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Lluvias de Agosto por hijo de las sombras

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Notas del fanfic:

espero que lo disfruten

Capítulo I


 


Es una tarde lluviosa del mes de Agosto. Sentado en una banca del parque se encuentra un joven. El agua recorre todo su cuerpo que solo es protegido por una camisa y pantalón de mezclilla de color negro.


 


Los transeúntes miran  extrañados el espectáculo. No pueden comprender la razón que mantiene a ese  hombre en las condiciones que se encuentra.


 


A unos cuantos metros de donde se encuentra. Otro chico de 24 años y vestiduras elegantes fija su atención en quien esta sentado. Se mueve de forma mecánica. Una fuerza extraña y “superior” hace que le sea imposible detener su marcha. En su mente esta la duda sobre la persona que no le teme a las inclemencias meteorológicas.


 


Conforme avanza se da cuenta de que esa silueta y gestos le son familiares. Tan solo faltó una mirada a sus ojos para terminar de reconocer al ahora “no desconocido”.


 


…………………


 


La sensación de frío invade su corazón. Extraña el tenerlo cerca para que le abrace de la forma tan protectora que siempre lo hace. Y que le regale uno de sus besos que aún al ser posesivos y demandantes. Le transfieren una sensación de tranquilidad y amor que tanto añora.


 


Da una nueva calada al cigarro. Una sonrisa entre burlona y desesperada se dibuja en su rostro. Fumar no es del agrado de su amante. Así que hacerlo es como hacer alguna clase de travesura. Puesto que intentaba hacerlo adicto a sus besos (cosa que había logrado desde el momento en que le dio el primero); desobedecer la regla le traía como retribución un regaño y al final uno de sus besos.


 


Siempre que se sentía acongojado por su novio. Pedía ayuda a su amigo del humo. Nunca le ha fallado el truco. Ni su desenlace de tener al final una noche tranquila. Con él sobre su pecho intentando encontrar alguna falla en sus pulmones. 


 


……………….


 


De pronto algo hace que se detenga su marcha. Un extraño sentimiento de soledad embate su corazón. A punto del colapso mental recuerda sobre su pasado. La quimera le trae el momento en que vio los ojos del ahora amado llenos de lágrimas por su culpa.


 


Antes estaba seguro de todas las formas en que reaccionaba. Pero hace más de cuatro años que no lo ve. Por eso la duda y la nostalgia embargan su pertrecha alma. Su ritmo cardiaco está al límite. La adrenalina terminará matándolo y aún no ha dicho nada.


 


-         Amor imposible- mirando al cielo su voz exclama como si en vez de una frase un epitafio hubiese sido recitado- siempre supe que me amaste. Sin embargo me aleje por cobarde. Mas. Ahora te vuelvo a ver. Espero tener otra oportunidad


 


Su cara denota completa agonía. Sollozos y un nudo en la garganta. Presagian las lágrimas que terminarán derrumbando al que siempre escondió sus sentimientos. Tras  las mascara de la “felicidad”. En un intento por detener esos augurios. Se frota la mano por su cara. Esperando que de alguna manera. Sea el placebo adecuado para amarrar a sus internos temores.


 


………………….


 


Conduce su deportivo a toda velocidad por las calles completamente húmedas por la lluvia. Mira su reloj y observa que son las 5:00 p.m.


Hace más de hora y media que Samuel debe estarlo esperando. Supone que debe estar completamente furioso o peor aún. Preocupado. Aunque nunca lo exteriorizara, sabía que cuando no llegaba a tiempo, su pareja se pone muy triste e infeliz. Aunque intenta enmascarar sus sentimientos tras el coraje. Sabe que le sucede, lo conoce como a la palma de su mano. Con exactitud puede reconocer la razón de sus berrinches y desplantes. Tristezas y alegrías. Hasta las de sus lágrimas o risas. Le enorgullece mucho el saber que es la razón de todas esas sonrisas que le encantaban.


 


-         Si Samuel esta angustiado, seguro mato a mis ineptos compañeros. Como se les ocurre ocuparme en estos momentos. Sabían que hoy era importante para mí- exclama Agustín mientras cambia la velocidad. Espera en verdad no haber alterado las emociones de su niño.


