Eran alrededor de las nueve de la noche. El ambiente estaba cálido, puesto que era mitad de la primavera ya pronto llegando al verano. El aire soplaba plácido y la luna estaba grande y muy alta en el cielo. Una escena encantadora para cualquiera. Sasuke se encontraba frente a un teléfono público, fuera del hospital. Aún no lo descolgaba. Lo miraba como preguntándole si debía llamar o no. Como preguntándole si podía hacer uso de él para comunicar malas noticias... Estaba indeciso... Pero tenía que hacerlo... Después de todo, eran los amigos de Naruto. Iba a hablarles. Las nueve de la noche... Fácilmente en Japón serían las cinco de la mañana. Otra vez volvió a vacilar. Suspiró desde lo más profundo de su pecho, como si en ese gesto estuviese ahí guardado todo lo que iba a decir en esa llamada. No quería preocuparlos tan temprano...
Se volvió a la sala de espera.
Itachi, al oír los ligeros y cansados pasos, alzó la vista y frunció el entrecejo. Esperó a que su hermano estuviese lo suficientemente cerca para escuchar.
- ¿No les vas a hablar? - preguntó un poco quedo, ya que tenía a Deidara en brazos, éste estaba dormido.
- Les hablaré más tarde - respondió - Todavía es muy temprano allá.
- ¿A qué hora piensas hacerlo? - volvió a inquirir como reprochándole - Ellos necesitan saber... Incluyendo tú sabes quién...
Sasuke soltó un bufido... Claro que sabía "quién"... Debía dejar de lado su orgullo para hablarle a "él"... Aunque también era una buena idea pedirle a Shikamaru o a Kiba que le llamaran en su lugar...
- O puedes decirle a Kiba y a Shikamaru - Itachi parecía leerle la mente... Sasuke se sobresaltó y abrió los ojos como platos. El mayor soltó una ligera risa. Siempre daba en el clavo - Entonces... ¿A qué hora piensas hablarles?
- Cuando sean las doce o la una aquí...
Itachi asintió y le echó una furtiva mirada a Deidara entre sus brazos. Lucía tan apacible durmiendo, como si fuera un niño pequeño, tenía un ligero rubor en las mejillas. Uno de sus rubios mechones le cubría el rostro, Itachi se lo retiró con cuidado de no despertarlo. Al parecer, cuando Itachi hizo esto, el mechón rozó con la nariz de Deidara, provocando que soltara un adorable estornudo. El azabache mayor dejó escapar una risita. Deidara abrió los ojos, lentamente.
- ¿Pasó algo? - preguntó el rubio con la voz mormada
- No, mi amor - respondió Itachi. Deidara no supo si eso era bueno o malo... - Vamos a casa para que descanses
- No - musitó y dio un pequeño bostezo - Me quedo...
- Por favor - le pidió - Levántate... Tienes que cuidarte... Mañana vendrás...
- ¿No te vas a quedar conmigo?
- Tengo que estar con Sasuke por ahora. Mañana por la mañana voy por ti, ¿está bien?
Deidara asintió débilmente. Sasuke observaba con detenimiento cada gesto de Itachi hacia el rubio. Y, de pronto, sintió ganas de llorar y de reír, de callar y de gritar... Todo al mismo tiempo. Su hermano estaba profundamente enamorado mucho más que él con respecto a Naruto. ¿Era esa manera de tratar y de hablarle a Deidara lo que le había faltado a Sasuke?... No... A decir verdad lo que le habían faltado eran agallas para ofrecerle disculpas antes a Naruto... Y a pesar de que se había estado enmendando por todo lo que había pasado, sentía como si el accidente que su amado había sufrido, era para continuar con su penitencia y redimir sus pasados actos estúpidos.
Deidara e Itachi se incorporaron y después se levantaron del pequeño sillón. Antes de irse, Itachi le dijo:
- Regreso en un momento. Llámame si algo cambia.
- Sí - intentó sonreír, pero no pudo.
Se dejó caer pesadamente sobre el sillón, mientras observaba cómo Itachi se alejaba de la mano de Deidara. Sintió cómo el pecho le punzaba y, como si fuese a liberar ese dolor, soltó un prolongado suspiro. "Y pensar que hoy en la mañana decidíamos el nombre para el bebé" pensó el azabache, mientras sonreía con languidez.
