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NoSfErAtUs por airam-chan

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Notas del fanfic:

¬¬ well, que podemos decir en nuestra defensa? No hay conti de la marcha aún? No, no esta terminada todavía T-T, ha habido tantas desgracias, sin contar con que es el último cap...

^^ por eso, henos aquí, tratando de alegrar el dia, ¬¬ sarcasmo suponiendo que abrimos un nuevo tema, pero que trataremos de terminar sin tantas vueltas [=.

Notas del capitulo:

 


Salen volando serpentinas y mares de confeti multicolor. "Happy birthday nova-chan!!" Queríamos tenerte conti de la marcha, pero no pudimos terminarla... aún; ^^ así que hemos recurrido a medidas para casos de emergencia: Sasuke. Siempre es un placer fastidiar a nuestro neko, en este caso vampiro. Esperemos te guste y lo disfruten tanto como nosotras.


Besos~  >w<  >w<


 


® Los personajes de Naruto pertenecen a Kishi-sensei... ¬¬ muy a nuestro pesar. Nosotras solo robamos a los bombones a cambio de lemon´s, ku, ku.

∞ NoSfErAtUs ∞

 

Hace mucho, mucho tiempo, en la parte más alejada del reino de las sombras, existió un demonio muy antisocial.

Decían que el Nosferatus de tan solo seiscientos cincuenta y tres años de edad, era tan hermético que ni siquiera salía a costear sus impuestos de la luz, al fin y al cabo, pensaba que mientras más oscuridad y silencio mejor para él.

Sin embargo, las malas lenguas decían que lejos de parecerle suficiente, aquél que una vez fue reconocido como el hijo menor del Rey y señor de las sombras, tenía incluso paredes contra sonidos y nunca de los nunca abría los negros cortineros de sus ventanas. Aprovechándose de la situación y su libertad, los setos invadieron el jardín de lo que una vez fue una bella casita de campo, convirtiéndolo en un bosque sombrío. La oscuridad se propagó también al exterior y los habitantes de los alrededores migraron a terrenos un poco más lejanos para poder realizar celebraciones sin desencadenar con ello la furia del príncipe ermitaño.

Hasta que un día, la luz y el ruido aterrizaron inesperadamente en el lugar...

 

 

Aún cómodamente sepultado en el centenar de edredones de su cama, el príncipe de las sombras abrió sus ojos pesadamente, creyendo que los sonidos que habían logrado despertarlo serían solo remanentes del tan placentero sueño que acababa de finalizar.

En la oscuridad de su habitación, estiró los brazos y bostezó con pereza hasta mostrar sus afilados colmillos superiores con el gesto. No había nada como dormir décadas enteras de corrido.

Seguía espabilando con lentitud cuando empezó a identificar el apetitoso aroma que flotaba en el aire y captó el extraño y repetitivo ruido metálico que se oía a su alrededor, como cuando algo era corrido de un tirón... ¿Acaso esas eran las cortinas?

Sin haber tenido tiempo de averiguarlo, el cancel negro de su cama cedió de súbito, provocando que virara el rostro y usara ambas manos de escudo cuando un rayo de luz le dio de lleno en la cara.

-¡¡Hora de levantarse, Sasuke chan!!~ - Oyó desde lo que parecía ser la fuente de tanta brillantez - Es una suerte que te trajera algo decente de desayunar. Con ver el resto de la casa, cualquiera pensaría que llevas décadas sin probar bocado.

Haciendo un esfuerzo considerable, que no todos los de su especie tenían el privilegio de realizar, las pupilas del nosferatus se redujeron con rapidez, cambiando el negro de sus irises por un rojo intenso con su acción, solo así logrando distinguir la silueta que se paseaba por su casa como si fuera la propia, acostumbrándose rápidamente al exceso de luz que el intruso irradiaba.

-¿Tío Minato? - Artículo al identificarlo, dejando en evidencia el tono grave y el acento hipnótico que su voz poseía, pese a que hacía mucho no se veía en la necesidad de articular palabra - ¿Qué estás haciendo aquí?

-¿Acaso no puedo visitar a mi sobrino consentido una vez cada siglo? - Respondió bromista el otro, posando una bandeja en la cama con una copa medio llena en ella, notando como el príncipe fruncía el ceño de nuevo ante el exceso de luminosidad que su cercanía acentuó.

