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Crème Chocolat Moka por Yoko_Nakajima

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Notas del capitulo:

Buenas tardes-noches, mis querid@s yaoistas!

Aquí les traigo un nuevo capítulo. Ya por fin terminaron mis días de retiro del yaoi, así que lo más probable es que mañana les traiga otro^_^

Todo el capítulo es un flash back, sin intervención alguna del presente. Todo ocurre en Italia, por los parajes de Toscana... Bueno... espero que lo disfruten mucho. Ahh! Otra cosa, ya respondí sus revis del capítulo anterior!

PD. Se me olvidaba... Hay Lemon en este capítulo n___n'

 

Era un día muy soleado, tibio. Era perfecto. Era un nuevo y perfecto día, en la perfecta vida de Uzumaki Naruto. Se levantó temprano, en la mañana para ir a trabajar. Se dio una buena ducha, se visitó y salió de su casa. Caminó por el pequeño sendero de piedra, bordeado por un cerca, la cuál retenía arbustos y césped. Andaba con paso ligero, sin que nada o nadie lo perturbara. Estaba muy contento, porque ese día, se cumplía el aniversario número cinco con su novio: Gaara. Ese día la pasarían juntos. El padre del pelirrojo estaba de viaje, y le había dejado encargado el restaurante.

Lo lamentable de esta, que parecía maravillosa, relación, era que el padre de Gaara no sabía nada. Y no era porque no se lo hubiesen querido decir, sino que el hombre era quisquilloso y conservador. Aunque ha decir verdad, era exagerado el tiempo que habían pasado ocultándoselo, pero también se tenía que tener en cuenta, que el padre del pelirrojo  imponía con sólo verlo...

Llegó al restaurante donde se había consagrado como chef, pero esto sólo pudo haber sido posible gracias al padre de Gaara, tal vez por eso también le tenían oculta la relación. El pelirrojo estaba esperándolo en la recepción. Todavía no estaba abierto. La fachada del establecimiento era amarilla opaca, y no tenía pinta de ser un restaurante, parecía una casona. Aunque eso se debía a que la casa de Gaara, y también de su padre, estaba detrás del restaurante. Las puertas eran de vidrio cortado, con marco de madera al natural, o sea sé, sin barnizar. La luz entraba de lleno en la estancia. Naruto entró y se aproximó a él, éste último, que se encontraba sentado en una silla detrás del mostrador, alzó los brazos y con ellos rodeó el cuello del rubio, para acercarlo más hacia su cuerpo y poder besarlo. Posó sus labios sobre los de su compañero, rozándolos, plácidamente. El contacto se hizo más profundo. Hubiesen querido estar así más tiempo, pero sus pulmones gritaban desesperadamente por oxígeno, así que tuvieron que separarse.

-      Buenos días, Naruto - el pelirrojo le dio la mejor de sus sonrisas

-      Buenos días, Gaara - el rubio le devolvió el gesto - Feliz aniversario

-      Igualmente - dijo - ¿Estás listo para tu sorpresa?

-      ¿Qué? - exclamó - Yo te iba a preparar una - hizo un puchero

-      Seguramente tiene que ver con comida - bufó el pelirrojo

-      Sí... - soltó un suspiro de decepción

-      Pues, entonces, ¡qué mejor! - exclamó - Mi sorpresa no tiene nada que ver con la tuya

-      ¿Seguro?

-      ¡Claro que sí! - sonrió - Yo no sé cocinar como tú... Y hablando de cocinar, tenemos que abrir... Así que... a hacer lo tuyo, mi amor...

Naruto sonrió, le dio otro ligero beso en los labios, y se fue flotando en una nubecita a la cocina...

El día transcurrió lo suficiente tranquilo. Ni con pocos clientes, pero tampoco con muchos. Hasta que llegó el momento de cerrar. Todos los trabajadores se fueron, exceptuando, claro, a Gaara y a Naruto. Para poder llegar a la casa desde el restaurante, se tenía que pasar por una de las puertas que estaban cerca de la cocina. La casa y el restaurante eran un solo edificio. Al llegar al vestíbulo, Gaara tomó de la mano a Naruto y lo guió hasta la habitación. Ahí dentro, estaba adornado con lámparas de papel y velas de todos los tamaños y olores también.

-      ¿Lo hiciste para mí? - preguntó el rubio, encantado

-      Sí - respondió - Lo de las lámparas se me ocurrió, porque sé que extrañas a tus amigos de Japón... Ojalá que algún día me los puedas presentar...

