- Debe estar por aquí... debe estar por aquí...
- Qué estamos buscando - pregunté sin entusiasmo... con ánimo de cerrar los ojos y desaparecer.
- El lugar... la persona que han enviado llegará dentro de unas horas, es lo más próximo que han podido hacer por nosotros... eso... si no han caído ya...
- Aún no entiendo... qué tengo que ver yo en todo esto... es decir... ¿Benjamin solo tuvo el poder de mover a todo el universo?
- El problema no fue Benjamin sino los otros... los que estaban celosos de su éxito y envidiosos de su descubrimiento...
- Syrius... ¿cómo es trescientos años en el futuro?
- No sería bueno alimentarte con más información de la que has recibido, quizás eso te lleve a tomar decisiones que no tomarías y haga más difícil nuestro trabajo...
- Syrius... no me queda nada... ni la persona que amaba... ni la familia... ni el futuro... tengo derecho a saber la verdad...
- Ven conmigo.
Era un antiguo hospital psiquiátrico en ruinas. Mi guardián me condujo hacia el pabellón más conservado y allí, de un modo que escapó a mi vista, hizo una hoguera que nos alumbró con su calidez.
- ¿Me lo contarás?...
- No.
- Así que me es dado ser un juguete de vosotros ¿cuál es la diferencia entre número 5 y los tiránicos cyborgs del futuro?
- He dicho que no soy un cyborg... y te pediré que dejes de usar ese término conmigo...
- Entonces cuéntame de una maldita vez por qué he caído en este infierno.
Se lo dije casi gritando y pudo comprender cuán adolorido estaba.
- Sólo lo justo... y nada más. Trescientos años en el futuro la tierra ha sido dividida por cuatro razas. Los clones como número 5, bajo el mando de todos los Soujiros que han existido. Los cyborgs, más humanos que máquinas, que confían prolongarse en el tiempo sin perder el cerebro ni el corazón. Los robots de metal, completamente mecánicos y los humanos. Somos diferentes de los cyborg porque mantenemos 75 % de estructura ósea y funciones naturales. Pero nos vimos obligados a ciertas modificaciones básicas para no ser exterminados. No ambicionamos más vida que la que está escrita en nuestro ADN y no somos estúpidos muñecos de metal...
Ya sabía por qué odiaba tanto la palabra cyborg.
- Peleamos por el control en guerras extenuantes. Creo que si los clones no hubieran descubierto el viaje temporal nos extinguiríamos los unos a los otros lentamente... pero eso ha sido demoledor... y me parece injusto condenar a todos los seres vivos, conocidos o no, a seguir el mismo destino que la tierra.
- Pero dices que volveremos a esa línea del tiempo... nadie garantiza que esto no vaya a pasar de nuevo... o que no haya pasado antes... ¿está bien reestablecer lo anterior? Si dices que el tiempo puede curarse solo... entonces la muerte de Benjamin debería servir para guiarnos a otro tipo de destino... quizás a uno donde esas cuatro razas no se formen y el mundo esté en paz.
- El problema es que no hay dos oportunidades, Soujiro. Si eso no sucede y se crea una paradoja... no podremos detenerla y seremos destruidos. No hay oportunidad de probar... ahora duerme... yo me quedaré a cargo.
- ¿Los hombres del futuro no duermen? - dije antes de caer inconsciente.
Me despertó hablando apenas en silencio.
- Está aquí...
- ¿El viajero... él está aquí...?
- No... número cinco... ha venido a asesinar al viajero...
- ¡Salgan de una vez...! - dijo el clon pateando las puertas cercanas.
- No te dejes ver - susurró Syrius señalándome un rincón.
Luego, alistando su propia arma se puso en posición de ataque.
- Ha venido el amo del tiempo... - gritó número 5 pisando las cenizas de nuestra fogata.
Syrius disparó un proyectil que le impactó en el hombro echándolo hacia atrás. Él rodó por el piso hacia un lado y sin dejar de halar del gatillo, llegó a la esquina de la habitación.
Yo aguantaba la respiración. Indefenso y desarmado era el punto débil de mi guardián temporal.
Un pedazo de espejo roto delató mi posición.
- ¡Te encontré! - exclamó número 5, loco de alegría.
Algo rozó mis ropas y pronto salió Syrius a salvarme.
El clon tenía la otra mano preparada con un arma de largo alcance.
- Deberías prestar más atención cuando estás luchando. Eso que está allí te hace perder la concentración.
Los dos descargaron todo lo que tenían haciendo brillar las sombras del cuarto oscuro.
- ¡Syrius!
No alcanzaba a ver nada... apenas sabía donde estaba yo mismo... pero cuando mis manos se empantanaron en una sustancia viscosa supe que estaba pisando la sangre de un agonizante.
- Eres un estúpido - susurró número cinco, también al borde de la muerte - ... ¿no sabes a qué has venido?... ¿tienes la menor idea de quién eres...?
- Soy Soujiro...
- Mentira... Soujiro Narumi soy yo - afirmó seriamente.