 


Mientras Agustín conduce por una de las avenidas. Alberto sigue su camino hacia su meta. Su antiguo compañero de clases. El que le dedicó tanto tiempo y esfuerzo. Ahora se encuentra solo y fumando enfrente suyo.


………………….


 


De pronto un extraño sonido le asusta. Algo vibra en uno de los bolsillos de su pantalón.


 


-         Samuel al habla. ¿Quién es?- exclama al encontrar que la razón del sonido era su celular


-         Heladito, no te enfades conmigo- contesta Agustín, provocando una sonrisa en el rostro de Samuel, con él jamás se enfadaría- en un momento más estaré contigo, por favor. Espérame un momento más- dice un angustiado Agustín por pensar en que su novio se sienta mal


-         Agustín. Por favor. Ven rápido- en tono de súplica mas que de orden


 


Agustín pudo notar completamente el nudo en la garganta de su amante. Notablemente estaba asustado y eso le preocupaba


 


-         Bebé. Por favor, espera un momento más. Pronto estaré contigo, no te sientas mal. Espérame.


 


Agustín rogaba a todos los dioses que conocía. Aunque no creyera en alguno. Esperaba que cuando menos uno se apiadara de su mala suerte e intentara hacer que Samuel ya no estuviera triste.


 


Empero a  los dioses les parecía que no había hecho esperar lo suficiente a Samuel. La lluvia enardeció y es imposible mirar más allá de la nariz.


 


Saca el celular y marca el número de Samuel.


 


-         Por favor, contesta- suplica Agustín mientras el teléfono comienza a timbrar


-         ¿Agustín?, tengo miedo, te lo suplico ven- sollozó Samuel


 


Ni siquiera había visto el identificador de llamadas. Tan solo quería estar en los brazos de su novio. Acurrucarse en su pecho y sentir como el calor del cuerpo regresaba a su interior gracias a su amado.


 


 


-         Amor, creo que no podré llegar en poco tiempo, la lluvia no me deja avanzar-


 


Realmente se siente inútil. Su hermoso novio asustado por él y sin poder ayudarlo en algo. Una lágrima muda corre por su mejilla.


 


De pronto Samuel siente como los recuerdos le llegan como balas a su cabeza. Le encanta la lluvia, lo que no le agrada es esperar. Miles de gotitas caen de sus ojos. La incertidumbre es peor que la muerte. Suda frío y su cuerpo se estremece, quisiera decir que no estaba asustado. Pero lo cierto es que, se encontraba en shock. Para no terminar privándose en sus divagaciones, que le atemorizan hasta lo más profundo de su alma.


 


Mueve enérgicamente la cabeza. Quiere borrar los recuerdos y las quimeras que le amedrentan. Ya no puede más. Necesita imperiosamente el abrazo de su amado.


 


-         Agustín- dijo Samuel aún llorando


 


Agustín está cada vez más impaciente. Quiere llegar lo más pronto posible con su heladito, empero. Algo hace que la empresa de apresurarse se esfume en el tiempo


-         Cuídate mucho- súplica Samuel- no me dejes solo


-         Amor. no te dejaré solo. Siempre estaré contigo


 


Samuel sabe lo impulsivo que su novio se vuelve cuando se preocupa por el, así que intenta cambiar su tono de voz por uno mas calmo


 


-         Tan solo llega. No importa a que hora. Pero ven, luego pensare en lo que te hare por haberme hecho esto


-         Claro que llegaré. ¿Cómo no hacerlo si eres mi vida?- mira al parabrisas. La lluvia no ha cesado, pero la neblina ya permite que los más osados pueden atreverse a seguir con su camino


-         Te amo…


 


Casi no pudo escuchar, la señal si de por si era débil. Termino por morir la línea telefónica. La llamada se había cortado


 


-         Diablos- golpea el volante, sabe que eso preocupara más a Samuel


 


 


Las lágrimas no pueden dejar de caer. Su cuerpo se encuentra muy débil. Tan solo… tan solo quería pasar un lindo día en el parque al lado de su amor; ahora todo esto le parecía cualquier cosa, excepto hermoso.