-      Y los conocerás - se viró hacia él - Gracias, Gaara... No te imaginas lo mucho que me ha gustado...

-      De nada - sonrió.

Se acercó lentamente hacia él y le dio un beso sobre los labios. Tentando con gesto vacilante y después acercándolo más hacia él, para poder sentir y oír su respiración, que, cada vez más, se aceleraba. El rubio se separó de repente.

-      ¿Qué sucede? - preguntó el ojiverde, molesto

-      Mi sorpresa - dijo - Aún no la has visto

-      Puede esperar, ¿no crees? - susurró, incitante, y, a la vez, impaciente.

Naruto, sonrió, persuadido. Eliminó la distancia que los separaba. Gaara lo iba halando más hacia él, hasta ir avanzando y terminar en la cama. El rubio podía sentir cómo los labios de su compañero lo absorbían. Mordía su labio inferior y los alternaba con ligeros empujones de su lengua. Siguieron hasta que les hizo falta el aire. Gaara se separó y descendió a su cuello. Besaba y succionaba, dejando pequeñas marcas rojizas sobre su piel. Descendió un poco más, pero se encontró con la estorbosa filipina. Dejó escapar un gemido de molestia. Abrió sus piernas y se colocó sobre el rubio, para comenzar a quitarle la prenda.

-      ¿Por qué las malditas filipinas tienen tantos botones? - se quejaba Gaara. Naruto soltó una carcajada.

-      Para hacer enojar a perversos como tú

-      Qué gracioso - bufó el chico

Al fin, terminó de quitarle la filipina. Pero se encontró, con que el rubio traía una playera debajo. Aunque no fue tanto el problema, porque coló sus manos por debajo de la blanca prenda, acariciando y, al mismo tiempo, subiendo sutilmente, para quitársela.

Cuando hubo terminado, aventó lejos la prenda. Se inclinó, para continuar con la tarea que había dejado inconclusa, desde el principio, no sin antes haberse desprendido de su camisa. Comenzó a besarle el torso, paseó su lengua por sus pezones, y los mordía, creándole al rubio un escalofrío. Se volvió a incorporar, colocó sus manos sobre las caderas de Naruto y comenzó a deslizarle el pantalón hacia abajo, después de haberlo hecho, lo alejó de cualquier alcance. Después, se dedicó a hacer lo mismo con su prenda. Estando ambos cuerpos desnudos, rozando ininterrumpidamente, fue inevitable que sus miembros despertaran. El pelirrojo tomó el miembro del ojiazul y comenzó a masajearlo, éste comenzó a jadear y después a gemir, al tiempo que Gaara sentía cómo crecía palpitante bajo la presión de su mano. Se detuvo, sólo para levantar sus caderas, mientras que Naruto rodeaba la cintura de su compañero con sus piernas.

Gaara ensalivó dos de sus dedos perfectamente. Lentamente introdujo uno de ellos en la entrada de Naruto, éste último apretó sus manos contra las sábanas. Después comenzó a moverse, como diciéndole que ya estaba listo. El pelirrojo comenzó a mover su dedo de atrás hacia adelante, suavemente. Él jadeaba y gemía cada vez con más fuerza. Una vez que el rubio estuvo acostumbrado a la intromisión, Gaara introdujo el segundo, pero ésta vez haciendo un movimiento parecido al de unas tijeras abriéndose y cerrándose. Naruto respiraba entrecortado, hasta un punto en el que sus jadeos se fundían con sus gemidos. El calor comenzó a fluir de una manera formidable. Las mejillas de ambos, estaban totalmente encendidos.

Cuando su entrada tuvo un tamaño adecuado, el pelirrojo sacó  sus dedos, volvió a asirse a las caderas del rubio, levantándolas, dejando una ligera inclinación. Introdujo lentamente su miembro. Naruto contuvo un pequeño grito y apretó los ojos.

-      ¿Me detengo? - preguntó el pelirrojo

-      N-no - jadeó Naruto

Gaara intentó entrar un poco más, pero le era difícil. Cuando pudo moverse con más libertad, comenzó el vaivén de atrás hacia adelante. Aún así le causaba un poco de dificultad, porque, aunque ya estaba dilatado, seguía siendo estrecho. Le daban ganas de moverse más rápido, pero tenía que ser cuidadoso de no lastimar a su adorado rubio. Naruto enredó sus piernas en la cintura de su compañero, atrayéndolo suavemente, y provocando que la pelvis de éste último, chocara con la suya. El pelirrojo continuaba con el despacio movimiento, intentando expandir aquella estrechez, para que lo recibiera como era debido. Un sonoro jadeo de gozo salió de su boca, al sentir cómo el cuerpo del rubio lo aceptaba, permitiéndole entrar más profundamente.

