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Consecuencias de una traición premeditada por Paz

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Consecuencias de una traición premeditada

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 11: El rescate

El tiempo fue transcurriendo sin que ellos parecieran notarlo, todos sus afanes estaban dedicados al hombre joven que se debatía en el lecho, en una duermevela constante, al principio, la fiebre le hacía delirar, pero su mente estaba perdida en un mundo de sueños, en los que no eran capaces de discernir cuando era real y cuando fantasía.

Finalmente, una tarde, le sintieron rebullir en el estrecho lecho que estaban compartiendo los cuatro.

-Está despertando... -avisó al sentirle incorporarse con cierta dificultad.

-Quienes sois? -preguntó mirándoles con incertidumbre.

-Me llamó Naoto...

-Gen...

-Jun...

-Vosotros me cuidasteis..., mí... -se llevó la mano al vientre, se tranquilizó al sentir que seguía creciendo en él.

-Shhh... no digas nada... hay una cámara..., no sabemos cuando están pendiente de nosotros.

-Comprendo..., fue contigo con quien hable..., no recuerdo bien cuando fue...

-Si..., ha pasado un mes desde entonces.

-Un mes... ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

-Aproximadamente unos cuatro meses...

-Cuatro meses... -repitió dejándose llevar por la perplejidad. Se sintió aturdido, llevaba sin ver a Kaede poco más de ese tiempo, ¿Quién era el padre del bebe que llevaba en su seno? Y esos idiotas que llevaban el "Proyecto Génesis" le habían asegurado que él era estéril.

Ninguno de los cuatro podía saber que en aquellos mismos instantes, la "Fortaleza" era invadida.

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Un comando de soldados que descendieron por cuerdas  y escalas desde helicópteros que se detuvieron encima del edificio, cayendo en los jardines que rodeaban la mansión, algunos lo hicieron en el pequeño patio que comunicaba con la sala de subastas, solo que esos hombres lo ignoraban y se encontraron con el inconveniente que no poder salir de allí, excepto volando las únicas puertas que allí existían, según los planos vía satélite de que disponían,  una comunicaba con el exterior, por lo que los tres hombres se dirigieron a la que indudablemente llevaba al interior.

De los jardines pasaran al interior del edificio sin encontrar resistencia, recorrieron las diversas habitaciones,  encontrándose sorpresivamente, con jóvenes adolescentes que solo llevaban un collar de cuello con una argolla, llegaron a contar hasta quince camastros,  todos ellos una vez liberados de la cadena que les mantenía inmovilizados fueron llevados a una sala donde asustados se arrimaron unos a otros.

La intempestiva llegada de hombres uniformados, les alegraba, porque comprendían que de algún modo serían liberados de la tiranía de su amo.

Veía en sus miradas la incertidumbre de la situación que estaban contemplando.

-¿Dónde esta? -preguntaban.

-No lo sabemos... -se agrupaban asustados entre ellos, creyendo que buscaban a su amo.

Tres hombres quedaron vigilándoles en tanto los demás recorrían el resto de la casa, sus pisadas rápidas retumbaban por encimas de sus cabellos, haciéndoles saber que buscaban frenéticos por todas las habitaciones del piso superior.

-Nada arriba, señor... -se acercó un hombre al oficial que estaba al mando.

-Tiene que estar aquí... la llamada procedía de estas coordenadas.

-Señor, el equipo tres se ha puesto en contacto, han descubierto unas cámaras bajo tierra, dicen que esta preparado para llevar a cabo orgías, están conectados diversos pasillos hacia lugares inaccesibles, comentan que no tiene explicación, ni sentido su construcción.

El oficial miró al asustado grupo, sobre todo a los jóvenes de miradas atemorizadas. Sus collares le indicaban claramente que allí se les consideraba esclavos sexuales.

Se acercó mirándoles al rostro, evitando que se sintieran avergonzados.

-¿Alguno de vosotros sabéis quien hizo la llamada? -el silencio fue toda la respuesta que obtuvo.

-Señor... aquí hay doce muchachos... sin embargo, existen quince camastros en una de las cámaras.

-Quienes faltan? -preguntó mirando fijamente a uno de ellos, que asustado bajo su rostro.

-Hablad... no tengáis miedo..., cuando nos marchemos no os dejaremos aquí, podéis volver a vuestras casas. -prometió, no dijo que antes serían entregados a la policía para que investigaran acerca de las actividades del propietario de ese lugar.

-Falta Naoto, Gen y Jun, ellos estaban a cargo de la mascota del amo. -dijo uno de ellos.

¿Mascota?... -se escucharon disparos- ¿Vaya y averigüe que ha pasado? -hizo una señal a uno de sus hombres.

El soldado marchó rápidamente, volviendo en pocos minutos.

-Han matado a unos dobermans que les atacaron cuando echaron abajo una puerta cerrada.