- ¿Por qué ese nombre? - preguntó Sasuke mientras abotonaba su camisa.
Naruto soltó una risita nerviosa.
- Porque cuando nos conocimos en el lago, no sabía tu nombre. Entonces, cuando hablaba de ti, me cansaba de decir: "Es que no me dijo su nombre" así que, en secreto, decidí llamarte de esa manera...
Sasuke sonrió. No era un nombre feo. De hecho, le parecía mucho muy precioso. También optó que mejor Naruto le pusiera el nombre, ya que, a decir verdad, él no era muy bueno para nombrar. Se dio la vuelta y, con la mirada, le preguntó a su amado, que estaba recostado en la cama viéndolo de frente: "¿Cómo me veo?"
- Siempre te ves bien... Aunque estés en ropa interior... o sin ella...
Al azabache se le agolpó el calor en toda la cara. Naruto soltó una carcajada.
- No puedo creerlo... - Naruto agitó la cabeza de un lado a otro, lentamente - Sigues siendo el mismo recatado... ¡¡Estamos solos!!
Sasuke soltó un suspiró y sonrió, radiante.
- ¿Y por qué me pusiste a mí ese nombre? - inquirió Sasuke, nuevamente.
- Por el color de tu cabello... Y porque me pareció que yo era el día y que tú eras la noche...
Sasuke soltó varias lágrimas. Ese momento lucía tan lejano e impalpable, que parecía un sueño, una mera fantasía. Pero al mismo tiempo, podía tocarlo y verlo de cerca, se sentía ridículo... pero ¿sentirse enamorado y sentirse ridículo no era lo mismo? Tal vez no...Tal vez sí... Todavía recordaba lo que vino después ese día: un dulce beso en los labios, tuvieron el tiempo de acostarse juntos en la cama, reír de algunos chistes. Sasuke todavía sentía el hormigueo en sus manos al tocar el vientre de Naruto. Todavía podía percibir las fuertes patadas de su hijo...
Se cubrió el rostro con sus manos. Ya estaba desesperado. Se estaba sofocando. Le hizo falta el aire y comenzó a respirar ruidosamente, tomando bocanadas enormes. Sudó frío... Sintió miedo y ganas de salir corriendo. Pero, al ponerse de pie, se mareó... Y ahí lo supo... Un ataque de pánico... De pronto, la imagen de Sai frente a él, lo sobresaltó, éste lo sostuvo un momento entre sus brazos ya que estaba próximo a caerse, después lo volvió a sentar y le tendió un recipiente. Sasuke ya sabía para qué era. Lo tomó, lo colocó sobre sus piernas y se inclinó, casi al tiempo, volvió todo lo que había comido ese día. "Ahí va el desayuno que me preparó Naru" pensó rápidamente. Sai se sentó a un lado de él y comenzó a frotarle la espalda, para liberar tensión. Sasuke fue calmándose, mientras tosía. Sai tomó el balde y se lo llevó sin decir palabra. El Uchiha colocó las manos sobre su estómago y suspiró.
Al poco rato, Sai regresó con una bolsa con suero.
- Súbete la manga - le ordenó - Voy a ponerte suero
Sasuke se le quedó viendo con la mirada adormilada y lo obedeció, no sin antes preguntarle cuál de las dos, Sai respondió que la izquierda, después le buscó la vena, una vez que la encontró se dedicó a prepararle para insertar la aguja.
- Quédate así - le dijo cuando le hubo puesto el suero
- ¿Por qué habías venido? - preguntó Sasuke
Sai levantó la vista y miró al azabache a los ojos. Después desvió la mirada hacia la bolsa de suero y después a la aguja.
- El Señor Uzumaki despertó por breves momentos - respondió - Me confundió contigo...
- ¿Q-qué dijo? - miraba también su brazo
- Se alteró mucho cuando le dije que yo no era tú. Cree que lo dejaste solo...
