Prologo
Con su mirada fija en la portada de aquella revista dejo salir un profundo suspiro, mantuvo por un prolongado tiempo sus ojos en aquella imagen, cerró los ojos y se permitió jugar con la imagen grabada detrás de sus ojos, sonrió sin alegría antes de volver abrirlos.
Aquello debía tratarse de alguna clase de castigo o condena por todas las cosas malas que había hecho en su vida, o tal vez una burla del destino. Dejo caer la revista en su escritorio sin cuidado, se reclino pesadamente en su silla, apoyando con desgana su cabeza en el respaldo viro su mirada al teléfono sobre su escritorio.
Algunas fantasías acudieron a su mente, podría llamarlo e invitarlo a cenar esa noche, pero por más que se estrujara el cerebro no encontraba una excusa creíble.
“patético”
La fotografía de una isla caribeña sobre su escritorio capto su atención. Se trataba de una postal de su ex esposa, sonrió con sorna al recordar las líneas al reverso.
---“No he tenido noticias tuyas en las revistas de corazón, ¿cuanto tiempo más te vas a tomar en declarártele?, no puedo revelar ninguna relación hasta que tú lo hagas, no pienso ser la mala del cuento”.
---“como si fuera tan sencillo”--- pensó con molestia, no podía culparla, a fin de cuentas cuando su ex mujer se presento con los papeles del divorcio y una sonrisa comprensiva, solo le había confirmado sus sospechas de estar enamorado de alguien más y que esa persona estaba en una relación.
---Y esa persona. ¿Esta en una relación estable?--- recordó la pregunta hecha por su ahora ex mujer.
---No la llamaría estable, pero se que ama a su pareja---
---Me suena a posibilidad y teniendo en cuenta que es la primera vez que te enamoras, creo que deberías luchar por ello, me dirás de quien se trata---
---no puedo, no en este momento---
---entonces solo me queda desearte suerte, firma los papeles y se libre, yo me iré una témpora y cuando regrese, espero tener buenas noticias de parte tuya---
Eso había sido hace cinco meses y no podía jactarse de grandes progresos. Bueno, había uno, tal vez el más importante, esa persona ya no estaba en esa relación, no desde hacia dos meses y lo mejor de todo es que por primera vez, él no era el responsable de dicha ruptura.
A pesar de lo mucho que se quejaba Eiri de su constante intervención en la relación con Shindou, estaba seguro de que Eiri no sospechaba del “porque” de su más reciente y persistente interés. No, Eiri no tenia ni idea de sus sentimientos, a pesar del gran cariño y amor que le tenía al joven, reconocía su falta de astucia para ese tipo de menesteres, Eiri no era capaz de ver más allá de sus propias narices y precisamente esa fue la causa por la que su relación con Shindou había terminado.
Encontraba curioso que fuera el mismo Eiri el que le otorgara tan preciada oportunidad, Shindou jamás hubiera terminado con Eiri, de eso estaba seguro. Ese mocoso tenía una determinación e ímpetu hacía las cosas que le interesaban de envidia, aunque en el caso de la relación con el escritor podría calificarla de lastima.
Giro sobre su silla para fijar su vista en el horizonte citadino atreves del ventanal de su oficina. La paciencia era su fuerte, estaba consiente que debía darle tiempo para recuperarse de la ruptura de esa relación, sin importar la fortaleza que había demostrado después de que terminara, estaba seguro que la herida provocada por la ruptura aun estaba abierta.
Además estaba otro factor en juego, en realidad varios factores. La primera montaña en su horizonte fantasiosamente romántico radicaba en que el objeto de su amor…lo detestaba. No podía culparlo, al final se lo tenia bien merecido, había tallado esa aversión hacia su persona con pica y fuego. El segundo obstáculo era probablemente el más peligroso y el más factible, podría apostar toda su fortuna a que Eiri no tardaría en cambiar de parecer y convencer a Shindou de regresar con él.
---“Maldito Eiri”--- pensó con molestia.
Le había tomado un largo proceso reconocer sus sentimientos, llevándolo a la conclusión de estar enamorado de la persona a la que decía detestar con toda su alma, después de tan escalofriante revelación, decidió con resignada desdicha amarlo de lejos.
No tenía esperanzas, incluso después de que Mika le solicitara el divorcio para que fuera libre de llevar su “plan de conquista”, sabía que ni él seria capaz de arrebatarle de esa forma su amante al escritor, no ahora que los sentimientos que lo empujaban a desear la disolución de esa relación eran motivados por sentimientos de una índole visceral.
En el pasado no había tenido problema en inmiscuirse en las relaciones de Eiri, por de más en la relación con Shindou. El motor siempre había sido el mismo: procurar el bienestar y felicidad de Eiri. Sin embargo, ahora sabía que su deseo de que esa relación terminara tenia mas que ver con sus deseos románticos que con el bienestar y felicidad del escritor, aun más, tenia la certeza que era precisamente la relación con Shindou la que daría ese bienestar y felicidad a Eiri.
Definitivamente no era su culpa que Eiri fuera tan idiota como para no procurar por su felicidad por si mismo. Eiri era del tipo de persona que dejaba ir el amor por miedo a quemarse, estaba claro que el escritor no sabía lo que era ser bendecido con un amor tan puro y desinteresado como el que le ofrecía Shindou.
Eiri no sabía lo amargo que podía llegar a ser no amar a nadie y ser amado por la nada.
Bufo molesto consigo mismo, no tenía porque culpar a Eiri por su actual situación. Era consiente de las múltiples razones por la que el escritor actuaba de esa forma, que lo metiera en su predicamento actual era punto y aparte.
Aun así en ese momento no se le antojaba auto culparse en pro del escritor, sí Eiri no hubiera terminado con Shindou, entonces él no tendría una oportunidad. Una tentadora, seductora y nada despreciable oportunidad.