Tsuzuki salía de su departamento llevando consigo una maleta, sacó su llave del bolsillo y selló la puerta que antes pertenecía a su hogar. Sonriendo bajó las escaleras del edificio y llamó a otra puerta en la primera planta, entregó la llave agradeciendo al gentil hombre que la recibía y dio media vuelta tomando el camino más corto hasta la casa de su actual compañero.
Hisoka permanecía perdido en sus pensamientos, esperando a que su compañero llegase, seguro no tardaría. Miraba de reojo la ventana esperando encontrarse con la silueta del shinigami y, a pesar de avergonzarse por tal acto, no quería aceptar que sus tardanzas muchas veces lo preocupaban.
- Como si no fuese un impuntual… - tocaron a su puerta y no pudo evitar sentir que el corazón retumbaba en su pequeño pecho. Se avergonzó de sí mismo por tal acto, debía calmarse o su compañero notaría algo extraño. Se dirigió hacia la puerta y la abrió lentamente fingiendo no importarle.
- ¡Hisoka! ¡Ya llegué! – exclamó con una sonrisa.
- Si, lo sé – da un paso hacia atrás – pasa…
- Gracias – obedece echándole un vistazo al lugar.
La casa del chico tenía dos pisos. Frente a él se encontraba una cómoda y ordenada sala color azul pálido y un piso blanco, un sofá negro, una mesita baja y decorada con cuadros y varios floreros. Pasó a la cocina aún inspeccionando. Era de color blanco y, al igual que la sala, todo estaba en orden. Parecía que en la estufa se calentaba algo, por lo que Tsuzuki no se contuvo y preguntó al menor.
- ¡Waaaaa Hisoka! ¿Estás cocinando algo para mí? – preguntó emocionado y mirando al menor enrojecido.
- ¡Baka! ¿Acaso crees que no como? También es para mí… - su mirada se desvía para ocultar ese visible rubor en sus mejillas. El mayor se sienta sin pensarlo frente a la pequeña mesa dentro de la cocina – bien, antes que nada, la primera regla…
- ¿Y qué cenaremos? – dice sin tomar en cuenta sus regaños de siempre. El chico rubio da un suspira y se acerca a la estufa para mirar como va la comida, esa lógico que Tsuzuki no le prestaría atención en ese tipo de cosas si no comía antes.
- Sólo es arroz, ya está listo…
- ¡Qué bien! Me moría de hambre – el menor sirvió en un plato la cena que inconscientemente había preparado para la bienvenida de su Tsuzuki dejándola frente al joven shinigami quien emocionado y sin pensarlo dos veces exclamó…
- ¡Itadakimasu! – y comenzó a comer con los pocos modales que tenía.
Justo en ese momento, a su mente vinieron tales pensamientos como, su compañero estaba en su casa, cenaría lo que había preparado, dormirían bajo el mismo techo, compartirían muchas cosas… Un escalofrío lo recorrió por completo provocando que el plato que había tomado, para servirse un poco de arroz, cayera y se rompiera en arios pedazos.
Ambos giraron su rostro al lugar donde yacían los fragmentos. Hisoka se agachó recogiéndolos rápidamente de una forma molesta por haber cometido tal tontería. Tsuzuki detuvo su glotonería para quedar a la altura del menor y comenzar a ayudarle.
- Deberías tener más cuidado, Hisoka.
- No es necesario que me ayudes, yo puedo so… ¡aah! – exclamó al haber tomado con fuerza una de las piezas y había cortado la piel de uno de sus dedos dejando escapar poca sangre.
- ¡Hisoka! ¿Te encuentras bien? – toma la mano de su compañero provocando que éste se ruborice y su expresión se vuelva molesta.
- ¡No seas tonto! Se curará rápidamente… - gira su rostro avergonzado hasta escuchar como sacaba de su chaqueta una bandita y la colocaba en el dedo que llevaba la herida.
- ¡Listo! – alegremente se puso de pie extendiendo su mano frente a Hisoka para ayudarlo a levantarse.
Hisoka pensó que era algo tonto ya que seguramente había sanado la herida unos segundos después de que colocara la banda en su dedo. Alzó su mirada topándose con esos ojos amatistas, al verlo tan relajado no pudo evitar tomar su mano y aceptar su ayuda para ponerse de pie.
- ¡Bien! – terminó de recoger los pedazos que faltaban arrojándolos en un bote de basura al lado del refrigerador. – Ya está todo limpio de nuevo… - se sienta de nuevo en su respectivo sitio – ¿quieres que ayude a servir tu cena? – pregunta amablemente.
El menor iba a comenzar a darle sus sermones sobre algo ilógico que había hecho, más sin embargo, el gesto de intentar curarlo le parecía… agradable.
Decidió permanecer callado y acercarse de nuevo a la estufa para servirse ya tranquilamente en su plato, o “tranquilamente” de forma externa.
En su interior su corazón latía con fuerza y dudas comenzaban a surgir sobre los sentimientos que le provocaba su compañero. Podía sentir como el solo hecho de estar en su compañía le brindaba paz y alegría, no podía entender muy bien aquello en ese momento pero de algo estaba más que seguro, el que Tsuzuki se haya mudado a su casa traería muchos cambios ya sean buenos o malos según la perspectiva del chico.
