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Okama, amor a primera vista por Paz

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Notas del capitulo:

Había dado a entender que Rukawa tenía algo para ocultar, sin saber que exactamente que pues voy escribiendo la trama sobre la marcha, “tengo que buscar una buena historia”, me dije e inesperadamente vi la película "La isla" y ahí mismo lo comprendí, esa era la explicación que necesitaba para la extraña actitud del supuesto “Rukawa” y de ahí a plasmarlo fue rápido, hasta yo misma me sorprendí de lo fácil que me resultó escribir unas cartas. Estaba inspiradísima.

Okama, amor a primera vista

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

Capítulo 10: No soy quien crees que soy

 

 

 

-Voy a mi cuarto… -dijo apenas traspaso el guenkan.

 

Durante el trayecto en coche había permanecido callado, no dándole otra opción que permanecer pendiente de la conducción, tampoco es que le importara, sabía que una vez dentro de casa iba a tener que contarle muchas cosas.

 

Y ahora apenas entraron, se le escabulló como una anguila, ese pensamiento hizo brotar de su garganta una carcajada. Si era necesario iría a sacarle de su refugio, apenas había tenido ese pensamiento cuando le vió regresar, llevaba en su mano unos papeles.

 

-Antes que vayas a preguntarme quien soy o por que dije lo que dije, solo puedo decirte una cosa. No soy quien crees que soy, ni yo mismo se si el nombre que llevo es mío o si me lo dieron cuando perdí la memoria. –murmuró como si se sacara de encima un peso.

 

-¿Cuándo fue eso? –empezaba a creer que saber cosas de ese Kaede ficticio iba a ser más complicado de lo que esperaba.

 

-No lo se.

 

-¿No recuerdas si te golpeaste, si tuviste un accidente? –inquirió haciendo suposiciones ante su gesto negativo- Pudiste sufrir un trauma sicológico, ¿qué edad tenías cuando estuviste en la cárcel? –Ese era un dato a tener en cuenta, ante su mirada desconcertada mencionó- Eres mayor de edad, más de veinte… veinticinco… -su mirada mostraba el desconcierto que sentía- No lo sabes..

 

-Solo recuerdo haber estado muy asustado.

 

-Dijiste que estuviste en la cárcel… recuerdas ¿Por qué motivo?

 

-Ellos dijeron que asesinato…

 

-Acaso fuiste testigo y eso te provocó la perdida de memoria –deliberó consigo mismo no muy seguro- Hay algo que recuerdes…

 

-Tengo sueños, los médicos me dijeron que eran parte de mi pasado.

 

-¿Qué clase de sueños?

 

-Un salón con mesas y sillas y un chico durmiendo sobre una de ellas, otras veces le veía jugando con un balón naranja, a veces estaba solo, pero otras aparecían otros chicos, siempre jugando. Eran imágenes breves, como ráfagas de luz que aparecían y desaparecían en milésimas de segundo, al principio nunca conseguía recordar de lo que veía, sabía que había soñado, pero lo olvidaba. Sin embargo, una vez retuve un nombre y me pregunte quien podía ser, creí que era alguien de ese pasado que no recordaba, empecé a verles juntos, siempre peleando, pero sabes supe que a pesar de sus discusiones se apreciaban. –una sonrisa asomó en sus labios- se llamaban de una manera muy entrañable, aunque ellos no parecían darse cuenta.

 

-¿Cómo puedes saber todo eso? ¿Cómo es posible que hayas soñado algo que tú no has vivido? –porque ese hombre no era Kaede y sin embargo había soñado con él, con ellos durante su adolescencia.

 

-No lo sé… por eso vine… él me dijo que me lo dirías tú.

 

Sakuragi se quedo mirándole como si estuviera delante de un oni, un demonio que había llegado a su vida para perturbarle con sus fantasías, pero, ¿Quién es capaz de imaginar algo que realmente ha sucedido? ¿Cómo ha podido saber algo tan privado como sus vidas? ¿De qué manera su vida y la de Kaede estaban enlazadas?

 

Al ver el desconcierto en su mirada, le entrega el sobre cerrado que sostiene entre sus manos.

 

Apenas lee su nombre reconoce la letra de Kaede, alza la mirada interrogante.

 

-¿Cómo es que tienes tú esto?

 

-Me llego hace unos meses con una carta para mí.  -también se la entregó para que la leyera.

 

Sakuragi extendió las cuartillas y comenzó a leer.