- Eso no es cierto... - musitó
- Lo sé... - dijo con voz obvia - Gritaba tu nombre muy desesperado. Cuando intenté decirle que sí estabas, en ese momento, le aplicaron tranquilizantes... Tiene una fuerza increíble... Yo creo que...
En ese instante se oyeron unos pasos al final del pasillo. Pasos pesados y largos. Sasuke volteó, junto con Sai. Era una mujer. Cabello largo, rubio, pero ésta vez lo traía amarrado por una coleta baja.
- Doctora Tsunade - Sai se levantó de un brinco
- Buen trabajo, Sai - sonrió complacida y cansada - Retírate por favor. Necesito hablar con el Señor Uchiha.
- Sí - y se fue inmediatamente.
El rostro demacrado de Sasuke ablandeció un poco la expresión de la rubia. Ella suspiró y se sentó a un lado del azabache.
- ¿Un ataque de pánico? - exclamó. Sasuke asintió débilmente
Ambos se quedaron callados. El azabache tenía la mirada gacha. Quería hacerle una pregunta a Tsunade, pero tenía miedo a la respuesta. Aspiró hondo y soltó el aire.
- Sea honesta conmigo - dijo él - ¿Naruto se pondrá mejor?
- No lo sé - respondió - Como ya seguramente te han dicho, Naruto está inestable. Y, honestamente, a veces pienso que morirá seguro...
A Sasuke se le estrujó el corazón al oír eso...
- Pero... - continuó la rubia - Hace un momento se mostró con una enorme fuerza, y ahora me siento feliz de decirte que probablemente sobrevivirá. Es un muchacho fuerte.
Sasuke se sintió un poco más aliviado... Pero... ¿el bebé?
- ¿Cómo está mi hijo?
- El niño es una asunto diferente - refutó ella, seria - Su estado no ha cambiado nada... Pero... - suspiró como si no le gustara hacer lo que iba a hacer: - si quieres puedes verlo...
- ¿En serio? - alzó la vista
- Claro - respondió aún más seria - Pero ¿estás seguro de estar listo?
- ¿Listo? - inquirió, extrañado - ¿Para qué?
Tsunade soltó un prolongado suspiro de cansancio. ¡Cómo odiaba todo esto! ¡¿Por qué demonios se había convertido en médico?! Ella no quería lidiar con situaciones tales... Ella quería salvar vidas y comunicar buenas noticias... Pero no todo era así de fácil...
- Para ver así a tu hijo...
El azabache se quedó callado por varios minutos. "Poder verlo así" "Así"... ¿Así cómo?... ¿Tan mal estaba? Le dio un vuelco el corazón. Miles de imágenes desagradables desfilaron por su mente. Sacudió la cabeza ligeramente como quitándose esos malos pensamientos. Tenía tantas ganas de ver a su hijo, que terminó por acceder.
Tsunade le quitó el suero y le colocó cinta micro poro en el lugar de la aguja. Le pidió a una enfermera que se llevara la bolsa de suero. Caminaron por el largo pasillo, hasta llegar a un apartado. La rubia abrió la puerta, dejando que Sasuke diera el primer paso, éste entró vacilante, seguido de Tsunade. La estancia estaba un poco más fría que el resto del hospital. Casi no se sentía la diferencia de temperaturas. El sonido de los monitores, reemplazaba al de los grillos afuera. Tsunade le dijo que caminara con cuidado... Había cables en el suelo. Subió, indeciso, la mirada... Ahí estaba el pequeño. Dentro de una incubadora de vidrio grueso... Se acercó más. Lo vio detenidamente... Era tan pequeño. Aproximó la mano al vidrio... Estaba frío.
El niño tenía un tubo dentro de la boca y varios cables para medir sus signos vitales, pendían de su piel, y ésta era blanquecina, lucía suave. Aún no le crecía cabello. Su pecho se contraía fuerte por la dificultad que le ocasionaba respirar por su propia cuenta. Sasuke no pudo evitarlo y lloró abierta y desconsoladamente. Desvió la mirada e intentó aferrarse a algo, pero no lo encontró. Tsunade lo sostuvo antes de que se cayera.
- Te pregunté si ya estabas listo - le reprochó ella, mientras lo sacaba de la habitación - Te lo advertí... Vamos... antes de que te dé otro ataque.
