Usami Akihiko se encontraba en la mansión Usami para la lectura del testamento de su difunta hermana, aunque a él a diferencia de muchos de los presentes no le importaba el dinero estaba obligado a asistir. Su hermana había muerto no hace mucho en un accidente automovilístico, ella y su esposo murieron al instante, como todos los miembros de la familia Usami contaban con una cuantiosa fortuna que cualquiera desearía. Murieron dejando huérfano a su hijo adoptivo Ochiai Misaki, era un chico de unos 15 años él cual había sido adoptado después de la muerte de su familia a la edad de 7 años.
La lectura del testamento fue rápida todos sabían que toda la fortuna quedaría en manos de su hijo además de que esa decisión la apoyaba el miembro más viejo de los Usami el cual quería mucho al menor ya que de alguna forma era el único nieto que tenía así que nadie se opondría a una decisión que él apoyara lo que buscaban era más bien ser el tutor del muchacho.
Todo el mundo se sorprendió al escuchar al miembro de la familia que sería el tutor del menor.
- - Sé que cuando éramos niños e incluso ahora no nos llevamos muy bien pero también sé que eres al único al que le puedo confiar la felicidad de mi más grande tesoro, cuídalo como yo lo haría, por favor no le dejes sólo no lo dejes que caiga en la depresión, lo amo tanto no te imaginas cuanto él es mi más grande alegría, mi razón para vivir, estoy tan orgullosa de él. Sé que tú también lo llegaras a amar, por favor date la oportunidad de conocerlo y amalo tanto que duela como yo lo hago. Akihiko confió en ti por favor sólo amalo" La señora Usami declaró como el tutor de su hijo Ochiai Misaki a Usami Akihiko.
- - ¿YO? Esperen un momento como pudo dejarme a mi esa responsabilidad si ni siquiera conozco a niño
- - Akihiko-sama tranquilícese por favor no es tanto tiempo como usted piensa, el niño tiene quince años y el testamento sólo marca que usted debe ver de él hasta que el fideicomiso que le dejaron sus padres se le entregue en cuanto entre a la universidad, sólo son tres años.
El abogado de la familia Usami trataba de tranquilizar a Akihiko el cual parecía realmente impactado por la noticia.
- - Está bien Akihiko si no quieres cuidar él yo lo hare, sabes es mi nieto después de todo así que estará bien además Haruhiko siempre lo ha querido como a un hijo y mi padre lo ama tanto como lo amaron sus padres, en la mansión Usami estará mucho mejor que contigo.
- - Mejor que conmigo? A que te refieres padre.
Usami se estaba molestando era seguro que su padre sólo buscaba a un sucesor para la compañía pero de lo que no estaba seguro era lo que quería Haruhiko tal vez librarse de su responsabilidad con la empresa, como fuera el futuro del chico no sería "mejor con ellos que con él".
- - Veras tu vives sólo y eres incapaz de poder estar con otra persona, es obvio que ese chico sufrirá estando a tu lado.
- - "Sufrirá estando a mi lado, como si fuera a ser feliz estando al lado de ellos" No importa lo que pienses a mi me nombraron su tutor y no hay nada que puedas hacer.
Akihiko provocado por las palabras de su padre aceptó ser el tutor del menor sin saber ni siquiera como era el hijo de su difunta hermana.
Acabado la lectura volvió a su departamento en unas pocas horas el menor sería llevado a su casa, nunca lo había conocido ni tampoco le interesaba pero de alguna forma se imaginaba la actitud del menor debía ser un mocoso consentido como la mayoría de los niños ricos. Preparo el cuarto de invitados no era tan amplio como su cuarto pero aun así era un lugar cómodo.
- - "¿Cómo será ese niño? Debe tener una actitud horrible sus padres debieron de consentirlo tanto que ahora será imposible controlarlo, ¿Por qué demonios tenía que cuidar yo del mocoso"
El timbre sonó varias veces hasta que Akihiko salió a ver quién era. Su mayordomo Tanaka traía al menor, lo dejó entrar cuando terminó de meter todas la maletas Tanaka se despidió y bajo para llamar al menor.
La puerta se abrió para dejar ver a un chico delgado que media aproximadamente 1.60, era bastante guapo su tés blanca, su cabello lacio y castaño caía sobre su rostro resaltando sus hermosos y grandes ojos verdes.
Akihiko no pudo evitar notar lo hermoso que era el chico, pero si su actitud era como la que pensaba ni siquiera eso podría ayudar a aceptarlo.
-Hola tío Akihiko- san soy Misaki mucho gusto en conocerlo.
Misaki le brindaba una cálida sonrisa
-¿Tío? No me llames así me hace sentir viejo, sabes sólo tengo 25 años.
-Perdón Akihiko-san, lo siento no fue mi intención molestarlo... es sólo que...
Misaki se veía más lindo con su cara demostrando preocupación y nerviosismo tratando de encontrar las palabras para disculparse con su tutor y que él no pensara que era una molestia.
Akihiko pasó su mano por el cabello del menor despeinándolo un poco mientras reía, Misaki era simplemente lindo.
- - Está todo bien Misaki no me molestaste para nada, ¿Quieres comer algo? Debes tener hambre verdad.
- - Pero estoy bien de verdad no necesitas preocuparte por mí.
- - Claro que si, además no es bueno para un niño no comer bien, además de que estas muy pequeño y si no comes bien no crecerás.
- - ¡No, soy un niño además...! perdón Akihiko-San... yo no volveré a levantar la voz.
