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My Fears Come Alive por Hikaru-kun

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Notas del fanfic:

  Una historia oscura para perseguirlos en sus mas remotos sueños. Debemos de aprender a nunca jugar con los enigmas que arropan a la oscuridad...

  Es mi primera historia de horror, así que espero la disfruten...

Título: My fears come alive…

 

 

 

“Bajo el manto del cansancio

 

Caigo a un temible mundo de sueños,

 

En donde las pesadillas toman vida

 

Para aterrorizar a tus débiles sentidos…”

 

 

 

  Mientras investigaba la realidad de los extraños sucesos ocurridos en la noche en que mi nueva y desgraciada vida comenzó, crucé la línea de la verdad y la fantasía, y todos mis miedos cobraron vida como masas espeluznantes batiendo mi alma cada noche en las más crueles pesadillas.

 

  Mis sueños se habían vuelto el terror de mis pensamientos, confundiendo al sexto sentido con visiones horrorosas de un mundo cruel y sin sentido, fundido con la profundidad de mi lógica.

 

  Cómo llegué a tal extremo? Cómo logré cruzar las barreras de los mundos paralelos? Cómo fue que tal horrible ser me encontró y marcó en mi alma su diabólico sello?

 

  La vida que conocí y viví es diferente a la de muchos… Desde pequeño, cuando aprendí el uso de la razón, noté en mis padres una rara vibra acompañada por comportamientos extraños; sus labios nunca marcaron una sonrisa, el silencio siempre los acompañaba y desprendían un olor extraño, parecido al de las flores que encuentran la muerte carcomidas por bichos. También noté que solo dirigían palabra con susurros bajos y espeluznantes para mencionarme algo… Y fui desarrollándome en la soledad, encerrado en aquella mansión oscura, y alejado del contacto humano.

 

  A la temprana edad, fui aprendiendo los comportamientos de los animales realengos en las calles que veía desde mi ventana. Estuve hasta los doce caminando en cuatro patas! A mis trece llegó a nuestra cada una vieja aborrecida, con semblante cansado y cuerpo desfigurado por el pasar de las décadas, para ensenarme a leer, escribir y lo básico en la historia.

 

  El día que cumplí mis quince la vieja nunca regresó, y fue cuando comencé a escaparme de mi casa por las noches para sentarme en los sepulcros y las tumbas del cementerio cruzando la calle. En ese lugar olvidado por Dios, y los seres humanos, era feliz. Encontraba la compañía humana que necesitaba, aunque fuera por las almas que penaban su pérdida, que me acariciaban con sus dedos fríos con el deseo de volver a ser hombres.

 

  Y antes del amanecer, siempre regresaba a mi cama ya que un sentimiento repulsivo nacía en mi pecho por el miedo de hacer molestar de alguna manera a mis padres…

 

  En mi último escape, dos días luego de cumplir dieciséis, descubrí la razón del comportamiento de mis procreadores, del porqué yo era alejado de la civilización y encerrado en aquella mansión repleta de sombras que velaban los pasos que éste servidor diera. Siempre observando con sus ojos carmesí repletos de lagañas y mucosidades verdes que se deslizaban hasta sus enormes y deformados dientes. Siempre me di de la vista larga, ignorando el miedo que me atacaba por el sonido de pasos y golpes en las paredes que arrebataban el silencio de la dama oscura.

 

 

 

“La canción del aire me lleva

 

Hipnotizado a la oscuridad llameante

 

Hechizado por la lujuria que rompe

 

El sello de mis mas escondidos deseos…”

 

 

 

  Aquella noche fui como siempre al olvidado cementerio, pero ésta vez, era arropado por una dulce melodía que me nublaba los sentidos y me enamoraba de su sonido. Mi cuerpo tomó vida propia, caminando hacia el lugar como un muñeco dirigido por una niña.

 

  Una luz verduzca nacía del fondo de la tierra, creando una burbuja alrededor de aquel muerto lugar, y las almas que visitaba por las noches para escuchar sus penosos susurros, bailaban en círculos alrededor de la tumba más antigua del cementerio. La luz se contrajo hacia la piedra y fue cuando las almas que me ensenaron a vivir fueron absorbidas por la tierra que cubría a aquella temible tumba.

