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::*::Der Sarg des Lichts::*:: por Lieblosem

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Notas del capitulo:

Titulo alemán-español: [Recelo y decisión]

¿Alquién le preguntó a Licht si realmente sentía más que un insoportable dolor? ¿Acaso, tiene que aceptar todo lo que le venga destinado? Es más ¿aceptará su destino en pos de su recuperación?

Todos los reviews están contestados..!*

Para aclaraciones y más, pasar a notas de autor..!*

 “Si la vida te da la espalda... ¡sencillo!, pícale el trasero.


Si la vida te atormenta… ¡sencillo!, huye sin mirar atrás.


Si la vida te pone un amigo enfrente… ¡sencillo!, atesóralo.”


 


 


«La última vez que sufrí tanto en mi vida…no lo recuerdo. Qué triste. Partiendo de cero, esta sesión será mi primer recuerdo oficial de dolor y sufrimiento. Durante esa sesión del Diablo no sé me antojaba sino correr. Más triste aún. No puedo correr. Quería insultarlos y berrear hasta que mi garganta se desgarrara cual trepadera de mapache.


Si, me sentí vilmente traicionado por dos adultos juguetones que en cuanto advirtieron lo duro, sofocante, irracional y cruel que podían llegar fría e inconsciente, sus actitudes desfiguradas me alertaron más que si me hubieran puesto en la guillotina con dos verdugos encapuchados. Qué bueno que no puede verles el rostro…no quiero ni imaginármelos.


Aturdido por esas ––según ellos–– ligeras cargas eléctricas lo único que me quedó fue gritar y eso era más involuntario que nada. Eso creo. Solo que…de cierto modo me hizo sentir un poquito feliz averiguar que mis piernas se pueden llegar a sentir en lugar de observarse nada más. Pero como he venido diciendo tiempo atrás, lo bueno siempre es eclipsado por lo malo e incluso lo peor. A estas alturas ya no sé que fue lo peor. Ya no sé si fue mi sentimiento de traición por parte de Frau Hedelaida y Herr Ferdinand, o que de alguna manera la orden viniera de Herr Hubble o el mismísimo hecho de saber por instantes lozanos a mi tortura que Engel se encontraba tras esa puerta y que todo era un complot muy bien logrado. Ya no sé si me dejé hacer porque mis ganas de recuperar algo de lo perdido son tan fuertes que hice de tripas corazón. Es más, ya no sé si algo de esto en verdad valga la pena.


Estoy tan triste que el dolor se ha hecho de lado. Sólo sé que algo fue introducido en mí tras una discusión con Fred y Engel, ¿para qué salieron de mi habitación?, sus voces me fueron tan claras como el agua. Sea lo que haya sido aquello que metieron a mi organismo vía intravenosa definitivamente no fue un paliativo eficaz. Y ni por acercado.


Ya no puedo gritar. Aunque ya no tengo la capacidad de diferenciar si los ojos están abiertos o cerrados, sí sé que tras sentir un frío tremendo en mi brazo un peso cayó estrepitoso sobre ellos».


 


Licht se encontraba sumido en un sueño profundo y nada reconfortante; muy a la creencia del Doctor Engel. De vez en vez soltaba gemidos de dolencia e incomodidad. Nada del otro mundo. Nada que le hiciera a Engel cumplir su amenaza a ese mariconazo de primera.


Engel comprendía que no fue su mejor manera de actuar, empero, no atinó otra salida más efectiva para aminorar todo lo que se estaba generando en esos instantes de lágrimas y pucheros tortuosos. Su mente vaciló ante lo primero que un doctor no debía hacer: involucrarse con el paciente. Eso sonaba imposible, ya lo hubo escuchado de otras voces, a esas alturas era imposible no sentirse involucrado con el que ahora yacía boca abajo y dormido cual bebé.


¿Por qué todo tenía que ser tan difícil?, ¿por qué siempre había un por qué? Incluso las palabras del Director Herr Hubble escocieron aun más su cabeza hecha pedazos por el cansancio y el desvelo. Sabía que no estaba para nada bien, pero en esos momentos se le apetecía una ligera dosis de Diazepam o Clonazepam o Valium o lo que fuera que lo sumergiera rápidamente en un relajamiento digno de todo rey. Le urgía sentir un descanso. El reloj conspiraba en su contra, según él, la penúltima vez que observó ese reloj faltaban cuarenta y cinco minutos para el medio día y ahora que volvía a posar sus ojos en el faltaba media hora.


