Ambos cruzaron miradas en ese bar y la atracción fue instantánea. No pasó mucho tiempo para que el atractivo hombre de cabellos azules se acercara al rubio de impactante belleza para invitarle un trago, el cual aceptó gustosamente, y entre copas el coqueteo aumentaba, tanto que al final, el de cabellera dorada terminó accediendo a ir al lujoso dúplex del desconocido.
Dentro, se sentaron en el sofá para culminar el protocolo. En un momento las chaquetas quedaron en el piso y ambas figuras cayeron enredadas, devorándose entre si hasta que sintieron que era momento de tomar un poco de oxígeno.
- Dame de comer, por favor - pidió el de mirada celeste.
- ¿Qué crees que estoy haciendo, precioso? - susurró su presa, buscando sus labios nuevamente.
El joven detuvo el beso posando un par de dedos en la boca del de ojos verdes, perdiéndose por un momento en su fascinante mirada, haciendo esfuerzos por recobrar la compostura que necesitaba más que nunca.
- No es por herirte el ego, pero... no cené y mi estómago ya me está exigiendo algo para quedarse tranquilo - se excusó, colando la mano libre por debajo de la camisa a medio quitar. Por su parte, el griego lo miraba con los ojos cargados de pasión, pero se alejó a regañadientes.
- Bien, en ese caso te daré cena y postre - prometió con doble sentido para después levantarse e ir a la cocina por unos pasapalos.
Shaka respiró hondo una vez de asegurarse que el mayor se alejaba de la sala y cerró los ojos. Su "ligue" tenía dinero, aparte de eso era guapo y divertido... eso era muy refrescante en comparación con los viejos verdes que desplumaba habitualmente. Era un ladrón y no iba a estropear su record de invictos dejándose encandilar por un hombre que si, le atrae muchísimo.
Sacó de un bolsillo un frasquito del que vertió un chorrito en el trago que estaba libre, lo suficiente para dormirlo.
- Lo siento, mi refrigerador está vacío - se disculpó, apareciéndose.
- Descuida - trataba de disimular su nerviosismo al verlo sentado junto a él - Tómate el último trago conmigo.
- Te prefiero a ti - lo atrajo hacia si, robándole un beso que lo dejó aturdido.
Después tomaron sus tragos y volvieron a besarse, Shaka hacía tiempo esperando que el narcótico hiciera efecto.
- ¿Qué...? - farfulló el rubio, desconcertado.
¡Aquel hombre acababa de esposarlo! Y su espanto aumentó al mirar la reluciente placa en la billetera de cuero negro mostrándosela con cierto triunfo:
"Teniente Saga Gemini, División de robos".
- No puedes engañar a un policía dentro de su propio apartamento, chiquillo -Saga le dedicó una sonrisa torva.
- Un policía no gana tanto - replicó, mirando el lujo que lo rodeaba.
- Digamos que hago trabajos extra.
- ¡Vaya mundo, un corrupto! - dijo, sarcástico.
- Prefiero llamarme astuto... Antes de llevarte a la comisaría, me divertiré contigo.
- ¡Sueña! - le espetó, sin darle gusto de suplicar e intentó zafarse.
Sin embargo, Saga lo tenía bien sujeto y lo recostó en el sofá colocándole las manos sobre la cabeza, recorriendo su cuerpo con movimientos sensuales y bien calculados que contra su voluntad, empezaba a responder emitiendo sonoros gemidos de placer.
- Me quejaré... por... abuso de... autoridad - jadeaba Shaka, sintiendo el cuerpo muy débil. Comprendió tardíamente que el agente lo distrajo, arreglándoselas para intercambiar las bebidas.
- Es tu palabra... contra la mía - refutó, penetrándolo sin preliminar alguna y el único sonido en ese recinto eran los gemidos entrecortados de un ladrón exigiendo más y un oficial cumpliendo con su deber.
Shaka cayó rendido y Saga decidió quedárselo para si hasta que se cansara de él... y sospechaba que eso tardaría mucho.