Volvió a su silla mirando la bandita rosada sobre su dedo. Imitó al mayor sin más decidido a cenar antes de que éste se acabara toda la comida que había preparado.
- ¡No sabía que cocinaras tan bien! ¿Por qué nunca me lo dijiste?
- Porque no era algo necesario, además yo cocino normal… - dice mirándolo de forma fría ya que Tsuzuki seguía avergonzándolo sin que se diera cuenta.
- ¡Tal vez puedas enseñarme a cocinar uno de estos días! – exclamó emocionado y tomando más porción del arroz que aún había en el recipiente caliente sobre la estufa.
A Hisoka lo rodeó un aura oscura recordando el pésimo sabor de la comida que siempre preparaba Tsuzuki, en una sola palabra, era horrible. No creía que hubiera algo para que pudiese cocinar mejor pero aún así asintió.
- Sí, claro… después…
- ¿En verdad? – volvió a su sitio y al escuchar la respuesta del más joven de los dos no pudo evitar abrazarlo fuertemente - ¡Gracias Hisoka!
- ¡Aah! ¡Vas a hacer que caigamos! ¡Ten más cuidaaaaaaaaaaaa…! – ambos cayeron al suelo al igual que parte del mantel y los platillos que hicieron el trabajo de llenar sus ropas y parte del cabello. Hisoka se levantó furioso agachando la cabeza para cubrir sus ojos con el flequillo para exclamar terroríficamente – Tsuzuki…
Tsuzuki solo pudo pensar en esconderse detrás de la silla donde antes se encontraba tranquilo.
- ¡No fue mi intención, Hisoka! – exclamaba nervioso y casi llorando.
- ¡Si no tienes más cuidado te echaré a la calle! ¡Mira que desastre!...
Y de esa forma comenzó a regañarlo. Una forma un tanto extraña de darle la bienvenida ¿no?
Después de haber terminado de limpiar y Tsuzuki haberse disculpado miles de veces sin dejar de hacer un puchero, se giró a un Hisoka fastidiado para preguntar:
- ¿Dónde voy a dormir, Hisoka? – el shinigami que lavaba los platos permaneció en la misma posición y luego de varios segundos contestó.
- Tengo una habitación vacía al lado de la mía, ahí dormirás…
- ¡Traje mi futón! – exclamó al oír la fría respuesta mostrándose ya más alegre para intentar transmitir algo de ello a su compañero.
- No es necesario. Hay una cama y un armario, sólo ponle lo que haga falta, no hagas algún desastre ¿oíste?
- Si – bajó la mirada al notar que aún seguía molesto – Hisoka, lo siento, ya te lo dije muchas veces ¿no vas a perdonarme? – se acercó a él dejando a un lado la escoba que portaba en las manos. Su compañero giró el rostro para mirarlo y tiempo seguido suspiró terminando su quehacer.
- Está bien, te perdono… pero debes saber que tendrás que comportarte.
- ¡Puedes estar seguro de ello! Voy a hacer lo que me pidas. – le guiñó un ojo ignorando la frustración que le causaba al chico ya que comenzaba a darse cuenta de muchas cosas en ese momento.
- Primero, no puedes hacer un desastre como en tu departamento, deberás limpiar tu habitación.
- ¡Bien! – dijo sonriente.
- Lavarás tu plato después de comer al igual que tener modales y cuidado en la mesa…
- ¡Eso si puedo hacerlo! – exclamó nuevamente satisfecho y sin reclamos.
- Y por último, deberás de hacer el aseo, mínimo a tu recámara ¿entendiste?
La mirada de Tsuzuki se humedeció y de forma chibi abrazó la pierna del menor.
- ¡No quiero limpiaaar!
- Pues tendrás que hacerlo si quieres vivir conmigo… - se cruzó de brazos mirando el berrinche.
- Pero Hisokaaaa…
- ¡Suéltame, baka! – dice dándole una patada y provocando que Tsuzuki cayera.
Poco después el mayor se levantó.
- Está bien… ¡Cuenta conmigo, Hisoka! – debía admitir que Hisoka se sacrificaba al tenerlo de huésped ya que bien sabía, no era aceptado por muchas personas y si bien quería serlo por el chico tenía que obedecerlo, sería una forma de decir: - Gracias…
- No empieces de nuevo con tus tonterías… anda, vamos a que veas tu habitación… - exclamó dando media vuelta y comenzando a subir por las escaleras.
- ¡Waaaaa! ¡Qué emoción! ¡Mi cuarto nuevo!
Al escuchar tales comentarios notándose el castaño tan emocionado Hisoka no pudo evitar sonreír levemente mientras subía.
Tsuzuki hizo otro drama al ver la habitación despintada y algo maltratada, el menor lo convenció para días después arreglarla un poco. Tsuzuki aceptó y ambos se despidieron para ir a dormir.
No se puede saber qué tan inteligente haya sido esta idea de vivir personas tan diferentes en un mismo techo pero otra cosa si es segura, de ésta forma, es como todo apenas comienza.
Fin capi 4