¡Qué mierda era el karma a veces!


Blasfemó para sus adentros con todos los improperios que pudo carburar y se reacomodó en el sillón al lado de la cama de Licht. Observaba al muchacho. Ahora que lo pensaba mejor, se le notaba ligeramente más largo, no mucho, nada que cualquiera que no lo viera tan seguido y conociera mejor pudiera notar. No era su imaginación, Licht estaba ligeramente más alargado de cuerpo. Torció la boca hacia un lado de manera graciosa y se convenció que solo era él pensando demás. Sí, eso debía ser…


Apoyó su cabeza en el respaldo del sillón individual y tras tanto luchar se quedó bien dormido.


 


––…Engel ––escuchó a lo lejos.


–– ¿Eh…? ––nada como la modorra.


––…aquí, Doctor Engel.


Por más que lo intentaba de verdad que sus párpados eran dos buenos y muy pesados trozos de metal. ¡Dios! Era demasiado para soportarlo.


––…Doctor ya…––escuchó entre cortado.


–– ¿Qué? ––reaccionó más.


–– Cielos, está a punto del coma, ¿qué hace todavía aquí, Doctor Engel?


–– ¿Frau…Seraphine?


–– ¿Quién más sino?  


–– ¿Qué hace aquí?


Seraphine alzó la ceja contrariada.


––Es lo mismo que vengo preguntando desde que lo encontré cómodamente durmiendo.


––Ah, yo no… Yo no dormía ––un gran bostezo––. Solo descansaba un poco la vista, vigilo a Licht, tuvo un día pesado y no se sentía nada bien, seguro…––otro bostezo––seguro que te pasaran el informe…


–– ¿Usted se siente bien? ––alzó la ceja.


––Perfecto.


––Me da gusto escuchar eso, me refiero, qué bueno que no se siente mal, porque de lo contrario habría notado la hora que es y que Licht no está aquí.


La ironía se destiló en por cada palabra, se estrelló hasta el médico y luego se sacudió de su cuerpo cuando el mencionado reaccionó de golpe y se paró cual resorte del asiento mullido.


–– ¡¿Dónde está Licht?!


––Es tan buen vigía ––suspiró sarcástica––. Veamos…según esta hoja….Licht tuvo una sesión de reactivación de nervios ––su semblante se torció a algo parecido a la incomodidad. Sabía bien sobre esa terapia––. Se le suministró un…–– se lo pensó dos veces. A su cabeza llegó la imagen suplicante de Ferdinand que le imploraba una y otra vez que hiciera lo que hiciera nunca mencionará que en lugar de un calmante muscular el somnífero era lo que mantenía a Licht calladito––. Le suministró…morfina para aminorar el dolor…


––Maldición…vamos más despacio. Estoy desubicado.


––Si, ya me di cuenta.


––Haré como que no escuché eso. Vamos por pasos…primero: ¿Qué haces tú aquí? Segundo: ¿qué hora es? Tercero: ¿Dónde esta Licht y dónde lo tienen?


Seraphine se quedó mirando al doctor comprendiendo que esas ojeras enormes bajo sus ojos no eran de a gratis y que el cansancio pudo más contra él.


––Estoy en mi turno. Son las tres de la tarde. Licht está en revisión médica en este mismo piso.


––Aprecio tus respuestas rápidas. ¿Segura que son las tres? Yo debía salir a las doce en punto, estoy hecho polvo. ¿Quién hace el chequeo?


––La Doctora Frau Hedelaida y el Director Herr Hubble.


––Ya. Bueno, gracias por despertarme. Iré a ver a  mi paciente y luego me voy, seguro que te alcanzo en la noche, tengo que regresar.


––Ande, vaya con Dios.


La enfermera en jefe se acomodó la blanca y pulcra cofia sobre su perfecto nudo del cabello. Soltó un par de risitas cuando Engel desapareció por el umbral de la puerta. Nunca lo había visto tan cansado y mucho menos con esa pinta ridícula y estúpida. Pobre, ser médico era muy extenuante. Recordó por breves instantes cuando estaba en la Academia Militar de Enfermeras, en la época en la que le tocó la residencia. ¡Por Jesús, María y José! Cuantas veces tuvo que darse bofetadas mentales para no desertar y mejor conseguirse otra carrera. Sí, la vida de los hospitales no era para nada sencilla, sin embargo, tenía su lado reconfortante. El ver salir pacientes que un día no eran menos que niños en brazos, llevaban a su recuperación la luz de la vida y la salud, de esa alegría por hacer y deshacer cuanto quisieran sin ningún miramiento.