 

"Me llama Rukawa Kaede y tú eres Rukawa Keigo. Aunque no me conoces, tú eres yo y yo soy tú, te considero como mi hermano, el que me hubiera gustado tener, y por eso siempre quise que tuvieras un nombre, sería muy largo explicarte mis extrañas palabras, por eso, confía en mí y ven a Japón, exactamente a Kanagawamencionaba la dirección de su casa-  Busca a Sakuragi Hanamichi, allí todos le conocen, ahí vive su gran amigo Mito Yohei y te dirá donde encontrarlo en caso que no este en esa dirección, sino es él en la preparatoria Shohoku te dirán como contactar con cualquiera de sus antiguos compañeros, alguno tiene que saber de Hanamichi,  apenas le veas esto es lo que tienes que hacer…."pasó por alto la larga explicación que ya había vivido y leyó finalmente la última línea- "…no quiero que pienses que mi actitud es altruista, si tu eres como yo es porque te necesitaba, pero el tiempo jugó en contra nuestra y el mío se acaba ya, no puedo explicártelo todo, Hanamichi lo hará por mi. Se que cuando te conozca se enamorara de ti, no porque seas como yo, sino por tu propia forma de ser. Si tú llegaras a amarle, intenta no cometer mis errores. Gracias por vivir. Devuelve la alegría a mi hermoso Do'aho, porque yo no fui capaz. Tu hermano Kaede"tenía un brillo húmedo en sus ojos cuando le devolvió su carta.

 

Rasgó el sobre con su nombre sacando media docena de cuartillas, escritas con su menuda y prolija letra.

 

"Do'aho… e intentado encontrar la manera de comenzar esta carta y ninguna palabra que ponga ahí puede expresar con totalidad lo mucho que te amo y es esa la única que siempre ha estado entre nosotros, al igual que tu cariñoso apelativo hacia mi, tras este preámbulo, quiero que sepas lo arrepentido que estoy y te pido perdón por mi cobardía. No tuvo valor para mostrarme ante los demás tal como era, un hombre enamorado de otro hombre, y convertí tu vida en una sucesión de cambios para ocultar, sin sentirme avergonzado, el amor que sentía hacia ti. No se si viviré el tiempo necesario para cambiar, o si podré pedirte perdón de palabra, se que tu corazón es generoso y me perdonarás, aún así me disculpo humildemente y ten la seguridad que desde donde este haré todo lo posible para que tengas una vida feliz.

 

Es mi deseo que conozcas a Rukawa Keigo. Ha vivido toda su vida en América, en un lugar secreto, en unos laboratorios y ha conocido como padres a una pareja de científicos de mi total confianza, desde que mi padre me habló de ellos, por lo que se ha criado como si fuera su hijo… irónica definición cuando ha sido la creación de ambos, el logro perfecto de sus investigaciones.

 

Pensaras que estoy desvariando… pero no. En mi familia, todos los hombres han muerto jóvenes, mi abuelo murió a los cuarenta, mi padre a los treinta y cinco y yo… bueno, no sabría decirte cuando exactamente, todos hemos sentido en nuestros cuerpos "la enfermedad silenciosa" y ella se los llevo inexorablemente, mi padre intento cambiar mi destino y por ello consiguió que unos científicos genéticos trabajaran exclusivamente para él, no creas que lo hicieron gratis, han recibidos donaciones cuantiosas todos estos años para disponer del laboratorio adecuado y de todo el instrumental necesario para así lograr crear células madre embrionarias a partir de embriones humanos, es decir mi padre apenas nací "donó" una parte de mi para que investigaran y consiguieran un doble perfecto con el fin de salvar mi vida si llegaba a enfermar. Tampoco conozco los motivos que les llevó a tener sus investigaciones bien ocultas en algún lugar de California. Ni yo mismo entiendo mucho de eso a pesar que he seguido atentamente todas las investigaciones acerca de la clonación humana con fines terapéuticos, ni tampoco como pretendían curarme, eso lo comprendí mucho después. Se que tuvieron innumerables fracasos antes de conseguir lo que se ponían, crear un ser a mi semejanza.

 

Todo lo que se es que al igual que mi padre y mi abuelo he desarrollado la misma enfermedad: cáncer de páncreas. Intente por todos los medios que no lo supieras, no quería preocuparte, porque estaba convencido que esos genetistas iban a conseguir salvar mi vida. En cambio, que crees que recibí de ellos, no buenas noticias, no, en un descuido uno de sus ayudantes dejo mal cerrada la  puerta de salida de las habitaciones donde él estaba y bueno, Keigo que así se llama, me harte de escucharles llamarle clon y le di el nombre de mi hermanito que no llego a nacer, porque para mi desde que conocí su existencia y vi su fotografía supe que era como un hermano, después de todo era parte de mi. Es un calco perfecto de mí, aunque por lo que me dicen de él, es en lo único en lo que somos iguales. ¿Recuerdas aquellas fotografías, las que insistías en saber donde me las habían sacado? bueno ahora puedo decírtelo, no era yo, sino Keigo.

