Capítulo 9 - Desesperación
Tsuzuki recorría las calles esperando encontrar aquella silueta tan familiar para él, pero por más que se esforzaba en encontrarla no lo lograba y su preocupación aumentaba cada minuto más esperando así poder aclarar las cosas con su compañero.
No estaba del todo seguro porqué su actitud pero bien recordaba aquellas lágrimas cayendo de esas hermosas esmeraldas y sabía que era su culpa. Se sentía tan agobiado y tan impotente, sabía que había sido su culpa pero… ¿Qué fue lo que hizo? Sólo se encontraba con Hijiri… Aunque tal vez…
Sus pensamientos fueron interrumpidos ya que el chico violinista se acercaba a él desde lejos, corriendo para alcanzarlo.
- ¡Tsuzuki!… Tsuzuki… Creo que lo vi cerca del mirador… - agregó visiblemente cansado mientras le miraba de una forma triste. Sabía que ese shinigami era tan torpe cómo para no darse cuenta de los sentimientos que transmitía hacía Hisoka… pero él estaba consciente de ellos por lo que había decidido dejar a un lado su corazón por más que le doliera, pues quería ayudar a esa persona que tanto le gustaba.
- ¿En serio?… ¿Y porqué no hablaste con él? – preguntó tanto alegre como confundido.
- Creo que sería mejor que tú lo hicieras… él se abre más contigo… - dijo un tanto dolido para suspirar – bueno, yo ya no puedo hacer mucho… Te deseo suerte Tsu… - agregó dibujando una simple sonrisa.
- Gracias Hijiri, no te preocupes… Lo encontraré y arreglaré las cosas… aunque aún me pregunto el porqué se comportó así... –agregó agachando su cabeza y mirando el piso nostálgicamente.
- Bueno, supongo que eso lo sabrás pronto… - se acercó a él y plantó un beso en su mejilla para sonreír y comenzar a alejarse pues no quería causar más molestias y lo mejor sería que ambos chicos hablaran a solas.
Tsuzuki se quedó anonado por la actitud de Hijiri pero en ese momento lo que más importaba era encontrar a Hisoka y hablar con él por lo que respondió amablemente:
- ¡Hasta luego, Hijiri! y gracias… - al instante en que sus últimas palabras salían de sus labios, echó a correr lo más rápido posible que le permitían sus piernas dirigiéndose hacia el mirador creyendo saber la dirección y esperando que su compañero aún siguiera ahí.
Por otro lado un Hisoka pensativo y triste se encontraba recargado sobre un barandal mirando sin mirar el paisaje que se mostraba frente a sus ojos. Sus ojos mostraban un color opaco, ya no tenían el mismo brillo y en ese momento se sentía tan débil y frágil que no le importaba lo que pasara ahora.
Deseaba alejarse de toda persona pues por eso mismo se había apartado de todos los juegos y lugares públicos en la feria.
Esa despreciable escena en la que Tsuzuki y Hijiri se encontraban abrazándose no se iba de su mente y le apuñalaba de nuevo el corazón volviendo a humedecer aquellas mejillas en su rostro. Pero no podía, simplemente pensar que estaba llorando por algo que ni siquiera tenía sentido. Ese baka, no sabía lo que su corazón escondía por lo que no podía culparlo por nada.
Secó sus lágrimas y puso un semblante serio debía encontrarse con ese shinigami de mirada amatista, debía arreglar las cosas con él y no mostrándose como la víctima sino como un chico fuerte que no temía las consecuencias a causa de sus actos.
Dio media vuelta pensando en correr a encontrar a su compañero cuando sus ojos se dilataron al ver a cierta persona frente a sus ojos…
- No imaginaba encontrarte por aquí… - dijo finalmente aquella silueta con una sonrisa tan macabra como bien la recordaba.
Simplemente no podía creerlo, nunca hubiera pensado que ese día tan alegre y cálido podría transformarse en uno tan abrumador y poco agradable.
- ¡Muraki! – lo nombró con desprecio y odio a la vez mientras se quedaba paralizado en ese mismo sitio sin saber muy bien cómo reaccionar.
El excéntrico doctor giró su rostro hacia ambos lados con las manos dentro de los bolsillos de su bata para luego exclamar tranquilamente:
- No veo a tu compañero cerca… Tenía la esperanza de encontrarlo por aquí, ¿Sabes? Tenemos cosas de qué hablar – dijo un tanto burlón.