En verdad era lindo y era el alimento de su alma.


La realidad es que Frau Seraphine seguía la carrera de casi todas las mujeres de su vasta familia. Todas sus tías, primas y hermanas también lo eran. De todas ella las que más resaltaban eran: su madre y su abuela, la cual en su familia era considerada como heroína tras casi arrancar de los brazos de la muerte a cientos de mujeres y niños en tiempos de guerra. Era una experta en herbolaria y medicina alternativa; en esos tiempos fue un regalo de los dioses por todo lo aprendido en sus viajes a la India gracias que su familia era adinerada y aún cuando en la guerra todo era mucho más difícil de conseguir nunca se daba por vencida. Incluso arriesgó su propio pellejo al tratar a un grupo de perseguidos que se escondían en una casa en ruinas. Ella junto con otra enfermera de suma confianza y con el Jesús en la boca se turnaban para conseguir los medicamentos, vendajes y botellas de agua oxigenada que podían, sin contar que el paquete de solidaridad también incluía agua, comida que a veces era solo pan duro o papas; lo que fuera era bien aceptado.


Una de las historias que más le gustaba de su abuela en aquellas épocas era una relacionada con ese lado humano que tanto caracterizaba a su abuela. Un día Gretchen ––nombre de su abuela–– salió en su bicicleta, en la canasta llevaba pan, queso, mermelada, todos regalos de un alto militar que la cortejaba, y bajo todo el rico surtido: un libro y bajo este los medicamentos de contrabando. Según lo descrito, cada que pasaba junto a un uniformado sentía que el alma se le escurría del cuerpo, pero armada de valor saludaba coquetamente y pedaleaba más rápido.


Al llegar a la casa cuya pinta decía que no se le podía robar nada más, miraba para todos lados con la paranoia a flor de piel, rezaba un poco y después entraba por la puerta del jardín trasero. Ya tenían una clave y eso era taconear tres veces cortas, una larga y tres cortas el suelo derruido.


La clave “S.O.S”.


Con eso las personas amontonadas en el sótano en ruinas podían estar más tranquilas. Bajó dando ligeros saltitos por las escaleras cuidando que las cosas de la canasta no se desperdigaran. Saludaba a todos y explicaba cuanto debía comer cada quien por vez. Entre los ocultos se hallaban un par de niños. Moisés era el más pequeño y el que más lástima le daba, sus padres habían sido llevados y él de milagro sobrevivió con su hermana al ocultarse bajo la madera de la casa, era un escondite que sus padres tenían por si acaso. Lo justo para dos niños. A su suerte intentaron sobrevivir. La mayor recibió un disparo en la pierna izquierda en un tiroteo de fuego cruzado mientras buscaba algo de comer. Su pierna se infectó.


Cuando Gretchen y otras dos enfermeras pasaron por esa misma casa vieron apenas el esbozo de una cabecita, intrigadas y con el sentido de servicio, sortearon los escombros y entraron pensando que seguro era una familia que no pudo escapar a tiempo de los bombardeos. Cual va siendo su sorpresa que en el sótano había por lo menos en primer conteo mental unas siete personas adultas y casi el mismo número de adolescentes y niños. Era un hecho que el pánico paralizó a todos.


Se daban ya por muertos.


Fue Gretchen que habló primero.


 


––Somos enfermeras, no hay que temer…vimos a un niño y pensamos que tenían heridos.


–– ¡Por favor, piedad! ––comentó un hombre barbudo.


––No se preocupen.


La realidad es que estaban aterrados. Ambas enfermeras llevaban en el brazo el “símbolo”.


––No estamos aquí para llevarlos, solo queremos saber si el niño está bien o si hay alguien herido. Deben creernos somos buenas personas.


–– ¡Juramos que no vamos a delatarlos! ––habló por primera vez Fräulein Karla.  


–– ¡Pero somos los que ustedes más detestan!


–– ¿Y eso qué?, somos enfermeras y por lo tanto nuestra misión es curar a los heridos sin distinción de raza, ¿hay uno?


––M-mi…h-hermana ––se escuchó una vocecilla aguda.


Se hizo el silencio. Todos miraron hacía una esquina. Allí Gretchen y Karla aún en la oscuridad pudieron observar una cama improvisada con maderas del parqué que un día fue suelo. Algunas mantas y sobre ella una muchachita de unos quince años tumbada, al parecer durmiendo y débil, cubierta por sudor frío, con su pierna huesuda envuelta en una manta ensangrentada.