-Seguro... - Murmuró él, observando cómo su pariente desaparecía todo rastro de brillo en su persona hasta verse igual de mate que cualquier otro ser, bueno, como casi cualquier otro ser.

El rey de Konoha de la luz, su tío Minato, no había cambiado en nada con el tiempo. Su apariencia joven y rubia no restaba puntos a la madurez y elegancia que siempre despedía, destilando tanta calidez en su mirada celeste como en su actitud. Además de tener un físico ciertamente... llamativo.

-¿Es humana? - Preguntó, oliendo con desconfianza el líquido carmín de la copa.

-No lo sé, lo mandó tu madre, he dejado la botella en la cocina - Confesó - Bah, te diré la verdad, he venido a llevarte de vuelta.

-¡Estoy bien aquí! - Rebatió al instante - Solo con el silencio y la oscuridad - Aludió, señalando con enfado las ventanas abiertas y las cortinas recogidas.

-Tonterías - En una mueca de elocuencia, Minato rió divertido y comenzó a pasear por la habitación con un gesto de verdadera alegría en el rostro - Estoy de acuerdo con tu padre en que tu arrebato adolescente ha durado bastante ya, es tiempo de volver.

-¿Arrebato adolescente? - Repitió incrédulo.

-Han pasado siglos Sasuke, siglos, casi seis de ellos. No fue intención de Deidara volar tu habitación.

-¿No lo fue? - El nosferatus enarcó una ceja y trató de recordar otra cosa que no fuera la risa maquiavélica de ese enano rubio mientras veía sus pertenencias caer hechas trizas tras la explosión. Por supuesto que no pudo, su primo, apenas un trío de lustros más joven que él, había gozado a lo grande de su hazaña.

-Está arrepentido de corazón, y te ha mandado un sinfín de cartas de disculpa. Como habrás notado, recogí tu correspondencia y abrí el cobertizo en busca de un saco donde poder meterla toda. Te la he dejado en el estudio - Proseguía, deteniéndose para hacer un paréntesis al recordar algo - Por cierto, ¿Notaste que te han cortado la luz?

-Sí, y gracias - Murmuró, optando por apartar su desayuno para después.

-Regresando al punto, como no has escrito ni siquiera a tu casa, y tu barrera repele a todos los de tu especie, he venido a traerte personalmente.

-¿Qué le hace creer que volveré? - Comentó con calma, a sabiendas que su tío no podría obligarlo.

-El honor.

Sin dar más explicación, Minato mordió su pulgar para hacer emerger una gota de sangre, acercándola hasta casi tocar los labios de su sobrino con ella. Instintivamente, y más por hambre que por voluntad propia, Sasuke la bebió de una lamida, paralizándose al comprender lo que había hecho.

Una sonrisita divertida emergió en el rostro de su tío al conseguir lo que buscaba. Que él le debiera un favor.

-Es fácil tratar con un vampiro hambriento. Debiste beber lo que tu madre te envió cuando te lo ofrecí - Minato observó triunfante la infantil rabieta del joven - Mañana es la presentación del príncipe Naruto, mi hijo pequeño. Todos están obligados a ir, y ahora, tu también.

-Espera un segundo - Después de un fugaz repaso mental, Sasuke admiró a su tío con sorpresa, quien sonreía feliz de la vida - Tú no tienes un hijo menor. Es Deidara, y punto.

-Has pasado mucho tiempo en el auto exilio querido sobrino. Si no quieres ir ahora con tus padres está bien, pero acabo de mandar tu barrera a la historia, y ellos no te dejarán escapar de nuevo. Nos vemos mañana en la noche~ - Y con esa habilidad que caracterizaba al señor de la luz, desapareció tal cual rayo del lugar.

 

 

La dinámica en la dieta de los Nosferatus era sencilla. La sangre de animales y humanos era las más rica, pero también la más ligera, necesitaban mucha y el hambre regresaba con enorme facilidad, lo que le daba la fama errónea de: adictiva. La sangre de las bestias era más espesa, y no necesitaban matarlos para saciarse, eso era opcional. Por último, la de los seres mágicos era la más aromática, y unas cuantas gotas eran capaces de saciar el hambre habitual de varios días, solo que había un detalle con ella: Los seres mágicos eran escasos, y eran familia. No puedes alimentarte de tus parientes, menos cuando se estaban extinguiendo. El punto era que, si alguien te daba sangre de forma voluntaria y vivía para pedirte el favor de vuelta, estabas obligado a cumplir.