Había ya pasado bastante tiempo desde su último encuentro y bien sabía que los extraños y poco sinceros sentimientos que ese sujeto tenía hacía su compañero lo hacían irritar más que los celos que sentía hacia Hijiri.
- ¡No permitiré que te acerques a él! – exclamó con ira en su mirada mientras sus puños se contraían con fuerza a sus costados esperando así calmarse un poco y no actuar de manera impulsiva.
- Ah… ¿Eso crees, niño? – comenzó a acercarse a él con pasos lentos mientras una de sus manos se extendía hasta el rostro de Hisoka pero justo cuando iba a tocarle retrocedió velozmente para evitar ser lastimado por los pergaminos que se dirigían pocos segundos antes hacía él - … Menos mal que ha llegado… -afirmó girando su rostro con elegancia hacia un costado – Tsuzuki-san.
En efecto, Tsuzuki permanecía con el rostro fruncido mientras veía al médico con el mismo desprecio que Hisoka mostraba hacía unos segundos pues al ver de nuevo a su compañero, el rubio había cambiado su faceta y su corazón comenzaba a latir con fuerza.
- ¡Aléjese de Hisoka, ahora! – agregó con coraje mostrando un semblante serio y calculador.
- Tsuzuki… - pudo susurrar un sorprendido Hisoka.
- Con que aún sigues estorbando en la bella relación entre Tsuzuki-san y yo… - se expresó con frialdad mientras veía al menor y acomodaba sus gafas – simplemente detestable.
- ¿Qué no me escuchó, Muraki? Le dije que se alejara de mi compañero – su mano se estiró frente a él para hacer que uno de los muros que se encontraban al lado del peliblanco estallara provocando solamente una leve risa en éste.
- ¿Ya le he dicho que se ve más atractivo cuando se molesta?...
Tsuzuki hizo caso omiso de su comentario y decidió indicarle a Hisoka que huyera pero éste por supuesto se negó.
- Hisoka, vete de aquí.
- Muraki ¿Qué es lo que tienes en mente ahora? – quiso saber el menor ignorando la orden de su acompañante.
El médico se limitó a mirarles con diversión quedando el ambiente tenso y en silencio hasta que al fin después de disfrutar esa reacción por parte de los presentes decidió continuar.
- Aún no es el momento, pero me parece que lo descubrirán muy pronto… - comenzó a caminar hacia otra dirección – hasta entonces, Tsuzuki-san… Lo estaré esperando…
Después de ello, se desapareció sin dejar rastro, dejándolos aún más perplejos y confundidos.
Hisoka permanecía con cierto sentimiento de coraje hacia si mismo pues nuevamente había escapado y ni siquiera causaba un poco de peligro para ese maldito asesino.
Sus pensamientos se vieron perdidos cuando sintió la suave mano del castaño sobre su mejilla.
- ¿Te hizo daño? – preguntó preocupado.
Hisoka al toparse nuevamente con sus amatistas pudo recordar lo que había pasado hace unas cuantas horas. Pro lo que sintió un gran dolor en su pecho, sin embargo pudo disimularlo y desviar su mirada a otro sitio quitando la mano de Tsuzuki con la propia.
- Estoy bien…
Tsuzuki puso sentir esa barrera que en primeros días en que convivía con Hisoka se mantenía a su alrededor impidiendo que alguien pudiera traspasarla. Eso le dolía, esperaba que ese día pudiera acercarse más a él pero en el transcurso sólo había logrado alejarlo más por lo que lo sostuvo de ambos hombros y le miró con preocupación ya olvidando la reciente presencia de Muraki.
- Hisoka, dime qué es lo que te molesta… Lo siento, no estoy seguro de lo que hice… No quiero que te molestes conmigo… quiero arreglar las cosas…
El menor pudo notar esa preocupación que muchas veces acompañaba al shinigami por lo que permaneció un momento callado pero después de pensarlo un poco, creía que lo más conveniente era darle una explicación. No era lo mismo pensarlo a ponerlo en práctica por lo que las palabras no salían de sus labios y su nerviosismo comenzó a hacerse presente. Pronto una idea llegó a su mente y sin más decidió actuar antes de arrepentirse.
Tsuzuki se sorprendió al ver tal reacción por parte del menor. Sus ojos se abrieron de par en par mostrando con más intensidad sus amatistas. Los labios de Hisoka se encontraban sobre los suyos mientras sus manos se posaban en los anchos hombros del joven shinigami que no podía creer lo que veía.
FIN DEL CAPÍTULO 9