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Invisible por Arisa

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Notas del capitulo: ¡¡GRACIAS!!
Estoy muy consciente de lo difícil que es obtener reviews, aún más cuando son originales, por eso deseo darles las gracias por los reviews que esta historia obtuvo ^^
¡Y también a quien haya leído el capítulo completo! :3
Espero que el nuevo capítulo les agrade:

(A partir de aquí la narración es en primera persona)

 

Capítulo II: Continuemos.

 

- Ian...- Sí, esa inconfundible voz masculina, es la voz de Félix.

- ¿Sí?.- Me giro rápidamente, sin denotar mi nerviosismo por el sólo hecho de oírle.

- ¿Vas a mi casa el sábado?

- ...Sí.

- Muy bien, sólo quería confirmarlo.

- Está bien.- Respondo. Félix me sonríe y se va.

 

Ah... Félix, es tan atractivo...

 

- Mira, pero si es el chico que ya no hace los trabajos con nosotros.- Escucho una voz femenina a mi espalda, Ilse.

- ¿Cuál? ¿El que ahora anda con los chicos de la farándula estudiantil?.- Agrega Ricardo.

 

Me giro y les miro reprobatoriamente. Luego les sonrío y niego con la cabeza.

 

- ¿De qué hablan? El trabajo era por parejas y a mí siempre me dejan fuera, sólo lo evité.

- Claro, ya ni nos hablas.- Dramatiza mi amiga.

- ¡Les hablé la clase anterior! Es más, desde que entramos hoy.

- Humn.- Ricardo parece pensar en algo.- ¿Qué deberíamos hacer para perdonarlo?

- ¡Que nos invite a un helado!.- Exclama ella, alegre.

- No tengo dinero.- Me encojo de hombros, me fusilan con la mirada.

- Has estado extraño Ian. ¿Sucede algo?.- Me pregunta de pronto él.

- ¿Extraño sólo porque no los invito a un helado?

- No, bobo. Andas muy... distraído, ¿será que estás enamorado?.- La cara Ilse cambia completamente, hasta me da miedo. Me mira con una sonrisa pícara mientras veo como por su mente empiezan a pasar ideas como si fueran una película.

- No es eso.- Contesto calmadamente.- Sólo estoy muy cansado, ¿crees que las clases particulares no agotan?

- Humn.- Me analiza un poco.- Ya veremos si es eso...- Hay veces en que no es bueno que sea tan perceptiva.

- ¿Viste la caída de la profe de física?.- Me pregunta Ricardo.

 

Comenzamos una amena conversación, espero se olviden luego de mis distracciones. No quiero levantar ningún tipo de sospechas, sería mi fin.

 

La clase comienza mientras me hundo en mis pensamientos.

 

Si bien es cierto que Efrén se tomó toda mi confesión con una calma insospechada, el resto de las personas no reaccionarán así jamás. Lo tengo muy presente, por lo que soy muy concienzudo al momento de hablar con Félix, evitando levantar sospechas. A veces incluso lo ignoro a propósito...cuando en realidad siempre estoy pendiente de lo que dice y hace.

En fin, ya pasé por el rollo de "es un chico, ¡no me puede gustar!", así que lo he aceptado y superado en el sentido de que no espero establecer de verdad ninguna relación con él, no porque no quiera, sino porque sé que no puedo.

 

Me deprime mi triste realidad, si al menos fuese una chica la que me gustase podría intentar acercarme a ella e intentar agradarle. Pero con Félix todo se complica, pues aparte de ser un hombre, es popular. Vaya desastre.

 

Suena el timbre y tanto Ilse como Ricardo se apresuran para ir corriendo al kiosco a comprar.

 

- ¡Claro! ¿¿Y yo soy el que los abandona??.- Les reclamo antes de que se marchen. Ilse me muestra la lengua y Ricardo se ríe, aún así me dejan solo.

