El día comenzaba igual que siempre, en la academia, el chico peli-plateado se sentaba en su lugar acostumbrado en el rincón más apartado del salón, no tenía intención de convivir con los otros chicos ¿para qué? Se preguntaba, de cualquier modo, tener amigos era una pérdida de tiempo, su padre se lo recordaba siempre, el siendo un rico hombre de negocios debía saberlo todo, tenía todo lo que pudiera desear, dinero, coches, una mansión, todo lo podía comprar, acepto la felicidad…
Estaba demasiado concentrado en su libro como para notar la llegada de alguien más, un chico de cabellos negros, bastante hiperactivo para su gusto
¿Qué un ser pacifico y relajado no podía tener paz para leer? No quería encerrarse en el baño de chicos a leer, hacían
“cosas”
de las que él o quería saber nada, pero el muchachito siguió gritando, no paraba de dar piruetas y decirles a sus amigos lo grandioso que era, que
“anoche luche contra miles” “las chicas me adoraron” y eso solo unos fragmentos de lo que podía escuchar Kakashi desde su pupitre
“¿no puede gritar más bajo? ¬¬#
Se decía molesto mientras cerraba el libro, fue cuando entro el profesor, un sexy castaño de cola de caballo y una marca rara en la nariz ¿lo conocen? Es Iruka-sensei
(véase que mesclo todo)
-bien chicos, Obito bájate de esa banca por amor a Kami- dejo sus cosas en el escritorio mientras los chicos se preparaban con cuaderno y lápiz en mano,
el Sensei Iruka no era estricto pero si tenía sus momentos de desesperación, parecía no haber dormido muy bien últimamente ¬//¬
-bien chicos, copien esto que ahorita les explico de que trata-
el Sensei se puso a buscar algo en su mochila mientras los alumnos copiaban concentrados, bueno, casi todos los alumnos,
Obito se lanzaba volitas de papel con Naruto, ambos se habían sentado hasta atrás molestando a Kakashi con eso
¿Qué no podía haber algo peor?
Fue cuando le cayó una bolita totalmente ensalivada en la cabeza, solo entrecerró los ojos mientras miraba a Obito,
este solo se rasco la cabeza mientras le sonreía, Kakashi por poco y se le va a golpes, de no ser porque Iruka volteo en ese instante Obito ya seria historia antigua y este fic no podría continuar XD
(Zero: contrólate Kakashi-kun)
-bien, esto es el teorema de Pitágoras y su ley de senos…Obito ¿podrías explicarnos por qué se invento la ley de senos, el coseno y la tangente?-
dijo al ver al chico distraído molestando a la pobre Hinata que se había sentado a su lado
–eto… ¿yo?- Iruka suspiro cansado
–si tu- Obito se levanto pensando un rato en su respuesta, parecía estar concentrándose lo más que podía en eso,
“ahora con solo un milagro de Kami este chico le atina”, pensó Iruka
–¡invento el coseno para que los senos no se le salieran por la tangente a la directora Tsunade!-
dijo haciendo que los demás chicos estallaran en carcajadas y el Sensei se salía de sus casillas jalándole las orejas
–aay ay, ay que me quita la oreja…-
se quejaba mientras Iruka lo acomodaba en un rincón del salón con tres libros en la cabeza
–y ahí te quedas por chistosito-
Obito solo le enseño la lengua, el profe ya tenía más de una vena saltándole por la frente pero no agrego nada más.
Las clases concluyeron así, con Obito desquiciando a los maestros mientras Kakashi lo observaba, ya solo quedaba la última clase, la de taller de lectura
–Obito ya tienes hinchadas las orejas-
bromeaba un rubio de ojos azules a lo que su compañero solo sonrió
–si, es que los Sensei se la pasan jalándome ¿Por qué será?-
“baka” le dijo Kakashi en su mente ¿era idiota o qué? ¿Acaso no se daba cuenta de que solo hacia el ridículo?
Era un idiota más que no merecía su atención
(Alice: creído ¬¬)
en eso entro la Sensei Anko gritando
-¡haber basuras pónganme atención o les corto el amiguito!-
Zero: uy con eso quien no pone atención ¬¬ me recuerda a mi profa de Mate,
los chicos se acomodaron en sus lugares respectivos mientras ella dictaba algo, algo que Obito no escribía por querer levantarle la falda a Hinata,
pobre chica solo lograba quejarse bajito, fue cuando algo golpeo la cabeza del chico volteándolo patas para arriba
–madre…¿Quién me atropello?...anote la matricula…-
decía aun de cabeza, los chicos volvieron a reír, la Sensei con satisfacción
(Alice: maldita si le lanzo el cuestionario a la cabeza, con esas ochocientas hojas noquea a cualquiera ¬¬)
-bien gusanos, los pondré por parejas y recuerden...-
(con cara iluminada por una lámpara dándole un aspecto aterrador)
–de este trabajo depende su vida-
los chicos tragaron duro nerviosos por quien les tocara
–bien, Haruno con Yamanaka, Aburame con Inozuka, Hyuga Hinata con Uzumaki, Uchiha Sasuke con Sabaku, Uchiha Obito con Hatake…-
los nombrados se detuvieron de sus actividades en ese momento ¿Qué había dicho? Pensaron a coro, estaban sincronizándose muy bien
-¿pero por que con él? Nunca habla- dijo el moreno señalándolo
–y tu nunca te callas- contrarresto el otro enfadado
–porque quiero, además eres el más flojo, bueno junto con Uzumaki pero aun así, te conformas, ambos-
asintieron resignados saliendo del salón, a Obito le dieron las condolencias, nadie podía platicar con Kakashi sin perder los huesos o mínimo terminar en el hospital por una semana.
Tanto en apariencia como en personalidad los chicos eran demasiado distintos, uno era serio y calculador, el otro era más abierto a la plática, más alegre y sacaba de quicio a los maestros
–ne Kakashi ¿Qué vamos a hacer?-
pregunto relajado el moreno con las manos detrás de la cabeza, el otro no le contesto, solo siguió andando mientras lo ignoraba olímpicamente
– ¡oye bastardo no me ignores!- lo jalo de la camiseta lo más fuerte que pudo quedando ambos frente a frente
–aléjate de mí-
gruño el Hatake mientras se le zafaba, el otro solo lo observo llegar a la puerta de entrada ¿Por qué lo odiaba? ¿Qué le había hecho? Fueron sus preguntas, unas que no tendrían respuesta alguna, no, ninguna…
**+**Por….Kakashi…**+**
Era un mocoso irritante, terco, se había atrevido a tocarme, pero…me agradaba, de un modo u otro tenía que hacer la tarea con él,
su cabello negro se alboroto cuando corrió hacia mí, su camiseta y esos estúpidos gogles que cargaba siempre consigo, ocultando le negrura de sus ojos
-en mi casa podemos empezarla-
me dijo sonriente, no me importaba mientras la termináramos rápido y pudiera alejarme de él, lo más posible
–bien-
conteste mientras lo seguía por las grandes calles de Konoha.