Resignado con su suerte, el antisocial demonio acopló todo su valor y volvió a su casa ese mismo día. Claro, no sin antes embriagarse con la botella que su madre le había enviado. Lo último que necesitaba era andar por ahí endrogándose con medio mundo a cambio de sangre. Aunque proezas como esas eran una hazaña difícil de lograr, prefería no correr riesgos.

 

 

Con una jaqueca que no había sentido en... vaya, ni siquiera recordaba cuando había sido su última jaqueca.

-¡Sasuke-chan, ¿llevas el regalo contigo?!~.

Respondiendo tan sonoramente como sus padres habían preguntado y procurando que su voz se oyera por toda la mansión para no dejar dudas, Sasuke admiró el enorme cuadrado destellante que ocupaba la recepción entera, preguntándose seriamente donde habrían conseguido una caja de semejante tamaño y que podría ser lo que necesitaba un envoltorio tan grande.

-¡Woh! - Repentinamente sorprendido, un muy bien parecido moreno de largos cabellos azabaches atados en una coleta baja se detuvo en la puerta que llevaba al jardín - No pensé que papá y mamá hablaran en serio cuando me pidieron que te consiguiera ropa de mi misma talla para ti, ¡Si que creciste otouto!

Más adolorido que antes, Sasuke reviró los ojos cuando Itachi, su odiado hermano mayor, rompió toda ilusión de elegancia y sensualidad al abalanzarse juguetonamente sobre él, pasándole un brazo por el cuello para girarlos a ambos frente al espejo, comparando sus ahora semejantes estaturas con una mano en alto.

-El único estancado eres tú, aniki. Sigues teniendo la edad mental de un niño - Externó enfadado, mas al ver que efectivamente el parecido de ambos crecía con el tiempo. Quizás ahora la única diferencia entre ambos era el color de piel y el corte de pelo. A diferencia de Itachi, él tenía la piel extremadamente blanca y su cabello era corto, peinado en puntas por atrás y con los largos mechones de su flequillo cayendo libremente a los lados de su rostro. Algo práctico que no necesitaba ser retocado a cada rato.

-Y dentro de poco, empezarán a salirte unas ojeras idénticas a las mías - Bromeó el mayor, tocando con su índice las pronunciadas líneas que surcaban su atractivo rostro.

-No me jodas.

-Lo haría con gusto. Pero eres mi hermano, lo siento, no podemos - Murmuró el mayor divertido, mirándole de reojo y con picardía - Aunque, ahora que eres mayorcito, podría llegar a considerarlo.

Soltándose en una rabieta, Sasuke volvió junto a la seguridad del regalo, mas aterrado que enfadado de que se cumpliera esa profecía, la de las ojeras, y quizás también un poco temeroso de su amenaza... ¡Le daba calosfríos solo imaginar cualquiera de ambas!

El camino a la fiesta fue una bendición, aunque saber lo que habría al final del recorrido no era reconfortante. Ya podía imaginar una reunión de sociedad con parientes hipócritas y criaturas mágicas a quienes el tiempo y el linaje habían hecho creer que parían rubíes o algo así.

Insoportable, realmente insoportable.

Grande fue su sorpresa al ver lo que recordaba como un elegante y luminoso castillo medieval, convertido en algo parecido a la casa de su pariente mas desequilibrado en Transilvania. Era tenebroso a morir, solo faltaban los rayos y la tormenta para completar la escena. Habría adorado la nueva decoración de no ser porque, afuera, una horda de adolescentes de todas las especies bailaban a la intemperie movidos por música estridente y con mas luces y destellos de colores de los que había visto en su vida, y de los que deseaba ver en lo que quedaba de ésta. Bien, admitía que no encontró lo que esperaba. En lugar de seres altivos, ancestrales y pedantes que parían rubíes, halló una sarta de críos enloquecidos que creían lo mismo.

Eso no le quitaba lo insoportable al asunto.

Siguió a sus padres cuando ellos pasaron de largo hacia el interior para buscar a los anfitriones y el área tranquila de la fiesta, mientras su hermano era abducido por el gentío en el camino, quienes lo alzaron y lo trasladaban eufóricos por encima de la enardecida multitud.

