¡Cinco años! Fue hace 5 años... Los dos chicos estaban sobre la cama, abrazados tiernamente, dormidos y desnudos; extasiados luego de tanto amarse. Itachi y Deidara se habían conocido personalmente hacía dos semana y soñaron con ese momento, todas y cada una de las 14 noches anteriores. Para Deidara era la primera vez. La primera que besaba y tenía relaciones sexuales con un chico, pero principalmente, la primera vez que sentía amar a un chico con toda la intensidad de sus 21 años y pese a haber tenido novia anteriormente, todo quedó atrás a partir del instante del primer beso, de aquel muchacho del cual se enamoró perdidamente desde la primera vez que vio.
Itachi mientras tanto, buscaba el amor hacía tiempo y sólo había encontrado desengaños o el placer de un instante. A sus 23 años ya no creía encontrar el amor. El de Deidara parecía ser un aviso más de los miles que fuera de toda censura, que se publican en Internet. Un intento más. Quizá ni siquiera lo conteste, pensó. Pero entre curiosidad y temor aquél chico de 21 años respondió y, allí se inició un ir y venir de cartas donde se contaron de todo. Desde ilusiones, hasta miedos, recelos y alegrías. Desde una homosexualidad reprimida pero latente hacia un joven que hacía ya tiempo había salido del closet ante amigos, familiares y extraños.
A Itachi lo conquistó y enamoró; la ternura, la sensibilidad, las palabras, la pasión y la fuerte personalidad de Deidara. Este mientras tanto escuchó de Itachi lo que siempre quiso oír, lo que ansiaba escuchar, desde las más dulces palabras, hasta la valentía de un chico que no se avergonzaba de su sexualidad. …l siempre recuerda cuando aquel chico especial le transcribió el texto de una vieja canción “No hagas caso de la gente, sigue la corriente y quiéreme más, que si esto es escandaloso, es mas vergonzoso no saber amar...con eso tengo bastante...sigamos adelante sin ver que dirán..."
Pero que paso cuando por fin se vieron, no necesitaron palabras. Un solitario lago de las afueras de la ciudad fue testigo de ese primer beso, robado las miradas de los extraños. Querían decirse mucho, hablar durante horas, y así lo hicieron, mientras sus ojos se admiraban mutuamente y sus labios volvían a sentir el deseo de volver a juntarse y ser solo uno. Se despidieron acariciándose la mano y con un beso, más pequeño, pero más atrevido, pues ya el lago se había llenado de amantes. Ese lago que volvió a ser testigo de sus encuentros, de sus besos, de sus palabras y de su complicidad... Ahora la cita era en casa de Deidara, más privada y más íntima.
La puerta se abrió y ya no hubo preguntas ni respuestas, solo sus cuerpos se hablaron. Se besaron, se abrazaron, se tocaron. El deseo era más fuerte que nunca. Sus besos interminables, sus caricias suaves y placenteras. El roce de los cuerpos provocó más y más deseo. Para uno era la primera vez, para el otro, no era simplemente una vez más, era un momento único. Se desnudaron, se descubrieron... cada uno recorrió cada milímetro del cuerpo del otro. Deidara sintió por ver primera que el beso de un chico es más fuerte, más intenso, vio un cuerpo que no le era extraño porque se conocía a sí mismo, sabía de sus sensaciones y no le costó conocer las de Itachi, recorrió con su lengua su pecho, su cintura, hasta llegar a su sexo. Sintió el sabor y el placer de practicarle sexo oral a Itachi, se introdujo el miembro en la boca y lo saboreó con ganas, mientras que Itachi hacia lo mismo con el suyo. El sexo oral es indescriptiblemente excitante y así vivieron juntos ese momento. Deidara se puso encima de Itachi y con una erección firme, buscó penetrarlo. Itachi lo abrazó, lo besó y se lo pidió – quiero ser tuyo, lo deseo.
Esas palabras encendieron aún más a Dei. Itachi masajeó el miembro de su compañero con un gel y al instante sintió dentro suyo al hombre que tanto ansiaba, sintió la sensación de placer constante, ese orgasmo que parece interminable de un chico pasivo. Y Deidara sintió que por primera vez estaba teniendo sexo verdadero. Por primera vez estaba sintiendo, viviendo una sensación desconocida. La más placentera, la más completa que había tenido hasta entonces. Estaba dentro de Itachi, sentía el calor interior de aquel chico atractivo, a quien le estaba haciendo el amor, sentía su miembro apretado, lo penetraba lentamente de a ratos, y con mucha fuerza en otros, quería sentirlo todo, y así fue. Le pidió que se pusiera de pié, Itachi accedió, y Delaira volvió a penetrarlo, mientras acariciaba su pecho, besaba su cuello, notaba en sus manos la dureza de la excitación de aquel chico de 23 años que disfrutaba como nunca de ese momento, al igual que él. Lo tumbó sobre la cama y abrazándolo fuertemente dejó correr un torrente de semen que los inundó de placer a ambos en ese instante mágico. Solo dejaron escapar dos palabras: te quiero. Se abrazaron, se besaron, se apretaron el uno contra el otro, la llama volvió a encenderse y una vez más hicieron el amor, más lentamente volvieron a saborearse, a practicarse un mutuo sexo oral, volvieron a ser uno solo en carne y alma. Hace 5 años nacía fuego de estos dos amantes, que aún hoy, los une cada vez que los enciende un beso, en esa cama que hoy comparten.
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