-Seguir buscando... faltan tres chicos... Buscad ropa para estos chicos, encontrad el modo de quitarles esos collares, luego les lleváis al hospital para que comprueben que están bien. Nosotros continuaremos aquí buscando.

A medida que iban dejando la sala donde estaban todos reunidos, les iban cubriendo con abrigadas mantas.

Los chicos tenían una expresión como de perdida, como si no pudieran creer que aquello era real. Sus miradas eran temerosas, como si pensaran que su situación iba a empeorar.

Por medio de sofisticados sensores de calor, consiguieron ubicar una fuente de gran intensidad, sin embargo, no se veía ninguna manera de acceder al otro lado de la pared.

-Haced una voladura... -dijo el oficial.

Así lo hicieron, fue de escasa potencia, la suficiente para abrir una brecha y poder ver a través de ella.

-Hattori... tú que eres el más delgado, asómate...

-Si, señor.

Tomó una linterna, la encendió, enfocó el haz de luz hacia el interior del hueco que había dejado la explosión, luego metió el brazo dirigiendo la luz en todas direcciones, finalmente se decidió a meterse él, el espacio era estrechó pero consiguió pasar.

Se incorporó, dirigió la luz alrededor, comprobando que era apenas un habitáculo de un metro por un metro. Observó que había un cubo tapado y supuso que se utilizaba para evacuar las necesidades físicas, lo que le llevaba a comprender que allí estaba las personas que buscaba, se fijo en la puerta de madera, la abrió.

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Los sonidos llegaban apagados hacia ellos, pero lo suficientemente audibles para que prestaran atención acallando sus voces.

-Ahí alguien del otro lado -dijo Gen.

Se quedaron callados escuchando. Eran como golpeteos contra el muro.

-Parece como si estuvieran...

-Quien sea nos esta buscando -dijo Hanamichi, confiaba que la llamada hubiera causado el efecto deseado.

-Porque no echan abajo la puerta? -preguntó Jun.

-Posiblemente son muros gruesos y aunque por dentro vemos la puerta, tal vez para ellos solo sea piedra. -medio se incorporó hasta conseguir quedar sentado en la cama, los tres muchachos se arrimaron a él protegiéndole con sus cuerpos.

Fue en ese mismo instante que se escuchó la explosión, procedía de la pieza contigua y retumbó con estruendo consiguiendo que la puerta temblequeara, amenazando con soltarse de sus goznes, sin embargo resistió y se mantuvo en su lugar, fue entonces pasados unos minutos cuando vieron que el picaporte giraba y la puerta fue abierta hacia dentro.

En el umbral apareció un soldado, su traje de campaña estaba manchado con la argamasa que unía el muro. Le vieron girarse y al momento sus palabras llenaron de alivio sus pechos.

-Los he encontrado, señor, están aquí. Un adulto y tres adolescentes.

-Muy bien, a trabajar todos, hay que agrandar la abertura. -se escuchó una voz firme y con una contundencia que no admitía replicas.

Al momento, las mazas de acero se dejaron oír golpeando el muro. El soltado, volvió a la habitación.

-No os asustéis... venimos a sacaros de aquí. -intento tranquilizarles al tiempo que se acercaba al lecho con la intención de observar en que estado se encontraba el hombre. Se fijo que tenía los ojos abiertos, pero no ellos no había temor, tal vez un poco confusos- Pronto le llevaremos a un lugar seguro.

Asintió con un leve pestañeo.

-¡¡Señor!! -los sonidos cesaron apenas habló- Necesito cuatro mantas.

Algunos momentos después los tres jóvenes pudieron cubrirse con ellas. El mismo soltado se ocupó de tapar al pelirrojo, él mismo cortó con un afilado cuchillo el cuero de los collares que llevaban al cuello.

Una hora después la pequeña habitación se llenó de soldados, uno transportaban una camilla con ruedas en la que cuidadosamente fue depositado el paciente, cuando se lo iban a llevar, lo impidió momentáneamente para hablar con los chicos.

-Prometerme que me haréis un último favor.

-Lo que tú quieras... -dijo Naoto convencido que los demás estarían de acuerdo.

-Kanagawa...  decirle que volveré... buscar por mi a Kaede... -el resto de sus palabras se perdió porque le metieron en una ambulancia y cerraron la puerta antes que pudiera acabar de darles el nombre completo.

-La buscaremos... -dijo cuando la ambulancia se alejó rauda llevándoselo.

-Vamos chicos..., no podéis quedaros aquí. -dijo un soldado, conduciéndoles hacia un jeep del ejercito camuflado.

Le siguieron en silencio.

Continúa en el próximo capítulo...

Paz

Notas finales:

Por de pronto los males de Hanamichi se han acabado, ahora empiezan sus dudas respecto al hijo que esta esperando...


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