- No te amo - dijo Sasuke y le dio un sorbo al café.
- Ni yo - Naruto mentía.
Se notaba la palabra mentira, en todo el rostro del rubio. Sasuke amaba a otra, y por más que quisiera, jamás podría hacerlo cambiar de parecer. Se encontraba dándole vueltas a la dulce sustancia.
Se produjo un gran silencio. Sólo se podían escuchar los choques de las cucharas sobre los platos de porcelana y las risas y las voces provenientes de las otras mesas. Una gruesa lágrima rodó sobre la mejilla de Naruto. El pelinegro lo estaba observando todo. Realmente había metido la pata.
- Perdóname - dijo Sasuke tomando por el mentón al rubio, pero éste giró la cabeza con brusquedad, soltándose.
- Está bien si no me amas - más mentiras - Sé que es difícil aceptar tantos cambios... Pero creo que deberías tener cuidado en cómo dices algunas cosas.
Se limpió la lágrima y le dio un trago grande al café. Sasuke no habló más durante su estancia en el establecimiento. A penas y bebía algo. Sentía un vacío en el pecho. No debió haberle dicho eso... "Él sólo intentaba hacerme feliz... de hecho... lo logró" pensaba el azabache, afligido. No podía evitar pensar que todo lo que estaba pasando, era por su culpa. No encontraba solución a lo que había hecho. Ya le había ofrecido disculpas, pero al parecer, Naruto no las aceptó.
- ¿Ya terminaste? - preguntó seco, el rubio. Sasuke asintió débilmente.
- Será mejor que vaya a pagar - dijo el pelinegro. Se levantó, seguido de Naruto.
- Espera - dijo. Sasuke se volteó. El rubio extendió su mano y le dio dinero - Ten
- No, yo te invité - exclamó el azabache - Yo pago
- Es mi parte - Naruto forzó a Sasuke a tomar el dinero
- ¡Ya te dije que no! - Sasuke intentó regresárselo, pero no funcionó
- Tómalo de todas maneras - finalizó el rubio y salió a paso rápido del establecimiento.
La campanilla sonó. Naruto ya se encontraba afuera. Sasuke se quedó inmóvil. Una mujer tropezó con él y lo hizo despertar. Se dirigió a paso lento hacia el mostrador, enfrentándose a la preocupada mirada de Deidara. Sasuke se remitió a darle el dinero.
- ¿Qué sucedió? - preguntó, mientras recibía el dinero
- Cometí una estupidez - respondió Sasuke
- ¿Fue por mi culpa? - inquirió Deidara, angustiado
- No... no... - negó el pelinegro - Era algo que tenía que pasar... pero nunca me imaginé que sucediera tan pronto y de esta manera tan desagradable.
- Sasuke - dijo. El pelinegro volteó. Deidara le entregó el cambio - Se nota que Naruto es un buen chico y que te quiere. No creo que sea muy inteligente de tu parte que lo dejaras ir, mucho menos que lo cambiaras por alguien que no te quiere...
El azabache miró sorprendido a Deidara
- Itachi me contó lo que pasó con Sakura - continuó - Míralo
El rubio señaló hacia la puerta de salida y frente a ella se encontraba Naruto, meciéndose sobre sus pies. Sasuke sonrió sin darse cuenta, pero ese gesto desapareció, cuando la expresión de Naruto comenzó a quebrarse y de sus brillantes ojos azules, salían, copiosamente, lágrimas muy gruesas. El rubio menor intentaba quitárselas, pero cuando lo hacía, nuevas lágrimas reemplazaban a las anteriores. Una punzada fuerte se produjo en el pecho de Sasuke.
- Que te vaya bien - se despidió Deidara en un susurro.
El pelinegro le sonrió débilmente, se despidió y salió del café. Naruto, al verlo, se limpió completamente las lágrimas, para que no lo viera. Sasuke se acercó rápidamente, tomó su rostro entre sus manos y limpió las lágrimas restantes. Naruto intentó soltarse, pero la tristeza lo hizo más débil.
- No te resistas - dijo Sasuke en tono dulce - Perdóname... Es que... es tan difícil olvidar cinco años de mi vida... Por favor, no te enojes... No llores... No me gusta verte así... Me gustas más cuando sonríes... Sé que fue mi culpa que estés así, pero por eso mismo quiero redimirme. Anda... regálame una sonrisa, siquiera.
Naruto sonrió. "¿Qué es lo que tiene él, que se me hace tan irresistible?" pensaba el rubio.
- Así está mejor - Sasuke le dio un beso en la frente - Ya está oscureciendo. Será mejor que regresemos.
- Está bien - respondió el rubio
El azabache entrelazó su mano con la de Naruto y emprendieron el camino de regreso.