 


-         Tsuki. Ayúdame- implora con lágrimas rodando por sus mejillas


………………..


 


Caminando un poco más hacia la persona que ama. Se de cuenta que se encuentra tirado en el suelo; las lágrimas se mezclan con la lluvia y el grito desesperado inunda los corazones cercanos.


 


 


Nunca antes ha escuchado un grito tan desgarrador. Lleno de temor y angustia. Se siente inútil por no poder ayudarlo; corre hacia la persona amada intentado abrazarla.


 


Algo detiene su carrera. El alma amada ha dejado de llorar; ahora. Está sentado sobre el suelo mojado. Abraza sus rodillas y levanta su mirada hacia el cielo.


 


-         Se suponía que no cree en Dios- exclama más para sí mismo al ver como su amor ve muy interesado el cielo


 


 


-         Agustín. Por favor, ven pronto…- entre sollozos poco audibles exclama su plegaria. Cierra los ojos. Intenta esperar lo más que puede sin volverse  completamente loco.


 


Cuando por fin puede llegar hasta donde su amado se encuentra. Le abraza e intenta darle el calor que le hizo falta durante esa angustia. Ahora, es tiempo de devolver parte del amor que recibió.


 


-         Samuel, ¿Qué tienes?- pregunta un poco aturdido por saber que le pasa a quien ama


-         ¿Alberto?- contesta Samuel confundido- ¿Qué haces aquí?


-         Luego contesto eso- responde Alberto aún preocupado- no intentes cambiarme el tema. ¿Qué tienes?- exclama intentado sonar lo más calmado posible y así evitar alterar más a Samuel


-         Es que…- hace un esfuerzo por calmarse


 


Samuel está completamente devastado. Su mirada solo refleja angustia y melancolía. Preocupación y miedo. Es por eso que Alberto dándose cuenta de ello. Le pasa una mano por su mejilla. Intentando transmitirle la comprensión y seguridad que en ese instante necesita.


 


-         Mi novio no ha llegado desde hace más de una hora. Ha empezado a llover muy fuerte y…- no pudo terminar la frase ya que justo en la palabra final su voz se le quiebra


-         ¿temes por él?-pregunta Alberto mientras aferra a Samuel que esta siendo consumido por el dolor


 


Solo un gesto de asentimiento sirve como respuesta. Samuel se abraza más al cuerpo de del moreno que le protege. Y su llanto, no puede dejar de correr.


 


………………..


 


-         Maldición. Por favor, no te cortes- un preocupado Agustín. Intenta volver a tener comunicación con su heladito


 


Cinco intentos después. Al fin la línea se restablece. Tiene que saber en calidad de urgente si heladito se encuentra bien.


 


 


Se siente tan bien estar en brazos amigos. De pronto: su ensoñación termina. Un ruido molesto destruye su fantasía de estar en su sala. Sentado en el piso y siendo abrazado por Agus.


 


 


El ruido le parece familiar. Tiene la nostalgia impresa en él. Si, es imposible no reconocerlo: Carmina Burana. La canción que tiene como tono en su celular. De pronto, en su corazón llegó la esperanza. Que no tardo mucho en opacarse y convertirse en temor. Nuevamente, las lágrimas comienzan a salir.


 


 


-         Contesta. Anda- incita Alberto. Mientras le pasa el celular


-         Pero… tengo mucho miedo Beto. ¿Que tal si es algo malo?- dice Samuel mientras recibe el teléfono. Aún con la angustia impresa en su cara.


-         No creo que sea malo- Samuel lo mira de una forma expectante. Alberto, quien se da cuenta de la forma en que su amigo le mira. Prosigue en su explicación- el identificador de llamadas dice que es un tal “Gomita” el que te habla.


-         ¿Gomita?... pero que apodo tan extraño para nombrar a tu novio- piensa Alberto. Sin embargo recuerda que se trata del “loco”. Cambia su expresión y le regala una sonrisa cargada con cierta burla.


