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Te entrego Narcisos por AkiraHilar

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Notas del capitulo: Gracias por sus comentarios!! ahora dejo el segundo capitulo. con el tercero terminamos esta corta historia ^^
El día había llegado y vaya que lo disfrutaría.Afrodita despertó con los ánimos en los cielos con Athena, regalándose un divino baño con pétalos de rosa y leche preparado por las doncellas para enjugar su delicioso cuerpo y prepararse para ir a Cancer y recibir su regalo. Estaba tranquilo, sabía que nada podría hacer que su cumpleaños número quince fuera imperfecto y por ello disfrutaba de su baño, tarareando cualquier melodía que viniera a su mente.

Entre tanto, Shaka de Virgo había sido llamado desde temprano al salón del gran patriarca, esperando de rodillas frente la santísima orden mientras el sumo sacerdote terminaba de arreglarse. Poco tiempo pasó para sentir los pasos en eco del sumo pontífice, resonando entre los pisos de mármol y sentándose con su agraciada elegancia en el estrado. Saga no pudo evitar observarlo tras su máscara, al más cercano de los dioses, el fruto prohibido de su penitencia, aquel a quien no debía tomar. Se sonrió de lado, ya que por investigar personalmente lo que Afrodita le había pedido aprovechó para saber más de la antigua encarnación de Shaka y su persona, encontrándose con un cuadro por demás interesante. …l mismo que dos siglos atrás colaboró en la destrucción de los planes de géminis, en ese momento le veneraba como la máxima autoridad, hincándose frente a él, adorándole y obedeciéndole cada orden sin pestañar. Era imposible no sonreírse antes los desatinos del destino que de nuevo les había enredado y unido de esa forma tan incoherente.

-Shaka de Virgo-inició el llamado la máxima autoridad-, ¿realizaste las meditaciones que te encargué?

-Así es su excelencia-respondió el menor sin levantar el rostro, con sus ojos cerrados, el casco dorado a su lado. Orgulloso, inmutable… Virgo…-. Tal como usted me pidió, estos dos días estuve buscando recuerdos de mi anterior consciencia para certificar lo escrito en las antiguas memorias de la guerra anterior. Tal como usted recuerda, el santo de Piscis tenía una técnica que le quitó la vida en la guerra Santa. Técnica que a su vez lo había sometido a la soledad.

-Tenía que verificar que mis recuerdos no se hayan afectado por el tiempo-se excusó el soberano ocultando una sonrisa tras la sombra de la máscara-. ¿Sólo pudiste recordar eso?

-Así es, su santísima excelencia. Muchas cosas de mi anterior vida fueron bloqueadas y me ha costado descifrar la forma de entenderlas. Supongo que necesito aún meditar con profundidad.

-No hace falta que te esfuerces, Shaka de Virgo-insistió Saga observándolo lascivamente-. Cualquier pregunta que tengas, puedo responderla.

-Lo tendré en cuenta.

Hubo silencio por un momento, conforme Shaka esperaba la orden para retirarse a su templo y proseguir con las meditaciones con la cual descubriría más de su antigua esencia. Saga entre tanto observaba ensimismado como aquel jovencito de 13 años había crecido, muy distinto al niño de 7 años que dejó de visitar cuando tomó el puesto de Shion. Shaka crecía y su cuerpo con él empezaba a tomar la forma que se le provocaba pensamientos indecorosos, a él, un hombre de ya 21 años. De nuevo empezó a pelear consigo mismo, conteniéndose para no dejar salir a flote la parte maligna que desde dentro de su alma le clamaba tomar esa carne fresca entre sus manos y despojarla de la más pura virginidad.

-¿Necesita alguna cosa más, Gran Patriarca? –la voz adolescente lo sacó de sus pensamientos. Saga se detuvo a pensar un momento, cuando la puerta del estrado se abrió para dar paso a Afrodita de Piscis, quien posó la mirada primero en el joven rubio antes de subirla de forma curiosa hasta el sumo pontífice.

-Buenos días, “su santidad” –saludó el pisciano arrodillándose al lado de Shaka, sin saludarlo-. He venido por el pedido que le solicité.

-Bien, Shaka de Virgo. Puedes retirarte a tu templo-el joven asintió, levantándose y colocando su casco dorado-. Afrodita de Piscis, has llegado a buena hora.

-Con su permiso-se despidió dando media vuelta y también, sin saludar al pisciano, devolviéndole así su cortesía. Afrodita se sonrió de lado esperando que Shaka saliera de su habitación.

-Al final, ¿el gran Shaka de Virgo se ensució sus puritanas manos para conseguir mi regalo? –siseó el doceavo santo con una sonrisa lujuriosa. Saga se levantó de su asiento con andar petulante-. Eso sería un agregado jugoso para mi cumpleaños.

