recostó en su pecho, rodeándolo entre sus brazos, con suma delicadeza, aún levitando, mientras que su cabello caía ahora a su espalda. Defteros quedo en silencio, impresionado, embargado, dejando que el asombro mismo viera forma a través de sus pupilas. Que los nervios lo convirtieran en una estatua de piedra.

Acto seguido, luego de abrazarlo, Asmita se desplomo entre los brazos del gemelo, producto de la fiebre…
Notas finales: Finalmente me detengo a comentar sobre la enfermedad de Asmita. Me base en los sintomas de la Fiebre Tifoidea, una enfermedad sanitaria que se contrae por los heces y los alimentos contaminados, que ha matado a mucha gente en el mundo por tratamiento tardío. Ya hoy en día existe vacunas pero para ese tiempo se desconocian. La enfermedad ataca con dos semanas de fiebre, delirios, sangrado en la nariz, dolores estomacales, alucinaciones, perdida de memoria, letardo, falta de concentración y dolor general. Si luego de las dos semanas no hay mejoria puede pasar a convertirse en incluso peritonitis o hemorragias en el tracto digestivo e intestinos. Asmita ya esta pasando a la segunda semana.

La planta que Albafica le habla a Kardia es un Canelo. Este arbol se reproduce principalmente en Chile y Argentina y tiene altas propiedades curativas para los sintomas de la fiebre tifoidea. Por ello es que dicen que el arbol es una reliquia para el dueño ya que lo traen de America.

^^ Fue dificil conseguir una enfermedad y al mismo tiempo una cura que me sirviera para esta epoca. Por lo general a las personas que les da esta fiebre desarrollan cierta inmunidad para no volverla a sufrir o sufrirla con pocos riesgos.

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