 

Una vez más he vuelto a desviarme. Keigo escapó al mundo real y lo que vió, estoy seguro, no debió gustarle. Imagino que debió sentirse confuso y asustado. tanto que acabó encontrando refugio en una habitación que debió encontrar abierta, en un motel en sus vagabundos fuera del entorno seguro donde siempre vivió, lamentablemente, allí se había cometido un crimen y Keigo fue sorprendido delante del cuerpo ensangrentado de una mujer, cargando con la culpa de esa muerte, él estaba indefenso y por lo que supe no tuvo un juicio justo, durante cinco años hice todo lo posible para que los abogados que contrate encontraran una prueba, algo que demostrara su inocencia, lamentablemente, mi enfermedad se desarrollo y mi posible cura estaba en el corredor de la muerte. ¡Que irónico, los dos íbamos a morir! ¡¡Años de intenso trabajo, infructuosos!!

 

Intente resistir la enfermedad, tuve un papel activo durante el desarrollo de la misma, procurando tomar las decisiones adecuadas para el tratamiento que mejor se adecuaba a mis condiciones físicas, corrijo, a mis mermadas condiciones físicas, tu comenzaste a notar mi delgadez, intentabas prepararme deliciosas comidas, pero mi cuerpo no podía con ellas, no conseguía retenerlas dentro de mi y sentía en el alma no poder demostrarte lo mucho que agradecía tus esfuerzos. Gracias, Do'aho. No quería que vieras los efectos de los tratamientos, al final no dieron los resultados que ya deseaba y acabaste enterándote de mi enfermedad, nunca antes me sentí tan desgraciado cuando vi tus hermosos ojos llenos de lágrimas.

 

De todo lo malo, hubo algo bueno, se consiguió demostrar la inocencia de Keigo, por entonces mí tiempo se había acabado. Aunque hicieran venir a mi lado a Keigo, no había tiempo para exámenes y pruebas, aunque podía prescindir de ellos porque todos sus órganos eran compatibles con los míos, pero ¿estaba yo dispuesto a acabar con una vida a cambio de la mía? Supe que no, tenía cosas de las que arrepentirme, no deseaba añadir otra a la larga lista de mis errores. En contra de lo que me dijeron Keigo es un ser vivo, una persona con emociones y sentimientos, que tuvo que aprender a las malas a sobrevivir, ambos fuimos dos  supervivientes, él merecía vivir.

 

Te conozco, Hanamichi y se que a pesar de mi muerte aprobaras mi decisión, como también se que le amaras como me amaste a mi. Me cuesta mucho concentrarme en escribir, solo que queda una cosa por decirte. Te amo por toda la eternidad. Kaede, tu Kitsune.

 

PD: cuando tuve la certeza que mi muerte estaba próxima tuve una visión, tu y yo delante de una tumba, me quede perplejo porque en la piedra se leía un nombre "Kitsune". Se que ahora tu lo comprenderás, como yo lo comprendí. Erais tú y Keigo, juntos, tomados de la mano. Se que no te digo nada nuevo, porque si estas leyendo estas líneas es porque ya te has declarado a él. Me siento muy feliz por los dos, amaos, como yo os he amado. Una última advertencia antes de despedirme. Se tierno con él, solo tiene dieciocho años. Es como un niño, al lado nuestro, dile lo mucho que me hubiera gustado poder conocerle. Kaede."

 

-¡Un clon! ¡Keigo es un clon de Kaede! –musitó bajito, mientras las lágrimas seguían cayendo abundantemente por sus mejillas, y su mirada permanecía fija en él, Kaede la había enviado a la única persona de la que se podía volver a enamorar. En una cosa se había equivocado, todavía no le había dicho que le amaba.

 

Keigo no sabía porque Hanamichi le miraba como si estuviera viendo un fenómeno, pero sus lágrimas le conmovieron más y por eso se acercó a él y sentándose en su regazo comenzó a secarlas con suaves besos hasta sentir como sus brazos le rodeaban, y comenzaba a suspirar bajito, como si le gustara lo que hacia, por eso continuó dándole esas suaves caricias hasta que se encontró con sus labios y entonces se desató en ellos un volcán de emociones.