-He sido yo quien he revisado los libros, Afrodita. No iba a usar a un santo de oro para algo tan banal como eso-se acercó viendo al dorado arrodillado ante él-. He conseguido lo que buscabas, ¿quieres escucharme?

-Estoy aquí para eso, “su santidad”.

Y mientras ellos arreglaban sus asuntos, DeathMask se había escapado al Yomotsu, escondiéndose de Afrodita en ese día ya que no tenía la mínima idea de que regalarle y estaba seguro que el condenado iría hasta su templo. Pero no podía huir para siempre y lo sabía, tal como estaba seguro que Afrodita lo iba a enfrentar en cualquier momento.

-¿Qué te pasa, DeathMask? ¿Le estas huyendo al amanerado? –se reprochó mientras veía a los centenares de personas hundiéndose en las fosas del Yomotsu-. Más bien, ¡deberías estar en tu templo tranquilo como si te valiera una mierda su cumpleaños! –se interpelaba a sí mismo, sabiendo que no, no era que no le importaba.

Le importaba tanto que le molestaba no saber qué rayos regalarle a él. ¿Qué podría regalarle al hombre poseedor de la belleza más codiciada y el orgullo más enfermizo? Definitivamente él no tenía nada que pudiera ser digno de Afrodita.

Se cruzó de brazos, pateando un montón de piedras en ese infierno personal, pensando de nuevo en que regalarle y así salvar su vida, o eso al menos quería creer. Porque el canceriano se negaba a admitir que sentía atracción por el doceavo caballero y que le gustaría tener una idea de que regalarle, algo que Afrodita quisiera con todas sus fuerzas y nunca olvidara. ¿Pero que podría ser eso? Al final siguió pensando, sentado en una de las piedras mientras espetaba los mil demonios por no ocurrírsele una buena idea.

-¿Qué dice? –gritó Afrodita de pie, abrumado con la revelación-. ¿Yo era venenoso? ¿Nadie podía acercarse a mí?

-Así es- comentaba Saga con sus piernas cruzadas en el trono, muy relajadamente, con el casco entre sus piernas-, por esa razón el viejo Shion no permitió que aprendieras esa técnica. Para que puedas ejecutar el Crimson Thorn necesitas tener veneno en tu sangre pero eso significa que nadie podría tocarte, Afrodita.

El sueco estaba agobiado. No quería, bajo ningún sentido, dejar de acercarse a las personas y mucho menos a DeathMask. ¿Qué pasaría si su cuerpo absorbiera el veneno de las rosas rojas que custodiaba? ¿No podría recibir una caricia jamás? ¿Acaso, hace doscientos años murió virgen? ¡HORROR!

-No te puedo asegurar si la sangre del antiguo santo de Piscis se envenenó por el sólo contacto directo con las rosas rojas o él lo hizo de forma deliberada para desarrollar semejante técnica. Pero, supongo que si no aprovechó antes de que su cuerpo fuera mortal…-siseó el impostor con una sonrisa maliciosa-, murió virgen.

-¡¡¡Esto es ridículo!!! –reclamó agobiado el doceavo santo. …l, una belleza, él más hermoso del santuario morir… ¿virgen? ¡¡Era un pecado capital!! -. ¡¡No es posible!! ¡No quiero aprender esta técnica del demonio!

-Aunque, si quieres certificar que no mueras virgen, podría ayudarte…-propuso libidinosamente el mayor, haciendo que Afrodita enrojeciera hasta la punta del pie, mirándolo con desaprobación. ¿Ser ramera de Saga? ¡¡Ni hablar!! Cuando le llegara sus ataques psicóticos de seguro lo maltrataría y él, se amaba demasiado y cuidaba con extremo como para irse a esos tratos.

-Pensé que para eso tenía a Shaka, “su excelencia”-expulsó sin más el pisciano, haciendo que Saga se molestará a tal punto que su cabello de color azul índigo cambió de golpe a negro oscuro.

-¡LARGATE DE AQUÍ! –ordenó el sacerdote colocándose el casco y levantándose con un solo golpe de cosmos expulsando a su alrededor. Afrodita realmente temió por la furia proferida. Debía dejar de sacar el tema a colación si no quería que en cualquier momento Saga lo lastimara severamente-. ¡SAL DE UNA VEZ!

-Gracias por todo, “su santidad”.

Afrodita se despidió rápidamente antes de salir obedeciendo la orden de Saga, con sus cabellos desordenados por el arranque de cosmos y la indignación con semejante revelación. Si su destino era que la sangre se envenenar al contacto con las rosas rojas debía aprovechar ese momento para poder degustar de todos los placeres carnales y ya sabía cómo hacerlo. Sí, ya Afrodita tenía algo planeado al llegar a su templo, por lo cual decidió bajar hasta Rodorio, no prestando atención al hecho de que DM no estaba en su templo. Había que comprar algunos elementos para preparar lo que sería su gran noche.

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