Una rara enfermedad
Durante la mayor parte de su vida Sanada se la había pasado preguntándose ¿Qué era el amor?, debido a que escuchaba que la gente a su alrededor no paraba de decir lo maravilloso que era, lo importante que era el hecho de contar con una persona a la cual amar y demás cosas parecidas.
Fue entonces cuando comenzó a observar a la gente y llego a la conclusión de que el amor es una extraña enfermedad que cuando ataca a las personas ocasiona que se vuelvan torpes, bobas e incapaces de tener algún pensamiento coherente, durante el transcurso de dicha enfermedad; fue cuando Sanada a sus apenas 6 años decidió que nunca de lo nuncas quería tener ese tipo de comportamiento, por lo tanto jamás se permitiría ser victima de ese virus tan nocivo.
Al cumplir los trece años Sanada entendió otra cosa de esta extraña enfermedad llamada amor. Descubrió que nadie pero nadie estaba exento de un día llegar a padecerla, también entendió que el mentado virus ese no distingue entre clase social, raza, religión edad ni sexo, Sanada entendía y sabia muy bien que fijarse en una persona que era de tu mismo sexo no era lo mas sensato ni mucho menos bien visto por las personas; sin embargo al ver a ese chico del cual no conocía su nombre supo que era algo inevitable el enamorarse, se entero de que el amor a primera vista si existía y comprendió que acababa de ser atacado por el amor y ahora estaba gravemente enfermo.
Un par de años mas pasaron Y sanada siguió descubriendo muchas cosas nuevas sobre la enfermedad, descubrió que aquel extraño cosquilleo en la punta de los dedos y esa rara sensación como de mariposas revoloteando en su estomago eran síntomas propios de la enfermedad.
Sin embargo en todo esto había un problema, el se había enamorado, había tenido la oportunidad de saber el nombre de aquel que le había robado el corazón y mejor aun se había hecho su amigo, pero lo malo de todo esto es que no había tenido el valor de expresar sus sentimientos en todo esto tiempo que había pasado, fue entonces que Sanada creyó que la inseguridad y cobardía eran cosas que contraías al enamorarte.
El final del Ultimo año de secundaria se acercaba y fue por eso que el había tomado la decisión de expresar de cualquier manera lo que sentía, motivo por el cual había invitado al culpable de su enfermedad a tomar un helado, sabiendo de antemano lo mucho que le gustaban los helados a ese precioso chico.
-¿Sanada?, ¿Te encuentras bien?
Sanada permanecía ensimismado en sus pensamientos y no se percato de que el chico que permanecía sentado frente a el le llamaba.
- Sanada... - lentamente se levantó de donde se encontraba y canino hasta donde estaba el mencionado mientras lo movía del brazo delicadamente.
-¿Ah?- el ligero movimiento que provocaron en su persona lo trajo de vuelta a la realidad.
- Por fin despiertas- dijo el chico que lo acompañaba con una sonrisa en el rostro.
- Perdona es que estaba pensando en algunas cosas.
- ya veo- dijo volviendo a su lugar. - ¿en que pensabas?
- En algo importante que tengo que hacer.
-- ¿A si?, puedo saber de que se trata- cuestiono sonriéndole de la manera mas linda posible.
- si, bueno de hecho... -comenzaba a acobardarse de nuevo, sin embargo sabia que no tendría muchas oportunidades. -Yo quería decirte una cosa muy importante - hablo intentando parecer el mismo de siempre.
- Bueno aquí estoy.
- Si lo se - aclaro su garganta un poco- lo que te quiero decir es que bueno tu... Yukimura tu...
- Yo ¿Qué?
- Tu me...- trago saliva acto seguido suspiro intentado relajarse.
- No entiendo.
- Tu me gustas- dijo rápidamente mientras desviaba la mirada para esconder su sonrojo, ese ere otro síntoma de el amor.
- Lo se- dijo el peliazul tranquilamente, como si se refiriera a lo que comió Aller.
Sanada se quedo frio, esa respuesta no era lo que se esperaba, aunque podía haber sido peor, pudo haberlo rechazado cruelmente o algo por el estilo. - Bueno y...
- Tu también me gustas dijo mientras le sonreía tiernamente.
- ¿Y por que no me dijiste nada?
- Por que quería que tú me lo dijeras a mí. Así seria mas divertido.
- Eres raro.
- Pero así te gusto.
- Me das miedo.
- pero te sigo gustando
Sanada sonrió, sintiéndose mas tranquilo, dejando de sentir esa enorme presión que hacia ya dos años cargaba, liberándose al fin de la interrogante que tenia ¿Yukimura le correspondía?, ahora sabia que si, sonrió estúpidamente mientras contemplaba al chico que tenia enfrente de el.
- Sanada, es ahora cuando me besas- dijo Yukimura sonriendo pícaramente.
Sanada sonrió complacido ante las palabras del menor, rápidamente se levantó de su sitio para sentarse junto a su..., bueno aun no eran anda, pero ya iba progresando, esta enfermedad si que le hacia sentir bien y cuanto mas avanzaba mas vivo lo hacia sentirse, definitivamente adoraba estar enamorado.