––Los encontramos en la calle, estaban entre otras personas caídas, se hacían los muertos, cuando nos acercamos notamos que aún respiraban y al caer la noche los arrastramos acá. La chica recibió un tiro en la pierna, como hemos podido la ayudamos pero está muy mal.


Sobra decir que el corazón se les hizo añicos y después de eso su misión por ayudar a ese grupo de exiliados comenzó.


Desgraciadamente la chica falleció ante la gangrena y las infecciones de sus heridas.


La tarde que Gretchen llegó con el libro fue para quedarse. Leyó el cuento de Hansel y Gretel a todos los niños. Cada día leía un nuevo capítulo haciendo olvidar la pesadumbre de los bombardeos, la persecución y la muerte de los familiares.


Cuando Seraphine escuchó la devoción con la que su abuela relataba cada historia de su vida se convencía más que deseaba ser enfermera, un motivo más para no ceder. Sonrió cálidamente para sí misma y después de recobrar el sentido del presente se dispuso a arreglar la cama y verificar que todo estuviera en orden.


 


Media hora después en una camilla llegaba Licht escoltado por Engel y Hubble. El jovencito tenía una pinta seria y en su semblante no había nada.


 


––Guten Tag, Licht.


No hubo respuesta.


Los doctores la saludaron con la mano.


––Frau Gretchen, que bueno que está aquí, necesito que me acompañe, he de explicarle nuevas instrucciones.


––Lo que usted diga, Director Hubble. ––se viró hacía Licht––. Regreso enseguida, chico.


Recibió un fruncido de cejas.


Los adultos se retiraron dejando a Licht y a Engel en aquel cuarto blanco. Engel sentía que estaba más pequeño de lo normal. De todo el piso ese era precisamente el cuarto más estrecho, pero en esos momentos definitivamente se le adivinaba diminuto. Minúsculo.


––Licht…dime, ¿necesitas algo?


––No ––dijo secamente.


––Yo sé que estás enojado y mucho, yo también lo estoy, de saber que iba a ser tortuoso sencillamente hubiera abogado por otras alternativas.


––Con lo que me importa.


––Esas espinas en tu voz las conozco a la perfección. Te estás guardando lo que sientes y sabes que eso no es bueno.


El muchacho que seguía en la camilla volvió a poner cara de seriedad absoluta. Alzó una mano y comenzó a tantear el aire.


–– ¿Qué buscas?


––El control remoto.


––Yo te lo paso, pero primero debes contestarme una cosa.


¡Suficiente! Encima de que le magullaban los nervios ahora ¿querían condicionarlo? ¡¿Qué ostia le pasaba a todo el mundo?! Licht volteó la cara a donde sabía se situaba el médico y literalmente lo linchó con la ciega mirada.


–– ¡Bah!, no le veo el caso hablar, al final de cuentas todos oyen pero no escuchan. Usted lo sabía, ¿no es así?, por eso fue a tenerme lástima y a ver como era engañado.


––Sabes que no es así.


–– ¿Entonces como fue? ––Bramó–– ¿Qué tendría que hacer ahí al igual que Herr Hubble sino compadecerse de este pobre ciego inválido? Claro, soy menor de edad y mis deseos son lo mismo que el cero a la izquierda. Ya sé, no debería quejarme y creo que no lo he hecho, porque sé perfectamente que estoy aquí por lástima, nada más y nada menos que eso ––sentenció con ferocidad.


––Pequeño, yo no sabía nada, el único dato era de que a tal hora entrarías a fisoterapia y que harían una nueva rutina. Yo me desocupé y cuando pregunté por ti me explicaron que estabas en la piscina térmica, se me hizo fácil ir a echar un vistazo. Por eso fui. Herr Hubble también acudió para ver que todo fuera bien, recuerda que él es quien más te cuida.


––Cuidarme, mi trasero––masculló quedo––. Pues no sabe lo mal que me hizo sentir saberme observado por tantos ojos, ya es complicado todas las mañanas soportar un baño con una enfermera cuya brusquedad no puedo ni comparar con un animal, encima tolerar a Fred cada tercer día y ahora esto, un nueva terapia que es más la nueva apoteosis a la Santa Inquisición.


––Entiendo como te sientes.


–– ¡No, Doctor! ––Gruño aferrándose de la sábana––, no sabe como me siento.


