TU REFLEJO EN LA BOTELLA
**Ayer la vi por ahí tomando
Queriendo morir llorando
Quien le hizo eso a ella tan bella
Que ahoga hoy sus sueños en esa botella.**
Ya perdí la cuenta de cuantas veces he suspirado por el; por aquel rubio que viene todos los días a este bar a desahogar sus penas; no se nada sobre el, su nombre, su edad, sus pasatiempos, absolutamente todo lo desconozco pero algo que si se es que sin el saberlo se ha adueñado de mi corazón.
Hay noches, incluso días en los que su cara esta manchada por la decepción y se nota que sus ojos han sido bañados en fuerte llanto, tal vez esa sea la razón de su aparición en este triste bar, podría decir que no soy solo un tabernero, aun que siempre este a su servicio. Me encantaría poder hacer mas por el. Saber que las lagrimas que derrama no son solo por debilidad si no una muestra de sus sentimientos, estos son los pensamientos de cada día.
Aun recuerdo el primer día que entro por esa puerta después de recorrer el callejón.
-bienvenido! –Dije limpiando una copa- ¿Qué se le antoja?
-dame lo que tengas –fueron sus primeras palabras-
- a la orden- fue todo lo que pude pronunciar
Le serví una copa de Tekila, lo más fuerte para cualquier pena; después de ver como se lo tomaba de un solo sorbo decidí servirle otro.
-gracias- fue todo lo que salieron de sus labios
- es un gusto- dije simplemente
Y así paso toda la noche; el bebiendo y lamentándose una y otra vez lo tonto que había sido y yo silenciosamente detallándolo a cada segundo y atendiendo a sus pedidos. Poco a poco se acercaba la madrugada y con este el cierre del bar pero ahí seguía el rubio, sin percatarse que el tiempo transcurría y que a pocas horas el sol se asomaría.
-Estamos a punto de cerrar- dije sacándolo de sus ensoñaciones
- ehhh, que horas son?- pregunto
- las cuatro de la madrugada- dije señalándole el reloj de pared-
- vaya, el tiempo se me paso volando dattebayo – menciono suspirando- cuanto debo?
- son 50 yenes
- en tan poco tiempo he gastado tanto dinero- dijo con una sonrisa amarga intención
Me quede observándolo atentamente, analizando cada uno de su movimientos; saco su billetera y busco en ella aquellos papeles verdes con los que debía pagarme; los conto detenidamente, dándome la cantidad justa.
-gracias- dijo sonriendo
-no es nada- apunte secamente
- antes de irme, podrías prestarme el baño ttebayo?-
- al fondo a la derecha- le indique
Aquel rubio se disponía a levantarse pero al parecer los tragos habían hecho su efecto en el; me daba un poco de lastima verlo en ese estado; pero yo era el tipo de persona ególatra que solo me ayudaba a mi mismo; nadie mas importaba; o por lo menos eso creía.
- Necesitas ayuda?- pregunte dubitativo por mi actitud
- eres muy amable- tratando de apoyarse en mi
Ese leve contacto con el encrespó mis nervios; el tocar esa piel canela y aspirar ese aroma a flores exóticas me abstrajeron tanto que no me había percatado que ya estábamos en la entrada del baño.
- Creo que hasta aquí esta bien- dijo sonrojado
- de acuerdo- fue lo único que pude pronunciar
Al salir se fue conmigo hacia la entrada del callejón, se volvió a despedir con la mano y aun que medio tambaleándose fue en dirección contraria a la mía camine un metro como máximo mientras colocaba las manos en los bolsillos de mi abrigo, algo me hizo detenerme en seco, creo que fue preocupación cosa que no había sentido muchas veces por alguien, en lo que llevaba de vida.
-será mejor que lo siga –dije en un suspiro- me dirigí hacia el por las espaldas, pensé que no se daría cuenta por su estado de ebriedad pero…
- ¿Por qué me sigues? –Dijo sin darse la vuelta-
- mierda ¿Qué hago? –Pensé- yo tambien voy en esa dirección –fue mi excusa-
- ¿me acompañas? –dijo bajando la mirada.
Solamente me acerque a el sin decir palabra alguna. Empezamos a caminar y en un segundo lo vi tirado encima de mi. Aquel calor y ese leve sonrojo de su rostro causado por el alcohol me hicieron desviar la vista al instante
-¿estas bien?
-si, perdón estoy un poco mareado. –dijo mientras nos levantábamos y se apoyaba en mi.
Caminamos unas calles, dos o tres calculé y paramos delante de un edificio.
- aquí vivo –dijo tomando las llaves y entrando al edificio.
No tenia ganas de despedirme de aquel rubio, aun que por lo menos ahora sabia donde vivía. Espere a que subiera las escaleras, esperando que este no callera; cuando lo vi entrar a su departamento y despedirse me fui tranquilo a donde realmente tenia que llegar.
***** Narrador Naruto ******
Aquel taheño me pareció sumamente amable; a pesar de que su apariencia fuese un tanto seria y fría se ofreció a ayudarme; a mí, aun desconocido.
Creo que me atrajo un poco, tal vez porque tiene parecidos con el causante de mi sufrimiento; aunque no solo por la apariencia se puede juzgar a las personas y esa era una lección que me había enseñado Sasuke Uchiha.
Como pude entre al departamento, después de pelear varios minutos con la cerradura de la puerta; me quite la chaqueta y no se donde fue a parar, me dirigí directamente al baño; me sentía fatal por la cantidad de alcohol que ingerí.
No se cuanto tiempo pase allí, pero cuando salí me sentí un poco renovado; me dirigí a mi habitación a descansar, pensaba que Sasuke no estaba en casa sino revolcándose con su amante.
Pero me di cuenta de cuan erróneos eran mis suposiciones al sentir como me tomaban del brazo y me estrujaban contra la pared.
-Quien te crees al llegar a estas horas?- apretando fuertemente mi brazo
- creo que estoy lo suficiente mente grandecito para hacer lo que yo quiera- lo enfrente con determinación
- estas muy equivocado Naruto, mientras yo sea tu dueño harás lo que yo te diga – tomándome bruscamente del mentón
- no me trates como un objeto maldita sea, yo no soy ninguna zorra de esas con las que te revuelcas
- Quien… quien te dijo eso?- aflojando su agarre de mi brazo
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