Misaki bajó la vista, sintiéndose mal por su acción anterior. Akihiko notó esa tímida reacción, sintió como Misaki no le quería causar ningún problema, el chico era totalmente distinto de cómo lo imaginaba, sólo había una forma de describirlo era un chico totalmente lindo.
- - Está todo bien estaba a punto de pedir algo de comer así que no hay problema.
- - Está bien tío Akih... perdón Akihiko-san yo puedo cocinar algo, no necesitas pedir nada.
- - ¿Eh, sabes cocinar?
- - Claro que si, sabes que mi madre era dueña de una cadena de restaurantes y que era una gran chef.
- - Así que ella te enseño.
- - Si, ella era grandiosa... claro que yo no lo hago también como ella pero aun así... me gusta.
La cara de Misaki se veía iluminada cuando hablaba de su madre, sus ojos brillaban más dándole un aspecto aniñado y tierno que dejó cautivado de inmediato a Akihiko, su corazón estaba latiendo más rápido al ver la cara de Misaki y como movía su mano nerviosamente sobre su hombro.
- - Ya veo, pero no tengo muchas cosas en mi alacena así que no creo que puedas cocinar algo muy elaborado.
- - Está bien Akihiko-San déjamelo todo a mí.
Misaki tenía una enorme sonrisa dirigida hacia Usami haciendo que el corazón del mayor latiera cada vez más rápido.
Aun con las escasas cosas que encontró en la amplia cocina del escritor Misaki fue capazde preparar una buena comida.
- - Esto sabe genial, eres realmente bueno.
- - Gracias pero no es tan bueno como crees, mi madre cocinaba mucho mejor, sus postres eran los mejores del mundo incluso Kaoruko-San quería cocinar como ella.
- - ¿conoces a Kaoruko?
- - Claro ella y yo vamos a la misma escuela además nos llevamos muy bien a un cuando ella es un poco agresiva a veces.
- - ¿Agresiva?
- - Hehehe si ella siempre se pelea con muchas chicas en el colegio no la entiendo pero aun así... la quiero mucho.
- - Mmm... ya veo
Al escuchar la última frase que salió de la boca del menor Akihiko se sintió triste aunque aun no conocía la razón, parecía que Misaki tenía a mucha gente que le quería y que él quería, aun no podía entender porque su hermana había preferido que estuviera con él pero ahora que conocía al menor no le parecía tan mala idea.
- - Akihiko- San es un gran escritor, yo he leído algunos de tus libros, aunque son historias tristes siempre hay un gran final... me gusta como escribes.
- - No es para tanto
- - Eh... claro que si eres genial, ganaste el premio Namori siendo muy joven... eres sorpréndete.
- - ...
Al escuchar esas palabras saliendo de la boca del menor Akihiko por primera vez en mucho tiempo se sentía totalmente feliz aun cuando lo había escuchado de muchas personas antes, el que Misaki fuera el que se lo dijera despertaba en él sensaciones que antes eran desconocidas.
- - Misaki deja los platos para mañana, no tienes que preocuparte por eso, mañana limpiara la persona que trabaja para mí.
- - ¿Eh, tienes sirvientes?
- - Algo como eso pero sólo limpia y se va.
- - Mmm... ya veo
- - Misaki te mostrare tu habitación sígueme.
- - Está bien
Caminaron un poco a través del pasillo de la segunda planta del departamento y entraron a un cuarto el cual no era tan grande como la anterior habitación de Misaki pero no era del todo incomoda tampoco.
- - Gracias Akihiko-san.
- - Mañana podrás desempacar tus cosas ahora sólo saca tu pijama y ve a la cama,
- - Mmm... está bien.
Akihiko se dirigió a su habitación cuando escucho como empezaba a llover repentinamente, algunas truenos se escuchaban alrededor, no le dio gran importancia y se fue a la cama, hoy había sido un día bastante largo y estaba realmente cansado pero no dejaba de pensar en el chico que dormía en la habitación de al lado, cada vez que trataba de cerrar sus ojos veía su linda cara mientras le sonreía, no comprendía como una persona que acababa de conocer hace algunas horas podía causar esa reacción en él.
- - Misaki.
Eran más de media noche cuando Akihiko despertó al escuchar un ruido cerca de su cama, cuando abrió pudo ver a un bulto lejos de él gimiendo, se acercó lentamente y le quito la sabana. Encontró a Misaki llorando mientras se aferraba a una de sus almohadas. Esa imagen era tan... provocadora, ver aMisaki llorando con sus hermosas orbes esmeraldas llenas de lágrimas mientras algunas caían sobre su rostroa la vez que pequeños gemidos escapaban de su boca.
- - ¿Misaki, estas bien?
La cara preocupada del mayor acercándosele, Misaki nunca había visto lo guapo que era Akihiko, tener su cara tan cerca lo hizo ruborizar, esas manchas carmín en su rostro lo hacían lucir aun más atractivo.
-... lo siento... Akihiko- Ssan... me iré a mi habitación... no quise molestart...
Misaki fue jalado por Usami a sus brazos, el escritor lo abrazó posesivamente mientras con sus manos limpiaba el rostro del menor.
- - Misaki todo estará bien. Yo te protegeré no tienes por qué tener miedo.
- - ... Akihiko-san
Misaki se quedó dormido en esos brazos los cuales lo hacían sentir seguro, Akihiko abrazaba fuertemente al menor como si no quisiera que nadie se lo quitara. La calidez emanando de ambos cuerpos era embriagante, como si estar juntos fuera lo único que necesitara para sentir tranquilidad en su corazón.