 

 

Abrumado por lo que esos eventos implicaban, socializar, le bastó con saludar al Señor de la Luz y a su respetable esposa para dar por cumplida su promesa de asistir, colándose efectiva y sigilosamente a la zona más baja, oscura y tranquila del castillo, evitando así ser el tema de la noche cuando sus conocidos vieran que había regresado de sus largas vacaciones auto-impuestas.

Sus padres decían que ser un Nosferatus mil veces más antisocial, cortante y hermético de lo usual, daba de que hablar. ¿Por qué no cotilleaban entonces sobre su hermano mayor? El heredero al trono era aún más raro que él, no era para nada hermético, cortante ni antisocial como se suponía los de su especie debían ser.

Pero la verdad, es que Sasuke disfrutaba de ser como era, apreciando la soledad y el silencio del vacío, justo como lo que había en el interior de la mazmorra en la cual se encerró...

 

 

No entendía la caritativa razón del Señor de la Luz para acondicionar sitios como ese. Quizás había estado aislado mucho tiempo, pero era culto, y se había documentado en que el uso de las mazmorras estaba prácticamente en decadencia.

Ya nadie retenía presos o esclavos en estas eras modernas.

Si no tropezó con el desastre del lugar fue gracias a los dotes de su linaje, atravesándolo con precisión y la elegante agilidad felina que poseía mientras reflejaba la pureza de su sangre a través de sus reaparecidos irises rojos, mejorando ventajosamente la visión nocturna que los de su especie tanto presumían.

Entrando todavía con cierta desconfianza, Sasuke terminó por acurrucarse en el lecho al comprobar personalmente lo cómodo que era. Definitivamente, su tío era muy considerado. Quizás por eso era tan querido y respetado por los seres de Konoha.

Lejos de esforzarse, dejó que el sueño lo asaltara con brumosa facilidad, después de todo, si corría con suerte, nadie notaría que estaba ahí y podría dormir unos cuantos meses por lo menos. Pero su suerte parecía estar de vacaciones y lo que lo despertó no fue la plenitud del descanso, si no la certeza de que estaba siendo acechado.

Abriendo los ojos sin vacilar, halló el brillo de una mirada fija y penetrante a escasos centímetros, misma que lo impulsó a retroceder de un brinco al rincón opuesto del cuarto, gruñendo en una mezcla de molestia y amenaza cuando el intruso accionó la luz de la habitación desde la cabecera de la cama para admirarle mejor.

Lo que Sasuke vio, lo descolocó.

-No-puedo-creerlo - Pronunció el recién llegado, palabra a palabra, justo al tiempo que una de sobra conocida sonrisita divertida asomaba en ese rostro tan particular - Me lo cumplió.

Y no solo el gesto era idéntico. Su cabello era igual de dorado, corto y alborotado; sus ojos tan celestes y radiantes como los que ya conocía; incluso su buen físico parecía calcado.

¡Era su tío Minato...! solo que en una versión más joven y menuda, una imagen adolescente que aparentaba tener más o menos su misma edad. Incluso, buscando a conciencia, la única diferencia parecían ser tres extrañas marcas horizontales y paralelas en ambas mejillas del muchacho, y la edad.

-En verdad, ¡No puedo creerlo! - Repitió el chico emocionado, señalándolo como si fuera un enorme descubrimiento.

Pero el que no podía creerlo era él. Con los ojos ya oscuros, pero bien abiertos, Sasuke se irguió lento, aún contemplándole con admiración mientras lo veía acercarse. Algo parecido a cuando se ve a una criatura exótica por primera vez. Jamás había conocido a dos personas tan parecidas que no fueran consanguíneos, porque de ser familia, estaba seguro que los habrían obligado a convivir desde hacía mucho.

Enfrascado en su consternación, terminó por paralizarse cuando, sin aviso alguno, el crío se plantó frente a él, tiró de las solapas de su traje y juntó sus labios con eficacia, erizándole hasta el último de sus cabellos cuando el horror de la situación lo heló por completo, haciéndole reaccionar.

Un chasquido realmente sonoro se oyó cuando separó al rubio por los hombros con brusquedad, trepando al techo en un abrir y cerrar de ojos al tiempo que luchaba con su inoportuna parálisis y trataba de reemplazar su expresión desencajada por otra más apropiada.