 


 


Samuel se sintió completamente idiota. Pues ya se estaba preocupando sin antes haber mirado si quiera el identificador. Toma el teléfono de las manos de Beto y le mira la cara y es ahí cuando ve la expresión burlona que tiene. Un color carmín se apodera de su cara.


 


Luego tendrá tiempo de explicar. Por el momento lo importante es no preocupar más a gomita haciéndolo esperar.


 


-         ¿Gomita, estás bien?- contesta Samuel un poco más relajado


-         Si Heladito. Estoy bien. Quiero decirte que te amo- al escuchar esas palabras de su novio. Samuel se sonroja haciendo que Alberto sonría un poco por la vista que da su amigo- y anunciarte que ya voy para donde estás. Te amo


-         Yo también te amo Gomita. Por favor cuídate


-         Claro. Ya voy para allá


-         Bien. Porque quiero presentarte a alguien. Adiós


 


Samuel cuelga. Cuando menos pudo comprobar que se encuentra cuerdo aún. Aunque es la primera vez que tarda tanto en llegar a una cita. Además. Está el factor del clima. La lluvia que ha caído es para preocupar hasta al más confiado de los hombres.


 


Sin embargo. Algo más le está comiendo la cabeza: ¿Quién es la persona extraña que se encuentra con Heladito? Y aunque no sea de celoso. Por la forma en la que su novio habló sobre presentarle a alguien. Hace que un deseo por defender lo suyo aflore dentro de su ser. Así como no quiere ver que alguien intentara “algo” con SU novio. Por que realmente si era suyo. Tantas veces Samuel se lo había reiterado cuando hacían el amor que dudas no le quedaban. Además. Puede confiar en Samuel. Le conoce desde que este tenía 18 años y asistía a la facultad de derecho; mientras él. Tendría unos 22 años y asistía a su último año en la facultad de comercio internacional. Empero no se encuentra muy conforme aún sabiendo cuanto le ama Samuel.


 


……………………


 


-         Entonces… ¿Gomita es tu novio?- burlonamente se acerca Alberto a Samuel. Intentando destruir la tensión de momentos atrás y hacerlo reír nuevamente.


-         Si- contesta completamente rojo. Ve los ojos de su compañero quien solo le sonríe para romper a carcajadas- no te rías- exclama a la vez que hace un pequeño mohín con su boca


-         Es que… es realmente inevitable- Alberto. Quien hacía todo lo posible por detener su risa. Aunque no tenía éxito en alguno de sus intentos por evitar desternillarse de risa- Además. De cuando acá eres tan cursi. Llamando Gomita a tu novio y haciendo pucheros.


-          La gente cambia. ¿no sabías?- hace ademán de estar enfadado. Pero no… no podría enojarse con Beto. Gomita y él. Eran las únicas personas con las que nunca podría molestarse en verdad


 


 


-         Está bien- exclama Alberto para romper el silencio que se había creado entre ellos dos. Justo como el que se formaba cuando eran estudiantes de preparatoria y ambos escondían un gran secreto- Ahora solo me falta que me digas que crees en Dios


-         Hay cosas que jamás cambiaran- responde Samuel mientras da un suspiro. Extrañaba la compañía de Alberto. Sin embargo. le gusta el silencio que se forma entre ellos. Ese silencio siempre ha dicho más que sus dos bocas juntas.


 


Pronto estos dos amigos se encontraban riendo. Intentando olvidar los tensos momentos que habían acontecido.


 


-         Por cierto. ¿Cuándo piensas decirme el nombre de Gomita?- pregunta entre carcajadas- o… tal vez ese sea su nombre


-         No digas tonterías. ¿Cómo piensas que alguien se va a llamar Gomita?- protesta Samuel. Un poco contagiado por la risa de su amigo.


-         No lo se. Tan solo lo dije por decir. Entonces: ¿me dirás el nombre de mi socio?- inquiere Alberto. Sin reparar en el sentido de las últimas palabras que salieron de su boca.


