Capítulo 6 – Desastre en la cocina
El día estaba tormentoso, no paraba de llover desde hacía varias horas. En el EnmaCho se veía tras la ventana los relámpagos y un aburrido paisaje gris que era víctima de la intensa lluvia. El de ojos amatistas permanecía perdido mirando cada gota de lluvia que caía directo a la ventana y se resbalaba en ésta dejando presente algunos recuerdos de su sombrío pasado. Su mirada se tornaba nostálgica mientras repasaba esas duras escenas en su mente hasta que una voz familiar sonó en la habitación.
- Tsuzuki, ¿te encuentras bien? – reaccionó ante tal pregunta adornando su rostro con una sonrisa para no preocuparle.
- ¡Sí, no te preocupes, Tatsumi! Me encuentro muy bien… - podía ocultarle a muchas otras personas sus verdaderos sentimientos pero a su antiguo compañero no era tan sencillo.
- ¿Todo bien con Kurosaki? – preguntó apoyándose en el escritorio y mirando al contrario que permanecía en la silla.
- Si, estoy muy agradecido con él… no solo me ha dado un techo sino compañía, paciencia –rió ante tal palabra que salía de su boca – y… -sonrió plácidamente mientras pensaba en aquellos regaños y pequeñas discusiones que tenían pero que llevaban a un bien y terminaban de un modo agradable uniéndolos cada vez más.
Al ver tal expresión en el rostro del castaño, Tatsumi sonrió levemente y cerrando sus ojos acomodó esas gafas que tanto le caracterizaban.
- Veo que todo va mejorando. Desde aquel día en que te salvó, pensé que era el indicado para ti…
- ¿Eh? ¿el indicado? – preguntó confundido mientras su mirada permanecía fija sobre el mayor.
- ¡Tsuzuki, vámonos ya! – un Hisoka levemente sonrojado yacía en la puerta sin mirarles. Tatsumi se percató de que las palabras antes pronunciadas habían sido escuchadas no sólo por Tsuzuki sino comprendidas por Hisoka.
- Hola Hisoka, está bien… - dijo tomando su gabardina y olvidando la conversación pues ahora toda su atención se centraba en el pequeño de ojos verdes – ¡Hasta mañana Tatsumi!
- Mañana no vendremos, baka… - respondió el chico.
- ¿No?...
- Es su día de descanso, Tsuzuki – esta vez fue Tatsumi quien respondió y se disponía a continuar en lo suyo.
- ¡Oh, ya recuerdo! ¡Siiii! ¡Al fin un descanso!
- Ni lo recordabas, tonto… nos vemos Tatsumi
- ¡¡Hisokaaa, eres muy cruel!! – exclamó siendo jalado de la gabardina hasta la salida.
- Buenas noches –exclamó tomando asiento y mirando los documentos sobre su escritorio manteniendo esa sonrisa de paz sabiendo que su antiguo compañero estaba en buenas manos.
Después de aquel largo día de trabajo, ambos shinigamis llegaron a su hogar empapados gracias al terrible clima que yacía fuera. Tsuzuki dejó su gabardina en uno de los sillones cuando Hisoka dio media vuelta al percatarse de tal acto, el mayor comprendió esa mirada reprimente que lo obligó a tomarla nuevamente entre sus manos.
- Cierto, va en el perchero jeje… – comentó algo nervioso esperando no hacer enojar a su compañero.
- En verdad que no cambias… - agregó para subir las escaleras despacio – será mejor que te cambies, no quisiera que te resfriaras.
- ¡Aaah! ¿Hisoka te preocupas por mí? – preguntó sabiendo lo apenado que se sentiría el menor y así fue.
- ¡No digas esas cosas, baka! – mostrando un sonrojo en sus mejillas – ¡Mejor ve a cambiarte!...
- Sí, señor… - agregó subiendo las escaleras rápidamente hasta entrar a su habitación y mudarse de prendas colocándose su pijama azul cielo, pues hacía frío y prefería estar abrigado.
Al terminar de vestirse, salió del dormitorio y se dirigió a la cocina donde ya se encontraba el rubio vistiendo también su pijama gris el cual lo cubría y abrigaba de igual modo.
- Hisoka, ¿Podemos hacer algún postre? – preguntó imaginando varios pastelillos y dulces.
- ¿Ahora? – el chico sostenía un vaso de leche en sus manos mientras le miraba confundido. Si que se le ocurrían extrañas ideas en momentos poco convenientes. – porqué no esperas a mañana, es día de descanso.
- ¡Vamos Hisoka! ¡Prometiste que me enseñarías a cocinar! – dijo juntando sus palmas como si de rezar se tratara.
El contrario se mantuvo pensativo un momento. La verdad no tenía muchas ganas de ponerse a cocinar algo complicado pero recordando aquellos favores que le había hecho anteriormente decidió dejar a un lado su orgullo y responder con afirmación.
- Está bien, glotón… ¿Qué te gustaría hacer?
- ¡¡Pay de manzana!! – respondió al instante.
- Está bien… - dijo sacando varios recipientes para comenzar a prepararlo.
- Aunque… -comenzó a pensar seriamente – tal vez pastel de chocolate, de hojaldre, un flan, mousse… puede ser de chocolate y… - comenzó a nombrar su larga e impaciente lista para el menor quien después de apretar fuertemente su puño y mostrar una venita en su frente exclamó.
- Pastel de chocolate será… - y así comenzó a sacar los ingredientes que necesitaba.
- ¿En qué ayudo? – preguntó emocionado.