Sasuke caminaba torpemente por el pasillo, utilizando a la rubia como una especie de muleta. Se sentía débil. Su hijo... Un niño tan pequeño... Haberlo visto de esa manera lo había destrozado. Esa imagen no se iba de sus pensamientos, y estaba seguro de que lo atormentaría hasta que las cosas mejoraran.
Al llegar a la sala de espera. Itachi estaba sentado en el sillón. Cuando vio llegar a su hermano con la Doctora, pensó que algo malo había pasado.
- ¿Qué sucedió? - preguntó un poco alarmado
- Nada grave - respondió la rubia - Al menos no con los pacientes. Sasuke vio a su hijo...
- Ay, Sasuke - ayudó a la mujer a dejarlo sentado. Cuando lo estuvo, continuó: - Lo que hiciste no es sano, no por ahora...
- S-se... veía tan... tan frágil - titubeaba el menor, mientras sostenía su mirada en el vacío, sus ojos ya no tenían brillo - Y... y... y ese t-tubo horroroso dentro de su boquita...
Tsunade tenía la expresión semi quebrada. Le dolía un poco ver a Sasuke así. Itachi estaba igual o peor. Sasuke continuaba hablando.
- T-tenía... t-tenía cables por t-todo su cuerpecito... Es... es tan pequeño...
La rubia le hizo una seña a Itachi para que la acompañara aparte.
- ¿Qué va a pasar con ellos? - preguntó él.
- Pues el nacimiento estaba programado en dos semanas. Tal vez en ese tiempo, el niño ya esté bien... ¿Tiene algún nombre?
- No sé... y... no quiero preguntarle a Sasuke... Puede que se ponga peor.
- Se llama Kouya... - exclamó el menor. Estaba escuchando la conversación - Últimamente Naru me llamaba así... Porque él me puso ese nombre cuando nos conocimos de chicos...
Itachi se sobresaltó. Él también había estado ahí, él también había conocido a Naruto cuando era un simple adolescente. ¿Kouya? Era un lindo nombre. Tsunade ahora comprendía la desesperación de Sasuke de perder al rubio. Era una relación de casi toda la vida, aún estando separados por varios años.
- Sasuke - la rubia se acercó y lo miró a los ojos - Te juro que haré todo lo que pueda para salvar a Naruto y a tu hijo también.
- Gracias - el azabache sonrió.
Pasaron algunas horas y Sasuke se decidió, por fin, a hablarles a los amigos de Naruto. Tenía que hacerlo...
- ¿Shikamaru?
- ¿Sasuke? - la voz al otro lado de la bocina sonaba adormilada, pero más sorprendida
- Sí, soy yo...
- Hola... ¿Qué sucede?... Debe ser bastante tarde allá...
- Lo es... Pues, verás... No sé cómo decirte esto... Pero es que necesito que vengan Kiba y tú... y de ser posible... Gaara también...
Shikamaru terminó de despertar al oír ese último nombre... Algo estaba pasando... Y no podía ser bueno...
- ¡¿Gaara?!... ¿Te sientes bien, Sasuke?
- No quiero bromas ahora, Shikamaru
- Está bien... Iremos... ¿Para qué nos quieres?
- Naru... - se le quebró la voz y comenzó a sollozar...
- ¿Qué pasa con él?... Sasuke... No me asustes
- Tuvo un accidente y está grave - dijo, sorbiendo con la nariz
- ¡Por kami-sama! ¿Cómo pasó?
- Vengan, Shikamaru - ya estaba llorando - No me siento bien para decirlo ahora... Por favor.
- Muy bien... Le avisaré a Kiba... y a Gaara
- No... - lo detuvo - A Gaara yo le digo
- ¡¿Qué?! ¡Claro que no!
- Yo ya no tengo la intención de pelearme con él, ya no tendría sentido. Lo que yo necesito ahora, es que me apoyen, pero sobre todo que apoyen a Naruto...
- Está bien... Como quieras... Estaremos allá a más tardar a las nueve de la mañana.
- Gracias, Shikamaru
- No hay de qué, Sasuke...