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MIS DORADAS NAVIDADES por Las sacerdotisas de Shun

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Notas del capitulo:

¡Hey, hola otra vez!

Bueno, este es el segundo one-shot de esta colección y también esperamos que les guste. 

¡A leer se ha dicho!

Aldebarán caminaba con agilidad por las populosas calles de Río de Janeiro, disfrutando de sus vacaciones navideñas. El calor era agobiante por el reciente comienzo del verano occidental, y el pavimento de las amplias calles parecía humear por las altas temperaturas.

 

Felizmente, su casa se hallaba en verdad cercana a la bellísima playa de Río, por tanto no solía sufrir de calor en demasía, y cuando la temperatura era por demás agobiante, sabía que podría darse un refrescante chapuzón cuando se le viniera en gana.

 

Sin embargo, ahora estaba buscando un regalo navideño y por eso se había alejado de su casa para recorrer las céntricas calles en busca de un presente que fuera perfecto para la persona a la cual estaría destinado. La única que había decidido acompañarlo en su viaje a Río de Janeiro, aunque había invitado a unos cuantos de los habitantes del Santuario.

 

En realidad los había invitado a todos, pero cada cual había aprovechado su libertad de la mejor forma posible: Mu, Shion y Kiki habían ido a Jamir, Hyoga y Camus a Siberia, Shiryu a los Cinco Picos con Dokho, Saga y Kanon se habían quedado en el Santuario, Máscara Mortal y Afrodita habían partido a Suiza e Italia, Seiya se había ido a Tokio a pasar las fiestas con Saori y Miho, etc.

 

Al final, el único que la había aceptado era Shun, deseoso por abandonar el Santuario y conocer un poco del mundo que su hermano recorría hasta el hartazgo. El Fénix tampoco estaba en el Santuario, pero como era su costumbre no había avisado a nadie nada y no sabían cuando regresaría o si lo haría a tiempo para las fiestas. Shun se había resignado a la idea de que no estaría a su lado, y cuando Aldebarán le había ofrecido partir de viaje a Río de Janeiro había aceptado a la primera.

 

Shun era un huésped excelente, no molestaba, no interrumpía, colaboraba en todo momento: limpiaba, cocinaba, lavaba, etc., aunque Aldebarán jamás se lo había exigido. Además podían conversar sobre los más diversos temas, para sorpresa del taurino. Shun se había revelado como un joven sumamente inteligente, capaz de hablar de la actualidad, de historia, arte, filosofía y literatura, todo por cultivo propio según le había explicado. Era un excelente lector y pese a las constantes batallas siempre dedicaba algún momento a leer los libros de la inmensa biblioteca de la Mansión Kido.

 

Dejó de divagar y volvió a concentrarse en la búsqueda de su regalo navideño para Shun. Llevaba casi dos días enteros dedicados a esa tarea y no había encontrado nada que lograra satisfacerle. Primero había pensado en regalarle ropa, después algún libro, después una joya, después un CD de música, etc., etc. Pero a cada regalo le había encontrado un defecto o le había parecido demasiado poco para una persona tan maravillosa.

 

De repente, en una tiendapequeña y casi olvidada en una esquina, una tienda oscura y bastante deteriorada, encontró algo que hizo iluminar su mirada y que lo llevó a decidir a entrar en ella, por más abandonada y vieja que pareciera.

Cuando llegó a la casa, escuchó un leve nivel de música desde la puerta de entrada, nada demasiado estridente y que pudiera molestar a los vecinos. Por el contrario, la melodía suave que inundaba el ambiente pertenecía a un grupo musical que Shun le había hecho conocer: Il Divo, un cuarteto musical que le había fascinado desde la primera vez que lo había escuchado, con una de sus canciones más conocidas: Regresa a mí.

 

La melodía no correspondía a esa canción, sino a otra, llamada Passerá, cuya letra era entonada en italiano. El fino y elegante lenguaje parecía completar la escena de Shun leyendo tranquilamente en un sofá de cuero negro, con una bandeja preparada con unos frescos sándwiches y unas bebidas frías.

 

-¡Hola! – Shun lo saludó de inmediato, con la sonrisa reflejada en el primer instante.

 

-Hola. Se ve que te gusta esa canción. Siempre la escuchas.

 

Shun asintió y se explicó brevemente.

 

-Es por lo que dice – y antes de que Aldebarán preguntara, agregó – no, no sé italiano pero busqué la traducción. Habla de que todas las cosas en esta vida pasarán, tanto las buenas como las malas y que la música siempre te acompañará. Me gusta mucho.

 

-¿No saliste a ningún lado?

 

-No. Preparé todas las cosas para hoy en la noche.

 

-No debiste molestarte – murmuró Aldebarán.

