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Lluvias de Agosto por hijo de las sombras

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Notas del capitulo:

me disculpo por no haber publicado antes... solo que por culpa de unos problemas de temática existencialista no me he sentido (creo que ni siquiera ahora me siento) con muchas ganas de seguir escribiendo; sin embargo, los sueños son sueños y no podemos librarnos de lo que más añoramos con nuestro corazón

gracias por leer... espero sus comentarios

Capítulo II

 

 

 

 

 

Empezaba a oscurecerse cuando Samuel se alejaba junto con su pareja. Alberto solo tiene una sensación de un nudo en el estómago. Admite que siente celos hacia Agustín.

 

 

 

La lluvia vuelve a desatarse. Alberto mira a su alrededor. Ahora entiende porque Samuel puede estar bajo la lluvia durante horas. Es relajante y aunque sea frío existe una sensación de abrazo.

 

Rebusca en el bolsillo de su gabardina y saca la cajetilla de cigarros. La misma marca que Samuel consume desde que eran unos jóvenes tontos de preparatoria. A pesar de la lluvia. Intenta con éxito prender el cigarrillo. Da una calada, ahora es él quien se ve embestido por los recuerdos.

 

 

 

………………….

 

 

 

Era lunes por la madrugada y el sonido del reloj había logrado con mucho éxito su función. Eran las 5:30 a.m. y al estar en temporada escolar, tiene que levantarse temprano. Para alcanzar a llegar a las 7:00 a.m.

 

 

 

Perezosamente una mano sale de entre las cobijas y apaga la alarma. Lleno de ofuscación. Víctor se levanta de su cama y se dirige hacia la de su hermano mayor.

 

 

 

-         No puedo creer que siempre sea yo quien tenga que despertarte- dice mientras levanta las sábanas de la cama

 

-         ¿Qué quieres?- pregunta un molesto Alberto

 

-         Ya es hora de que te levantes. Mamá tiene rato despierta y pronto irá a trabajar. Así que apúrate o no la alcanzarás.

 

 

 

Alberto realmente odiaba esos días. La noche anterior no había podido dormir. Debido a que un trabajo escolar estaba resultando un poco más complejo de lo planeado. Y era necesario quedarse despierto hasta tarde. Para avanzar aunque fuera un poco.

 

 

 

Lentamente se levanta de su cama. Prende una pequeña lámpara de mano para alumbrar y no molestar a su hermano. Busca en el desordenado armario su uniforme. Pero no puede encontrarlo. Al cabo de un rato de búsqueda infructuosa. Decide ponerse una chamarra y sale del cuarto a buscarlo por la casa. Estaba al borde de la desesperación cuando voltea hacia la ventana y observa el uniforme lavado y tendido.

 

 

 

-         Seguro mi madre lo lavó ayer en la tarde- exclama mientras se acerca por las prendas

 

 

 

Una vez con la ropa en mano. Vuelve a entrar a su cuarto. Saca unos bóxers y sus toallas para darse un baño.

 

 

 

-         Hijo. Apresúrate o llegarás tarde- sentencia su madre

 

-         Ya voy mamá. Solo me doy un baño y nos vamos

 

 

 

Al abrir el grifo se da cuenta de que el agua está tibia. Cosa muy rara. Pues eso significaba que alguien se había metido a bañar antes que él. Además; solo su madre usaba agua caliente. Porque es la única a la que no le da flojera encender el calentador. Pero ella se bañaba en las noches.

 

Un grito de su madre hace que esos pensamientos se esfumen. Deja que el agua recorra cada centímetro de su fisonomía. Extrañaba la calidez de un buen regaderazo. Empero, un nuevo pensamiento hace que sus cavilaciones se pierdan. Samuel no estuvo disponible para ayudarles. No tenía nada que recriminarle. Puesto que él había terminado su parte hacia mucho tiempo. Solo que siempre los supervisaba.

 

 

 

-         Bueno. Creo que solo supervisa lo que tú haces- se dice a sí mismo Alberto. Mientras comienza a reír tontamente. Al darse cuenta del rumbo que tomaron sus pensamientos.

 

 

 

Termina su baño y se vise. Su madre quien a estas alturas se encuentra completamente desesperada. Le reprende por tardarse tanto. A lo que él, solamente pasa a su lado con la mochila al hombro. Para encaminarse al auto.

 

Durante el camino a la escuela. Su madre estuvo muy rara. Y él, por alguna razón desconocida. Comenzó a sentirse muy triste.

 

 

 

………………………….

 

 

 

-         ¿Terminaste el trabajo?