 

Hanamichi alargó la mano donde aún sostenía las cuartillas y las dejo sobre la mesa, luego sus dos manos abarcaron su rostro, mirándole con una fijeza arrebatadora tomó sus labios entre los suyos, deleitándose en su aroma y sabor, hundiéndose profundamente en su boca que se le ofrecía sin reparos, recorriéndola con su lengua hasta dar con la suya e iniciar una caliente y húmeda caricia, sus jadeos entrecortadas eran sublimes a sus oídos, la entrega total de su boca le dejo enajenado.

 

Su cuerpo clamaba por él, fue entonces que recordó lo último que había leído, por lo que renuente se apartó de él y mirándole con ternura preguntó.

 

-¿Recuerdas cuanto tiempo ha pasado desde que saliste de prisión y recibiste la carta?

 

-Quede libre hace tres años y la carta la recibí hará ahora seis meses. No pude salir de inmediato como hubiera querido. –respondió con total seguridad, porque habían transcurrido esos años mientras intentaba encontrarle en todos los hombres con los que se cruzaba convencido que el chico que aparecía en sus sueños vivía en aquella misma ciudad.

 

-Kaede debió escribirla semanas antes de morir, ya sabemos que edad tienes.

 

-Lo sabrás tú, porque yo no lo recuerdo, ¿O lo has olvidado? –preguntó con una sonrisa pícara.

 

-Cierto, lo se yo…, tienes veinte años.

 

-¡¡Son muchos!! –exclamó.

 

-No, -una sonrisa ensanchó sus labios. Eres un crío a mi lado.

 

-¿Cuantos tienes tú? –preguntó curioso.

 

-Treinta y cuatro.

 

-Tienes muchos más que yo… -murmuró con asombro.

 

-¿Te molesta? Prefieres acaso a alguien de tu misma edad.

 

-No. Te quiero a ti, porque se que a tu lado aprenderé muchas cosas –dijo mirándole con picardía.

 

Su vida amorosa había comenzado un día de San Valentín y ahora con otro volvía a encontrar el amor en una persona que fue concebido genéticamente, que nació y creció al mismo ritmo que cualquier otra persona, que fue concebido para salvar a Kaede pero que el destino jugó en contra de él y murió sin conseguir la cura que podía salvarle, por que su doble se encontraba en el corredor de la muerte, acusado de un crimen que no había cometido y que no era capaz de defenderse porque desconocía todo acerca del mundo real, porque su mundo eran los muros de un hogar creado exclusivamente para el clon, donde crecía con unos médicos a los que llamaba padres, sin saber que del otro lado del muro existía otros seres no muy distintos a él, y que también estaba la persona que había donado sus células para que pudiera existir, aquel que le llamaba hermano, aquel que él había amado y que ahora aunque era idéntico a él porque poseían la misma información genética, aunque a veces el clon podía tener su mismo comportamiento, había acabado por darse cuenta que no era la misma persona, por eso mismo, por ser quien era, lo amo. Kaede así lo entendió y por eso para redimirse a si mismo, le entregó a su hermano.

 

-Te amo, Keigo. –musitó junto a su oído.

 

-Te amo, Hanamichi, ¿me dirás quien soy? –preguntó bajito.

 

-Mañana iremos a ver a Kaede y allí ante su tumba te lo diré.

 

Se conformó con sus palabras, se sentía a gusto entre sus brazos y en ese instante no deseaba separarse de él para oír su propia historia, si había vivido años sin saberlo, bien podía esperar unas horas más decidió.

 

Su aquiescencia le conmovió.

 

Continúa en el próximo capítulo…

 

Paz

Notas finales:

Tuve una larga época que fuí una  fanática del cine, pero desde que me introduje en el mundo de Internet, fui dejando de lado esa pasión para sustituirla por otra y no me refiero al yaoi. Siempre escucho la televisión de fondo y a veces me acerco para ver alguna de las imágenes. En esta ocasión me quede enganchada a la película que daban, se llama “La isla” y realmente me ha gustado, al punto que puedo hacer una historia basándome en ella. Por de pronto, decidí que el secreto que guardaba Rukawa no era otro que el chico es un clon, un doble perfecto de Kaede, por ello tiene sus mismos recuerdos y sus mismos sentimientos hacia el pelirrojo. Esto es algo fantasioso por mi parte, ya que si el padre de Kaede entregó a los genetistas células de su hijo, a poco de nacer, difícilmente él podía tener recuerdos de Hanamichi cuando todavía faltaban muchos años para conocerlo, ya sabéis dispensas que se ha tomado esta autora. Ahora a esperar el último capítulo… si es que es posible que consiga escribir un buen lemon en esta semana.


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