Soltero y sexy bomboncito de cabellera dorada y mirada celeste, la fantasía de cualquier mortal. Desde su más tierna adolescencia se había dedicado a convertir esa fantasía en un arte, vive bajo sus propias normas y le resbalaba lo que pensaran los demás. Cazaba cuando tenía hambre, sin dejarse dominar por los impulsos: analítico, frío y calculador. Ese es Shaka... o al menos podía decir que ese era un mes atrás, antes de conocer a esos astutos gemelos que lo tenían al borde de la frustración.
Desde la primera vez que los vió en aquella piscinada, supo instintivamente que le traerían problemas. Saga y Kanon dejaron muy en claro que se tomaban muy enserio la palabra compartir, y a pesar de que había intentado ligárselos ese día por mero deporte, los dos lo rechazaron alegando que no querían ser tratados como marionetas. Con ingenio, ambos lo envolvieron, retándolo a relajarse y adquirir perspectiva en esa "porquería del romanticismo empalagoso", citándolo textualmente. Ciertamente era nuevo para él conversar en su casa hasta altas horas de la noche con un par de griegos espectaculares sin lograr siquiera quitarles la corbata... De paso, hace dos noches le dieron un pequeño adelanto, dejándolo con la cremallera abierta y deseando más.
Los miró sentados en su sofá, muy relajados y comprendió que -¡por fin!- era el día.
-Primero -decidió recordarles sus normas-: Nada de promesas. No las doy, ni tampoco las acepto.
-De acuerdo -dijeron al unísono, sospechosamente tranquilos.
Eran lo suficientemente perceptivos para darse cuenta que Shaka le huía a las relaciones serias... y eso es lo que prácticamente tiene con los dos, sólo que aún no está dispuesto a admitirlo. Ellos iban a darle un empujón para que lo hiciera.
-Segundo: Sin exclusividad - ellos hicieron gesto de negación.
-Fidelidad o nada - contestó Saga.
-Hecho -convino con una sonrisa, después de fingir contemplarlo enserio un rato.
Desde ese día no había estado con alguien más. Peor aún, no se le había antojado y eso era muy grave. En el fondo sabe que ellos quieren más que exclusividad con él... querían su corazón y eso le aterrorizaba.
Ellos sonrieron muy seguros de sí, preocupándolo.
Y si tenía de que preocuparse, porque cuando Shaka va, ellos ya han regresado varias veces.
-Tercero...
Cada uno se sacó un papel del bolsillo de su pantalón y se lo entregaron.
-Para que no te quede duda nos hicimos el reconocimiento médico y recuerdo que el cuarto es que sin gorro no hay fiesta -parafraseaba Kanon-. Aceptado.
Él asintió, avanzando hacia el dormitorio.
Ellos, haciendo gala de su agilidad, lo flanquearon por ambos lados.
-Nosotros también tenemos condiciones - le susurraba sensualmente el mayor de los griegos, lamiendo la comisura de sus labios, teniéndolo por completo a su disposición.
-No nos dejamos meter prisa. Durará lo que tenga que durar - le aseguró el griego menor, acariciando sugerentemente su entrepierna, poniéndolo con el corazón a mil.
-Será a nuestro ritmo y a nuestro modo - murmuró Saga, mordisqueando su níveo cuello -. Te prometo que jamás olvidarás este momento.
Menuda arrogancia, pensó en su nebulosa particular.
No le agradaba mucho ceder el control, pero por seguir recibiendo esas sublimes atenciones era capaz de acceder a lo que le pedían.
-Y quinto... -dijo entre gemidos entrecortados -. Si no llego, se largan. No me gusta perder el tiempo.
Los de ojos verdes no se preocuparon. Le iban a dar la mejor noche de su vida a ese orgulloso conquistador, y harían que no pensara en buscar diversión por otro lado en mucho... mucho tiempo.
Porque en cuestión de estrategias, ellos tenían sobrada experiencia.