 

-         Si Soledad. Lo hice- responde un poco molesto por el golpe que su amiga le había proporcionado

 

-         Ahora solo debemos esperar a que Samuel llegue y se haga cargo de la presentación.

 

-         Pues. Comienza a esperar. Sabes que es de los últimos en llegar- acota Alberto con un dejo de burla en su voz

 

-         Calla- exclama Soledad a la vez que le da un manotazo en la cabeza

 

 

 

Después de que Soledad hablara. Ambos amigos se sentaron en sus respectivas butacas. Augurando el momento en el que Samuel apareciera. Sin embargo; llegó el profesor que impartía la primera clase y este seguía sin mostrarse.

 

El tiempo pasó y terminó dicha clase. Cuando el grupo se disponía a salir del aula para tomar su descanso entre clases. Fue cuando apareció Samuel. Llegó con su uniforme desacomodado. Como si se lo hubiera puesto a la carrera.

 

 

 

-         Samuel. ¿Qué tienes?- pregunta Alberto acercándose a su amigo

 

-         Nada- responde con una cara de total abatimiento

 

-         ¿Estás seguro?- vuelve a interrogarlo. Pero solo recibe un movimiento afirmativo como respuesta.

 

 

 

Soledad. Quien hasta ese momento se había mantenido algo lejana de sus amigos. Notó junto a Alberto. La obviedad de la mentira que Samuel expresó. Sabe que su amigo no es muy dado a querer demostrar sus sentimientos. Mucho menos en público. Sin embargo; algo que observó desde el primer momento en que empezaron a ser amigos. Es que su “hermano” parece un libro abierto cuando tiene una verdadera preocupación. Así que resuelve acercarse a sus mejores amigos. Empero, cuando estaba a unos centímetros de ellos. Samuel decide alejarse. Aludiendo a la exposición que en poco tiempo debía ofrecer.

 

 

 

-         Vaya. Al fin llegas- exclama Miguel. Quien no se da cuenta de las condiciones en que entra su compañero- Sabes. La presentación se canceló. No va a venir la profesora. Dijo que nos daba más tiempo para planear todo- Samuel sorprendido. Solo abre un poco los ojos sin entender muy bien las cosas- Bueno. Mejor para nosotros. Podemos terminar el presupuesto. Con eso de que la otra vez nos lo regreso.- dice Miguel. Quien se acerca a Samuel entregándole unas hojas.

 

 

 

Juntos. Como si ahora ellos fueran los únicos que se percataran de algo. Soledad y Alberto temen algo malo. Su amigo está en grandes problemas y lo pero es que siempre se calla sus mayores temores. Sin embargo; se dan cuenta de ello. Nada es peor como quedarse con la duda.

 

El equipo de cinco integrantes se encuentra reunido. Haciendo los apuntes necesarios en sus cálculos y presupuestos de una empresa imaginaria. La cual, ha de ser entregada como trabajo final de la materia: taller de elaboración de proyectos. Mientras Samuel dictaba los objetivos, metas y reglamentos. Alberto se comportaba de una forma muy extraña. Ha estado todo el tiempo jugando o haciendo cualquier clase de tontería. Pero, no hace nada productivo.

 

 

 

-         No puede ser- exclama Alberto preocupado

 

-         ¡¿Qué?!- pregunta un Samuel que está a punto de perder la cordura

 

-         No traigo el emblema. Lo dejé en mi casa

 

-         ¿Cómo puede ser eso?- vuelve a preguntar Samuel incrédulo- Se suponía que hoy lo traerías.

 

-         Es que se me quedó en la mesa- contesta Alberto

 

 

 

-         ¡Oigan! ¿Ya saben que la de proyectos nos va a recoger el presupuesto y lo teórico de la empresa?- pregunta Cristian quien es el jefe de grupo.

 

-         ¿Cómo?- pregunta Soledad. Mientras de reojo observa que Samuel está temblando

 

-         Que me tienen que entregar las cosas cuando se acabe la última clase- responde Cristian

 

 

 

-         Y ahora ¿Qué se supone que vamos a entregar Alberto?- pregunta Samuel dirigiéndose a su amigo. Que solo lo observa con una de sus sonrisas que nunca quita

 

-         Pues no se- responde Alberto. Quien se acerca a Samuel hasta tenerlo contra la pared- La verdad. Ni me preocupa el trabajo este.

 

-         ¡Alberto! Déjate de tus tonterías- le reclama Samuel- Ese trabajillo como tú lo llamas; es el 70% de nuestra calificación. Te debo recordar que reprobaste el examen anterior. Y a menos que te quieras ira extra. Deberías pensar un poco más en ese “trabajillo”- Samuel arrastró la última frase. Recalcando con ello. Todo el odio e histeria que por primera vez le hacía sentir su amigo.

