Hace apenas unos minutos había entrado a esa exótica tienda de animales, exótica ya que en ella podía encontrar todo tipo de animales, su razón de estar allí era obvia, buscaba compañía, y la más efectiva era la de un animal, ya que no quería ni necesitaba la de un humano, no para convivir, solo le bastaba con la amistad de Matt su mejor amigo, mas nada necesitaba de compañía, solo la de un simple animalito.
-Buenas tardes. ¿Qué desea?- pregunto una señorita joven y muy bonita mirando como el rubio observaba todos los animales. No le había respondido a la señorita, típico en el ser poco cortés, hasta que vio un pequeño animalito que le llamo la atención, no solo por su pelaje sino también porque era el único animalito casero que se encontraba entre tantos animales exóticos y salvajes.
-Este animal… me llama la atención este pequeño, lo llevo- dijo claro y directo, prácticamente una orden
-disculpe joven pero aquel animal, aunque no lo parezca es especial…
-no importa. Me lo llevo
-e-eh… espéreme un segundo- y la señorita desapareció tras una puerta, parecía preocupada y nerviosa. Al poco tiempo salió un señor, que la verdad con su sola apariencia no daba confianza.
-¿Usted es quien se quiere llevar al persa blanco?- el rubio solo asintió decidido- bueno, le comento joven, que aunque no lo parezca ese gato es especial, no solo por su raro pelaje blanco…
-no importa, ya le dije a la señorita que yo me lo llevo- comento el rubio interrumpiendo al señor, este solo suspiro y luego sonrió raramente, algo malicioso y confiado
-muy bien… son 100 dólares- el rubio como si no fuera nada le entrego el dinero pedido, mientras el señor hacia la factura, la muchacha que antes le había atendido salió de donde había entrado momentos antes, en su mano llevaba un pequeño collar para gatos y lo dejo a un lado del dueño de la tienda –Bien, ¿puede ser tan amable de firmar aquí?- el señor le indico donde debía firmar mientras le pasaba el lapicero, el rubio, a mala gana lo hizo, sinceramente, odiaba todo eso de los tramites, pero para que el gatito fuera legalmente suyo debía firmar… - Bueno joven, a diferencia de los demás animales, usted, a este gato lo puede devolver- apunto al pequeño animalito que se encontraba ya en una jaula para que el rubio lo lleve, la señorita lo había alistado.
- ¿Devolver? - repitió el rubio algo confundido, ¿Por qué devolvería al animal?
-Si… no pregunte porque pronto lo entenderá- y con esas últimas palabras el trato quedo sellado, al rubio le entregaron al pequeño animal y en una talega el fino y raro collar
Y allí empezó todo…
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Ya había pasado promedio un mes desde que había comprado al pequeño gato, la verdad solo faltaban algunos días para ser ya los 2 meses.
El pequeño animal vivía bien, tenía muchas cosas que antes no había tenido, una camita reconfortable en la sala, aunque en las noches dormía con el rubio, buena comida todos los días y sobre todo y según los más cercanos a Mello aquel pequeño animalito tenía todo el amor y cariño del rubio…
-Mello… no se qué te ha hecho el gato… pero te has vuelto menos agresivo- afirmo un pelirrojo mientras miraba al gato que se encontraba dormido en el regazo del rubio mientras que este lo acariciaba
-sigo siendo el mismo… -el rubio levanto el rostro para ver a su amigo- ya veo… lo que pasa es que tu perro estas celoso del gato- rio el rubio y el pelirrojo le siguió, era una buena broma no lo negaba, pero aun así su rubio amigo ya casi no era el mismo -… sé que he dejado un poco de ser yo… pero ahora tengo esta pequeña responsabilidad-
-ja, y por no querer tener responsabilidad alguna compraste esa cosita blanca… y ahora mírate, eres y te has vuelto más responsable de lo que alguien te imagino llegar a ser
-sí, lo recuerdo, pero… es que no sé cómo explicar lo que me pasa…
-es que es tan lindo… mírale su pelaje y ni que decir de esos ojos grises, nunca había visto un gato con ese color de ojos, da ternura esa cosita blanca… eso me da a que aun tienes tu buen gusto, hasta con los animales… -sonreía el pelirrojo acercándose a la bolita blanca y empezando a acariciarle la cabecita, el gatito con los ojos adormilados levanto sutilmente su cabecita para poder ver al pelirrojo… -Me da, que si fuera humano fuera perfecto- susurro el pelirrojo mientras acariciaba al gatito debajo de la barbilla haciendo que este ronroneara gustoso
-yo también lo creo- murmuro el rubio más para sí mismo
Y así pasaron algunas horas, pero no hablando de la bolita que había estado todo el tiempo en el regazo del rubio y que de vez en cuando solo se levantaba para tomar leche o agua, sino que de otras cosas, algunas superficiales, otras de negocios y la conversación más larga que fue por que recordaban viejos tiempos, de amores, juegos, su infancia toda la vida como amigos, y cuando ya era la madrugada pasada el pelirrojo se había ido dejando al rubio solo con su ahora fiel acompañante al cual había llamado “Near”.