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Consecuencias de una traición premeditada por Paz

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Notas del capitulo:

Quiero disculparme con todas por haber tenido tanto tiempo sin actualizar este fic... en parte por motivos técnicos... en parte porque no conseguía arrancar con la continuación del capítulo... en fin... ya esta aquí, deseando que lo disfruteis y agradeciendo desde aquí toda vuestra paciencia. Gracias.

Consecuencias de una traición premeditada

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 24: El regreso de Hanamichi

 

La sensación de peligro que le agobiaba al principio, había desaparecido con el paso de los meses, en parte porque le preocupaba más la salud de su bebé, afortunadamente su evolución, aunque lenta al principio comenzó a avanzar a pasos agigantados hasta que su organismo comenzó a quedar limpio de la droga que había absorbido durante su gestación.

Fue un autentico alivio el que sintió cuando el pediatra que le atendía le aseguró que podía llevarlo a casa, si bien el que necesitaba más cuidados era él, porque con la ansiedad por la salud del bebé se había descuidado él, aceptó quedarse unos días más, fue entonces que empezó a sentir como si un sexto sentido le avisara que algo malo iba a suceder.

Se decía a si mismo que eran temores infundados, que ni él ni su hijo estaban en peligro, sin embargo, esa sensación, esa inquietud no le dejaba descansar, por lo que despertaba por las noches y deambulaba por los pasillos desiertos hasta llegar a la nursery, donde su bebé y otros dormían ajenos a peligros reales o imaginarios.

La enfermera que acudía a su llamada, veía en sus ojos su miedo, y aunque no  comprendía su preocupación y apartaba la cortinilla que le separaba de su hijo para que pudiera verle dormido a través del cristal.

Se quedaba observándole durante unos minutos, como si quisiera cerciorarse que ningún peligro le acechaba. Agradecía con un gesto a la enfermera quien volvía a sus quehaceres, tras aislar nuevamente la sala donde los bebes dormían en sus respectivas cunas.

Ya más tranquilo volvía a su cuarto, fue una de aquellas noches, cuando escuchó pasos furtivos tras él, la primera vez que los escuchó pensó que era su propio eco, pero cuando paso una noche y luego otra y siguió oyéndoles ya no tuvo ninguna duda, era como si alguien estuviera a su vez vigilándole. Continuó su camino sin detenerse ni dar muestras de estar enterado de otra presencia que merodeaba por los pasillos vacíos. No tenía sentido que de madrugada alguien estuviera de guardia en ese área porque según Hiro-kun solo estaba él, porque apenas nació su hijo, le trasladaron a una habitación que más parecía el alojamiento para visitantes temporales. Ya no estaba medicado, por lo que solo estaba alojado en aquella zona. Atento a la curación de su bebé, ahora tenía mayor libertad de movimientos, pasaba con su hijo casi todas las horas del día, excepto por la noche, él seguía sin poder recibir visitas ni hacer llamadas al exterior.

La seguridad de "El Centro" era primordial. Ahora sintiéndose vigilado se preguntaba si alguien había conseguido burlar esa protección. ¿Qué garantía tenía ahora? ¿A quien recurrir en caso de necesidad? Tenía la certeza que no se trataba de Kaede, porque en ese caso se hubieran acercado a él para decírselo. Si estaban actuando a la callada solo podía tratarse de Maki, solo pensar en él le producían escalofríos de terror, no hacia su persona, sino por su bebito, porque ahora sabía que Maki era capaz de arrebatarle a su hijo, aun sabiendo que no era suyo y perderle para siempre. Tenía que proteger a su bebé de ese desalmado, ¿y si ese espía ya le había dicho que iba a marchar de allí? Si Maki le estaba esperando fuera con sus esbirros no tendría ninguna oportunidad para evitarle. Necesitaba ayuda del exterior, pero ¿Cómo conseguirla? Antes que llegará a su habitación supo quien podía ayudarle. Dentro de "El Centro" había una persona que le ayudaría sin despertar sorpresas. Ella haría esa llamada al exterior. Hiro-kun no iba a fallarle, confiaba en él.

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Takeshi-san cruzaba el suelo de arenisca que transcurría por los cuidados parterres. Aquella área estaba restringida a unas pocas personas, Hiro-kun había quedado próximo a la única puerta que comunicaba con el jardincillo, se fijó  que junto a un banco permanecía sentado Sakuragi-kun, a su lado un cochecillo donde estaba su bebé.

-Gracias por venir -dijo a modo de saludo cuando estuvo a pocos pasos de él.

-Hiro-kun me comento que te noto muy inquieto.

-Tengo buenas razones para estarlo... -y le conto sus salidas nocturnas por las pasillos desde su dormitorio a la nursery y el miedo que sentía por su hijo.