 

-         Lo siento Samy. No quise decir eso. Tan solo quería jugarte una tonta broma- exclama Alberto al ver la actitud de su amigo. Quien nunca antes le había levantado la voz- Mira. Aquí están las cosas- mientras habla. Alarga la mano y saca el dichoso logotipo. Que tiene como imagen una vaca. Un queso y el nombre quesos “la vaquita”.

 

 

 

Samuel no lo soportó. Muchas emociones se conglomeran en su interior. Lo único que hace es dejar todo. Avienta sus lentes en un esfuerzo por sacar un poco la frustración que lo embate. Con lágrimas amenazando con salir en cualquier momento. Corre alejándose de su grupo. Instintivamente busca un refugio. Quiere encontrar un lugar donde estar solo.

 

En el salón. Todo el grupo se encuentra consternado. Ya en primero había pasado que Samuel se enojara al grado de explotar de forma similar. Pero; eso había sido hace tiempo. Además, en este semestre. Samuel se había comportado de forma muy diferente.  Al niño antisocial que era hacía un año.

 

 

 

-         ¿Qué le hiciste?- pregunta Soledad. Enojada con Alberto. Pues era con el último que había hablado son Samuel. antes de su abrupta salida

 

-         Tan solo… yo solo quería jugar una broma. Para que se riera como siempre lo hacía- responde Alberto. Quien está ofuscado y enojado consigo mismo. Siente que algo muy dentro de él se rompe. Y la culpa lo carcome.

 

 

 

……………………………

 

 

 

Las lágrimas ruedan por sus mejillas y un gran temblor achaca todo su cuerpo.

 

 

 

No puedo más. Todo se derrumba a mí alrededor. Lo peor es que a nadie le importo-  Piensa Samuel. Mientras siente que está completamente solo. Como desea que alguien le tendiera una mano. Se decepciona de lo que ha pasado. Más… no caerá. ¡NO!; eso sería inadmisible. Ahora es cuando más enraizado debe estar. Soportar un poco más y al final. Renacer y sobrevivir.

 

 

 

……………………

 

 

 

-         ¿Dónde estás Samuel?- se pregunta a sí mismo Alberto. Mientras sigue buscando preocupadamente a su amigo.

 

 

 

Cuando se estaba dando por vencido. Mira a la derecha y a unos metros le observa. Se encuentra sentado en una banca. Aunque de una forma muy extraña. Pues sus pies descansaban en la misma banca. Mientras abraza sus piernas. La imagen es por demás desesperante. Pues nunca se había visto la parte frágil de Samuel. Siempre mostraba que él podía con todo. Y… ahora. Sollozando en un una banca mientras se aferra a sus piernas. Todo se derrumba. El espejismo cae y sale a flote el verdadero Samuel. Eso hace que Alberto no pueda esperar más. Necesita preguntarle a su amigo como se encuentra. Es imperativo que esté a su lado. Aunque sea solo para ser rechazado por Samuel.

 

Aleja la perplejidad de su cabeza. No es momento para caer en el quietismo. Es instante de hacer lo que se debe.

 

Armándose de valor camina hacia Samuel. Quien aún no se percata de su presencia. Se sienta aún lado de la banca.

 

 

 

-         Se que sonará tonto. Pero… ¿estás bien?- pregunta Alberto mientras mira a la nada. No quiere ver cuando Samuel le grite que se valla.

 

-         …

 

-         Samuel. por favor. Responde. Se que la broma que hice no fue de buen gusto. Pero…- Agustín calla, pues sabe que no puede seguir alterándose. Piensa un poco más las siguientes palabras- Perdóname.

 

-         …

 

Mira a Samuel. Este ha dejado de sollozar. Sin embargo; aún no pronuncia palabra alguna- Samuel. ¿Qué te pasa? Si es por la broma. Te prometo que nunca intentaré hacer eso de nuevo.

 

-         No… no es eso- responde Samuel. aunque muy bajo. Pues vuelve a esconder su cabeza entre sus rodillas.

 

-         ¿Entonces? Por favor. Explícame que no comprendo

 

-         Mis padres… salieron a visitar a unos tíos y no han regresado. Ni siquiera me han avisado donde están. Y lo peor es que supe sobre un accidente automovilístico por la misma carretera que siempre usamos. Y…- lágrimas caen de sus ojos. La sombra de la desesperación lo ha cubierto.