––Es verdad, no sé como te sientes porque nunca he experimentado una reactivación nerviosa, pero debe ser extenuante e insoportable. Recuérdalo, Licht, soy experto en este tema. Por ese motivo no se me informó en que consistía todo este barullo y te juro que intenté frenarlo, pero no pude hacer nada más que quedarme atrás de la puerta escuchando como tú pequeño cuerpo era azorado con cargas eléctricas, al final, de todos los que ahora detestas tenemos un deseo en común.


–– ¿Ah, si? Y eso es…


––Qué camines y yo personalmente…lo añoro más que nadie.


Un gancho al hígado para Licht. Su cara se aflojó tras esas palabras embetunadas en cariño y sentimiento indescriptible. Su corazón revoloteó sin cesar a tal grado que sus oídos comenzaron a zumbar. Seguro que su pulso invadía cada pared del cuarto blanco. Desvió la ciega mirada y enseguida la cara al lado contrario de donde provenía esa voz. Sintió un calor posarse en sus mejillas el cual no tenía muchas intenciones de irse.


––C-como sea, Doctor Walde. No creo que eso suceda. Ya me he hecho a la idea de que estaré encadenado a una silla de rudas y ciego por el resto de mis días. A veces creo…––musitó con nostalgia––a veces creo…que no debieron luchar tanto por mí, que no debieron esforzarse tanto por una persona como yo aún cuando es su deber…solo que…lo mejor para mi y para todos es que ese día yo sencillamente hubiese muerto.


Engel respingó ante tales declaraciones. ¿Qué escuchó?,  ¿tanto así Licht estaba cansado de su situación para mandar todo a la porra y desearse la muerte?


Tal vez fueron las palabras del muchacho que sin nada más que tristeza profunda las que sirvieron como un catalizador a sus propios sentimientos. En su mente sus dos partes en conflicto comenzaban otro round y en ese momento su “yo humano” le estaba dando con todo a su lado del “yo calculador”. Una bien puesta azotina. 


De toda esa pelea hubo un vencedor.


Engel puso gesto de melancolía y al mismo tiempo su mirada decía que estaba del lado de Licht. Sin pensarlo dos veces se acercó al chico que aún blandía su mano derecha intentando tocar una esquina del taburete a lado de su cama y así hallar el control remoto.


Su corazón resonó tanto en sí mismo que dejó de latir por segundos o minutos o, tal vez nunca lo hizo, de haberse parado como Licht lo sintió, ahora estaría más que muerto de la vergüenza  y el nerviosismo.


Engel sostenía al muchacho en sus brazos cual se resguarda algo delicado. Abrazándolo tan paternalmente Licht se sentía a morir de lo caliente que tenía la cara. Sobre su cabeza la mejilla de Engel, tibia como la más tranquila tarde de verano, suave como la nube más esponjosa y tan deliciosa como una paleta de caramelo. Estremecido con violencia aflorada, Licht no supo más que guardar silencio y juntar ambas manos nerviosas a la altura de su pecho. Su cabeza en blanco, sus ojos en negro, su cara al rojo vivo, sus manos en blanco marfileño, sus labios morados de tanto que los mordía.


Un abrazo de ese hombre y todo se le vino abajo, la entereza y la cordura mental del momento. Sin duda, la primera muestra de afecto que recibió desde salido del coma. Exquisito sin reparos. Esos brazos que notaban poco pero continuó ejercicio lo rodeaban por completo. Si los brazos del doctor hubiesen sido más largos seguro que le daba dos vueltas completas. Su cuerpo tan pegado al suyo desprendía un efluvio maravilloso. Algodonoso. La respiración en un vaivén perfecto y grácil. El chico no bromeaba cuando aseguró que escuchaba fuerte y claro el corazón ajeno a un ritmo tan heterogéneo al suyo.


Entonces lo sintió venir.


La fuerza de aquel abrazo con toda la gloria de la fraternidad moral.


