Le dolía el pecho y como no, si su mayor felicidad se convirtió en un verdadero infierno.
Lo amaba, lo amaba con todo lo que su pequeño y frio corazón daba, por ello podía aceptar todas sus peticiones pero lo que hizo había sobrepasado el límite. La base de su relación no solo constaba en la sinceridad si no también en la clandestinidad y él lo había derrumbado todo, todo lo que costó mucho tiempo construir él lo derrumbo con solo dos frases y en público, claro que no cualquier publico si no delante de los grandes.
Ahora debido a aquello estaba escondiéndose en el mundo real, había dejado todas sus responsabilidades a la deriva pero de seguro Matsumoto se estaba encargando de ellas. La vergüenza que sentía era demasiado grande como para quedarse en la sociedad de almas y soportarla.
Las horas pasaron y con ellas miles de lagrimas brotaron de sus ojos turquesas, ya había perdido la noción del tiempo recuperándola solo cuando sintió un cumulo de energía muy conocida cerca de su ubicación. Una especie de desesperación se activo en él y presa del miedo huyo, utilizo su shunpo al máximo y corrió por los tejados de las casas, las azoteas de los edificios y las copas de los árboles. Con la respiración entre cortada se detuvo debajo de un puente que casualmente estaba cerca de la casa de Kurosaki, ya nadie lo seguía, soltó un suspiro y resbalo su espalda por la grafitiada pared.
-¿Se puede saber por qué huyes?
La profunda voz del último hombre al que quería oír resonó en sus oídos. Se levanto y trato de escaparse de nuevo pero no lo logro, el era rápido pero esa otra persona lo era aun más.
-¿Por qué no respondes Touchirou?
Esos oscuros ojos siempre lo habían dominado, lo paralizaban y con tan solo mirarlos le propinaban una felicidad y un placer inigualable sin embargo ahora le transmitían miedo. Volvió a tomar aire y el recuerdo de que toda su vida se había arruinado por su culpa lo hizo llenarse de un valor que en parte era falso pero valor al fin.
-Vete…no quiero verte ¡lárgate!-grito desesperado.
Su acompañante soltó un suspiro y lo próximo que vio Hitsugaya fue un borrón.
-¿Tan malo fue lo que dije? Porque a mí no me pareció. Touchirou estoy cansado de esconderme, cansado de fingir que no ciento nadan cuando te veo por los pasillos o tener que aguantarme cuando te veo entre los brazos de tu sub-capitana. Eres mío y quiero que todos lo sepan, ya no me importan las reglas, las promesas o el que dirán… -dijo el mayor abrasándolo por la espalda.
Siempre era lo mismo, él lo arreglaba todo con unas simples palabras pero en esta oportunidad no sería igual, lo que había hecho era grave y era algo que no se podía solucionar una simples palabras…
-Te das cuenta que esto afecta nuestro trabajo, nuestra reputación, nuestras vidas –esta vez no grito, solo se limito a hablarle como si se tratase de un niño y no de un adulto, capitán y tan experto en la vida.
-¿Me amas? –pregunto el dueños de los fuertes brazos que lo apretaban con suavidad.
-¿acaso importa eso ahora? Estamos en una situación delicada ¡En estos momentos no importa si te amo o no! –grito Hitsugaya zafándose bruscamente de los brazos que lo envolvían.
-Si es importante así que respóndeme ¿Me amas? –insistió su acompañante
Hitsugaya derrotado, molesto y confundido cayo de rodillas y de espalda al hombre que lo acompañaba, ya no le importaba si se mostraba débil frente a él, ya lo había visto de muchas maneras embarazosas como para andar de orgulloso ahora.
-Si, te amo ¿Contento? Pero ahora dime de qué sirve eso sí lo más seguro es que ahora estén votando los capitanes para removernos de nuestros cargos.
-Confía en mí –susurro el hombre en su oído.
Sin darle tiempo de protestar lo volvió a envolver entre sus brazos y abriendo un portal para volver a la sociedad de alamas, desaparecieron. El portal volvió a abrirse pero en esta oportunidad en una habitación, una muy lujosa pensó Hitsugaya pero opto por no discutir, ya estaba lo suficientemente cansado como para hacerlo.
-Eres mío, solamente mío y si tengo que marcarte para que todos lo vean así lo hare.
En el centro de aquella lujosa habitación había una cama enorme y el cuerpo del pequeño capitán cayó en el suave colchón y unos segundos más atrás el semidesnudo cuerpo de su amante cayó sobre él.
Los besos y las caricias por parte de su compañero no se hicieron esperar, Hitsugaya comenzaba a perder la conciencia debido al placer que recibía, partes de sus ropas ya descansaban en el suelo del cuarto y el mantra recitado por su amante comenzaba a sedarlo “mío, mío” y tal vez fue eso mismo lo que lo volvió a la realidad.
Enfurecido le propino una patada en el estomago al hombre que le daba placer y fue tan repentino que esté no tuvo tiempo de apartarse para evitar el golpe.