-¿Sucede algo? - Desde abajo, el oji azul frunció el ceño extrañado y pareció analizar algo en su mente con suma rapidez antes que volviera a sonreírle como si fuera lo más natural del mundo - Oh, ya veo. Debiste decirme desde el principio que eres de los que No besan...

-¿Eh? - Parpadeando apenas, Sasuke se repegó al techo, deseando por vez primera haber nacido fantasma y poder traspasar muros cuando, en esa fracción de segundo, el chico sacó a relucir sus muy probables dotes mágicos, solo así explicando el como ya lo tenía justo en frente y había conseguido abrazarse a él para no caer sin siquiera haberle dado tiempo a reaccionar.

-Como vi que eres un vampiro - Proseguía él con su explicación - No creí que te importara.

Ser sobrenatural o no, Sasuke no esperaría a averiguarlo. Se esfumó en el aire, tomándolo por sorpresa solo un segundo antes que él riera y se desvaneciera también. Por unos momentos, y aunque las rendijas de ventilación estaban cerradas, solo una brisa suave pareció agitar las telas en la habitación, deteniéndose cuando ambos se desplomaron pesadamente sobre la cama.

-¡Gané! - Vitoreó el oji azul entre risas, manteniendo al otro bien sujeto bajo él mientras Sasuke trataba de zafarse por todos los medios posibles - Oh, vamos - Dedicó divertido - Dicen que los vampiros llevan la calentura por dentro y el deseo a flor de piel. Vas a hacerme dudar si sigues así. ¿Qué no eres macho?

Parando de súbito ante semejante insulto, Sasuke le gruñó amenazante y verdaderamente enfadado, amedrentándose casi enseguida al grado de hundirse adrede en la colcha, tratando de retroceder cuando el oji azul se le acercó inmune y sin miedo, juntando sus labios de nuevo.

Sin aún deseaba averiguar cómo es que había perdido el juego de "al gato y al ratón", lo dejó para después cuando las caricias sobre sus labios se volvieron más llamativas que el preguntarse cómo alguien, además del Señor de la Luz, había superado la velocidad de un Nosferatus casi adulto como él. Eso era algo imposible. Ni siquiera su primo Deidara, el heredero al trono, lo conseguía aún.

Ahora concentrado en la sensación húmeda que se movía sobre sus labios, Sasuke suspiró al tiempo que, lentamente, cesaba de forcejear, apenas siendo consciente del cómo su propia boca empezaba a moverse para seguir el compás.

Lamentablemente, la frase que había citado el clon de su tío era acertada.

Los de su especie eran demasiado cachondos para resistirse una vez lo deseaban. Pero, no se suponía que otros pudieran forzarlos. No existían seres tan rápidos y hábiles que pudieran ser capaces de someter a un vampiro, y encima, disponer del tiempo suficiente para encender y calentar su deseo.

Por eso, esta persona... no podía ser alguien común.

Separándose lentamente, se admiraron en silencio por un momento, como asimilando lo que estaban a punto de hacer. Y, como el vampiro sangre pura que era, el nosferatus solo contó con el tiempo que sus ojos tardaron en volver a cambiar de color.

-Había oído de gigolós que no besan, así que está bien - Aclaraba el rubio - No volveré a...

Sin dejarlo terminar, Sasuke lo besó de nuevo, con el deseo completamente desatado ahora, invirtiendo posturas en un movimiento mientras continuaba reclamando los labios de su captor con vivacidad y energía.

El nosferatus lo supo entonces. Sería con él, era un hecho.

Todavía algo aturdido por el cambio, el rubio se sonrojó cuando el azabache dejó sus labios, le apresó ambas manos por arriba de la cabeza y lo hizo jadear sobresaltado cuando sintió su cuello humedecerse con caricias y besos rápidos, percibiendo la cálida y agitada respiración del vampiro descender a su clavícula, sintiendo como su elegante camisa de seda blanca fue abierta de uno sin la menor consideración. El chico gimió sin remedio, y entrecerró sus azulinos ojos cuando su cuerpo se estremeció completamente con ello.

Pero era puro instinto. Movido por eso, Sasuke le acarició el torso y le lamió una tetilla, observando como el cuerpo bajo él se arqueó placenteramente ante la sensación, provocando el impulso que lo llevó a tomar sus labios de nuevo y morder con saña, sintiendo la otra fuente de placer de su especie impregnar su paladar.