 

Voy saliendo al patio cuando veo a Félix manteniendo una graciosa discusión con la tijera.

 

- Maldita porquería, ¿ahora no quieres cortar, eh? Sólo porque soy yo...

- ¿Qué haces?.- Le pregunto divertido.

- ¿¡Eh!?.- Se sorprende y creo que se avergüenza.- No siempre hablo solo, no creas que estoy demente.

- Jajaja, pues sí lo parecías.- Río, luego carraspeo un poco y le ofrezco algo de ayuda.- ¿Encargado del diario mural?

- Sí y mi maldito compañero me abandonó. Aparte las tijeras no sirven.-Comentó frustrado.

- ¿Las de Miss Suárez? Hmn, esas tienen bueno el filo sólo en la parte de más adelante, presta.- Tomo el pedazo de papel de diario y comienzo a recortar la noticia.

- ¿Por qué a ti te quieren y a mí no?.- Bromea, a lo que yo me pongo a reír sin mucho escándalo, quizás más por nervios que por la gracia del comentario.

 

De pronto recuerdo algo, ¿no les tenía yo odio a los diarios murales? Porque, aunque ahora gracias a ellos tuviese una conversión con Félix, bueno...

 

Flashback.

 

Estaba encargado del diario mural de la sala de electivo esa semana, pero mi compañero justo falto ese día, por lo que tuve que acomodarlo solo. Ya había terminado el electivo de biología, así que me encontraba completamente solo en el salón.

Parado sobre una silla, iba sosteniendo con los alfileres los recortes de diario en el panel de plumavit  forrado que estaba al lado de la puerta. Estaba terminando cuando siento el ruido de la puerta al abrirse, volteo la cara algo desconcertado, ¿Quién podía ser?

Veo como los ojos plateados de Efrén Lavoisier se incrustan en los míos. ¿Qué hacía allí?

Todo fue tan rápido y lento a la vez, que intenté girarme, pero mi intento se convirtió en un peligro. La silla se tambaleó y me vi prácticamente tirado en el piso con un dolor general en el cuerpo, mas sólo fue mi impresión, parte de lo que mi imaginación en un segundo anticipó que sucedería. En la realidad no sentí ningún dolor, pero sí la sensación de ser sujetado...

Abrí mis ojos al darme cuenta de que estaba en los brazos del pelinegro, para peor, ¡me sostenía al estilo princesita! ¡¡El colmo!!

Me puse rojo de vergüenza, lo sé porque toda mi cara ardió al enterarme de mi situación.

Observé su rostro casi con terror, mientras mi rostro aún ardía. Me devolvía una mirada tranquila, demasiado meticulosa para la situación. Aparentemente no había sido una sorpresa que termináramos en semejante situación para él.

En unos segundos resumí lo acontecido y... ¿¡me había salvado!? ¿Había sido amable conmigo? Oh Dios, ¿qué debía hacer ahora?

 

- Gra-gracias.- Tartamudeé y murmuré, aún no sé si me habrá escuchado.

 

Sin embargo, poco a poco la situación me fue pareciendo muy surrealista. Habían pasado ya varios segundos y todavía no me soltaba, más parecía examinarme con su mirada tan penetrante y profunda, sin apuro alguno. Una nueva ola de calor azotó mi rostro.

 

- Ya puedes soltarme... gracias.- Le avisé, pero entonces ¡oh, sorpresa!

 

Me dejó caer de súbito, mientras una especie de corriente de dolor subió por toda mi espalda. Pronto desapareció, pero el susto nadie me lo quita.

 

Me encontré a mi mismo sentado en el piso, atónito ante mi situación que drásticamente cambió sin entender yo cómo. ¿Me había salvado para luego dejarme caer así, ¡sin aviso!? Mi rostro se contrajo en una mueca de disgusto.

 

¡Maldito imbécil! ¡¡Por supuesto que no podía ser amable conmigo!! ¡Fui un idiota en pensar algo así!