 

  La luz desapareció y el suelo se sacudió con salvajismo, abriendo una grieta para facilitarle la entrada al mundo de los vivos a aquella bestia que tan solo existe en relatos y leyendas…

 

  La energía que me mantenía inmóvil se disipó, y como si mi vida dependiera escapar de aquel lugar, corrí con todas las energías que la adolescencia me permitió. Nunca me volteé a observar, aunque los crujidos y el grito anti-humano que soltó aquella cosa hicieron que mi cuerpo temblara de miedo y mi alma retumbara por su salvación.

 

  Llegué a mi casa hecho una tormenta de nervios para encontrar al abrir la puerta a mis padres que se daban un banquete con la carne ya putrefacta y cruda de la vieja amargada que hace un tiempo hubiera desaparecido. Se levantaron de su lugar al notar mi presencia, y llenaron una copa de metal con la sangre coagulada, ofreciéndome con placer mientras se acercaban a mí con sonrisas despiadadas en sus labios.

 

  No eran mis padres aquellos seres o cosas… Sus dientes sobresalían de su boca, amarillos por la sangre que los rellenaban, sus ojos blancos, perdidos en un limbo desconocido para mí, y sus cuerpos deformes con los brazos caídos y los huesos de sus piernas rotos, eran acompañados por una piel desgarrada con una sustancia amarillenta parecida al queso derretido.

 

  Mi estómago sintió una repulsión, y devolví lo que en ese día me hubiera comido. El miedo y el asco se apoderaron de mí, y escapé de ese lugar escuchando sus gritos sobrenaturales. Intenté escapar, intenté salvar mi vida, pero mi cuerpo se cansó y terminé sentado en la cuna de un árbol que encontré en el bosque maldito detrás de mi casa.

 

  Cuando pequeño temía mucho a ese lugar por los sonidos que se agrupaban hasta hacerse una música terrorífica que me traían las pesadillas más vívidas en mi niñez. Pero en esos momentos, ese lugar me calmaba y me traía una paz que me dormía los sentidos hasta que caí en un profundo y salvador sueno.

 

  No sé cuanto dormí, pero cuando desperté no me encontraba en el bosque maldito, y mucho menos bajo el árbol en el que encontré cuna. Estaba en un lugar desconocido ante mi vista, luminoso por un sol azul que decoraba un cielo claro y resplandeciente, y ruinas de mármol blanco arropaban la tierra sobre un hermoso espejo que por su propio movimiento creaba un sonido suave y animador. Pero había algo extraño en ese lugar, una belleza casi diabólica arropaba la hermosura de sus prados y el horizonte.

 

Estaba soñando o era realidad?

 

  Confundido por todas las reacciones que mi cuerpo estaba experimentando, recorrí los alrededores buscando una salida… Pero lo que encontré fue el dulce olor que atrapó a mi olfato. El olor de la miel fresca se volvió un afrodisiaco para mis sentidos, y comencé a buscar el paradero del dulce dorado, olvidándome de los peligros que mi mente detectaba.

 

  El olfato me dirigió a las profundidades de las antiguas y destruidas ruinas, donde la oscuridad arropaba las esquinas y la única luz que sobrevivía era la del final del camino. Seguí adentrándome, embrujado por aquel dulce apetitoso, hasta que crucé el umbral de una gran puerta, y lo que me recibió no era lo que yo esperaba…

 

  Una gran estatua de un hombre con garras y enormes dientes que sobresalían de sus labios, alas demoniacas y una desnudez sedosa era lo que emanaba el dulce olor, siendo una trampa para atraer con facilidad a sus víctimas.

 

  Si hubiera sido más inteligente, si hubiera ignorado mi curiosidad de adolescente, no hubiera traído al mundo su destrucción, y mucho menos, la mía propia.

 

  Me acerqué a la estatua con una fascinación extraña, deseando en mi cuerpo juvenil aquel ser tan hermoso pero a la vez temible. Acaricié el suave y liso mármol, excitándome por completo por el toque frágil bajo mis dedos. Me acerqué más a la estatua, acariciando su rostro, y dulce cuerpo. Gemí cuando mi pecho rozó el de él, y en esos momentos, el dulce olor ya arropaba mi ser como el agua recorre los mares… Volví a rozar su rostro hasta que uno de los colmillos lastimó el dorso de mi mano.