Si, quizás todo era instintivo. Pero la necesidad de placer que doblegaba sus acciones, no era suficiente para nublar su juicio. Y seguía endemoniadamente enfadado.

Su primera experiencia sexual sería con ese estúpido clon calenturiento, pensaba al tiempo que succionó lento, saboreando el manjar más exquisito que había probado en su vida, su sangre realmente sabía tan bien como olía... Maldición, mil veces joder. De haber sabido que sería prácticamente violado, habría dormido menos y ensayado más como controlar los problemáticos impulsos hormonales con los que todo vampiro debía lidiar alguna vez si no querían tirarse todo aquello que fuera capaz de excitarlos. Pero en lugar de probar y aprender, se había aislado y vivido lejos de estímulos sexuales casi toda su adolescencia.

«Hasta ahora» Pensó al tiempo que lamía y anestesiaba la herida que había provocado en el oji azul, parando el sangrado voluntariamente con su saliva para solo limitarse a degustar esos labios ahora más rojos y apetitosos.

Y le estaba costando muy cara su pereza. No solo se había perdido de elegir a quien dar su primer, segundo y el resto de besos que se dieran en el transcurso del acto, si no que iba a perder su virginidad en un arrebato propio de los de su especie. Justo lo que siempre deseó... obviamente era mentira.

Como si la herida anterior no le hubiera dolido, Sasuke miró al chico cuando éste abrió un poco las piernas. El rubio lo hizo lento, casi temblando, con una expresión en su rostro que parecía dividir la duda y el deseo en sus ojos. Haciéndolo respingar de nuevo, se inclinó lentamente para acomodarse en su regazo y le acarició los muslos, obligándolo a abrirse un poco más. Incluso encajó las rodillas bajó sus piernas y empujó hacia adelante, pareciéndole morboso el disfrutar de alzarle la cadera como había hecho, simulando una embestida.

-Se... serás suave, ¿verdad? - Susurró agitado el oji azul, desencadenado por lo que la postura misma que estaban adoptando sugería ya, pese a que estaban medio vestidos todavía e intuía que faltaba un poco más para esa parte.

-Pensé que estabas ansioso - Ronroneó con grave y desbordante sensualidad, contemplándolo mejor al echarle un vistazo de abajo hacia arriba. Dejando el género de lado, el chico no estaba mal.

-Sí, pero... pero es mi primera vez.

Paralizándose un momento, Sasuke sintió que el influjo animal que lo movía casi se rompe de la impresión. Sería el bajón que sufrió su excitación con la noticia.

-Dicen que duele... Si, seguro que duele - Continuó el rubio con voz titubeante - Pero eres un gigoló experto, y para eso te pagan después de todo. Haz que sea suave - Ordenó con una pizca de angustia pero con completa autoridad.

¿Gigoló...? Sasuke se enderezó perplejo ¡¿Experto?!

-Naruto chan~, hijo, mira quien vino tan...

La atención de ambos se volvió de golpe a la puerta, sitio donde un perplejo Minato fijó su sorprendida mirada en su hijo menor, en la postura indecorosa en la que estaba, y luego en su sobrino. Y viceversa.

-Fiuuuú - Itachi, de pie junto a su paralizado tío, sonrió de lo más divertido - Menos mal y todo queda entre familia. Pero primo, sí que tienes mala suerte. Y Otouto, yo que tú, me haría una limpia.

Sasuke sintió como el intenso calor de su entrepierna se le subió a la cabeza, alcanzando a mirar de reojo al atónito rubio bajo él antes que todo se tornara en la más profunda oscuridad.

 

 

El antisocial, y ahora también frustrado, Nosferatus, ardió en fiebre por tres días y tres noches seguidas. Cosa de la cual se enteraría hasta el cuarto día, cuando el delirio dejó de torturarlo y el demonio consiguió espabilar casi por completo...

 

 

Tras una dura lucha por apartar los velos de un cansancio que en su vida lo había azotado, Sasuke abrió los ojos al fin. Tocó su cabeza y tentó un lienzo húmedo en su frente. Ante su sorpresa, su hermano se lo quitó para volver a recargar sus brazos y rostro en el dorso de la silla en la cual se hallaba sentado a horcajadas, y desde la que lo observaba en silencio.

