Era una pesadilla. Debía serlo. No podía ser real.
No vislumbraba cuanto tiempo llevaba allí oculto. Pero, no podía apartar los ojos de la escena ante mis ojos.
Sin embargo, internamente sabía que sólo avanzaba para comprobar algo que ya sospechaba, y esas sospechas ahora estaban confirmadas.
No pude evitar ver, como luego de una gran discusión se devoraban en una ronda de besos febriles. Tampoco pude evitar mirar las hábiles manos, recorriendo su cuerpo sin inherencia alguna. O la forma que sus ojos se encontraron antes de unir sus labios nuevamente.
El pensarlo y ahora degustarlo con la mirada era horroroso; frío y cortante. Como una daga atravesando el corazón a carne viva. Pero, fascinante al mismo tiempo.
Obviamente creían estar solas. Con todo, llegaba incluso a comprenderlas.
Ellas mantenían una relación secreta. No había dudas en ello, quizá aún no querían exponerse. Y esos no eran besos tiernos. Esos eran besos reales, que se adentraban hacia territorios más candentes y adultos.
Mina apresaba el cuerpo de la Srta Rei mientras la besaba, resbalando sus labios a través de su piel, prensándola en los lugares indicados antes de capturar sus labios sonrojados una vez más. Bajó lentamente la mano por su cintura y de esa forma la introdujo en su falda.
Sus cuerpos estaban tan ceñidos como si desearan perdurar cada instante de su encuentro inhibido. Sus labios se unían nuevamente en otro beso devorador, por supuesto, simulando la misma forma que el resto de sus cuerpos. Era una imagen atractiva, pero sobretodo incorrecta.
O eso es lo que debería ser.
Tras un último beso se separaron, pero no tan lejos. Mina aún rozaba juguetonamente sus labios.
Ambas continuaron una contra la otra reclinadas a la pared, conversando en voz baja. Sin embargo, la expresión de la Srta. Rei repentinamente cambió a una más seria y Mina hizo un vano intento por apartarse de ella y evadirla. Pero, su mano fue prensada por la suya, evitando así que esquivara la discusión que se avecinaba. Era obvio que reñían sobre ellas, aunque no pude escuchar lo que decían claramente.
Sabía que debía huir de allí antes que advirtieran mi presencia, pero no podía dejar de verlas. No podía dejar de admitir la escena entera.
Con una última mirada y sobretodo voluntad, di media vuelta y me alejé lo más silencioso que pude.
El tiempo que pasé mirándoles no fue tanto como supuse inicialmente, pero en ese instante fue probablemente el minuto más perdurable en toda mi vida, siendo lo suficientemente largo para lapidar todas mis ilusiones con la Srta Rei.
Y lo que más dolió fue que verla así no mató nada de lo que aún siento, porque yo la amo. Verla besando a otra no cambia eso en absoluto. Sin embargo, fue pesado y doloroso el saber que ella jamás me amaría…. Que nunca podría competir contra alguien como Minako Aino.
Más que eso, no deseaba realmente hacerlo aunque pudiera. Si ella es a quien la señorita realmente ama, si ella es su amor… nunca tendré oportunidad alguna.
Lo peor es que en apenas esa fracción de tiempo, descubrí lo poco que la conocía realmente. La joven en ese salón no era la Srta. Rei que conozco y amo, esa que vi allí era otra versión más pasional, enteramente y solamente para Mina.
Un simple minuto en el tiempo mostró la cruda realidad tras mis ilusiones.
La señorita Rei nunca corresponderá mi amor.