 

Mientras me controlaba para no gritarle enfurecido, pasó por mi lado sin mirarme siquiera.

 

Con cuidado me paré, para evitar cualquier otro accidente. Ni siquiera volteé a verlo, ¡tenía ganas de estrangularle! Tan... tan... ¡¡tan insoportable!!

Pero sabía que no debía discutir, que por mucha furia que sintiese en ese momento, mi personalidad nunca fue suficiente para una pelea. Ni verbal y muchísimo menos física.

Ignoré su presencia en el salón y continué colocando los recortes de más abajo, aunque ya sin silla.

 

¡Y le dí las gracias, si que fui estúpido! Arrgg...

Salió del salón sin decirme nada, llevando un libro en sus manos, el que seguramente había ido a buscar.

 

Fin Flashback.

 

- ¿Estás bien, Ian?.- Me pregunta el castaño en frente mío.

- Ah... sí, jeje. Es que recordé por qué odio los diarios murales.

- ¿Los odias?.- Enarca una ceja.

- Sí, es una historia muy ridícula.- Termino el recorte.- Bueno, aquí está.

- Gracias.- Me entrega una media sonrisa hermosa. No debo ruborizarme, no debo ruborizarme, ¡no debo ruborizarme!

- De nada.- Y salgo al patio.

 

Estando fuera suspiro cansinamente, el destino me intenta torturar, ¿de verdad fui tan malo en mi vida anterior? Un amor imposible...

 

- I-an.- Esa voz marca la "i" de mi nombre y la arrastra suavemente, del modo que sabe que prefiero me nombren (sino parece "Gian"). Pero lo hace muy cerca de mi oído. Acto reflejo me encojo de hombros.

- ¡Efrén! ¡¡Deja de hacer eso!!.- Le reclamo y me giro. Agradezco que no haya nadie observándonos.

- Jaja, lo siento.- Me quedo mirándolo seriamente un momento.- ¿Sucede algo malo?

- No, sólo pensaba, ¿recuerdas que antes nos llevábamos verdaderamente mal? Recién recordé lo del diario mural, ¡eras terrible!

- Pero todo cambió, ¿no? La segunda vez que pasó algo parecido.- Comienzo a recordar también.

- Sí...

 

Cierto, increíblemente esa situación se repitió otra vez más.

 

Flashback.

 

Desde la primera discusión que tuvimos no nos habíamos vuelto a hablar. Y desde ese encuentro no nos habíamos vuelto a mirar siquiera.

De eso ya habían pasado tres semanas.

 

Ese día estábamos en clase de educación física y como yo no suelo participar de los partidos de fútbol que hacen en los últimos minutos de la clase, el profesor me pidió guardar unos balones de voleibol en una repisa bastante alta.

En eso estaba, bastante concentrado, cuando escuché la voz de él.

 

"¡Voy por otro!", había gritado cerca de la puerta. Miré fijamente la puerta por la que debería entrar y lo observé entrar, pero antes de verme se volteó en dirección de donde venían los gritos de sus compañeros de equipo que estaban diciéndole algo, quizás. Quedó de espaldas a mí y dio unos pasos retrocediendo directo a mi posición.

 

- ¡Cuidado!.- Se giró extrañado, en lo que quedó demasiado cerca de mí, pero no alcanzó a mover mi silla.

 

Por impresión me hice un poco hacia atrás, perdiendo el equilibrio y haciendo que mi silla se tambalease. No sé que tanto show hice intentando mantener el equilibrio y evitar caer al piso, al final de todos modos estuve a punto de caer de espaldas. Si no fuera porque sujetó mi brazo y jaló de mí hacia delante hubiese caído. Pero el maldito tenía (y tiene) un fuerza del demonio, así que lo hizo demasiado fuerte y esta vez me precipité hacia delante, quedando apoyado perfectamente en su pecho mientras la silla cayó, por lo que quedé, nuevamente, en sus brazos.