-Dime que fue un mal sueño - Murmuró con voz débil y suplicante.

-No - Sin poder retener más la risa, Itachi sonrió abiertamente al recordar - Haz dejado de ser el sobrino favorito del tío Minato. Te odia, y con justa razón. Casi te has tirado a su bebé.

-¿Y sabe él que su bebé quiere a un gigoló profesional entre sus sábanas?

-Claro que sí, toda la familia lo sabe - Soltó como si nada, desconcertando a su hermano - Pero, lógicamente no tiene el permiso de sus padres para hacerlo. Y esta vez el chiquitín creía que se lo habían concedido, tu sabes, por su aniversario y eso. Pronto notarás que Naruto es un niño que tiene mucha prisa por crecer.

¿Niño...? La palabra se repitió en la mente del más joven, varias veces. Algo no cuadraba, pero sin fuerzas, o el valor suficiente, para indagar en la edad de su desquiciado primo, Sasuke trató de acomodarse mejor en la cama sin éxito, bufando al ver la enorme diversión que su débil situación parecía provocar a su hermano.

-Joder, ¿Qué diantres me pasó? - Preguntó al fin.

-Demasiadas emociones fuertes - Itachi volvió a reír con ello - Tuvimos que torturarlo, pero Naruto confesó al ver que parecías estar realmente mal. Primero, te besó, eso debió sorprenderte. Luego trataste de huir y te atrapó, eso debió agitarte. Por último, el tiro de gracia, te calentaste, como todo buen vampiro en la peligrosísima primera vez, y te enfriaron a base de sustos. En resumen: Es una suerte que estés vivo.

-Hmm - Sintiéndose nuevamente derruido con solo escucharlo, Sasuke se arropó por completo.

Lo odiaba, odiaba a su primo por encima de todas las cosas en el mundo.

-Por cierto otouto - Llamó Itachi, temiendo que su hermano volviera a dormir toda una temporada, como solía hacer - El tío ha pedido una audiencia con papá y mamá.

Repentinamente curioso, Sasuke asomó solo un poco por la colcha, entrecerrando la mirada con sospecha cuando su odiado hermano mayor mostró la mas burlona de sus sonrisas.

-Debes ser una toda una máquina mortal en la cama porque Narutín quedó prendado de ti, y quiere casarse contigo.

 

 

« ¡Imposible...!» El nosferatus se repitió eso todo el tiempo que fue obligado a permanecer en cama, todavía con fiebre.

Según esto, el estrés era el causante, y en opinión de los sabios consejeros del reino, también era la factura por la falta de "polvos" o "pajas" que debería haberse practicado ya a su edad pues, para su sorpresa, dijeron el debería haber empezado a sentir necesidad hacía varios siglos ya, pero sus largos períodos de hibernación parecían haber ocultado ese detalle.

Malditos pervertidos sin cerebro ¿Qué sabían ellos?, ¡El sueño era tan saludable como el sexo!

Intentó tranquilizarse por sí mismo muchas veces, pero nadie en su bendita familia se dignó a decirle lo que habían concluido en la audiencia real.

Empezó a inquietarse de verdad cuando, un día, los chismes llegaron a su ventana. Hubo uno que lo atormentó particularmente. Según el jardinero real, las mucamas, la cocinera, el chofer, la hija del chofer -que por cierto apenas se enteraba andaba con el panadero-, y todo aquellos que asistieron a la kermés que organizaron, y que montaron justo frente al jardín que daba a la torre de su alcoba, coincidieron en la misma cosa: El adorable príncipe Naruto era demasiado joven para contraer nupcias.

Ese día, tuvo una crisis de histeria, lo cambiaron de habitación, y nadie volvió a mencionar el tema.

Afortunadamente para el antisocial demonio, no necesitaba que nadie dijera nada. Sabía de sobra que la tradición dictaba que era Itachi quien debía ser desposado primero; a su modo, el también se consideraba muy joven; y era un hecho de que su tío ahora lo odiaba y no quería ni verlo. Encima eran Parientes, seres míticos de diferentes clases, pero primos-hermanos a final de cuentas, y como los de la raza de la luz estaban extinguiéndose, no dejarían al príncipe menor con un no tan típico Nosferatus del montón.