 


A pesar de que Samuel escuchó claramente la frase. Hace caso omiso pues piensa que es una broma más.


 


-         Se llama Agustín


-         No tiene tan feo nombre; aunque el mío está mejor


-         Quisieras- realmente Alberto vuelve a lograr lo que hace mucho tiempo no hacía. Puesto que Samuel se ve completamente feliz y sus risas son sinceras


-         ¿Cómo le conociste?


-         Es un secreto- responde con un sonrojo- solo falta que me pidas detalles de TODO lo acontecido


-         Me leíste la mente- exclama Alberto quien comienza a reír nuevamente- ¿creías  que perdería el tiempo divagando sin tener algún resultado guarro?- cuando termina de platicar. Se acerca un poco más a su acompañante. Esto hace que Samuel haga un gesto de incredulidad. Lo que logra que Alberto en su fuero interno este más que divertido.


 


……………………….


 


Las luces de la cuidad estaban encendidas. Era de esperar al ser un día lluvioso, aún cuando fuera temprano.


 


El deportivo negro levantaba el agua del suelo. Quería estar lo más pronto posible con Heladito. Por fin llega al parque y ve a su novio riendo al lado de un tipo que le abraza por la espalda. Lo celos le empiezan a hervir. Pero lo tranquiliza el ver como Heladito se zafó del agarre.  Para continuar bromeando con aquel extraño.


 


El olor a tierra mojada le gusta. Porque recuerda a su pareja riendo y estando feliz cada vez que caminan bajo la lluvia; además…


 


-         ¡Gomita!- grita Samuel a la vez que corre y le da un abrazo a su novio


-         Heladito. No te enfades pero… pareces perrito mojado- exclama Agustín devolviendo el abrazo y regalándole el beso que tanto ansió darle. Impidiendo con esto. Que Samuel se disgustara con él por lo anteriormente dicho.


 


-         Perdón por interrumpir a la feliz pareja. Pero no coman pan enfrente de los pobres- refuta Alberto que se acerca a la pareja. Quienes están un poco molestos por haberlos detenido en ese momento.


 


Samuel besa tiernamente a su Gomita en  los labios. Mientras esta le pasa las manos por la cintura. Atrayéndole más a su cuerpo; sin embargo. Samuel se voltea hacia Alberto sin deshacer el agarre de Agustín. Quien se entretiene besando el cuello del pequeño Heladito a lo que responde con pequeños gemidos por lo bajo. Pues no es momento.


 


-         Agustín. Te presento a Alberto- intenta sonar lo más calmo posible. Pues Agustín le ha mordido el lóbulo de su oreja. Provocándole un gemido más fuerte que los anteriores.


 


Agustín. Quien solo levanta la mirada en un asentimiento a modo de saludo. Vuelve a besar el cuello de Samuel y lo aferra más a su cintura. Alberto. Mira el espectáculo y comienza a sentir algo extraño en el interior.


 


-         ¿Quieres que te llevemos a alguna parte?- pregunta Samuel


-         No. muchas gracias. Quiero caminar un poco- contesta Alberto mientras extiende su mano hacia su amigo- te doy mi número de teléfono por si quieres hablar luego.


-         Gracias Beto. Nos vemos luego.


 


Agustín deja que Samuel se adelante al automóvil.


 


-         Muchas gracias por acompañar a mi niño- dice Agustín destruyendo la anterior máscara de coraje que tenía.


-         De nada. Lo hice por mi amigo. Porque sé la razón de su crisis por esperar. Y no me gusta verlo así- contesta Alberto tendiéndole la mano.


 


Agustín estrecha esa mano. Se pregunta ¿Por qué? No le había dicho la razón que hacía que se pusiera nervioso. Cada vez que lo hacían esperar.


Deja las conjeturas aún lado. Ahora es tiempo de consolar a Samuel. Pensó Agustín al ver el rumbo que sus cavilaciones tomaban.


 


-         Aunque realmente espero que el instante en que me cuente llegue pronto- suspira mientras marcha hacia el automóvil.

Notas finales:

espero e les guste y por favor vayan dejando comentarios

hasta la próxima


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