 

¡¡DOS VECES!! ¡Me quise morir en ese instante! ¿¡Por qué tenía que pasar tanta vergüenza justo en frente de él!? ¡¡Esta vez todo era su culpa!!

Aparte de vergüenza, sentí también rabia por lo de la última vez, así que me apresuré a decir algo.

 

- Avísame cuando me sueltes.- Exigí, hablando con irritación.- A ver si intento no golpearme muy fuerte.- Mi voz sonó con toda la molestia que quería expresar.

 

Estaba preparado para caer, pero en aquella posición caería parado, así que no me golpearía. Pero esperé y nada de lo que en milésimas de segundo creí que ocurriría me sucedió. Contrario a todo lo imaginado, Efrén me bajó casi con cuidado, diría yo. Cuando sentí mis pies sobre tierra firme me alejé retrocediendo unos pasos y mirándolo claramente desconcertado a la cara.

 

- Siento lo de la otra vez, no debí dejarte caer.- Dijo sereno, sin embargo, en sus ojos divisé algo de arrepentimiento.

 

En ese momento sí que no entendí absolutamente nada. Si lo graficara estilo anime, hubiese tenido una gotaza en la sien. ¿¡Me salía con eso ahora!?

No supe qué decir y lo continué viendo estupefacto, seguro con la boca abierta y todo.

 

No sabía qué pensar, por un momento pensé "¿Me estará gastando una broma y luego se reirá de mí?". Pero la expresión de su rostro no cambiaba, por lo que me empecé a poner nervioso.

 

- ¿Por qué dices eso ahora?.- Pregunté, aún extrañado y alerta por cualquier cosa.

- Haaa.- Suspiró y por primera vez lo observé rehuir mi mirada.- Ya te dije qué es lo que pensaba de ti, ¿no? Simplemente aún te tengo algo de distancia, pero luego pensándolo mejor, no fue correcto haberte hecho algo así.

- Ah.- Fue mi escueta respuesta.

 

¿Se sentía culpable tres semanas después? Al menos había obtenido una disculpa, pero estaba confundido y aún sentía como si faltara algo que decir...

 

- Puede que haya estado equivocado sobre ti desde el principio, pero no puedo evitar ser demasiado directo cuando algo me molesta. Pero después de pensarlo... tú no me has hecho nada, así que no hay razón para ser tan desagradable contigo. Creo que de verdad...

- ¡¡¡EFR…N!!! ¡¡Apúrate con el balón!!.- Se oyeron gritos de nuestros compañeros reclamando, a lo que él tomó una de las pelotas de fútbol y gritó un "¡Ya voy!".

- Sólo eso. Lo siento.- Y se fue, mientras yo quedé con un gran signo de interrogación sobre la cabeza.

 

¿Qué había pasado? ¿El genial de Efrén Lavoisier me había dirigido la palabra sin intentar incomodarme?

Aún no recapacitaba bien del impacto que eso me provocó (y es que nunca me lo esperé), cuando apareció Félix por la misma puerta por la que él se había marchado segundos atrás.

 

- ¿Sucede algo Ian?.- Me preguntó.

- Ah, no. Es decir, casi me rompo la cabeza, pero eso últimamente se ha convertido en un hábito... creo.- Lo oí reírse un poco.

- ¿Quieres que te ayude?.- Me pareció muy gentil de su parte ofrecerme su ayuda, más con tan linda sonrisa en el rostro.

- Sólo me quedaba uno.

- Pues deja que lo ponga yo, ya que no necesito silla.- Lo tomó y lo colocó en el lugar adecuado.

- ¿Me sacas en cara tu estatura?.- Bromeé, haciéndome el ofendido.

- Claro que no. Por cierto, ¿me prestas luego tu tarea de matemáticas? Para comparar.

- Está bien.

 

En ese instante pensé o me di cuenta de que Félix era en verdad muy guapo.

 

Fin Flashback.