 

  El hechizo lujurioso en el que me encontraba desapareció, y me alejé de la estatua, llevándome a los labios la herida sobre mi piel… Pero una mano detuvo mi cometido, y con espanto, vi como aquel ser lamía con deseo la sangre que emanaba del corte. Sus ojos blancos me observaban con malicia, mientras seguía lamiendo con deleite hasta que la herida estuvo limpia.

 

  Por un momento volví a caer en un embrujo placentero hasta que noté que ese ser era la estatua que hubiera estado inmóvil en aquel cuarto. Nuevamente mis nervios se alteraron, pero no podía escapar, mi cuerpo no respondía…

 

  Con una sonrisa maquiavélica se me acercó, escondiendo sus alas para parecer humano…

 

  Su risa retumbó el lugar, alterando a mi cuerpo nervioso por el aura maligno que arropaba a ese ser, y todo nuestro alrededor perdió visibilidad por la niebla oscura que arropó los rincones mientras unas manos putrefactas salían de ella, agarrando mis manos y piernas para impedirme cualquier tipo de movimiento. Unos cánticos en otro lenguaje desconocido para mis oídos se alzaron, al igual que los golpes de entidades que hacían un baile blasfemo para alabar al demonio que mi sangre hubiera despertado.

 

 En la niebla pude ver a los asquerosos seres que eran mis padres, y frente a ellos, el ser hermoso que mi cuerpo llamaba con toda su energía.

 

  Forcejé con los brazos que me agarraban, pero lo único que logré fue agitar a sus enloquecidas risas…

 

 

 

“Sus gemas carmesí esperan con devoción

 

Que las serpientes muestren mi desnudez

 

Recorriendo mi cuerpo con su imperfección placentera

 

Mientras inyectan lujuria por sus sangrientos colmillos…”

 

 

 

  Pronto las ropas en mi cuerpo fueron arrancadas por mis “padres” mientras recitaban unas oraciones que ensalzaban a los demonios a mi alrededor. Las manos me fueron deslizando hasta una mesa de mármol con inscripciones en un lenguaje antiguo en todo su alrededor, y me acostaron, estirando las extremidades de mi desnuda piel.

 

 

 

  El miedo a ese extremo era insoportable y buscó su salida por lágrimas y gritos opacados por las risas y cánticos de aquellos seres… Pero toda cordura se perdió de mi mente cuando el olor al dulce volvió a ahogarme los sentidos, mientras mi desnudo cuerpo se excitaba por el roce del viento, que me hacía el amor con el suave frío de la noche. Mis gemidos se desesperaron por salir de mi lastimada garganta, y fue cuando el hermoso y espeluznante demonio se acercó a mí con su obvia excitación y se posicionó sobre mi piel, embarrándome con su delicioso olor.

 

 

 

 

 

“Sus garras se aferran a mi carne,

 

Sus colmillos rompen la piel de mi cuello.

 

Su cuerpo entra al mío, emborrachando los sentidos

 

Mientras la sangre se vuelve su firma de lo prohibido”

 

 

 

  La visión de mis padres volvió a recrearse ante mis ojos, y vi como cortaban sus muñecas para rosear su asquerosa sangre sobre mi cuerpo, y fue cuando bajo el murmullo de los demonios, pude ver la realidad de aquel ser que entraba en mi cuerpo con violencia para seguir con el castigo moviendo sus caderas contra las mías como una bestia desbaratando mi interior.

 

  Bajo el sufrido placer que estaba experimentando, los ojos de la bestia se tornaron carmesí bajo los cabellos negros que eran adornados por diez cuernos sobre su cabeza. Sus colmillos cortaban sus propios labios, sobresalidos como las espinas que adornaron la frente del salvador de los cristianos.

 

  Su repugnante sangre se deslizó por mi garganta, calentando mi estómago de repulsión por su amargo sabor… Y los cánticos se elevaron a la vez que las embestidas se aceleraban, y me cuerpo respondía a las crueles caricias de aquel demonio que se estaba apoderando de mi ser…

 

“Nuestros cuerpos se funden en el baile de pecados infernales

 

Y el abrazo de su corrompida naturaleza,

 

Contamina la bondad de la mía,

 

Que bajo su toque de malditas lujurias

 

Me va convirtiendo en su mortal y eterno esclavo.”