 

-¡No es ninguna molestia! Al contrario, has sido muy amable en invitarme.

 

Aldebarán se sentó, luego de asentir y no comentar más nada y buscando un libro se dedicó a leer y a observar a Shun con atención. Si Mu, su mejor amigo, lo supiera probablemente le daría una larga charla hablándole de lo impropio de la situación. Claro, porque Mu estaba felizmente enamorado de Shion y no sabía lo que era sufrir por un amor tan callado y secreto como imposible.

 

Amaba a Shun y lo había comprendido hacía mucho tiempo, con un amor callado, devoto, profundo y abnegado. Jamás se lo diría, nunca escucharía de sus labios ni la más mínima palabra de amor, pero siempre sería un amigo incondicional para él. Porque pese a las diferencias entre ambos, y a la sorpresa de sus amigos, Aldebarán y Shun habían logrado una gran amistad en la que primaba el compañerismo y el respeto.

 

Por eso se había esforzado en darle el mejor regalo de Navidad posible, porque quería ver ese bello rostro surcado por una de esas maravillosas sonrisas que Shun regalaba a todos los que lo rodeaban cuando estaba feliz.

 

                                                                  *             *             *

 

Cuando dieron las doce de la noche, Shun y él estaban parados frente al árbol de Navidad que decoraba el centro del salón con sus rutilantes luces de diversos colores. Al inicio de las bombas y cohetes de Navidad, Shun alzó su copa antes de brindar.

-Feliz Navidad, Aldebarán

 

-Feliz Navidad, Shun.

 

Las dos copas chocaron en el aire antes de que ambos bebieran un sorbo. Era una Navidad perfecta a su manera para ambos, eran nada más que ellos dos y sin embargo tenían una paz, una armonía y una calidez que la hacía única y maravillosa.

 

-¡Es hora de los regalos! – exclamó Shun aproximándose al árbol y entregándole a Aldebarán un paquete rectangular que pesó un poco cuando lo tuvo en sus manos.

 

-Shun, no debiste molestarte, en serio.

 

-Por favor, acéptalo. Es un detalle. Muy poco para todo el gasto que ha sido traerme aquí.

 

-Sabes que ha sido un placer que vinieras conmigo – indicó amablemente Aldebarán con una sonrisa.

 

- ¿No piensas abrirlo? – preguntó Shun un poco burlón.

 

-Tienes razón, lo lamento.

 

Aldebarán abrió el paquete y frente a él aparecieron una serie de CD’s que miró ansiosamente: Il Divo, Il Divo Encore, Il Divo Siempre, Il Divo Christmas Collection e Il Divo La Promesa, era toda la colección completa del grupo musical, cosa que era dificilísima por no decir imposible de lograr.

 

-Es maravilloso. ¡Gracias! – la sonrisa que cruzó el rostro de Aldebarán era sincera y profunda. - ¿Cómo los conseguiste? Estaban agotados cuando quise comprarlos.

 

-Ah… yo tengo mis recursos – sonrió Shun dejando todo en un aire de misterio.

 

Aldebarán a su vez tomó de abajo del árbol un paquete que le entregó con cuidado a Shun.

 

-Me costó mucho decidirme por un regalo. Espero que te guste.

 

-Me encantará. Estoy seguro.

 

Shun abrió el paquete y extrajo maravillado una pequeña esfera de cristal transparente en cuyo interior se encontraba una cálida escena. Era la pequeña cabaña de invierno, cubierta de nieve, pero lo más llamativo eran las dos figuras que estaban afuera de la cabaña. La primera era un conejo pequeño y blanco, con las orejas tenuemente rosadas en cuyos pies había un pequeño regalo envuelto. La segunda figura era un llamativo ave fénix, de color naranja intenso casi como el fuego verdadero. La mirada del fénix, estaba posada con preocupación en el pequeño conejo y a sus pies otro pequeño regalo se hacía presente. Era un bellísimo presente y Shun esbozó una grandiosa sonrisa.

 

-¡Es precioso! ¡Muchas gracias! – Shun se puso en puntas de pie y le regaló al poderoso Tauro un beso en la mejilla y un abrazo que le supieron a gloria.

 

Sí, Aldebarán amaba a Shun y por eso jamás rompería esa grandiosa amistad.

 

Notas finales:

Hasta aquí el segundo shot de la colección, ojalá les haya gustado, cuéntennos en sus reviews si esto les agradó o no, ya saben que sus comentario son las ofrendendas que le entregamos a Shunny en sus rituales, así que cooperen con la causa chicas.

Bueno, aprovechamos para desearles Feliz navidad, que se la pasen muy bonito en compañía de sus seres queridos.

Nos leemos pronto.

Ciao.


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