Una lágrima. Luego otra. Y otra más


De buenas a primeras Licht comenzó a soltar ríos salados sin lograr control. Así comenzó también a mugir quedamente y ya habiendo perdido todo, renunció a la poca fuerza que le quedaba en su alma y se soltó a llorar a mar y canto. Engel lo estrujó un poco más sabiendo sus actos habían surtido sus efectos. Para él ese abrazo era solo su silenciosa manera de decirle: «aquí estoy, no te asustes…no te rindas». Suspiros y gemidos pequeños salían de esos labios jóvenes que no juntaban la suficiente fuerza para lanzar una palabra. La verdad es que tampoco es que necesitara decir algo. Sus lágrimas lo decían todo, Licht estaba desolado y se sentía tremendamente abandonado. Necesitaba con suma urgencia aquellas manos extendidas y cuidadosas de un ser cercano. Deberían estar bien equis personas, pero siquiera eso tenía el pobre. El médico comprendía que el cerebro del chico en sus brazos no lograba discernir que las personas no eran buenas o malas…solo eran personas. Digerir información tan compleja proveniente del mundo de los adultos era una carga muy fuerte a su muy inestable forma de hacerse ideas. Por un momento él mismo se sintió así. Aún cuando expresaba siempre jovialidad y felicidad, la verdad es que por dentro se lo estaba llevando el diablo.


Por breves segundos Engel recordó su vida fuera del hospital, esa que le provocaba su empatía con Licht, específicamente hablando. La misma que lo obligó a abrazarlo.


Aquel mimo era toda la medicina o calmante que Licht necesitaba y ni Herr Hubble lo había visto así. Era todo…no, era lo único que necesitaba para recuperarse de su soledad y su mundo de oscuridad. Al menos para recordarle que una ventana estaba abierta. Lástima que esa receta ninguna droguería podría surtirla y desgraciadamente tampoco no todos podían suministrársela. Era una pena que algo tan sencillo no fuese visto desde antes. Todos…absolutamente todos cometieron el primer error que un médico no debe cometer: llegar tarde con la medicación equivocada.


Un abrazo…era lo que se necesitaba.


Licht continuó llorando amargamente y lo más discreto que su debilidad le permitía. Lo último que deseaba era sentirse más un “don nadie” de lo que ya se sentía. La idea sencillamente pasaba como insoportable. Azorado por el tiempo, sus problemas físicos, su ceguedad y su radical abandono por falta de interés de sus conocidos hicieron que inconscientemente buscara amigos. Inconscientemente los encontró: dos doctores de mismo apellido, dos enfermeras de planta, dos terapeutas y un hombre bondadoso. Inconscientemente también sentía traición.


La psique adolescente suele ser muy frágil. Ese era precisamente lo que aquejaba a Licht, teniendo en cuenta que para su mente el tiempo nunca pasó y para su mente él aún tenía quince años. Era su mente la que lo traicionaba a no lograr racionar más los hechos como un casi adulto sino como un imberbe.


––D-Doctor… Lo siento.


––No tienes que disculparte por nada, Licht.


––Lamento haber dicho esas estupideces, en verdad lo lamento.


––Ya te dije que no tienes que disculparte por nada, todo lo contrario pienso.


Licht posó sus manos en el pecho de Engel y con sobre esfuerzo se obligó a estirarlas para alejar sus cuerpos. Le pesó deshacer ese abrazo que tanto añoraba.


––Dígame, Doctor ––empujó las palabras––. Sobre esa terapia…sea honesto…en verdad me va a servir.


––En teoría. De un tiempo a la fecha, le dijiste a Wilma y a Seraphine que esporádicamente sentías un cosquilleo muy leve en las piernas, ¿lo recuerdas?


––Si…aunque no fue ni muy seguido ni siempre, ¿qué tiene eso que ver?


––Sencillo, ese cosquilleo es señal de reconstrucción nerviosa. En realidad debiste sentirlos como una especie de piquetes ya que debido a las fracturas y a las consecuentes operaciones tus nervios literalmente quedaron hechos polvos, solo que con el coma ese proceso tu no lo percibiste.


––Entonces puedo volver a caminar ––dijo con ligero entusiasmo.


––Pues si, tú columna sufrió daños pero por fortuna nada irreversible, solo es tu sistema el que quedó hecho añicos. Pongámoslo de esta forma, tu sistema nervioso es como un florero de cristal. En el accidente este se estrelló al punto de romperse.


––Comprendo.


––Con las cirugías, es como si hubiésemos puesto pegamento a esas partes, el tiempo de secado sería lo que ya te comenté, el proceso de reconstrucción. Con la plumilla supimos que ese pegamento estaba a punto de secar y ahora con la terapia es como si pusiéramos a ese florero una capa de matiz.


––Lo siento, pero esa es la parte que aún no comprendo del todo.


––El sistema nervioso son realmente canales. Es como una carretera de alta velocidad, la misma que comanda tu sentido del tacto. ¿Acaso no recuperaste la movilidad en la parte inferior?