Naruto gemía, se retorcía y sus manos se aferraban cada vez con más fuerza a las sábanas. El pelirrojo tampoco pudo evitar el gemir. Quitó una de sus manos de sus caderas y tomó el miembro del rubio, para friccionarlo, primero lentamente y después, gradualmente, la velocidad iba en aumento. Naruto arqueó la espalda, alzando la pelvis lo más cerca del vientre de Gaara. Las embestidas del pelirrojo se hacían cada vez más rápidas. Hasta un punto en el que el placer llegó a ser casi insoportable.

El rubio no tardó mucho en correrse sobre su mano y en su vientre. Esto produjo que su entrada se contrajera, produciéndole a Gaara una enorme sensación de placer. Dio dos embestidas pausadas y prolongadas e inmediatamente después, le sucedió, corriéndose dentro del rubio. Soltó un largo gemido de relajación. Segundos después, salió despacio, mientras notaba cómo más de su esencia salía del cuerpo de Naruto, que continuaba con las caderas alzadas, sus piernas temblaron un poco y después se dejaron caer pesadamente sobre el colchón.

Gaara se desplomó sobre los brazos de Naruto. Su miembro estaba húmedo, frío y ya estaba volviendo a su tamaño original. Las respiraciones de ambos eran agitadas, pero poco a poco se fueron normalizando. El pelirrojo tomó una de las esquinas de las cobijas, jalándola para poder cubrirse a él y a su amado. Se abrazaron. Gaara se acomodó sobre su pecho, rodeando con su brazo, el abdomen del rubio. Tiempo después se quedaron dormidos...

 

A la mañana siguiente, Gaara se despertó solo. El sol entraba de lleno en su habitación, así que le costó habituarse a toda esa luz. Salió de la cama y se puso los bóxers, después abrió la puerta de su habitación, para dirigirse a la cocina. Tenía la "ligera" intuición de que su Naruto estaba haciéndole algo... además de que el aire de la casa tenía olor a comida... Cuando entró a la cocina, Naruto estaba frente a la estufa, friendo verduras. Sonrió. Se sentó en la barra, quedando detrás del rubio, éste apagó la estufa, y, al darse la vuelta, se encontró con Gaara, soltó una ligera exclamación.

-      ¡Me asustaste! - dijo

-      Lo siento - sonrió - ¿Qué haces?

-      Ensalada de arroz - respondió.

Se acercó a él, se colocó entre sus piernas y comenzó a besarlo. Lo tomó de la cintura, juntándolo a su cuerpo, haciendo más profunda la unión. Al separarse, el pelirrojo mordió el labio inferior del rubio...

-      Naruto... - le miró compungido - Son muchos años...

-      Cinco, mi amor - dijo con orgullo el rubio

-      No... no me refiero a eso - bajó la mirada

Naruto se quedó callado. Sí, ya eran muchos años ocultándole al padre de Gaara, la fantástica relación que tenían.

-      Tengo miedo, Naruto - dijo el chico - Mi padre no es el tipo de hombre de mente abierta... ¿Y si te aleja de mí?

-      Yo no me voy a alejar de ti - sentenció el ojiazul - Pero... no estoy seguro de que decirle sea una buena idea.

Gaara sonrió débilmente, se acercó a Naruto y lo besó. Lo quería demasiado y no lo obligaría a hacer algo que no quería. El rubio comenzó a subir como pudo a la barra, para poder colocarse encima del pelirrojo. Cuando lo hubo hecho, comenzó a besar desesperadamente su cuello. Descendió a su pecho y comenzó a lamer su torso, provocando que el aludido soltara jadeos y suspiros.

De pronto, se oyó un ruido amortiguado. La puerta se estaba abriendo. Los dos chicos ni siquiera se percataron un ápice. Era un hombre de aspecto estricto e imponente. Había regresado antes de su viaje de negocios. Cruzó el vestíbulo. Dejó su saco sobre el perchero y encaminó sus pasos a la cocina. Al cruzar el umbral su sorpresa al ver aquella escena, fue inconmensurable. Y en lugar de sorprenderse de su hijo, lo hizo de su querido aprendiz.