 

 

 

Alberto se conmociona al escuchar las palabras de Samuel. Ahora lo comprende todo. Siente como se le comprime el corazón y sus pupilas se van llenando poco a poco de lágrimas.

 

 

 

-         Hoy en la mañana me ha llegado esto- exclama Samuel. mientras le tiende un sobre con el símbolo de la presidencia municipal.

 

-         ¿Ya lo leíste?- dijo Alberto tomando el sobre e inspeccionando cierto sobre.

 

-         No… no quise hacerlo

 

-         ¿quieres que lo lea por ti?

 

 

 

Alberto entiende que si Samuel no lo había leído era porque no se sentía preparado para ello. Así que, arriesgándose a obtener una negativa. Hace la pregunta hace la pregunta. Que tan solo recibe por como respuesta un movimiento afirmativo.

 

 

 

Samuel intentaba no volverse loco. Mientras el telegrama es leído por su confidente. Lo que alguna vez soñó en una pesadilla completamente bizarra, se hacía realidad. Tiene ganas de echar afuera la bilis. Sin embargo; no va a caer más de lo que ya sucedió. Pero… es imposible no morir. Cuando te han dado la noticia de que en adelante. Te has de mantener por ti mismo.

 

 

 

-         No puede ser- solloza Samuel. mientras quiere seguir estando en su mundo de ayer. Negando los hechos y esperanzado en los recuerdos- ¡NO! es  irreal. Mentiras… no, no, no.

 

 

 

Alberto observa como su amigo se desmorona. Lo único que puede hacer es intentar calmarlo. Le pasa su mano entre los cabellos. Como antes Samuel hacía con él. Samuel le mira. Su vista refleja la desesperación de quien se queda solo.

 

 

 

-         No estás solo. Estoy contigo- afirma Alberto. Mientras deja que Samuel se aferre a su pecho.

 

 

 

Tener a Samuel así de cerca produce en Alberto un placer inexplicable. Claro, el preferiría que fuera en otras condiciones. Sin embargo; una sensación de calidez recorre todo su cuerpo. Se siente pleno. Aprieta un poco más a Samuel. Es como si no quisiera dejarlo ir.

 

 

 

……………………

 

 

 

-         Y entonces. ¿Por qué lo dejaste ir?- se reclama Alberto una vez que su retroceso termina.

 

-         Se que debería luchar por él. Pero… ahora él es feliz. Ese tal “Gomita” parece cuidarlo bien. Y aunque duela. Fui yo quien lo alejó la primera vez- suspira- Si tan solo fuera más sencillo olvidar que te amo.

 

 

 

De pronto un plan comenzó a fraguarse en su cabeza. Empero; necesita el conceso de alguien más. Para sopesar si llevarlo a cabo o no.

 

 

 

-         Hola. ¿Quién es?

 

-         Soledad. Soy Alberto

 

-         ¿Qué quieres?- pregunta exhalando un suspiro de cansancio- es muy noche

 

-         ¿Puedo verte mañana?- cuestiona Alberto. Sabía que Soledad podía ser de gran ayuda. Y no iba a desaprovechar esa oportunidad

 

-         ¿Dónde?

 

-         En el café que está enfrente del “Pandemónium”. A las 12:00 a.m.

 

 

 

Soledad colgó el teléfono. Aunque fuesen amigos desde la preparatoria. Nadie conocía mejor a Samuel que ella. Por eso prefirió buscar su auxilio. Ella le daría el visto bueno y si así fuera. Tendría una oportunidad para estar junto a Samuel.

 

 

 

……………………

 

 

 

-         Si señor. Lo veo. Se encuentra en el parque central

 

-         Julieta. No lo vayas a perder vista.

 

-         Muy bien. Señor

 

 

 

Al colgar el teléfono. Julieta observó el lugar donde tan solo hacía 5 minutos. Dos jóvenes acababan de dar un espectáculo. De una amistad que encerraba algo más.

 

Ella había sido despachada  por Edgar. Con la condición de no perder su rastro. Pues si lo hacía. No solo su trabajo se acababa; sino. Sus esperanzas se irían al infierno mismo. El plan era sencillo. Acabar con la relación que Agustín y Samuel mantenían ese era su objetivo y afortunadamente. Una nueva pieza en el tablero había entrado.

 

Al parecer mi vida se está facilitando. Pensó Julieta; mientras recogía una sombrilla que estaba tirada y olvidada. Todo salía a pedir de boca.

 

 

Notas finales:

bien agradezco a tod@s l@s que estén leyendo este historia que sale cada vez más extraña de mi cabeza.

perdon por algunas fallas en la escritura jaja


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