Las calles ya comenzaban a verse oscuras. La temperatura comenzó a bajar. Sasuke desenredó su mano y con su brazo, rodeó ambos brazos de Naruto, de manera protectora. Llegaron a una calle, donde sólo se podían oír sus pasos sobre el adoquín. Un escalofrío recorrió la espalda del rubio. Caminaron un par de cuadras más, hasta llegar a la casa del azabache. Ambos se detuvieron en la entrada.
- Creo... que mejor me voy - dijo Naruto, quedo.
- ¿Qué? - exclamó Sasuke - ¡Claro que no! Tú te vas a quedar conmigo hoy, y lo más probable es que mañana también. Quiero una segunda parte de mi sorpresa
- ¿De cuándo acá te pones a exigirme? - preguntó el rubio enojado - Sorpréndeme tú
Sasuke sonrió y se acercó lentamente al rostro de Naruto. Sintiendo cómo su respiración se agitaba y su corazón se aceleraba. Lo besó tiernamente, sin esperar su aprobación, la cual no fue necesaria, ya que el rubio se entregó completamente. Rodeó el cuello de Sasuke con sus brazos, mientras éste lo atraía hacia él, halándolo por la cintura. La lengua del azabache comenzó a lamer los labios de Naruto, como si de algún delicioso caramelo se tratase. Los saboreó. Tenían un toque de café. Se separaron. Sasuke mordió el labio inferior del rubio al hacerlo.
- Entonces... ¿te quedarás conmigo esta noche? - preguntó, casi susurrando. Todavía estaba tomándolo por la cintura, al igual que el rubio seguía aferrado a su cuello. De hecho no se habían separado ni un ápice.
- No lo sé - respondió, sonriendo infantilmente - Creo que necesito otro incentivo
Sasuke sonrió, mientras entrecerraba los ojos, notando la trampa sumamente obvia que Naruto le había "tendido".
Se fue acercando una vez más. Su olor se impregnaba en cada parte de su ropa y su piel. Dio pequeñas mordidas al labio inferior del rubio. Su beso se hacía cada vez más minucioso, cuidando de que, cada movimiento, le provocara a Naruto una sensación placentera. La calle estaba quieta, lo único que rompía el silencio, era el sonido de aquel prolongado beso. Si esos dos se hubiesen encontrado dentro de un auto, los vidrios ya estarían más que empañados. Sasuke se volvió a separar.
- Creo... - Naruto recuperó el aliento - Creo que con uno pequeño bastará.
El pelinegro soltó una risa. "Puedo hacer esto todo el tiempo que quieras" pensó. Besó nuevamente, con toda la ternura que le fue posible en ese momento. Acarició su rostro y su cabello. El calor se agolpaba en las mejillas del rubio. "¿Qué es lo que tiene él, que se me hace tan irresistible?" pensó nuevamente, Naruto. Inmediatamente después, comenzó a sentir un hormigueo extraño en la lengua, que se iba extendiendo hasta su paladar. El rubio soltó un prolongado gemido. Sasuke sonrió sobre los labios de su compañero. Se separaron. Naruto respiraba agitado. El azabache esperó a que el rubio se tranquilizara.
- ¿Estás bien? - preguntó Sasuke. Naruto asintió con la cabeza - Ven, tenemos que entrar. Está empezando a hacer frío.
Naruto temblaba, casi imperceptible, pero Sasuke podía sentirlo. El pelinegro abrió la puerta y ambos entraron, ésta se cerró tras ellos. Subieron las escaleras y entraron a la habitación. Estaba cálida. Ninguno de los dos llevaba puesto algún suéter, así que sintieron muy bien, cuando entraron en contacto con el aire de la recámara. Naruto al instante de entrar al cuarto, se quitó los zapatos, se lanzó a la cama y se cubrió con las cobijas, por completo.
- ¡Adivina dónde estoy, Sasuke! - exclamó en tono infantil
El pelinegro se sonrió. Se quitó los zapatos y se lanzó sobre el pequeño bulto que Naruto formaba con las cobijas y su propio cuerpo. Lo tenía asido entre sus piernas, le quitó las cobijas de la cara.
- ¡Ya te vi, mi amor! - exclamó, mientras se acercaba y le llenaba de besos el rostro.
Naruto abrazó a Sasuke. Lo que lo atraía de él, era un misterio en ese momento, pero no había nada más que hacer, la conexión estaba hecha y había que disfrutarla lo más que se pudiera, sin desperdiciar ni un segundo... Sasuke se envolvió en las cobijas y se acurrucó a un lado de Naruto. Era una noche fría y era bueno estar acompañado... El rubio se recostó sobre el pecho de Sasuke. Podía escuchar su corazón latir y podía sentir su calmada respiración. Le estaba comenzando a dar mucho sueño.
- No me importa si no me amas - susurró Naruto - Yo lograré que lo hagas...
Al rubio se le cerraban los ojos. Se notaba cansado. Abrazó el torso de Sasuke, sintiendo cómo su olor lo embriagaba. Ese característico aroma que jamás iba a olvidar.
- No... me importa... - alcanzó a decir Naruto, antes de ser vencido por el sueño.