––Pues…si.


A su modo Licht entendía el punto del médico. Esa maldita terapia con choques eléctricos daría vida nuevamente a su “carretera”. La metáfora no le gustó mucho que digamos, pero al menos fue comprensible. Tenía miedo de regresar a esa cama en forma de “T”, pero si ello garantizaba que volvería a caminar, entonces nada como armarse de valor y seguir adelante.


––Licht…––suspiró.


––Dígame.


––El mero hecho de que hayas pasado por tanto dolor, aún cuando no lo creas, es una buena señal.


–– ¡¿Qué, qué?!


––Fue la primera prueba de que tus nervios funcionan bien, claro, no justifico ese hecho y yo también me enojé mucho cuando lo escuché, a pesar de ser neurólogo dicha explicación en un momento me pareció irracional. Tras meditarlo más calmo y de forma médica, es cierto, Licht. El dolor es un síntoma que tus nervios mandan al cerebro para indicarle que algo no está bien y que ese algo está lastimando tu cuerpo. Si eso pasa es porque las ramificaciones nerviosas están conectadas y funcionan.


–– Entonces ¿por qué no puedo sentir nada? ––expresó confundido.


––Digamos que no funcionan muy bien y necesitan ser incentivadas, con las cargas eléctricas ese error se corrige, los nervios se fortalecen y comienzan a trabajar por sí solos ––explicó.


Difícil pero comprensible.


Doloroso pero funcional.


Eso es lo que Licht pensaba en su momento de silencio. Esa terapia debía ser como los choques que recibe una persona cuando ha sufrido un paro cardiaco. En estado conciente aquello debía ser incluso cruel, pero si un corazón podía volver a latir, porqué no sus piernas volver a caminar.


Una ligera luz de esperanza iluminó literalmente al chico. Una extraña y motivadora energía fluía por la imaginaria ramificación de su cuerpo, esa la que lleva consigo la esperanza y los sentimientos. No podía evitar la sonrisa pícara que surcaba su rostro.


Tras ese silencio entraron al cuarto nuevamente Seraphine y Herr Hubble.


Con tan solo escuchar los pasos, Licht supo que ya tenían compañía y raudo se secó los rastros de lágrimas de sus mejillas y ojos. Para evitar preguntas incomodas Engel tomó una de las gavetas de la gaveta cercana a la cama y sacó un rollo de vendas, con sumo cuidado y algo de cariño comenzó a enrollarlas por la cabeza y un cuarto del rostro del muchacho que yacía en silencio total.


––Licht, ¿te sientes ya bien? ––inquirió Hubble.


––Defíname bien, por favor.


––No sentir mareos, náuseas…dolor.


––Todo bien.


––Eso es bueno. ––pensó––. Licht, escúchame con atención. En verdad estoy muy apenado contigo, lamento mucho haberte hecho pasar por tanto. Comentaba con Hedel y Fred que quizá no estés listo para soportar una reactivación nerviosa, una vez más lo lamento, como médico me extralimité en mis decisiones y en esos momentos pensé que era lo mejor para ti ––afligido––, tras analizarlo bien, considero que es mejor dar por terminado este asunto y pasar a otras alternativas menos radicales para ti.


Licht sintió con aquellas palabras un aire de confianza nuevamente, pero al mismo tiempo un estremecimiento en todo su ser. Inconscientemente deseó sostener el brazo del doctor y sin pensarlo aventó medio cuerpo para sostener al dueño de esa voz. Estuvo a punto de caer si no hubiese sido por Engel que lo detuvo rápidamente.


–– ¡Doctor Hubble! ¡No, por favor! No detenga la terapia…por favor ––suplicó––, no me quité de la terapia.


–– ¡¿Qué?! ––dijeron al unísono.


––Como han escuchado. Estuve pensando mucho y la verdad es que si…es algo tortuoso y extremadamente aterrador. Es un sensación que difícilmente puedo describir con palabras, en realidad no creo que las haya…sin embargo, sin embargo…creo que… Ahora creo que es lo mejor. Quiero volver a caminar, quiero sentir que puedo hacer algo por mí mismo. Estoy muy cansado de no poder ir a donde yo quiero. Estoy cansado de no sentir más allá de mi cintura… Por eso, estoy decidido a continuar, aunque sea extenuante e insoportable, estoy dispuesto a pagar ese precio… Por eso…Doctor Hubble… Doctor Engel…pido…suplico que no me retiren la terapia.