-¡PARA! ¿Qué PARTE NO ENTIENDES? ¡POR QUE DEMONIOS SIGUES CON TODO ESTO SI SABES QUE ESTAMOS EN PROBLEMAS! ¿ES QUE ACASO NO TE DAS CUENTA? -el pequeño cuerpo del capitán parecía no poder albergar toda la furia que sentía.
La sorpresa de su amante paso a ser molestia también.
-¡No logro comprender tu molestia, dices que me amas y lo que haces es huir cuando te pido te cases conmigo! –gruño el mayor.
-¡Lo has hecho frente a todos los capitanes en plena reunión!¡Y por si no te has dado cuenta ambos somos hombres y si eso no te basta tu eres un noble Kuchiki Byakuya y yo solo soy… -no pudo culminar ya que los labios del capitán del sexto escuadrón se apoderaron de los propios en un demandante beso.
A falta del preciado oxigeno tuvo que separarse de los labios de su pequeño o terminaría asfixiándolo.
-Cuantas veces debo decirte que no me importa tu estatus social, cuantas veces debo decirte que te amo para que no estés tan inseguro, ¿Cuántas veces me puedes lastimar en un solo día Touchiorou?
La rabia había desaparecido con el beso, o al menos la de Byakuya. Hitsugaya se quede estático ante la última pregunta, no la comprendía ¿Cómo que cuantas veces podía dañarlo en un día? Cuando había sido él quien lo había lastimado preguntando algo tan intimo frente a los otros capitanes y descubriendo por completo el romance que ambos tenían…
-Parece que no me conocieras ¿me crees capaz de hacer algo tan imprudente a tal punto que nos haga perder nuestros puestos cuando es algo tan importante para ambos? Este tema ya es algo que había tratado con el capitán Yamamoto…nos descubrió hace tiempo.
Ante la repentina noticia el joven capitán quedo en un estado de shock, al salir de este su celebro comenzó a trabajar con una rapidez impresionante tratando de buscar una solución y Byakuya noto ese gran esfuerzo.
-Lo he solucionado y está todo bien. En la sociedad de almas hay muchas reglas pero ninguna de ellas prohíbe el que los capitanes se enamoren.
Era casi imposible imaginarse al recto e inalcanzable capitán Kuchiki Byakuya diciendo tales palabras pero era verdad, el capitán podría ser el hombre más frio y distante de toda la sociedad de almas pero cuando se enamoraba lo entregaba todo y no le importaba quebrantar reglas, promesas o lo que fuera, el siempre se las juega toda, aunque al final terminara lastimado.
Al ver que su Touchirou no decía nada el continúo hablando:
-No fue fácil que se aceptara nuestra condición y tampoco fue…difícil, solo debemos respetar una regla y es el mantener alejado nuestros sentimientos del trabajo y sinceramente eso algo que podemos hacer –Byakuya hace rato que se había apartado de Hitsugaya para darle espacio. –Lamento si la acción de esta mañana te tomo por sorpresa.
Hitsugaya sintió una mezcla de dolor, amor, rabia, felicidad, vergüenza, culpa y muchos otros sentimientos que no supo identificar. Las lagrimar volvieron a brotar y no sabía porque, se sentía más confundido que nunca, lo único que entendía es que podía estar con su amor sin ninguna restricción sin tener que volverse a esconder. Byakuya lo dejo llorar sin molestarlo y aunque no dijera nada el se sentía más confundido que su pequeño; cuando por la mañana le pidió que se casara con el frente a los demás capitanes Touchirou reacciono de la peor manera.
Los pensamientos de Byakuya fueron interrumpidos al sentir unos suaves labios en el cuello, repartiendo pequeños besitos alrededor de toda la piel que podía alcanzar. El capitán del sexto escuadrón no se esperaba aquella acción y mucho menos luego de la primera reacción pero no tuvo tiempo en seguir divagando en el carácter de su amante ya que la tibia boca ya no estaba en su cuello si no en medio de sus piernas propinándole hábiles movimientos que le arrancaron varios gemidos de placer al mayor.
Ya ninguno de los dos se molestaba en pensar lo que había ocurrido segundos, minutos u horas antes solo se concentraban en amarse mutuamente y a pesar que a Byakuya le fascinaba lo que estaba recibiendo el prefería estar al mando de la “Misión”. No transcurrió mucho tiempo para que ambos cuerpos cabalgaran desnudos entregándose en cuerpo y alma…
Hitsugaya estaba dormido sobre el pecho del Kuchiki, su blanco cabello estaba dispersado por la piel del mayor y algunos mechones aun estaban pegados a su frente debido al sudor. Esa era una imagen que a Byakuya le encantaba ver.
Las estrellas seguían titilando en lo alto del cielo. Cuando su pequeño despertara tendrían que hablar largo y tendido primero sobre el haberle escondido lo del capitán Yamamoto y seria una plática muy larga a la cual no podría escapar pero el luego se encargaría de otro tema que tenían pendiente, por los momentos se conformaba con verlo dormir y ver como aquel anillo dorado brillaba en el dedo anular de la pequeña mano derecha.
Byakuya no pudo evitarlo y esbozo una sonrisa, al fin de cuentas no importaba cuantas trabas hubieran en su camino, Touchirou Hitsugaya seria oficialmente de él.
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