-Tienes buenas razones para preocuparte..., -dijo tras escucharle sin interrumpirle-fuera de aquí sabemos que Maki quiere recuperarte a toda costa. No solo quiere al bebé, os quiere a los dos. Está obsesionado contigo y eso le perderá, posiblemente ha conseguido conocer tu paradero y tiene un espía aquí. Te agradezco que me lo contaras..., avisaré para que Seguridad se encargue de encontrarlo, mientras yo me ocuparé de sacaros de aquí sin despertar sus sospechas.

-Gracias.

-En cuarenta y ocho horas tendré todo preparado. Tú estate preparado con tu hijo. Solo lleva lo más imprescindible, lo que necesite el bebé. -le aclaró.

Hanamichi asintió, sin comentarle que él no disponía de ropa de calle, saldría con el pijama y la bata de "El Centro"

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El paso del tiempo se le hizo interminable, el bebé compartía su misma habitación por lo que tras alimentarle, se sentó sobre la cama, atento a cualquier ruido o movimiento tras la puerta entreabierta de su dormitorio. Aquel era el día señalado para marchar.

Era poco más de media mañana cuando comenzó a escuchar el deslizar de ruedas sobre el piso y un tanto sorprendido porque el servicio de recogida de ropa sucia pasara los jueves, cuando no era así se levantó dispuesto a enterarse que pasaba.

Antes que pudiera hacer o decir algo la puerta fue empujada por un carrito y un rostro conocido apareció empujándolo.

-No digas nada... métete dentro -le susurró.

Hanamichi se apresuró a acomodarse dentro del carrito, Takeshi, pues era él vestido con el uniforme del servicio de recogida de una lavandería, le alcanzó el bolso que dejo a sus pies, y le entregó al bebé, le acomodó en su regazo viendo que seguía durmiendo placidamente ajeno al trajín en torno a él.

Takeshi echó en los huecos alrededor de Hanamichi ropa revuelta para disimular que estaba lleno el carrito, luego cubrió con un paño por encima a modo de techo, para que no se viera el interior y continúo echando más para que diera la impresión que estaba a rebosar.

Solo entonces salió de la habitación arrastrando el carrito por los pasillos, cruzando con un par de enfermeros que ni siquiera le dirigieron una mirada.

Llego hasta la puerta de servicio donde esperaba su camioneta con el logotipo de la empresa encargada de la lavandería, deslizó dentro el carrito, más otros dos que esperaban allí, cerró la puerta y se dirigió a la cabina, en ella esperaba el conductor.

-Podemos irnos... -dijo apenas se introdujo dentro aún antes de cerrar la portezuela.

El portón que les separaban del exterior fue abierto y luego cerrado tras ellos, un muro alto, con casetas daban a entender a cualquiera que allí se aproximara que estaban en una prisión.

Estuvieron circulando por la desierta carretera hasta alcanzar la autopista, llegando hasta una zona industrial, metiéndose en un depósito, allí se detuvieron, tras comprobar que seguía vacío, bajaron la persiana metálica.

Hanamichi seguía dentro del carrito cuando abrieron la portezuela trasera de la camioneta, y yendo donde estaba le miró con una sonrisa.

-¿Habéis tenido un buen viaje? -preguntó haciéndose cargo del bebé.

-Muy tranquilo...ni siquiera se ha despertado. -respondió saliendo del estrecho espacio que había ocupado durante esa última media hora.

-En esa bolsa hay ropa para ti, espero que te sirva.

Hanamichi se apresuró a sacarla, era un chándal deportivo, bastante holgado, cuando se lo puso vió que le quedaba un poco corto, dejando a la vista sus tobillos.

-Perfecto, ahora me siento vestido -dijo con una calida sonrisa, al tiempo que se calzaba unas deportivas que encontró junto a la ropa- Gracias.

Tomó el bolso del bebé y lo colgó en su hombro derecho, enseguida recogió en sus brazos a su hijo.

-¿Tienes donde ir?

-Mi apartamento...

-Te llevo... así me aseguraré que sigáis bien.

Hanamichi le dio su dirección.

-Nos queda cerca... -comentó Takeshi yendo hacia donde había dejado su coche, los cristales estaban ahumados así que nadie podía ver el interior- ¿Tiene garaje tu apartamento?

-No... ¿Por qué?

-Pensaba habrá alguien por los alrededores de tu apartamento esperando que llegues.

-No lo había pensado..., solo pensé que podían esperarme a la salida de "El Centro" ¿Sabéis algo del espía? -preguntó acariciando la cabecita de su hijo, besándole con ternura- No dejaré que nadie te lastime. -le susurró bajito acercándole más contra su pecho con gesto protector.

Takeshi-san le escuchó, más no dijo nada, solo negó con un gesto a su pregunta. Ese pelirrojo tenía un don especial, por ello creía comprender la obsesión de ese hombre, lastima que había tomado el camino equivocado para llegar hasta el chico. Además, por lo que sabía, Sakuragi había comentado en una oportunidad que creía que su pareja estaba también ingresada en "El Centro" A veces se preguntaba que tipo de persona era ese Rukawa que había conseguido el corazón de Sakuragi y los motivos que les llevaron a ambos a unirse a un proyecto de ese genero.