- ¿En mirar? – con una leve y burlona sonrisa en sus labios hasta ver los ojos húmedos en la forma chibi de Tsuzuki. Suspiró – saca la leche…
El mayor obedeció y sacó del refrigerador la leche fría.
- ¡¡¡Listo!!!
- Bueno… debemos mezclar todos los ingredientes. Primero…
- ¡Yo sé hacerlo! – tomó cada uno de los ingredientes y los vació en un tazón para comenzar a mezclarlos salpicando con la mezcla el mueble y parte de su rostro.
- ¡¡Tsuzuki, no es todo!!! – agregó arrebatando los trastes – baka, mira cómo te manchaste…
- Ah… gomen… - exclamó avergonzado y rascando su cabeza.
- Debes batirlo así… - Hisoka tal vez no era un gran chef pero si que había leído varias recetas y en general sabía lo que hacía. Movía el batidor despacio mostrándole la manera correcta para hacer un pastel – ahora hazlo tú.
Tsuzuki se acercó y tubo de nuevo el control de los utensilios batiendo un tanto rápido hasta sentir la mano de Hisoka colocarse sobre la suya para batir correctamente de un modo más lento y provocando que dejara de salpicar.
El castaño sonrió al ver que lo estaba haciendo bien. Hisoka también lo hizo pues a pesar de lo descuidado que solía ser también podría lograr lo que se propone.
Duraron así por varios minutos hasta que Hisoka alejó su mano rápidamente al reaccionar. Estaban tomados de la mano por lo que un fuerte rubor se mostró en sus mejillas mientras un Tsuzuki confundido le miraba.
- ¿Qué sucede, Hisoka? – Eso mismo se preguntaba él. No estaban haciendo nada del otro mundo. Debía tener más cuidado.
- Aah… N-no… nada… ¡ya lo tienes! – cambió rápidamente el tema causando que las amatistas del shinigami se posaran nuevamente en el futuro pastel.
- ¡Lo sé! No lo estoy haciendo tan mal ¿verdad?
- No, para nada… ya está. Sólo ponla en éste recipiente… - colocó dicho plato de fierro sobre la mesita.
- De acuerdo… ¡aaah! – su rostro cambió repentinamente ya que al vaciar tal contenido se derramó en el piso y éste al retirarse para no ensuciar sus pantuflas cayó en la misma mezcla tirando los recipientes que estaban utilizando.
Hisoka no pudo evitar enfurecerse ¡Realmente era un baka! ¡Uno muy grande! Definitivamente no podía estar Tsuzuki dentro de una cocina o sería el fin del mundo. Iba a regañarle cuando notó algo de tristeza en su mirada. A pesar de ello mostró una sonrisa y miró al piso.
- Gomen, Hisoka… lo limpiaré – Nunca le funcionaba cada vez que decidía hacer alguna comida y eso le dolía pues se esforzaba para conseguirlo y ahora más pues iba a compartirlo con Hisoka.
Ese Shinigami siempre mostraba una agradable y linda sonrisa pero nadie sabía en realidad lo frágil que podía llegar a ser, pues hacía tiempo que no compartía un hogar con nadie. Hisoka se sintió conmovido y sin desaparecer su semblante serio exclamó…
- Pues… debo admitir que eres un pésimo alumno… - Tsuzuki decidió encoger sus hombros para prepararse por el terrible regaño que le esperaba pues ya lo conocía pero su sorpresa fue que sucedió todo lo contrario – pero… es agradable tener clases contigo… baka…
Tsuzuki no lo podía creer, realmente se estaba comportando de una forma tan encantadora que no pudo evitar el fuerte golpeteo del corazón en su pecho. Su vista se posó de inmediato en el ojiverdes quien mantenía su mano extendida para ayudar a levantarse con una sonrisa y al cruzarse con sus esmeraldas no pudo evitar sonreír del mismo modo y tomar su mano. Pero en lugar de levantarse lo tiró al suelo sobre sus piernas provocando nuevamente un ligero rubor en su rostro lo cual lo hacía ver hermoso.
- ¡Tsuzuki eres un tonto! ¡Acabo de cambiarme!... – pronto se vio en silencio ya que los brazos de su compañero le rodeaban suavemente hundiéndolo en su pecho.
- Gracias, Hisoka…
El nombrado se dedicó a cerrar sus ojos pues realmente le costaba expresarse pero en su interior se sentía tan bien, tan relajado y feliz pues podía darse cuenta de los verdaderos sentimientos hacia aquel despistado y torpe chico que lo sostenía.
Tsuzuki podía percibir ese cálido sentimiento emitido por Hisoka quien yacían entre sus brazos y sin entender muy bien el porqué no podía alejare ni un momento pues se sentía realmente cómodo y alegre al tenerlo así.
Fue entonces cuando el menor reaccionó y alejándolo un poco desvió su mirada.
- Bueno… deberíamos pensar qué cenar ahora…
- Pero Hisokaaa… ¿Porqué no me preparas tú un pastel? – preguntó haciendo un puchero.
- ¡¿Estás loco?! Después de esto te mereces una semana entera sin azúcar.
- No hablas en serio ¿ verdad?
- ¿Quieres apostar? – dijo mientras se levantaba y tomaba una franela para limpiar su rostro y posteriormente el de su compañero.
- ¡¡Nooo!! ¡Hisoka ya te pedí perdón! – lloriqueaba mientras el chico le limpiaba con suavidad.
- ¡Ya te dije que no!… No te muevas…
Y así terminó otra noche en la que ambos shinigamis unían más un lazo que habían formado desde la primera vez que cruzaron su mirada.