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Innocence por Mary-chan6277

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Notas del fanfic:

hmmm... espero disfruten de mi locura... la verdad, es que siemrpe había querido escribir una historia con un inocente monaguillo y algo que de repente trunca su fe y lo tienta al pecado (hahaha soy mala) y... que mejor forma que complacer mi deseo con mis personajes favoritos ;)

Notas del capitulo: Esto es algo extraño O___o estar despierta a altas horas de la noche no es recomendable para mi, xq empiezo a divagar mucho xD
1
—¿Quieres un poco? Está delicioso— dijo metiéndose un trocito en la boca, lamiéndose los labios, y saboreando el pastel de chocolate que tenía sobre un plato de porcelana.
Observé la escena. ¿Qué estaba pasando? Me había quedado dormido por 20 minutos, tal vez un poco más, y me desperté a causa del olor a dulce que inundaba la habitación con ese aroma que me era tan familiar y agradable. Abrí los párpados con un poco de esfuerzo, y ahí estaba él, sentado en el borde de la ventana, mientras la cortina de color blanco ondeaba junto a él dándole un toque fantasmal. Era un hombre alto, de piel blanca y aporcelanda, de labios carnosos bien definidos, y una nariz perfecta que hacía un perfecto contraste con el resto de sus rasgos. Unos ojos brillantes y de un curioso color carmesí, rodeados de espesas pestañas negras, me observaban con algo de diversión, mientras sostenía un plato de porcelana con un enorme trozo de mi pastel favorito, que cortaba de vez en cuando con un pequeño tenedor de plata.
—Sí, si quiero…— quería, de verdad quería. No importaba quién era ese hombre que en mi estado de recién despertado me parecía un ángel caído, solo importaba la torta de chocolate.
—Sabía que te encantaría— se acercó a la cama con pasos deliberados, casi parecía volar. Se sentó en el borde, cortó un trocito, y lo introdujo en mi boca. Me deleité con el sabor. Era lo más delicioso que había probado en mi vida. Cerré los ojos y me deje inundar por las sensaciones de ese sabor dulce recorriendo mis sentidos.
Partió otro trocito, y me lo dio.
—¿Quién eres?— pregunté al fin luego de que me había dado el curato bocado.
—Alguien que quiere divertirse— me dijo con una sonrisa que le confería a su rostro varonil un toque aun más hermoso, si es que acaso eso era posible. Pero detrás de esa belleza, había algo peligroso. —Es tentador ver a un chiquillo como tú en este lugar— me contempló— pensaba que solo habían viejos, y esos no me divierten. En cambio tú…— su mano se poso sobre mi pierna, subió por mi muslo debajo de la túnica café de monaguillo.
—No hagas eso— le espeté, y retiré furioso su mano con un golpe. …l se limitó a soltar una amplia carcajada, ¿qué era tan gracioso?—¿Quién eres?, ¿cómo llegaste hasta aquí?, ¿Por qué me tientas con una torta de chocolate?—ahora estaba completamente despierto y pensaba con claridad. —¡Oye! No te vayas así no más y respóndeme.
Se volteó a mirarme desde el borde de la ventana, con una sonrisa dibujada sobre los labios.
—Me llamo Sebastian Michaels— hizo una reverencia de manera educada, haciendo que el cabello negro y lustroso le callera sobre la cara por unos momentos antes de levantarse— soy un demonio, y llegar a cualquier parte para mi es fácil. Solo cuestión de desearlo. —de repente las velas de la habitación se apagaron, y a la luz de la luna sus ojos tomaron un color purpúreo y brillante, sumamente feroz y peligroso. —Puedes terminarte el pastel si así deseas, igual, sé que al final sucumbirás ante tus propios deseos, y me llamarás. —luego de eso, desapareció justo en frente de mis ojos.

2
Intenté convencerme de que el suceso de la noche pasada no había sido más que una pesadilla en medio de mi profundo sueño, pero por más que intenté, en mi mente esa odiosa vocecilla aun preguntaba ¿estás seguro de que no fue real?
¡Pero era imposible! Por más de dos años había vivido la vida monótona y tranquila que tanto me gustaba. Había pedido a mis padres que me dejaran ir junto al tío Albert al monasterio para convertirme en monaguillo y aprender más sobre el sacerdocio. Desde ese entonces cada día es la misma rutina: levantarse, una ducha rápida, la misa matinal, el desayuno, limpieza de las habitaciones, horas de clase, almuerzo, horas de recreación, oración de la noche, dormir. La única variante era durante los fines de semana, que no debíamos asistir a clase, y que mis padres solían ir a visitarme, rogándome porque volviera a casa… ¡¿Quién se creía ese sujeto para venir a cambiar mi vida?!
—Joven Ciel, ¿quisiera compartirnos algo?— y no solo había interrumpido mi aburrida vida, sino también ahora me desconcentraba en medio de mis estudios. ¡Fantástico!
—Lo siento maestro— respondí fijando la vista de nuevo en el tablero, intentando entender lo que había escrito con tiza blanca, pero mis pensamientos insistían en desplazarse a esos ojos de un rojo tan intenso que parecían reflejar las mismísimas llamas del infierno, y el tacto de su mano suave sobre mi pierna.
¡¿Qué pasa?! Fue repugnante que me tocara. ¡Indignante!. Fue algo pecaminoso y vil, digno de un demonio.
¡Oh!, ¿en serio?, ¿porqué no admites que te gustó la sensación de esa suave y tibia mano?
—Cállate— le ordene a la odiosa voz en mi cabeza.
—¿Dijo algo, Joven Ciel?— y ahora, me había metido en problemas— le encuentro distraído el día de hoy, ¿seguro que no tiene nada que comentar?
—Ayer no dormí muy bien, es todo, estoy un poco cansado. —y ahora, estaba mintiendo. Todo por culpa de ese demonio.
Notas finales: raro, lo se... gracias x leer!! los comentarios (elogios, pu**adas o lo q sea) son bien recividos ;)

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