El impacto por las palabras del muchacho dejó al trío de médicos en silencio abrumador. ¿Escucharon bien? ¿Licht quería continuar con esa terapia tan agresiva? Seguro que el dolor le dañó las ideas impidiéndole pensar con cautela.


––Pequeño, ¿estás seguro de lo que estás diciendo?, no estás obligado a continuar.


––Frau Seraphine, creo que es tiempo de que empiece a decidir sobre mi cuerpo, sobre lo que deseo y lo que no. Ahora estoy seguro, tengo miedo no puedo negarlo, si pudiera elegir, elegiría no volver allí nuevamente, más eso no me hará recuperar mi total movilidad. Ahora lo entiendo, en ningún momento he sido traicionado por ustedes, ni por nadie… Todos trabajan fuertemente para que yo logre mi objetivo y si eso significa soportar esa terapia, estoy más que dispuesto.


Un nuevo silencio, ahora más largo.


Engel no estaba muy seguro de si él influyó sobre el muchacho para que este tomara una decisión tan tontamente precipitada.


Está más que claro que herr Hubble tampoco podía creer lo que recién escuchó. Observó el rostro de su paciente y lo único que vio fue decisión y una determinación fuera de todo lo visto.


––Por los clavos de Cristo ––bufó en tono gracioso Hubble––. Algo me dice que no podré persuadirte ya. Ignoro que te ha hecho cambiar de opinión tan drásticamente pero como médico no puedo llevarte la contraria, en efecto, si yo digo que no se hará más, sencillo, no se hace más.


––Doctor…––musitó confundido.


––No me malinterpretes, chico. Admiro y respeto tus palabras, así que si quieres vamos a continuar, solo que bajo una condición.


–– ¿Qué clase de condición? ––Licht odiaba los “pero”.


––Haré una carta de responsabilidad, la que diga que expresas tu deseo de continuar con el tratamiento así como tener la decisión de interrumpirlo o en su defecto que yo pueda hacerlo si veo que en verdad no está llevándote a ningún lado, ¿comprendes?


––Me parece algo muy lógico.


––No quisiera tocar el tema pero tendré que hacerlo. Chico, debido a tu falta de visión no podrás firmar dicha carta, así que tendré que hacer uso de tu huella digital y como no aparecen en los registros es posible que no tenga mucha validez para alguna el Comité médico, para solucionar esto el Doctor Engel y yo firmaremos como responsables y Hedelaida y Ferdinand como testigos que avalen dicho documento. Debes tener en claro una cosa y eso es aceptar condiciones que te serán leídas y explicadas al pie de la letra. Entre estas condiciones, aparte de las que ya he mencionado, también estarán las de que si por alguna razón Hedel o Fred no desean continuar podrán desertar.


Con el gesto torcido a un lado y el ceño fruncido Licht comprendió de manera muy fútil. Respetarían sus deseos, como él lo asimilaba, si demostraba demasiada debilidad tanto Hubble como sus terapeutas podían decir “hasta aquí”. Ese detalle no le agradaba mucho.


De acuerdo, nada perdía con intentarlo y antes de acobardarse de sus palabras se dijo a sí mismo que era lo mejor.


––Está bien, acepto el trato, Doctor.


 


Así Licht empezaba una guerra contra sí mismo y un paso imaginario a su anhelada recuperación.

Notas finales:

Bueno por fin, un capitulo más.  Lo siento mucho, me tardé por situaciones ajenas a mi, pero espero que lo hayan disfrutado. Me han dicho por medio de los comentarios 8que agradezco de todo corazon) que la trama va lenta, aburrida y con pocas descripciones. Bueno, contesté por forma personal, vaya, si, quizá la forma en la que la estoy escribiendo, no resultó tan original como pensaba o es que lo estoy haciendo muy confuso.

Etsa trama va en tres arcos,a penas estoy en el primero, el mundo interno de Licht. Cabe resaltar que tengo pensado lanzarla a la publicación, como el resto de mis obras, (yeah! mi obra Kaotic City, posteada aquí está a un paso de salir a la venta!!)

Porque menciono esto? Bueno, fácil. Par lanzarla a la publicación formal, la corrigo y la sigo corrigiendo, quito y agrego ciertas cosas, espero lo sepan entender. Disculpen si no es lo que esperaban, prometo retrabajar mejor DER SARG DES LICHTS, para que sea mejor.

 

Gracias ^^ Nos vemos para la próxima!!!

 


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