 

- Aún me acuerdo de la cara de sorprendido que pusiste cuando te dije que lo sentía.- Me comenta.- Era graciosa.

- Humn. Me dejaste muy confundido, apenas si sabía que pensar... y luego apareció Félix.- Sonrío al recordar.

- ¡Te dije que no te comportaras como niña rosa enamorada!.- Se queja.

- ¡No he hecho nada!

- Sonreíste como estúpido...- Me fulmina con la mirada.

- ¡No es cierto!.- Me sonrojo, lo sé. ¿Por qué es tan fácil ruborizarme? Odio eso.

- En fin, mañana vas a su casa, ¿no?

- Sí, es cierto.- Lo recuerdo y me pregunto cómo debería comportarme.

- ¿Qué harás en la mañana?.- Indaga.

- Emn... tengo clases de inglés temprano y luego mi mamá quiere ir a la peluquería para que me corten el pelo y seguro luego quiere pasar a comprar ropa y ocuparme de burrito de carga. Eso le fascina...- Al recordarlo pongo cara de aburrimiento, lo que me espera no es nada grato.

- Oh, ¿por qué no te haces un corte diferente?

- ¿Ah? ¿Algo cómo qué, por ejemplo?

- Tal vez deberías raparte.- Lo aniquilo con la mirada, mientras el se ríe de sólo imaginarme.- Jajaja, te verías en verdad mal.

- ¡¡Sueña!!

 

Veo a una chica muy linda caminar lentamente hacia nosotros. Es en verdad atractiva, con su pelo rizado castaño claro y sus ojos almendrados. Cualquier chico estaría baboso por ella, incluidos todos los que la miran al pasar.

 

- Creo que tu ex te viene a buscar.- Murmuro para Efrén.

- ¿Qué?.- Se voltea y la ve, mientras observo cómo ella se pone algo nerviosa en cuanto mi amigo la mira.

- Hola. ¿Puedo hablar contigo?.- Le pregunta. Por mi parte camino lentamente para irme, pero algo me sujeta, luego me doy cuenta de que Efrén tiene tomada mi camisa, ¿no querrá que lo deje solo con ella?

- Claro, pero después.- Le sonríe de una manera dulcemente encantadora, como sólo él sabe. Me molesta, porque es tan falsa y a pesar de eso seductora.

- Bien.- Le sonríe de vuelta, pero cuando me mira a mí me dirige una mirada molesta y despectiva ¿por qué?. Espero a que se vaya para reclamar.

- Waa... ahora me odia porque piensa que no les dí privacidad.- Me quejo.- Por tu culpa. ¡Y ni siquiera la conozco!

- No quiero hablar con ella.- Reconoce.

- ¿Y yo que tengo que ver? Si no te caía bien, ¿para qué la besaste? Eres el único culpable.

- ¿Quién te dijo eso? Yo no la besé. Ella se me tiró encima y me pidió una oportunidad. Me dio tristeza.

- Si sigues así, para cuando nos licenciemos habrás salido ya con medio colegio, considerando que la otra mitad son chicos.

- ¡No me hables de eso!.- Dice frustrado porque ambos sabemos que ninguna de las personas con las que ha salido de verdad le interesan.

- Ah, por cierto... cuando te enteraste de... bueno, de lo que sentía y todo eso... ¡no te espantaste! Eso es completamente anormal, ¿sabías? ¿Por qué no te pareció extraño?.- Le pregunto, en verdad curioso.

- Primero, porque lo sospechaba y segundo, no es tan extraño como crees.

- Claro que lo es.- Replico.

- No, ¿conoces al Gorila?

- Sí.

- ¿Conoces a su amigo, el de ojos azules?

- Sí.

- Son pareja.

- ¿¡Qué!?

- Shhh. ¡No grites!.- Me quedo perplejo.

- ¿Y tú cómo diablos sabes eso?.- Cuestiono.