Así pues, no tenía absolutamente nada de qué preocuparse, y cansado de alterarse por cosas sin fundamento, decidió descansar a conciencia.

Y justo antes de volver a despertar...

 

 

-¡Bendita la luz que pisa el mismo suelo que yo!

Al haber empatado la puerta del actual estudio de Itachi tras él, el eco de los pasos y la cantarina risita infantil de Naruto resonó por las altísimas y antiguas cúpulas de aquella capilla ruinosa y abandonada que reposaba al oeste del castillo.

Dejando el pincel y la paleta de las acuarelas de lado, el azabache se agachó para recibir en sus brazos la pequeña figura que corrió hasta él, elevándolo por encima de su cabeza sin esfuerzo antes de aferrarlo apropiadamente, logrando que su primo carcajeara un poco más por el vertiginoso movimiento.

-Buen día, Itachi nii - Saludó el oji azul, chocando sus labios con los del moreno en un mero saludo cotidiano.

-Bonjours messiée, y dime ¿Qué desastre natural provocaste hoy en konoha que has tenido que huir tan temprano en esta dirección?

-Hn - Naruto negó enérgicamente - Dei nii tenía que venir, y logré que me trajera con él - Aclaró, mirando el lienzo frente a ellos con supuesto interés - ¿Ahora pintas?

Una amplia sonrisa se formó en el rostro del moreno, caminando hacia uno de los aún imponentes ventanales del recinto para dejar al rubio en el marco del mismo, tomando asiento a su lado, junto a varios racimos de peonias silvestres.

-¿Cuál dedo quieres que chupe nene? - Preguntó, mostrándole la mano derecha al frente. El chiquillo río divertido, alzo una ceja con picardía y desvió la mirada hacia abajo solo un instante, logrando que Itachi abanicara al aire el pillar la indirecta - Dios, el alumno supera al maestro.

-Es un chiste viejo.

-Sí, sí, lo que digas. Entonces ¿me dirás al fin que tienes? Llevas varios días rarito como para que me lo sigas ocultando peque.

Instantáneamente, un atisbo de preocupación eclipsó el brillo de tan expresivas orbes azules. Naruto observó los restos del templo con esa expresión, soltando un largo suspiro contenido.

-Vaya, así que estas nervioso - El vampiro sonrió sutil, palmeando la cabeza del menor con parsimonia - Bueno, eso pasará más rápido de lo que crees. Imagínalos desnudos, a todos, eso siempre funciona para cualquiera que no sea un Nosferatus.

El oji azul rió aún algo tenso, bajando la mirada con algo de pena, un gesto que a Itachi le pareció extraño. No recordaba bien la última vez que su primo se había portado tan introvertido con él, con cualquier otro menos con él.

-Menuda falta de confianza - Externó enfurruñado - Empezaré a sentirme menospreciado después de esto.

-¡No, no te enojes! - El rubio prácticamente saltó - Es... es la llegada de la noche lo que me preocupa, la última vez ni siquiera quería cooperar, y...  - Frunció el ceño, estrujando nervioso la polera naranja que llevaba puesta - ¿Y si yo no le gusto?

-... - Repentinamente enternecido, Itachi le elevó el rostro con un dedo, sonriéndole casi de forma paternal - ¿Cómo no podrías? Si frente a mi tengo a la cosita mas sexi y apetecible de las cinco naciones.

-Mentiroso - Murmuró el rubio con un puchero.

-Sí, claro, y él no estaba por estrenarte cuando entramos a tu rescate la mañana después de tu aniversario - Ambos rieron con el recuerdo, consiguiendo relajar un poco al oji azul - Lo que jamás entenderé es por qué terminaste fijado de mi frígido hermano menor.

-Pues en ese instante de frígido ya no tenía nada - Soltó naturalmente, sonrojándose sin querer cuando el mayor le miró con las cejas alzadas - Bueno, eso, y también porque, yo - Dudoso, se llevó una mano al estómago - Aquí... sentí bonito - Suspiró, recordando de nuevo con un gesto completamente soñador iluminando su mirar - Era mejor aún de como decías sentiría cuando hallara ese alguien especial. Aun si él hubiera resultado ser un gigoló, ahora sé que definitivamente... solo podría estar con él.

 

 

Notas finales:

^^ ^^ esperamos volver pronto con buenas noticias, y nuestro nuevo pequeño bebé. Bye bye~


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