Hoy es Noche Buena, las calles ya están cubiertas de nieve y comienza a anochecer. Aún así hay demasiada gente afuera, corriendo de tienda en tienda en busca de los regalos atrasados.
Pero nosotros sólo caminamos, no tenemos un objetivo fijo, desde hace mucho que lo perdimos. Te miro un momento, tu atención está totalmente puesta es las luces que decoran los locales comerciales y hasta te has quitado los goggles para verlas mejor. Comienza a nevar, y cubres tus cabellos rojizos con un gorro bastante gracioso, el que creo que compraste cuando fuiste por mis chocolates hace unos días, pero eso no importa en este momento.
-Matt, ¿recuerdas cuando salíamos a contemplar las luces de las calles cuando aún vivíamos en Wammy? -Te pregunto, mientras recuerdo aquellos momentos.
-Sí, y que nos daba vergüenza tomarnos de las manos por el "qué dirán". Ni que advirtieran la presencia de unos chicos de la mano. -Me contestas, divertido.
Reímos, y me detengo esbozando una sonrisa. Me miras extrañado y te beso en medio de una masa apresurada de gente, un beso simple, pero duradero. Me empujas levemente hacia atrás.
-¿Qué haces? -Me preguntas alarmado.- Esto es muy distinto a tomarse de las manos.
-A la mierda con los homofóbicos. -Te contesto aún sonriendo-, y además ¿Quién advertiría a dos chicos besándose en medio de esta masa de gente?
Vuelvo a besarte y ya no me lo niegas. Nos cogemos de las manos y seguimos nuestro camino, llegando a una plaza ya plagada de pequeños con sus padres, los que rompen la rutina de esperar la mañana para abrir sus regalos. Nos sentamos en una banca y te ríes de la nada, "estás loco", pensé y sentí tu mano revolviendo mis cabellos.
-Tienes nieve en la cabeza. -Dices y luego me atraes hacia ti para besarla. Hurgas en tus bolsillos y me convidas un cigarrillo, no me gusta mucho fumar, pero de todas formas lo acepto y me recuesto en tu pecho, mirando el cielo.
La Navidad es una fecha importante, y me gusta vivirla contigo a mi lado, como siempre. No me veo sin ti y aunque no te lo diga... no puedo vivir sin ti.
El reloj da las doce y me abrazas.
-Feliz navidad. -Susurras a mi oído.
Estiras una de tus manos con un paquete mal envuelto. Que lindo detalle.
-Nosotros también romperemos aquella rutina. -Dices besando otra vez mi cabeza.
-Pero Matt, yo no tengo ningún regalo para ti. -Realmente no imaginaba que harías esto.
-No te preocupes por mí. Ten, ábrelo.
Lo cojo y desenvuelvo: un chocolate.
-Vaya Matt, no debiste molestarte. -Y no era un simple chocolate, con tan de ver su envoltura denotaba su elevado valor.- Al medio día me acompañarás a la tienda de videojuegos más cercana y elegirás lo que quieras, ¿Entendido?
-No te molestes.
-No es una pregunta o sugerencia. -Digo seriamente.
-Como digas... Hey mira, ya no hay nadie.
-Me doy cuenta. -Digo mirando hacia los lados, me doy vuelta y lo miro pícaramente.
-¿Mello? ¡Hey! No, aquí no.
-¿Qué? ¿Acaso quieres hacerlo aquí? -Dije serio, pero por dentro me daba risa por la forma que interpretas mis caras.- ¿Quieres acaso que me dé hipotermia? Eres un pervertido.
-No... -Te pones un tanto nervioso, por Dios, ¡como te amo!- Es que tú, tu cara...
-Claro. —Te interrumpo.— Hey, ¿me dejarás besarte, o no quieres que la gente nos vea? -Te digo burlón y sin esperar respuesta uno nuestros labios.
-¿Sabes? -Dice al separarnos.- Prefiero otro regalo y ni siquiera tendríamos que salir de casa. -Ahora el de la sonrisa pícara eres tú, yo sí que te conozco.
-Como sea... -Respondo y me abrazas fuerte.
Sé que eres un pervertido, pero es el único regalo significativo que te puedo dar en Navidad y obviamente el que esperas.