-Estamos llegando... -comentó disminuyendo la velocidad, fijándose a ambos lados de la calle en busca de alguna persona o cosa que le resultase sospechoso.

Le pareció ver un par de tipos dentro de un coche, unos metros antes del portal del edificio. Continuó sin detenerse.

-Te has pasado -le avisó Hanamichi.

-Lo se..., conocen tu dirección y te están esperando aquí.

-¡Shimata!

-No te preocupes..., aparcaré en la siguiente calle y esperaremos que sea de noche, podrás entrar pasando desapercibido, solo tendrás que hacer un pequeño cambio con tu aspecto -al decirlo sonrió.

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Pasaba de medianoche cuando vieron que se acercaba una pareja y que se detenían ante los escalones de entrada al edificio, al principio, dio la impresión que iban a despedirse, pero enseguida con los movimientos de ambos, se dieron cuenta que estaban discutiendo, el hombre agarró a la mujer del brazo y casi a la fuerza la condujo hasta el interior del edificio.

Salió del coche, tratando de no llamar la atención, se acercó hasta el portal, subió las escaleras, estaban esperando el ascensor, el hombre sujetaba desmañado un paquete bajo el brazo y la mujer lucia una melena hasta los hombros, su vestido dejaba ver unas piernas largas bien formadas.

Cuando les vió tomar el ascensor volvió sobre sus pasos.

-Solo es una pareja discutiendo. -Informó- Estar aquí es una pérdida de tiempo.

-El jefe esta convencido que puede aparecer en cualquier momento.

-Llámale y dile lo que hay.

Cinco minutos después de escuchar lo que su compañero hablaba, le vió colgar y apoyar las manos al volante.

-Ha dicho que podemos ir a casa a dormir, pero que mañana a las cinco estemos de vuelta.

Dio un suspiro de resignación. Eso era más de lo que esperaba conseguir.

-De acuerdo.

Al marchar no se fijaron en la ventana del tercer piso cuyas luces habían sido encendidas, ni tampoco vieron salir al hombre que había entrado con la mujer.

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-¡Que extraño esta cerrado por dentro! -exclamó cuando la llave si bien giraba no abría la puerta.

-Estará tu... pareja dentro -se le hizo extraño mencionarle.

-Cierto..., todo esto me descentra. -se justificó dando dos timbrazos largos.

Al poco rato se escucharon del otro lado fuertes pisadas, que se detuvieron bruscamente.

-¿Quién llama? -Preguntó una voz juvenil- Mí padre va a llamar a la policía.

Takeshi-san se permitió una sonrisa.

-Pertenezco a la Guardia Nacional, me llamo Takeshi, me acompaña Sakuragi Hanamichi que según él vive en este apartamento.

No había acabado de decirlo cuando se escucharon los cerrojos que eran abiertos y tres adolescentes se asomaron apenas abrieron la puerta, los más jóvenes mostraban sus rostros por encima de los hombros del mayor.

-Sakuragi-san.... -miraron desconcertados a la mujer que estaba junto al hombre.

-¿Puedo pasar? -preguntó suavemente quitándose la peluca que llevaba.

Al ver la rojiza cabellera, las más amplias sonrisas aparecieron en los rostros de los adolescentes que se hicieron a un lado para permitirle la entrada.

Cuando estuvieron dentro Takeshi-san quiso estar seguro que le dejaba en buenas manos.

-¿Les conoces? -le preguntó.

-Vagamente..., como si les hubiera visto en mis sueños. Creo que hable contigo.

-Si, me llamo Naoto.

-Yo soy Gen

-Y yo Jun.

-Estuvisteis conmigo... -sus últimos recuerdos eran de ese horrible lugar.

-Si. Me pediste que buscara a Kaede.

-Por lo que veo disteis con él... -titubeó- ¿esta aquí?

-No... el piso le quedo pequeño... nos pidió que estuviéramos aquí para cuando regresaras, que ibas a necesitarnos.

-Gracias. Os lo agradezco.

-Me voy... estás en buenas manos, -supo que aquellos muchachos habían pasado por el misma tragedia que el pelirrojo y que sabrían comprenderle mejor que él.

-Le acompaño... -dijo Naoto antes de abrir la puerta le dirigió unas palabras- No dejaremos que nadie entre, Kaede nos pidió que nadie se acercara a él, y menos aún el tipo que le mantuvo retenido.

-¿Rukawa-san sabe quién es? -preguntó sin ocultar su sorpresa.

-Si... ¿De verdad que eres policía?

-¿Quieres ver mi placa?

-No. Te creo.

-Gracias.... -también le sorprendía que pudiera seguir fiándose de los hombres.

Cuando la puerta se cerró tras él, comenzó a oír como los cerrojos eran pasados, sus palabras amortiguadas le llegaron con toda claridad.

-Gen... ayúdame a mover el mueble.

Los chicos se estaban atrincherando. Supo que podía marcharse porque Sakuragi-san y su hijo estaban a salvo.

Continúa en el próximo capítulo...  


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