-      ¡Naruto! - exclamó el hombre

El menudo rubio se sobresaltó. De un brinco bajó de la barra, mientras intentaba buscar alguna buena respuesta. Gaara se incorporó.

-      ¿Qué significa esto? - preguntó, mientras se dirigía hacia la aturdida pareja.

-      Señor, yo... - titubeó

-      Fue mi culpa, padre - dijo Gaara cabizbajo - Yo incité a Naruto

-      ¿Es eso cierto? - preguntó el hombre, dirigiéndose a Naruto

El rubio se quedó callado. ¡Ya era suficiente! Tendría que decir la verdad.

-      No... - respondió - No es cierto

Gaara, lo miró, preocupado.

-      Su hijo y yo - continuó - Somos pareja desde hace cinco años.

El hombre se quedó helado. Su aprendiz le había mentido. Y lo que era peor aún, su hijo estaba confabulado.

-      Vístanse - dijo con desdén - Los veo en mi oficina en veinte minutos

Y sin decir más, se retiró.

-      ¿Por qué le dijiste la verdad? - preguntó el pelirrojo - Yo podría haberlo convencido de que...

-      Vamos a vestirnos, Gaara - dijo Naruto, y se fue a las habitaciones.

 

• Veinte minutos después •

 

Dos chicos estaban sentados frente a un escritorio, del otro lado, el padre de uno de ellos, los miraba con firmeza.

-      ¿Podrían decirme cómo fue que...? - el hombre no completó la frase. Se sentía asqueado.

-      ¡Nos hicimos pareja hace cinco años, papá! - gritó Gaara - ¿Qué más quieres que te digamos?

-      ¡Tú! ¡Muchachito insolente! - exclamó - ¡Sedujiste a mi aprendiz! Él ya tiene diez años trabajando conmigo y...

-      No, Señor - negó Naruto - Él y yo nos hicimos novios, porque yo se lo pedí. Me enamoré de él, porque es un chico maravilloso, y porque cada cosa que hace, me hace sentir orgulloso de estar a su lado... porque...

-      ¡Basta, Naruto! - gritó el padre - ¡Aléjate de mi hijo! ¡No vuelvas a poner un pie en este restaurante! ¡Estás despedido!

-      ¡Pero, papá! - había sucedido lo que más se temía

-      Está bien, Señor - aceptó el rubio y se levantó de su asiento

-      Pero... ¡Naruto! - Gaara estaba desesperado

El rubio estaba saliendo de la habitación.

-      Dame un momento para despedirme de él, siquiera - le pidió Gaara a su padre

-      Está bien... - suspiró hastiado

Gaara alcanzó a Naruto en la entrada del restaurante.

-      ¡Espera!

-      ¿Qué sucede? - se viró el rubio

-      ¿Qué va a pasar?

-      No lo sé - respondió - Supongo que ya no tengo trabajo y ya no te tengo a ti

-      Yo... yo siempre voy a ser tuyo - le tomó una mano - No me importa lo que diga mi padre.

-      Estaba ideando una locura - dijo el rubio con perspicacia

-      ¿Qué?

-      ¿Recuerdas que te dije que quería viajar por el mundo? - preguntó

-      Sí, ¿por qué?

-      Tengo ganas de por fin ir a cumplir ese sueño - dijo con añoro en los ojos

-      Iré contigo, Naruto

-      No - sonrió - Tienes que quedarte aquí, con tu padre. Iré a recorrer el mundo, a descubrir cosas nuevas, para que, cuando regrese, pueda mostrártelas. Además, si huyes conmigo, arruinarás tu futuro, por estar con un flojo como yo...

-      ¡Claro que no!... Tú no eres flojo

-      Tal vez no... Pero no quiero que me acompañes... Tuve suerte de no haber sido asesinado por tu padre... si vienes conmigo, estaríamos huyendo de problemas, y ¡nos crearíamos más! Ya sabes como soy... Odio que la gente huya de sus problemas, eso nunca resuelve nada...

-      ¿Adónde irás, entonces?

-      Siempre he tenido ganas de ir a Francia - sus ojos le brillaron - Ir a Les Halles y poder aspirar todos esos aromas...

-      Tenías que ser chef - se burló el pelirrojo - Prométeme que me mostrarás todos los lugares que visites ahí

-      Te lo prometo...

 

 

Notas finales:

Nee... Ese Naru... No sabía lo que le esperaría en Francia... Ni modos...

Bueno, eso es todo!

Espero poder traerles otro capi mañana!

Nos leemos!

Besos, Datte bayo!

Yoko


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