Su suavidad, ese toque de dulzura en su boca. Su ánima iba al cielo con el supremo ser espiritual. Su sonrojo en ambas mejillas era noto. Se ve tan tierno, le encanta cuando se pone así, tan sumiso, tan uke. No es para menos, es rubio de hermosos iris azules siendo diamantes adornando su arrogante-sexy rostro. Y esa boquita… ¡La ama! Ver eso blanco en ella le hace ir a imaginarse cosas pervertidas.
—Madara… está caliente. —dijo inofensivo.
—No importa, continúa. —ordenó el azabache. —Luego sabrá más frío, pero no lo creo.
—Uhn… —no sabe qué hacer. Solamente le queda observando. — ¿Y si lo soplas, uhn?
Madara comenzó a reír, no exageradamente. —Deidara, sabes que no puedo. Vamos, abre la boca, aun falta por acabar.
—Demonios. Despacio, eres demasiado brusco, uhn.
—Descuida, senpai. —sonrió tras la máscara. —Ahora, abre la boca.
El rubio obedeció. Abrió lentamente la boca, separando sus labios. Ya está rendido, es su deber.
Tragó.
—Aun se encuentra caliente. —reclamó nuevamente.
—Espera… —dijo extendiendo su mano al rostro de Deidara. —Tienes un poco en la boca. —su dedo índice acarició, limpiándole le blanco.
—Quita tu mano. —dijo bruco, alejándose de esas manos enguantadas. —Ya me cansé, no pienso seguir, uhn.
—Creo que tienes razón senpai. —su tono de voz cambió a una más dulce y chillona.
—Deja de fingir.
— ¿Entonces qué hacemos? —regresó a la normalidad, la voz.
—Déjalo en la nevera, se enfriará más rápido. ¿A quién se le ocurre comer leche asada, uhn?
—A Itachi le gustan las cosas dulces.
—Uhn...
—Mientras estábamos cocinando, imagine algo.
— ¿Así? ¿Cómo poder desaparecerte de mi vida, uhn?
—No senpai, algo mejor que eso. —dijo y el rubio arqueó una ceja sin comprender. —Te imagine en un acto "oral". Podríamos ir...
—Espera, uhn ¿Un acto oral?
— Claro, si quieres yo te enseño.
—Está Bien, pero ¿para qué? —dudo.
—Te prometo que lo disfrutará, senpai.
—Como sea, uhn.
Estaban ya en un cuarto muy oscuro, Deidara no entendía aún por qué le había hecho caso a Madara, bueno tenía que acabar con esto.
—Ma-Madara i¿P-Por qué t-te estás c-cambiando?!
— Para que tengas más libertad al momento del acto.
— ¿Acto, uhn?
—Sí, ahora yo seré su sensei, y usted mi alumno.
—Me puedes recordar ¿Por qué tengo que rebajarme a hacer esto?
—Pues, porque eres mi sexy senpai, y al que más amo ¿contento?
—No, no lo haré, uhn. —ni siquiera con esas palabras sensuales del Uchiha lo conversaría.
— ¡Oh, sí que lo harás! No me dejes con las ganas de enseñarte. Por favor no me quites ese privilegio.
— ¿Por qué te importa tanto que lo aprenda?
—Deidara, esto ya lo habías hablado.
— Bueno, uhn.
Habían pasado horas, Madara lo disfrutó mucho. Es que la simple idea de enseñarle muchas cosas que él no conocía aún lo hacía enloquecerse y hasta querer…
—Madara, me duele mucho.
—Con la práctica se te pasará.
—Es que mi lengua la siento cortada, memoricé demasiado, uhn.
—Tranquilo, geografía solo se aprende memorizando y luego hablando.
—Tomaré en cuenta tu consejo, uhn.
Fin.