- La verdad es que es un secreto a voces. Creo que alguien los vio dándose un beso o algo así.

- Está bien, pero eso no quiere decir que sea normal. Son una excepción a la regla, además por eso no se relacionan demasiado con el resto.

- Si quieres más ejemplos te los puedo dar...

- No, no... gracias.- Mejor no enterarme para no abrir la boca cuando no deba. Además sospecho que el rumor de que muchos chicos se le han declarado puede volverse cierto... ¿y yo no me di cuenta?

- Tu media naranja quiere hablar contigo, creo.- Observo a Félix acercarse con un montón de hojas.

- ¿Son las pruebas de química?.- Le pregunto.

- Sí, ésta es la tuya.-Me la entrega.- ¿Me ayudas con el resto?

- Claro. Difícil ser presidente, ¿no?

- Yeah, todo lo tengo que hacer yo.- Se lamenta. Tomo la mitad de las hojas que trae.

 

Al levantar la vista para ver de reojo a Efrén me fijo que Félix mira con una sonrisa socarrona a mi amigo, quien lo mira seriamente de vuelta. ¿Me habré perdido de algo? Bueno, aunque ya sé que no se llevan del todo bien porque siempre los andan comparando, me parece una reacción rara.

 

Seguro Efrén piensa que Félix me está utilizando. A veces creo que tiene razón, no sé por qué. Tal vez sea bueno rechazarlo un poco, sino se notara mucho mi interés, ¿o no? Además no quiero que piense que puede obtener todo lo que se le ofrezca de mí, pero... ¡¡Ah!! ¿¿Qué haré??

 

- ¿Sabes Félix? Recordé que debo buscar a Ilse y Ricardo. Lo siento.- Me mira algo contrariado, pero pronto me sonríe.

- Descuida.- Me giro a ver a Efrén, quien ahora le devuelve la sonrisa burlona a Félix.

 

¿Tan mal se llevan? Sí, nadie desconoce que siempre compiten por el simple hecho de demostrar ser mejor que el otro.

Incluso yo soy objeto de sus estúpidas disputas. Eso me molesta, así que mejor me voy.

 

Más tarde.

 

Voy a casa de Efrén para almorzar (los viernes salimos temprano), sólo porque su mamá insiste, la verdad yo sólo iba a buscar un libro que él me prestaría.

La conversación que mantenemos en la mesa es sobre los lugares para visitar en nuestro país y está bastante entretenida, pero en eso abren la puerta.

 

- Debe ser Karina.- Es la hermana de Efrén, que va a la universidad.- Dijo que vendría con Marcia.- Comenta la señora Patricia.

- Una compañera.- Me explica él.

- ¡Hola familia! Ah, hola Ian.- Me saluda Karina.

- Hola.- Respondo.

- Buen provecho.- Otra voz femenina un poco más melodiosa que la anterior se escucha.

- ¡Hola Marcia!.- Saluda la mamá de Efrén.- ¿Cómo has estado? Hace tiempo que no venías...

- Sí, muchos trabajos.

- Ya les traeré sus platos, lávense las manos y vengan a sentarse, ¿bien?

 

Cuando las chicas pasan al baño, distingo a la nombrada Marcia. Es bastante linda, debo admitirlo. Rubia de ojos verdes y sonrisa amistosa. Se sienta al lado de Efrén, quien le sonríe. Pronto comienzo a recordar:

"Va en la universidad." "Es linda, inteligente y no tiene idea de que estoy perdidamente enamorado de ella."

 

 ¿Será ella el amor de Efrén? ¿La persona que le robó el corazón de verdad existe?

Notas finales:

Bueno, agradecimiento especial a ciel phantomphive, Lhitium, Heidril y DraculaN666! Gracias por su tiempo n.n

Hasta el próximo capítulo (próxima semana).

-^w^- Adiós, Arisa.

PD: Y a se pondrá más interesante!! :O  [Creo ._.]


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