 

 

 

  Sentí una fuerte punzada en mi cuerpo, y noté como mi piel se iba transformando en un color blanquecino, casi transparente. Con una hambre casi mortífera me solté de las manos que me agarraban, y me abracé a aquel demonio, mordiendo su cuello para satisfacer el deseo de sangre que nacía en lo más profundo de mi ser.

 

  Los cánticos cesaron, y los demonios se convirtieron en sombras que comenzaron a flotar en nuestro alrededor mientras hacíamos el intercambio de sangre por nuestras lenguas, degustándonos nuestros sabores secretos del dulce carmesí que corría por nuestras venas.

 

  Sus penetraciones iban en aumento, y las unas que comenzaban a crecer en mis manos, negras como el aura que arropaba ese lugar, se enterraban en la piel de su espalda mientras las sombras seguían con su baile diabólico, ensalzando los movimientos de nuestros cuerpos hundidos en sus propios placeres.

 

  Sus alas se mostraron, y alzó vuelo mordiéndome el cuello para que mi sangre bañara a las sombras que buscaban el alimento de sus perdiciones, el dulce sabor que les corrompía su destino. Y en un grito que anunció la revolución del mal, ambos llegamos a un orgasmo maldito que recorrió nuestras pieles sucias por la maldad.

 

  Él me habló, me dijo algo en el lenguaje que aquellos demonios hubieran estado hablando, pero no entendí, no supe que me quiso decir. Fui cayendo en la inconsciencia mientras el demonio me depositaba en la mesa con sus fluidos corriendo por mis piernas. Una daga aguantaba su mano derecha, y antes de irme en el dulce viaje de un placentero cansancio, un dolor punzante en el centro de mi pecho arrancó un grito de mi garganta, y fue cuando me perdí en los sueños.

 

 

 

“Cómo escapar de sus deseos…

 

Cuando sus alas arropan a los míos?...”

 

 

 

  Cinco anos han transcurrido desde esa extraña noche. Nunca supe si fue un sueño, o fue una realidad, pero me dediqué a investigar las enseñanzas del ocultismo. He viajado el mundo entero estudiando todas las religiones oscuras, las magias que nacen en la historia. Desde el famoso Necronomicón, hasta los escritos de la bestia hecha hombre Aleister Crowley.

 

  Pero cada noche sueno con ese dulce placer que me causa la tortura por el temible demonio llamado Kutulu. Siempre lo siento a mi lado, en mis más oscuros deseos, en las perversidades que causan que todas las noches me masturbe y asesine a personas en la oscuridad de la noche para alimentarme de su preciosa sangre.

 

  Luego de aquella noche que guardo en el cajón de mis recuerdos, mis padres desaparecieron extrañamente, y todas las noches, vuelvo al oscuro bosque detrás de mi casa para ver si encuentro la entrada a aquel lugar de ensueños.

 

  Lo deseo tanto… Mi mente vaga con lentitud la longitud de su dulce piel, de su belleza maliciosa y de su sangre deliciosa… Deseo encontrarlo para lograr mi más preciado deseo…Estar unidos por siempre bajo el manto del terrible mundo del sueño eterno…

 

 En esta noche que me otorga el número veintiuno en mi edad, preparé mi total entrega a la oscuridad, en donde me cortaré las venas y rosearé mi sangre sobre las estatuas blasfemas de los Antiguos para que me regresen al pórtico de la oscuridad y así entregarme a mi Kutulu…

 

  Siento como la tierra tiembla mientras mi sangre baña las estatuillas de mármol, y la vida se va vaciando para llevarme al sueño de la muerte, la cual espera que la última gota de vida se derrame para llevarme al mundo que espera el regreso de su príncipe… Nacido en la tierra para abrir el pórtico de la maldad…

 

  El centro de mi pecho duele, arde. Y veo las sombras danzar alrededor mío mientras mi cuerpo se va transformando en uno de ellos… Kutulu se aparece y me extiende su mano… Será el sueno que castiga antes de la muerte? Los deseos reprimidos que nunca lograste?...

 

  Las alas del precioso ser me arropan en mi último suspiro… Y toda la oscuridad nos abraza para el comienzo de la destrucción del mundo…

 

 

 

“Por qué luchar…

 

…Cuando soy uno de ellos?”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer... Pienso continuar la historia pero eso depende de ustedes.


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